EL TIEMPO QUE SE NOS HA DADO…
El gran J.R.R. Tolkien, en su maravillosa obra “El Señor de los Anillos”, llena de belleza y esperanza por doquier, escribió y puso en boca de Gandalf:
“Eso desean los que viven estos tiempos. Pero no nos toca a nosotros elegir qué tiempo vivir, solo podemos elegir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado…”
Lo único que está en nuestras manos es decidir qué hacer con lo que tenemos: con el tiempo, con las oportunidades, con nuestros “talentos”…
Podemos encerrarlos para que no nos los quiten, sacarles brillo para presumir, o para subir la escalera del “éxito-a-toda-costa”, o, utilizarlos, aunque les caiga el polvo del camino, y hacer algo grande con ellos. Por ejemplo, ponerlos al servicio de la familia, para mejorar este mundo en el que vivimos, hacerlo más acogedor y humano, más “bello”, por lo menos en el ambiente donde nos movemos cada uno. Lo cual, redundará en los amigos, conocidos... en círculos concéntricos y se expandirá.
Claro que eso requiere una lucha continua por dar lo mejor de cada uno, y esfuerzo para conseguirlo. Descentrarnos un poco de nosotros mismos para pensar en los demás, para prestarles la ayuda que necesitan, para establecer relaciones de auténtica amistad…, para ayudarles a desarrollar su mejor personalidad. Un auténtico liderazgo de servicio.
Y así, conseguir lo que estamos llamados a ser cada uno, si ponemos empeño, ilusión y esfuerzo, y nuestras mejores iniciativas y cualidades cultivadas. Con optimismo en la lucha, porque nada sale solo, y a veces tampoco a la primera… Con esperanza, que es la cualidad del “caminante” que sabe que va a llegar a la meta…, aunque requiera esfuerzo y sacrificio. Porque, "el sol siempre cabalga por encima de las nubes".
Por eso, hay que soñar y apuntar alto para movilizar energías, para despegar de la vida fácil y cómoda, de la "gravedad" terrestre que nos atenaza en ocasiones… Y poner el corazón en metas nobles.
Y después de soñar, llevarlo a la acción: concretar en un plan y ponerle fecha para llevarlo a la práctica, sin perezas ni hastíos, usando el timón del pensamiento.
Especialmente en la familia, pensar en los demás y alegrarles la vida, dar y repartir cariño a todos, y recibirlo también… Querer y sentirse querido lo es todo en la vida de cada uno de nosotros.
Porque, la persona, como acuñó un gran pedagogo, Oliveros F. Otero, es un “ser de aportaciones”, un ser relacional, efusivo y creativo, un ser destinado al amor… Se realiza dando, y sobre todo dando cariño, pensando en los demás, para ayudarles conseguir su mejor personalidad. Primero con nuestra propia pareja, y luego con nuestros hijos, amigos...
Y siempre agradecimiento. Cuando todo sale bien, y cuando sale mal, pues ¡se vuelve a intentar! Además tenemos el poder del perdón que sana las heridas, tanto al darlo como al recibirlo. Y volvemos de nuevo a la lucha cotidiana con buen ánimo y esperanza...
La vida es un comenzar y recomenzar siempre nuevo, con ilusión y optimismo, con la esperanza del final feliz de los “Cuentos de Hadas”… Porque, la Historia está custodiada por el Bien, hay más fuerzas aliadas aunque a veces desconocidas... Pero hay que esforzarse en “hacer” el bien: cuesta, pero siempre compensa, y su belleza resplandece. Nos llena. Así, podemos sembrar paz y optimismo a nuestro alrededor haciendo de la vida algo entusiasmante y acogedor.
Siguiendo con el espectacular legendarium de Tolkien, “El señor de los anillos”, en las películas de Peter Jackson hay una pregunta que nos puede ayudar repensarla. Se la hace Frodo a su amigo Sam, en un momento en el que está abatido por tanto sufrimiento, tanta carga, y quiere desistir ante el ataque inminente de los Nazgûl…
Sam: - “ ¡No se rinda, señor Frodo!”
Frodo: Le mira y le dice:
- ¿Y tú por qué luchas?
- ¿Y tú por qué luchas?
Y Sam le contesta:
- ¡Porque reine el bien en este mundo…! Se puede luchar por eso, ¿no?
- ¡Porque reine el bien en este mundo…! Se puede luchar por eso, ¿no?
Y le infunde ánimo a Frodo para volver a la lucha contra el enemigo, ¡para no rendirse nunca!
Esta obra de Tolkien se ha llevado a la gran pantalla por Peter Jackson, en las productoras New Line Cinema, WingNut Films. Dejo un pequeño vídeo:
https://youtu.be/0SN8RnUBCvw
* ¿Por qué?
Porque, siguiendo con la obra de Tolkien, en la película de "El Hobbit", me ha gustado especialmente una idea que señala Gandalf que nos indica un camino a seguir para llegar a buen puerto...
Y que, además, nos puede reconfortar ante tanta miseria repartida por el mundo, y ante tanta vida superficial y vacío existencial.
La Dama Galadriel pregunta a Gandalf acerca de una misión que quieren llevar a cabo, pues el mal cobra fuerza:
- “¿Por qué el Mediano?”
Y Gandalf le responde:
-“No lo sé… Saruman cree que solo un gran poder puede contener al mal. Pero lo que yo he aprendido es que son los detalles cotidianos, los gestos de la gente corriente, los que mantienen el mal a raya: los actos sencillos de amor…”
-“¿Por qué Bilbo Bolsón? Tal vez porque tengo miedo y él me infunde coraje…”
Se trata de poner ilusión y cariño en las pequeñas cosas cotidianas, aunque parezcan insignificantes. Actos de amor pensando en los demás, en la familia, en hacer algo grande en la vida, aunque no se note, aunque no estemos en el “escaparate” del postureo. De ese modo todo cobra más sentido, y conecta con esos anhelos de inmortalidad del ser humano, como lo describe Tolkien tan maravillosamente en los elfos de su mitología.
Cuidar especialmente en el amor en pareja, porque es algo esencial en la vida: lo que nos da su energía para vivir, para luchar, lo que anima y motiva y da esplendor a cuanto hacemos… Nos ayuda a salir de nosotros mismos, a pensar más en la persona a la que queremos, en su bien, en que logre lo mejor de ella. De ese modo cada uno mejora como persona, y es más feliz, puesto que, la felicidad, como señala un gran humanista, Tomás Melendo, es directamente proporcional a la capacidad de amar de cada persona, expresada en obras.
Así, todo cobra relieve y colorido. Con el “toque” del amor, nuestras acciones rebosan trascendencia, y además nos torna más felices al descubrir y procurar el bien de los demás.
Por eso, hay que valorar y cuidar ese amor, custodiarlo y crecer en él un poco cada día, con interés y cariño, empatía y generosidad, y lucha motivada. Eso es trabajar el amor, mimar el amor, sin esperar a perderlo para darnos cuenta de su importancia y grandiosidad.
Alimentar el “fuego” del amor con “repelones” y cosas pequeñas que prendan bien, continuadas en el tiempo. Mimos y delicadezas, detalles y gestos frecuentes… que lo aviven... Y ¡grandes troncos en los inviernos fríos!
Como apuntara Tomás de Aquino, el amor es el “regalo esencial”, y gracias a él todo lo demás se nos da sin merecerlo... Asombro y gratitud.
Espero que te haya gustado, y lo puedes compartir con amigos. Muchas gracias.
Mª José Calvo
@Mariajoseopt
optimistas educando
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