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domingo, 10 de diciembre de 2023

SER QUIENES SOMOS: LIBERTAD Y CREATIVIDAD



                                 LA LIBERTAD DE SER ¡QUIENES SOMOS!

                            
       
Hoy os escribo sobre un tema muy relevante: la persona y su libertad. Algo que escribí para la Revista Hacer Familia, que te recomiendo... La libertad nos entusiasma, y es algo propio de una persona. Hemos visto en post anteriores algo sobre la libertad, también con planes de acción según edades de los hijos. Pongo enlaces al final. 

Ahora vamos a abordar el tema con algún aspecto más, centrado en la grandeza y maravilla de cada persona, de su proyecto personal y vital tan singular. El reto de cada uno de abrazar su libertad, poniendo el corazón, aun a riesgo de poder equivocarse en ocasiones. Pero sabiendo que siempre se puede rectificar y volver a intentar con ilusión redoblada. Tenemos un cerebro muy plástico que nos lo permite.

         

La persona posee un espacio íntimo, con silencio interior, donde está en su propia “casa”, donde se “posee” en el origen, como apunta la gran filósofa y pedagoga Jutta Burggraf. Así puede ser libre, pensar por cuenta propia, ser ella misma. No condicionada por los demás. Somos mucho más que lo que se pueda apreciar en el exterior.   





        
En el fondo, uno es libre cuando es capaz de ser protagonista de su vida. Con señorío sobre sí mismo, para ser la persona singular que es. "Construirse" a sí mismo, y actuar de la forma original que somos, con ese diseño tan específico, peculiar, y lleno de belleza que se nos ha regalado, fruto de un don, de un derroche de cariño.

       

El ser humano, a diferencia de otras especies, puede dominar la esfera de los instintos y pensar metas altas; planificar su vida, proyectarse en el futuro. Y lo hace gracias a la corteza prefrontal. Esos son los actos verdaderamente humanos, pues se realizan con libertad interior, con el poder de la voluntad de tomar decisiones valiosas incluso a más largo plazo, con la capacidad de la inteligencia y de la atención para centrarse en lo que se propone. La persona sabe que conoce y que aprende, sabe que piensa, sabe de metas nobles, con corazón. Algo único en este planeta.

      
La libertad es la mayor facultad mental de la persona, que posibilita las demás, y nos da alas para ser cada uno él mismo, con sus cualidades y talentos característicos, ¡singulares! Construirse "a golpes de libertad" que diría Ortega. Tenemos la capacidad de ser conscientes y "conducirnos" a nosotros mismos a través de nuestras propias decisiones y acciones, teniendo una meta valiosa en el horizonte. 




      
Pensando en nuestros hijos, y en nosotros mismos, fomentar la libertad no se refiere sólo esa facultad de elección y de decisión, sino que es algo mucho más profundo. Supone la ampliación de horizontes, el cultivo de la interioridad y del espíritu, saber ver más allá de lo meramente material que nos atrapa muchas veces... Buscar lo máximo en las posibilidades de la vida, atreverse a grandes retos que engrandezcan el corazón. 

       
Porque no es libre quien tiene una visión miope y estrecha de la vida, centrada en el "yo", sino el que amplía miras, el que posee amigos de distintas opiniones y gustos, como señala esta autora. 

     
Ayudar a los hijos a ser libres es fomentar su pensamiento y autodominio para enfocarse en metas valiosas que les ilusionen. Ser capaces de pensar en los demás.




     
Para ello es vital poner en juego todas las facultades personales, junto con esos talentos propios, para lograr ser la persona que de veras somos cada uno. Lo que Dios pensó al crearnos... Así poder alcanzar lo mejor de esas posibilidades: esa plenitud que anhelamos y albergamos en nuestro interior, que debe ser conquistada día a día con pequeños actos en esa línea.

      
La libertad se va actualizando a través de los actos cotidianos. Cada elección nos va configurando, y nos acerca, o aleja, a nuestra mejor "versión". Además, los actos reflejan a la persona que los realiza, poseen una huella de esa persona, y van "esculpiendo" el propio cerebro..., y la propia personalidad, como apuntara el gran doctor Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel y "padre" de la neurología.




        
Por lo tanto, el para qué de la libertad es fundamental. Según se emplee nos permite crecer como personas, es decir, tener una vida cada vez más lograda, o por el contrario empequeñecerse y malograr la vida... Incluso sin ser muy conscientes. Es importante que sepamos atisbar el sentido de nuestra vida, los motivos por los que luchamos y vivimos cada día. Como nos enseñó Viktor Frankl con su singular trayectoria, llena de humanidad, en el fragor del dolor, conocer el porqué de nuestra existencia ayuda a soportar casi cualquier cómo. 

   


      
Lo vimos más gráfico en otro post con la imagen de las mazmorras del castillo. Si pretendemos salir de ellas, debemos elegir bien, encaminarnos hacia la salida. Si nos dirigimos hacia la sala de torturas, difícilmente lograremos salir, aunque parezca que tenemos grandes posibilidades de elegir, incluso aunque nos "apetezca" caminar por ese pasillo tan amplio y cómodo, atrayente y cuesta abajo... Sin tener en cuenta la realidad no podemos encaminarnos eficazmente a nuestra meta. Por eso es tan necesario aprender a conocerse bien, y luz para conocer los caminos, y trazar un plan que nos lleve a la meta que deseamos. 

       
Por tanto, la libertad potencia las posibilidades de autorrealizarse como persona, o de autodestruirse, según el uso que se haga de ella. 


Y usar bien la libertad no es "poder elegir o hacer más cosas", sino "ser mejor persona"... Debido a esto, esa gran libertad conlleva una gran responsabilidad: la otra "cara" de la libertad. Cada uno debemos dar un sentido personal a ello. Importante con nuestros adolescentes, que están en proceso de aprendizaje de esa responsabilidad.




       
Ser libre es estar abiertos a descubrir posibilidades que se transformen en buenos retos y proyectos. Ser capaces de "abrir caminos" y de transitarlos. Marcar un sendero luminoso y alegre con nuestros pasos, y así hacer el mundo más humano. En especial en familia, y por nuestros hijos, que necesitan nuestra luz, y un referente claro para conducirse en la vida, además de todo nuestro cariño.

          

Tener autodominio personal da libertad para apuntar a las metas que anhelamos y queremos. Por ejemplo la amistad o el amor. Quien no es dueño de sí no podrá amar y entregarse, en un acto libre, a otra persona.


          
Y es precisamente en la familia, donde nos construimos como personas, singulares, ¡únicas!, sintiéndonos amados, y siendo capaces de amar. Es el último reducto de la libertad personal. Con palabras del genial G.K. Chesterton“La familia es la prueba de la libertad, porque la familia es lo único que el hombre libre hace por sí mismo.” 




                                                    * * *


      
Como decía, cada persona está llamada a construirse a sí misma. No nacemos "acabados", sino que se nos ha regalado la libertad para llegar a ser quienes somos, en plenitud, con nuestras cualidades e imaginación cultivadas, con nuestros pensamientos y acciones que nos van encaminando a ello. Para, en último término, ser capaces de amar: la principal meta de la vida.


       
Cada uno tiene unos talentos, que puede y debe poner en funcionamiento, también pensando en los demás. No somos seres aislados: somos seres relacionales, dependemos y nos relacionamos con los demás. Y mejoramos en el trato con ellos. No estamos creados para la soledad, sino para las relaciones entrañablemente humanas. Las cuales son vitales para el buen desarrollo cerebral y personal, pues en ellas se liberan sustancias neuroplásticas que remodelan y consolidan redes neuronales, y nos hacen sentir en plenitud.





Por consiguiente, hacer buen uso de la inteligencia, soñar e imaginar, pensar buenas metas, y trazar un rumbo. Apuntar alto, poniendo el corazón, para movilizar energías... Llevar a la acción y crear todo eso que soñamos cada uno desde la cabeza y el corazón. Esos anhelos de belleza que tenemos en nuestro interior, hacia donde nos encaminarnos.





      
Por eso es preciso, por un lado valorar y agradecer con todo lo recibido, cualidades y habilidades..., hasta la existencia, y por otro ser capaces de dar lo mejor de uno mismo, dejando una huella amable en los que nos rodean. Iluminar algún aspecto nuevo, gracias a nuestros talentos, a veces medio ocultos, que debemos descubrir, desarrollar y potenciar, para sacarles partido. 
  
      
En este sentido, sentirse querido es vital. Ahí está la propia familia. Porque el amor es clarividente: percibe todo lo bueno de una persona, su belleza, sus cualidades singulares, únicas, su creatividad. De ese modo nos ayudan y ayudamos a desarrollarlo.






      
Todo ello muy relacionado con la vocación personal, y con la misión que tenemos cada uno en este planetaDescubrir nuestra misión, esa tarea única que, o la realizamos nosotros o no se realizará nunca, es lo que aporta un sentido más pleno a nuestra vida. Lo escribo en otro post.





      
De ahí la necesidad de cada uno de cultivar su propia intimidad, de tener "islas de silencio" para pensar y reflexionar. Para conocerse, ver cómo es y cómo quiere ser, partiendo del propio temperamento y carácter, pero apuntando a lo mejor y más específico de uno. 




       
Como señala Miguel de Unamuno, "no te creas más ni menos, ni igual, que otro cualquiera, que no somos los hombres cantidades. Cada cual es único e insustituible; en serlo a conciencia pon todo tu empeño".


Me viene a la memoria la maravillosa mitología legendaria de J.R.R. Tolkien, y otros muchos autores..., creadores de aventuras épicas, heroísmo y belleza, que nos han regalado mundos posibles donde "descansar", recuperarse, hacer acopio de esperanza y nobleza, y volver a la brega.


      
Así podemos apuntar y lograr una excelencia personal, por las decisiones que tomamos, y las acciones concretas. Buscar ser optimistas de óptimos, porque sólo lo mejor es lo más propio de la persona: el lugar de lo arriesgado y creativo, de lo heroico, cuando tiene ideales y motivaciones adecuadas. Para luego abrirse a los demás y ayudarles.

Siempre en relación con los demás. La persona es un ser ¡relacional!, "un ser de aportaciones", como le gustara expresar al profesor Oliveros F. Otero, un ser libre y creativo. Encuentra su plenitud de este modo, aportando, dándose, teniendo en cuenta a los otros. De ahí la importancia de la comprensión y la empatía, de la inteligencia emocional y del corazón tan necesarios en las relaciones personales. Y luego actuar en consecuencia, con generosidad, pensando en esas personas.




     
Desarrollar cada uno su proyecto vital supone guiarse por valores y principios, y conquistar hábitos y virtudes que vayan conformando su personalidad. Son como los "ladrillos" de ese edificio. Porque el ser humano se perfecciona a base de "hacer" actos buenos. Y la excelencia no la suele dar un acto aislado, sino una tendencia y disposición a actuar de este modo, en esa dirección. 

Las virtudes son las líneas maestras de la conducta humana, como señalan los clásicos griegos, con Homero en cabeza.





Sin embargo, no es un más difícil cada vez, sino una mayor facilidad, y un disfrute cada vez mayor. Ya lo decía Aristóteles...







Esto enlaza con la posibilidad de liderazgo que tenemos cada uno, independiente de nuestro "cargo" más profesional. Sabiendo que ese liderazgo comienza por uno mismo. Y es fundamental en la familia, porque esa actitud y posibilidad de descubrir lo importante, sin descuidar los detalles de servicio atento, por cariño a los demás, es lo propio de una persona. De nuevo, estamos diseñados para las relaciones auténticamente personales, que se gestan, aprenden y despliegan en la propia familia. También con los amigos...








                                                    * * *


      
Vivimos en un mundo ajetreado, masificado, tecnológico y en ocasiones poco humano. Incluso a veces se exige uniformidad en el pensar y en el actuar, bajo la dictadura de la mayoría. No se tiene en cuenta a la persona como tal, con su singularidad y toda su grandeza y libertad creativa. Sólo su utilidad y rendimiento más material. El estrés, la falta de tiempo, las grandes exigencias de "éxito" profesional... no dejan mucha oportunidad para cultivar la intimidad personal. Y ¡somos mucho más que eso! Somos más grandes por dentro que por fuera...

Aquí nos puede ayudar un pensamiento de Juan Ramón Jimenez: "no corras, ve despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo".

    
Necesitamos calma y una mirada interior. Debemos sacar a la luz y desarrollar todo lo que podemos ser, pensando en las personas queridas, en la propia familia. Así humanizar nuestro entorno, y que se vaya propagando como las ondas de agua en un lago, en círculos concéntricos cada vez más lejanos. 
        
                                        
Resumiendo, la libertad es el mayor regalo y facultad que se nos ha dado. Nos permite la grandeza y creatividad de ser nosotros mismos, con un proyecto personal único y peculiar. Tenemos el derecho y la responsabilidad de usar esa libertad para construirnos como las personas singulares que somos, y llevar a cabo nuestra misión, dejando una huella atractiva en los que tenemos cerca, en especial en la propia pareja, y en familia.

        
Dejo esta cita para repensar, de un gran humanista: Juan Pablo II, que supo hacerla muy real en su vida, animando a los demás a que así suceda. "La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta hacer, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos hacer".

                    



        
Y en familia, el cariño incondicional da seguridad y confianza para ser a fondo quienes somos. Así actuar con sencillez para mostrarnos tal como somos, sin necesidad de aparentar. Y esa confianza originaria nos aporta energía para ser en plenitud, con un optimismo esperanzado. 



         
Las personas poseemos esa grandeza, con fortalezas, cualidades y virtudes, pero también limitaciones y defectos. Aunque siempre cabe luchar por dar lo mejor de sí, centrándose en lo bueno y positivo, que es lo que interesa promover y lo más específico de cada uno. Siendo "buscadores de talentos", propios y ajenos, y no tanto "cazadores de defectos"... Te lo cuento en el post: "resaltar lo bueno de los demás". Ayudar a nuestros hijos a descubrir su talento, su misión, el sentido de su vida. Siempre relacionado con los demás.

       
Por tanto, la libertad alcanza su mayor despliegue cuando somos capaces de amar. Es lo más propio de la persona, y lo que la hace feliz.

La felicidad es como el corolario de una vida plena, con sentido, al querer de veras y alegrar a los que tenemos cerca. Es decir, al buscar su bien, ese ideal al que están llamadas.




       
Llegados a este punto, podemos poner cariño en todo lo que hacemos, para dar un toque más cálido a nuestros "alrededores". Primero en la propia familia y luego con los amigos o conocidos... Como señala Tomás Melendo, "En mi familia, y desde mi familia..." Y es el modo de mejorar el mundo, desde cada persona, desde cada pareja, desde cada  familia, célula viva y fundamental, ¡imprescindible!, de la sociedad.







       
Espero que te haya gustado el post y que te ayude a la hora de descubrir talentos y plantear retos. Puedes compartir con amigos. ¡Feliz día!




                                                                  Mª José Calvo
                                                        Optimistas Educando y Amando
                                                                  @Mariajoseopt



Dejo algunos enlaces relacionados con el tema:






 * "Soy Capitan": pilotar la propia nave


 * Educar-para-la-libertad I (una aventura en el castillo) 


 * Crecimiento-personal



 * Lucha-personal-y-resiliencia 
                                                   
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2020/01/ser-quienes-somos.html

viernes, 17 de noviembre de 2023

PLASTICIDAD CEREBRAL EN ADOLESCENTES V ..




                      PLASTICIDAD DEL CEREBRO ADOLESCENTE         

                   


1- ETAPA ADOLESCENTE

La adolescencia es un proceso de maduración personal: una crisis de crecimiento. Es como una pausa para repensar y reconstruir la vida desde cada persona. Y en el cerebro, base biológica de la personalidad, suceden grandes cambios, que llevarán a nuevas capacidades mentales. Pero, la persona no se reduce a materia y conexiones..., es mucho más trascendente. Cerebro y mente van relacionados, pero no son lo mismo, ni están supeditados el uno al otro. Lo veremos en el post "Ser quienes somos".


Para poder entender mejor a nuestros hijos, es bueno pensar sobre los motivos que subyacen en su proceder. Preguntarnos por qué se comportan de esa manera… y conocer esos cambios cerebrales.


A partir de ahora tienen que aprender a tomar el timón de su vida: pasar de la dependencia y comodidad de estar en la familia, y tener todo solucionado, a ser responsables y pilotar su propia vida de forma autónoma. 

Deben descubrir quiénes son, conquistar cualidades propias, aprender a pensar, a hacer las cosas por ellos mismos… Son grandes retos, y su cerebro está en proceso de desarrollo y "ebullición" para poder lograrlo, pero no ha hecho más que empezar a madurar. Y lo hará a "golpes" de libertad, ensayando las cosas para aprender, fallando en ocasiones, y poco a poco desplegando su libertad.


             
En esta fase se van haciendo conscientes de su intimidad y deben construir su carácter y personalidad. Por tanto necesitan momentos de silencio, de pensamiento, de ponderar las cosas, de estar consigo mismos… No toleran ayudas porque lo quieren hacer por sí mismos: son los protagonistas de su vida. Y debemos estar en un segundo plano..., animando, alentando, motivando, iluminando caminos.



* Algunas características de esta etapa que te cuento de forma más amplia en el post: "8 ideas sobre adolescentes":


Cambia su cerebro y se reestructura, crecen rápido y cambia su imagen, las emociones están exaltadas, con inestabilidad afectiva por todos esos cambios. Quieren tomar las riendas de su vida, e intentan demostrar, sobre todo a ellos mismos, que son capaces de tantas cosas… 


Esperan una libertad con mayor autonomía, pero todavía no entienden que las acciones tienen sus consecuencias. Que la libertad conlleva responsabilidad: son como las dos caras de la misma moneda: una libertad responsable, que será uno de sus retos para madurar.



Se va definiendo su personalidad y necesita autoafirmarse, medir fuerzas. No quiere ayudas, el lo debe hacer solo, aunque muchas veces no sabe muy bien ni cómo hacerlo. Discute por sistema, porque se siente vulnerable y quiere afirmar su independencia, su pensamiento… Por ello se rebela contra todo: sobre todo contra sus padres, que los tiene más cerca.




La libertad es como una aventura que les ayuda a ir construyéndose y mejorando, aunque tiene un riesgo..., pero si no se asume no podrá crecer. Dejarles que se vayan entrenando donde no tengan un peligro "mortal" de caída...

En esta etapa también es necesario interesarse por sus gustos, con la base labrada en etapas infantiles, escuchar, conectar con ellos, ver qué es de veras importante. Abrirles el propio corazón, dedicarles tiempo e interés: ¡nos necesitan! Acompañarles les da seguridad aunque no lo quieran reconocer.


Descubren el maravilloso valor de la amistad, y por eso muchas veces la anteponen a la familia. Pero no significa que no nos valoren, sólo que ven en los amigos algo muy importante con quienes pueden conectar, y a quienes les pasa lo mismo...  Y necesitan relacionarse, ayudarles, preocuparse de alguien que no sea él mismo, ella misma, para aprender a amar: la misión más importante que tenemos en este planeta, y la que nos hace felices.




Por tanto, es preciso que los padres les ayudemos a aprovechar sus enormes posibilidades, pero en un segundo plano, sin que se note, con nuestro apoyo y referente, para madurar y mejorar como personas. 







2- CEREBRO ADOLESCENTE


Conocer los cambios cerebrales, el sustrato anatómico de su personalidad, nos puede ayudar a entender mejor esta etapa. Así poder prestarles la ayuda necesaria. Vimos que la maduración cerebral se realiza desde la gestación, y es consecuencia de la multiplicación de neuronas y de la formación de conexiones o sinapsis entre ellas, especialmente en los primeros años de vida. Y también en la adolescencia, en la que suceden los grandes cambios estructurales del cerebro. Todo ello gracias a la enorme plasticidad neuronal de estos momentos.


Los genes determinan el patrón y funcionamiento básico de circuitos cerebrales, pero influye mucho el entorno y las hormonas sexuales, sobre todo en esta etapa adolescente, en la que se produce una elevación muy considerable en sangre por estimulo del eje hipotálamo-hipófisis-gonadal. Debido a ello madurará todo el sistema nervioso, que se hace muy sensible a ese estímulo hormonal, y cambia, se reestructura, va madurando.


Todo el desarrollo neurológico se hace de forma armónica y progresiva, pero en cada etapa es más específico alguna función concreta. La maduración sucede como en una onda, desde atrás hacia adelante, desde las capas más básicas o “primarias”, con funciones vitales, pasando por otras intermedias, como el sistema límbico, hacia las más corticales, como áreas motoras, sensitivas, de asociación..., hasta el cortex prefrontal, lo más elevado y propio del ser humano.


En la etapa infantil se adquieren muchas capacidades: sensitivas y motoras, la deambulación, luego el habla y el lenguaje, la relación con los demás… En la adolescencia madura la zona cognitiva y emocional, gracias a algunas zonas de la corteza y al sistema límbico, muy relacionado con las emociones y la afectividad. Y lo último en madurar, aunque se inicia en etapas anteriores, es esa corteza prefrontal: lo más específico de la persona, con sus conexiones a otras áreas: emocionales, visuales, sensoriales, de asociación, motoras... Es la base anatómica de las funciones cognitivas superiores. Y esto "completará" su maduración en etapas posteriores, incluso hasta los 30-34 años.







* Estructuras más implicadas en la adolescencia



El sistema límbico, estrato anatómico fundamental de la afectividad, está hiperfuncionante por el estímulo hormonal. Tienen gusto por emociones fuertes, por el riesgo, por lo impulsivo, porque valoran mucho la recompensa emocional por esas actividades, relacionada con la dopamina. 


Pero, la otra zona fundamental de su cerebro no ha madurado todavía: la corteza prefrontal, que es lo último en hacerlo por su complejidad, con el pensamiento analítico y crítico, el control de impulsos y el autodominio, la toma de decisiones, la voluntad, la empatía… 



Por eso son todo emociones, vividas al máximo, sin un control que racionalice o frene sus vivencias. Y pueden estar muy efusivos en un instante, y en otro se hunden en el más profundo abismo por algo aparentemente insignificante. Presentan mucha fluctuación emocional, pero eso es bueno en el sentido de que indica que están en ese proceso de maduración. Tienen que ir tomando decisiones con libertad para ir construyéndose y tomar el timón de su vida.








* Ideas para entender el cerebro adolescente  

1) Una es la gran plasticidad cerebral. Casi mayor que la que pose el recién nacido, en el primer año de vida, con ese despliegue enorme de sinapsis. Luego va disminuyendo con la edad, y más tarde aparece un pico alto con el estímulo de las hormonas sexuales. Será necesaria para la reestructuración cerebral, y para asentar nuevas capacidades y funciones cognitivas superiores de la persona.


En todo momento el cerebro está cambiando, adaptándose al medio y aprendiendo de cada situación personal. Trabajando. Y se traduce en formación de neuronas y sobre todo sinapsis entre ellas, nuevos caminos, circuitos y redes que conectan y amplían posibilidades y funciones. Y luego, con su uso frecuente se van haciendo más sólidas y estables... Consolidando.

El cerebro se estimula y cambia, y por tanto aprende, con vivencias y percepciones, con cogniciones, sentimientos, emociones, palabras, encuentros, pensamientos, conversaciones que guardamos en la memoria, y con las acciones. Todo influye, hasta el sueño, donde se fijan muchas vivencias, se sintetizan neurotransmisores, se restauran sistemas... etc.


Es importante mantener el cerebro activo, porque, lo que no se usa se pierde... Con la expresión de un autor que ya hemos citado muchas veces, M. Spitzer, es necesario utilizar el cerebro de forma pro-activa. Es lo que estimula conexiones neuronales, e incluso neurogénesis o formación de nuevas neuronas en momentos de trabajo profundo, o entusiasmo por alguna actividad. Lo que no se usa, bien por "pereza" mental, bien por pantallas, se va atrofiando; de ahí su expresión "demencia digital".






2) Otra idea clave es que el cerebro adolescente se hace muy sensible e hiperreactivo ante estímulos, debido a ese ascenso hormonal en sangre, tanto de estrógenos en las chicas, como de testosterona en los chicos. Y especialmente el sistema límbico.

Por eso, su afectividad está efervescente y a veces los desborda, sin un buen control y autodominio personal. Les apasiona el riesgo y la novedad, porque valoran más la recompensa, sin apenas percibir los peligros, que muchas veces todavía no pueden controlar, aunque crean que ya son "mayores".




Su cerebro es muy inestable por los cambios tan drásticos que se producen. Aparece una "poda" sináptica selectiva, reestructurándose, creando nuevas conexiones, y madurando progresivamente. Y eso les torna inseguros.

Antes, en la etapa infantil, los circuitos eran más sencillos porque lo que necesitaba era adquirir habilidades, movimiento coordinado, integrar percepciones de los sentidos, el habla, la comunicación..., el pensamiento lógico, etc. 

Ahora todo es más complejo: deben adquirir un pensamiento analítico y crítico, con todos los datos a su alcance. Así como la capacidad de motivarse, el poder de decisión, la voluntad y el autodominio personal entre otros. Y esto requiere un sustrato nuevo, una reorganización cerebral y unas conexiones más amplias y eficaces entre distintas zonas, incluida la emocional. Por eso los axones o terminaciones de las neuronas se recubren de vainas de mielina para que el impulso sea más rápido y eficaz.




En esta maduración cerebral también influyen las emociones, intereses y motivaciones, que estimulan el aprendizaje, el pensamiento, las vivencias. En definitiva, se van formando según la libertad de cada uno. Cada acción deja una huella en su cerebro, y al repetirla se afianzan esas sinapsis y circuitos neuronales. Y éstos posibilitan la adquisición progresiva de las capacidades superiores, propias de la persona.





3- MADUREZ PERSONAL

Todo ello va perfeccionándose y madurando, y las conexiones, con su uso frecuentese van haciendo más y más fuertes, estables y duraderas, formando redes y configurando su propia personalidad, y la identidad personal, en las que tienen gran influencia desde pequeños, el cariño y un buen referente en sus padres, y las buenas relaciones personales.


En etapas posteriores a la adolescencia se logra integrar las emociones y el pensamiento, lo cual se realiza en áreas frontales del cerebro, que relacionan distintas zonas y permiten que ambos aspectos interaccionen y se integren en la personalidad. Así el pensamiento puede guiar la conducta, contando con el corazón.






Madurar es lograr fines a más largo plazo, incluso con motivos más altos y nobles que engrandecen el corazón, y da fuerza, nos hacen "magnánimos", de ánimo grande. Dejo una infografía con los tres niveles de motivación.







Por ejemplo, el control y la madurez se ven a la hora de regular respuestas emocionales. Porque las emociones son necesarias e importantes para tomar decisiones, para relacionarse con los demás, para preveer un comportamiento, o visualizar el impacto que tienen en los demás nuestras propias actuaciones... Son vitales para la amistad y el amor, para disfrutar haciendo lo correcto, así como para ayudar a los demás.


Sin embargo, ese nivel de hormonas en sangre, asciende de forma distinta en chicas y chicos. En ellas el ascenso es más precoz, como dos años antes, y es de carácter cíclico. En ellos sucede más tarde, y es de nivel constante. Esto influye mucho en la maduración diferente entre ambos. Por eso, las chicas maduran antes que los chicos, y de forma diferente. Y la zona emocional del cerebro se estabiliza antes en las chicas que en los chicos, y con matices diferentes. Saber todo esto es necesario en su formación, para darles el "alimento" que necesiten cada uno, en su momento adecuado, sin comparaciones.



Esta integración de las dos capacidades, cabeza y corazón, se logrará al final de la adolescencia. La maduración cerebral es necesaria para el amor, para poder querer a otra persona sin depender sólo de sentimientos, que van y vienen… Hace falta poner cabeza, y voluntad de querer, para entregarse a la persona elegida, y para demostrar el cariño día a día. Es el modo en que pueda fortalecerse y crecer. Amar, en ese proyecto del amor recíproco, nos hace más plenos como personas y por tanto más felices. Y los hijos están aprendiendo en la forma de tratarnos los padres. Que seamos buenos referentes.







Entonces, se trata de ayudarles a integrar pensamiento y sentimientos, que aprendan poco a poco a poner cabeza, a tener autodominio, a retrasar una gratificación con miras a metas valiosas o fines a más largo plazo…

Y siempre estimular y fomentar comportamientos positivos, que ayuden a los demás, y les mejoren como personas, dándoles progresivamente más libertad y responsabilidades. Sin estar todo el día “remachando” y acentuando lo negativo que nos parece que tienen o hacen…, porque quizá nos molesta o no es de nuestro estilo. Pasemos por encima de esas pequeñas cosas...

Dejarles ser a fondo ellos mismos, diferentes a cada uno de nosotros, con sus cualidades y talentos singulares que debemos descubrir y fomentar desde pequeños. Confiando siempre en ellos.






       
Por tanto, podemos acompañar, confiar, animar, y estimular comportamientos adecuados. Y además, el tratarles un poquito mejor de lo que son en ese momento les ayuda a madurar y a dar lo mejor de sí mismos. Ya lo decía Goethe. Porque les hacemos ver ese ideal para que puedan luchar por hacerlo más y más real cada día, con ilusión y lucha para forjar su carácter y personalidad.


Si no, es como si no confiáramos o no los creyéramos capaces de... colaborar, de tener iniciativa, de pensar, de ayudar, de darse a los demás, de ser ellos mismos. Hay que motivarles con optimismo, también de óptimos, para estimular su mejor personalidad. Con confianza siempre en ellos. 

Es decir, darles “raíces” fuertes en familia, formación, referentes, principios y tradiciones familiares, y "alas" e ideales nobles para volar alto... Y será lo que les permitirá crecer como personas, mejorar, y por tanto ser más felices pensando en los demás.

Espero que te haya gustado, y puedes compartir con amigos.