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sábado, 5 de octubre de 2013

LAS RAÍCES Y LA BRÚJULA... I


                                   

                           LAS "RAÍCES" DE LA EDUCACIÓN
                                           Y "LA BRÚJULA"


           
Qué importante es pararnos a pensar los porqués de nuestras actuaciones. Hacer las cosas con un sentido ayuda mucho en la vida. Nos da motivos sólidos para luchar por lo mejor. En este post vamos a tratar el porqué de la educación de los hijos, a profundizar un poco en motivos de fondo esenciales que nos dan ilusión y energía para "bregar" en el día a día. 

             
Cada persona que viene a este mundo es una maravilla, que está por “acabar”, por “construirse” y madurar, con el despliegue de toda esa grandeza innata. Y el motor está en su interior: todo crecimiento es de dentro hacia afuera, como ya señalara Chesterton, y muchos otros... Tarea inconmensurable, pero muy gratificante, porque está basada en el cariño de los padres, origen y alimento eficaz para todo ello.     

             
Necesitamos un referente claro, un "norte" que nos oriente en la vida, y una brújula que nos guíe hacia él. También para orientar el talento de cada persona.




         
En las encrucijadas de la vida buscamos un referente para guiarnos, unos principios que nos den luz y claridad en nuestro actuar. Los problemas surgen cuando no se piensa, y se da el mismo valor a cualquier cosa... Los porqués de las cosas apuntan a una meta, y nos dan una orientación, unas coordenadas. 

        
La falta de pensamiento y de reflexión olvida y vacía los principios de contenido, y ya no nos auxilian en nuestro navegar. Acabamos a merced "del viento que sople"... Ya insistía Hanna Arendt: ¡párate y piensa! Te lo cuento en ese post.



Dejo unos puntos a modo de índice por si quieres elegir:

1- Educar...
2- En familia
3- Cada persona
4- El porqué de la educación
5- Una brújula
6- La mejora personal
7- En todas las facultades...
8- A la luz del cariño
9- Desplegar la libertad


*1- Educar...
 
Educar no se parece en nada a domesticar, porque se trata de personas, con inteligencia y corazón, libres y creativas, llamadas a una relación de amor con otras personas, lo cual es fuente de felicidad. 
            
No se trata de enseñar unos buenos hábitos sin más, sino de enseñar a usar su inteligencia, a ser críticos, a pensar por libre, a no aceptar las cosas sin más, a ser libres y pilotar su propia vida, a tener en cuenta a los demás... y ayudarles. Así, ser auténticamente libres y poder amar. 

            
Y el ámbito natural donde es posible dicho cometido es la familia, porque es el lugar del amor incondicional. Toda persona necesita recibir cariño para ser ella misma, para hacerse y re-hacerse día a día. Por otro lado, también necesita amar a los demás para crecer. ES más, cuando ama se siente más plena y realizada, y logra lo mejor de su personalidad, sin buscarlo. Es una consecuencia que la hace más feliz.



            
Esta misión la tenemos los padres: debemos educar a los hijos para que puedan conducir su propia vida, y así aprendan a relacionarse con los demás. Somos "seres de aportaciones", seres sociales y relacionales. Como señala Martin Buber, "yo me hago gracia al tú". De ese modo podrán amar. No hay otro objetivo mayor, ni de más alcance y envergadura que podamos imaginar. Y es lo que les hará de veras felices.

       
A los padres la conciencia de esta misión nos da fuerza para acometerla del mejor modo, nos transforma en auténticos líderes de nuestros hijos. Y nos engrandece. 

       
Se trata de seducir con la belleza de los valores, hechos vida, concretados en obras, en un ambiente saturado de cariño como es la familia. Descubrir y estimular lo mejor de cada hijo, la belleza oculta en él, fomentarla, y que la pueda poner al servicio de los demás. De ese modo se sentirá más pleno, porque estamos diseñados para los demás, necesitamos de los demás para desplegar las virtualidades de cada uno.





* 2- En familia 

            
La familia es el lugar donde es posible nacer, vivir, y morir como auténtica persona, con la gran dignidad que supone. Donde se nos quiere simplemente por quienes somos, y no por lo que "valemos" en esta sociedad mercantilista, o por la "utilidad"... La persona es valiosa de por sí: está en su ser, no en lo que hace ni en lo que tiene. 

          
El lugar propio del amor, donde se da y se recibe cariño sin pasar factura. ¡Donde la libertad y el amor florecen...!, como expresa G.K. Chesterton.







*3- Cada persona...
        
Es preciso que cada persona se construya a sí misma, partiendo de su singularidad: su temperamento y cualidades y talentos personales. Así pueda lograr lo que está llamada a ser. Fomentar su libertad y creatividad, apuntar a lo mejor de su personalidad. Pero ¡la suya! Algo que nunca se consigue en su totalidad, porque la persona es un misterioso arcano y siempre sorprende. Se trata de apuntar a lo mejor, de buscar la excelencia y el optimismo de óptimos... 

Para ello es necesario darle todo el cariño y apoyo, y encaminarla hacia ello. Iluminar un sendero, confiar, y dar alas para que pueda volar alto y abrazar el riesgo de su libertad. Y ella es la protagonista, si somos un buen referente, si confiamos y le damos muchas oportunidades de hacerlo vida.


        
Hacer atractivos los valores auténticos que no pasan de moda, personificándolos. Es decir, seducir con su belleza, haciendo ambiente alegre y confiado. Porque las personas, como el buen vino, si luchan mejoran con el tiempo y van logrando su mejor personalidad. 

Y la mejor forma de hacerlo es viviendo esos valores humanos nobles, al tiempo que logramos que todos en la familia se sientan muy queridos.






* 4- El "para qué" de la educación  

     Lo importante a la hora de educar a los hijos es formar personas libres capaces de amar. Ser libre es tener autocontrol y señorío sobre uno mismo. No tener que estar pendiente de apetencias y deseos, de faltas de carácter, de recompensas inmediatas, de impulsos y necesidades, ni de reaccionar según el viento que sople... Tener autodominio personal para poder pilotar la vida y orientarse hacia metas valiosas, que merezcan la pena. 

         Y, ¿para qué querer ser libre? A veces parece que es más libre el que hace lo que le apetece, o, el que tiene muchas opciones de elección. Pero, en realidad, aunque solo tengamos una, si es la correcta, no se precisa más. Si nos aproximamos al objetivo es que vamos bien encaminados. Por eso, el para qué de la libertad, su mayor y principal fin, es poder amar a los demás. Y, como consecuencia, esa persona se siente más plena y realizada. Ya lo decía Frankl: una libertad-para más que una libertad-de.



      Porque, el ser humano está hecho para amar: es un ser creativo, efusivo y
 relacional. Un “ser de aportaciones”, como acabamos de decir, y expresa el profesor O. F. Otero. Estamos diseñados para los demás, para compartir esa efusividad, esa plenitud del ser. También para recibir, en función de poder dar más y mejor... Es lo que nos hace más felices.





        Nos realizamos y somos felices en la medida en que pensamos en los demás, y no tanto en nosotros mismos. La persona se trasciende a sí misma, como nos transmitió el doctor V. Frankl, con su vida llena de sufrimiento, pero con gran dignidad y libertad interior. 


           La felicidad, en expresión de Soren Kierkegaard, es "una puerta" que se abre hacia fuera: hacia los demás. No hacia uno mismo. Y si intentamos perseguirla no la conseguimos; pero, si nos olvidamos de ella, y pensamos en los que nos rodean, entonces nos viene dada. Es como una gratificación cuando vamos en la dirección adecuada: cuando nos descentramos de nosotros mismos.





* 5- Una brújula

      A la hora de enfocarnos a la acción, y encontrar un sentido, podemos plantearnos más preguntas: ¿cómo podemos educar?¿qué "brújula" utilizar que nos sirva de norte y de guía?, ¿cuál es nuestra misión en este planeta...? 

       Los tres grandes valores existenciales, que ya conocían los eminentes filósofos griegos, el BIEN, la VERDAD y la BELLEZA, son un referente que ilumina el camino... y nos puede ayudar. Para así descubrir los propios talentos, y lo que estamos llamados a ser. 

          Son tres conceptos interconectados. El modo más directo de acceder a ello es a través de la belleza. Descubrir la belleza de lo bueno, de la bondad, de lo auténtico... Vivir en la belleza. Si se está a gusto, la bondad habla por sí misma. Y nos descubre lo verdadero...




       * Es decir, concretando, descubrir la verdad sobre nosotros mismos. Quizá la clave está en ver la realidad tal como es, como señalara Aristóteles. Hacer una lectura correcta de la realidad, en especial de cada persona... No engañarnos con apariencias y relativismos que despersonalizan y confunden, y nos desvían del rumbo. 

       Descubrir la grandeza de cada persona, sus fortalezas y cualidades, y lo que puede llegar a ser: su misión personal, familiar... etc. La verdad es un pilar fundamental para construir relaciones familiares. Hace ambiente de confianza, transmite valores a los hijos, ayudándoles a desarrollar el sentido de lo correcto e incorrecto, ayuda a ver los propios sentimientos con sinceridad, y aceptar los errores... etc. Citando a Ortega, "la verdad es la única necesidad incondicional del hombre".




      * La verdad nos lleva como de la mano hacia el bien, porque el bien es su mejor forma, la más plena. Se podría decir que es su mejor "versión". Por tanto, partir de la verdad, de la realidad real de cada uno, de sus características y cualidades, y luchar por mejorar, apoyándose en esos talentos personales propios. Así, buscar lo que nos hace mejor persona, que siempre "se abre" hacia los demás, y desarrollar todo ese potencial.

       La bondad nos ayuda también a hacer buen ambiente, y es base de una buena autoestima, especialmente en los hijos.

      Entonces, ¿ser, o hacer...? Una persona buena realiza buenas acciones, y, cuando hace algo bueno, se torna mejor persona. Ambos aspectos se retroalimentan. Se trata de hacerlo real en cada ocasión que nos brinda la vida. En la relación en pareja, con los hijos, con los amigos... Eso es quererlos de veras.





      * Y, como consecuencia, la belleza que irradian ambas. Todo acto bueno es hermoso, aunque no siempre nos demos cuenta a primera vista. Hace falta cultivar la mirada, la capacidad de admirar, sorprendernos de lo bello que nos sale al encuentro, y de lo que podemos realizar..., para saborearlo, agradecerlo y fomentarlo. Descubrir la belleza escondida en una sonrisa, en un detalle de atención..., en un regalo, en una escucha o conversación entrañable, en un paseo con una persona querida... etc. 


       Estos tres grandes valores son aspectos de la realidad, y van muy entrelazados. Es lo que nos puede dar luz y perspectiva. Por eso, la verdad es bella, y la bondad también, y ambas "brillan": iluminan nuestro sendero. ¡Y el universo entero!


  

*6- La mejora personal

           En el paso del "ser", al "mejor ser", está el quid de la mejora personal, y lo que nos puede motivar a luchar por dar lo mejor de cada uno.

          Cada persona es única, singular, especial, irrepetible. Y alberga una luz en su interior capaz de iluminar un mundo entero. Es como una piedra preciosa por pulir, con unas cualidades insospechadas y diferentes a cualquier otra. Debemos descubrirlas y desarrollarlas, y hacer el mundo más bello con ellas. Dejo abajo un enlace sobre las "las raíces de la educación y las gafas"..., a la hora de ayudar a nuestros hijos en su crecimiento personal singular. 




           Por otra parte, la persona posee un corazón capaz de amar. Por eso nos atrae el placer, y tememos al dolor, y esto influye en nuestras acciones y hábitos. Pero, puede distorsionar la percepción de lo valioso. Por ejemplo, cuando hacemos algo no correcto, porque es placentero, o, nos apartamos del bien, si nos causa dolor... Por eso, es preciso integrar cabeza y corazón, para pensar con claridad sobre lo que es conveniente o no, lo verdadero o falso, lo bueno o no. Y disfrutar de la dicha de hacer lo correcto..., en especial en la convivencia con las personas que queremos. Aunque a veces conlleve sufrir un poco por amar de veras.

         Decía Platón que, para educar hay que diferenciar qué placeres y dolores convienen, o no, para aceptarlos o rechazarlos, usando la inteligencia, la razón. Y tenía como referencia la belleza de las cosas y de las personas. Es necesario estimular a descubrir la belleza escondida en las situaciones cotidianas, en lo noble de los corazones y la relaciones personales, porque nos guía a modo de estrella polar.


          Pero, ¿cuándo hago el bien? Cuando actúo conforme a la verdad, cuando vivo en la verdad respecto a mí mismo y a los demás. Cuando logro mi mejor versión: eso que es bueno para mi..., puede ayudar a los demás. También cuando les ayudo a lograr su mejor versión, buscando su bien. Con cariño. Como sucede en la amistad y el amor. 

         Debemos ser respetuosos con la verdad de las cosas, y con el bien, porque nos mejoran como personas, y están llenos de belleza... Estos aspectos de la realidad están intrínsecamente entremezclados: los unos se encuentran en los otros. Además, cuando mejoramos en alguna cualidad, otras relacionadas también salen a la luz.


* 7- Poner en juego todas las facultades

         Cultivar la intimidad de cada uno, tener en cuenta todas las facultades o aspectos centrales de la persona: la inteligencia, con la razón, la voluntad libre, y entrenada, y la afectividad. Centrándolo todo en el corazón: centro existencial de la persona. 




     ¿Cómo hacerlo? Iluminando la inteligencia con lo verdadero; fortaleciendo la voluntad con hábitos operativos buenos, que se transformen en virtudes personales; y, seleccionando los mejores sentimientos, los más nobles, olvidando el posible egoísmo, la envidia, o enfados y agobios que muchas veces tenemos... Intentando encauzar los mejores sentimientos y afectos, y fomentarlos. A la vez que desechando los que no merecen la pena, nos hacen peores personas, o dañan a los demás, que suelen coincidir. Te lo cuento en el post "en el corazón crece lo que se cultiva".


         Siempre apoyándonos en la belleza. Saber hacer atractivos los valores, que son pequeñas especificaciones del bien. Que los hijos vean la belleza de ser amable, educado, generoso, empático, trabajador, estudioso, resiliente..., ¡buen amigo de los amigos! Para ello debemos ser un buen referente, y saber motivar con esos valores hechos vida. Los hijos nos observan todo el día, y nos copiarán.

        Qué importante es descubrir la belleza en la naturaleza, y respetar sus leyes, pero también en una sonrisa, en un abrazo, en una mirada, en un guiño, en un rostro, en un amanecer, en un paisaje, en el cuerpo humano, en una obra de arte..., en la familia
Te lo cuento en un post sobre la belleza.



          Una cita de Emma Goldman: “Todavía nadie se ha dado cuenta de lo que valen la simpatía, la amabilidad y la generosidad ocultas en el alma de un niño. El esfuerzo de toda verdadera educación debe ser sacar a relucir ese tesoro”. Ir al corazón.


         Debemos fomentar la sensibilidad para apreciar lo bueno, lo verdadero y lo bello, que se encierra en los sucesos cotidianos y que nos toca a nosotros descubrir... Y hacerlo notar, para agradecerlo y fomentarlo.

         Para ello se precisa calma, “islas de silencio”, paz interior, respetar los ritmos naturales de los niños en su crecimiento, no querer quemar etapas... "Bajarnos" un poco de un mundo hiperexigente y frenético, porque, muchas veces lo único que conseguimos es estresarnos... No poder apreciar la belleza en todas sus formas. Dar prioridad a lo urgente, y no a lo importante. A veces no nos paramos a pensar, no conseguimos priorizar, y no disfrutamos de las cosas bellas que son de veras importantes.






       Además, el experimentar la belleza estimula una serie de emociones y afectos positivos como la admiración, la sorpresa, la paz, la gratitud, la felicidad..., que a su vez actúan estimulando y motivando el pensamiento y la educación de nuestros hijos.


        Platón nos recuerda que, el objetivo de la educación es enseñarnos a amar la belleza. La belleza de la relaciones personales, de la generosidad, de la amistad... Por eso se trata de educar para descubrir la belleza: el esplendor de lo verdadero y lo bueno. 

        Pensar cómo transmitir esto, cómo entusiasmar con los valores y principios..., siendo íntegro y coherente con ellos, que es el modo más directo de presentarlos. Y luego, con hábitos operativos buenos, que se hagan virtudes entorno a los 6-7 años, y consoliden en un buen carácter y personalidad



* 8- A la luz del cariño

            Por otra parte, la educación ha de hacerse a la luz del cariño del hogar y de la familia. Es como el “horno” donde se “cuece” lo mejor de cada uno, estimulado por ese cariño y esa confianza que encontramos en un ambiente de hogar cálido y comprensivo, pero estimulante.





        "En frío" no se consigue nada. De hecho se ha visto que en niños con carencias afectivas aparece atrofia cerebral y disminución de la masa cerebral. La persona humana necesita el cariño más que el oxígeno que respira..., sobre todo en las primeras etapas de la vida. Y es lo que permite un vínculo de unión con sus padres, lo que hace que se sienta valorada y querida, porque la acogemos, y se siente valiosa. De esta forma, podrá tener una sana autoestima, basada en dicho cariño, no en falsas expectativas.




* 9- ¡Desplegando la libertad...!

           Pero, ¿qué es la libertad? No consiste en seguir el primer impulso que se nos presente, sino en ser "dueños" de nosotros mismos, de nuestro carácter, sentimientos, emociones, voluntad... Tener autodominio y lograr lo que nos hayamos propuesto. Y puede ser un reto, un objetivo, un proyecto familiar o personal... Es decir, saber tomar las decisiones necesarias para orientar la vida hacia una meta valiosa. Te lo cuento en otro post.

         


         Requerirá el uso de la inteligencia para plantearlo y pensarlo, y el de la voluntad libre para acometerlo con constancia, sin desánimos. Y también necesitaremos tenacidad y perseverancia a lo largo del tiempo. Y si es posible que los sentimientos nos acompañen en esa dirección, mejor, porque son un motor potente y cálido para nuestra vida. 

           El hombre libre es el que toma la iniciativa, el que hace que las cosas importantes sucedan, por ejemplo, con respecto a la meta o proyecto que se ha planteado... Y no al que le “suceden las cosas” sin más. Se trata de ser proactivos, como señala Stephen Covey, de luchar por cualquier reto que queramos, que merezca la pena, poniendo el corazón.


            En ese proyecto vital, dejar espacio al amor. O mejor, contar con el amor, puesto que, como hemos visto, el para qué de la libertad es el amor. Y la libertad supone tener autodominio para poder querer a los demás. Regalar nuestro mejor "yo" a las personas queridas. Si no tenemos autocontrol sobre el carácter y las respuestas emocionales..., ¿qué les vamos a entregar? 

            Es indudable que nuestros hijos aprenden a amar en la familia, a sus hermanos y a sus padres, y se fijarán en cómo se quieren los padres entre sí..., cómo tratamos al otro, qué detalles tenemos, y lo asimilarán. También es bueno que se entrenen en poner cariño en sus encargos y tareas, porque es la forma de decir un "te quiero" a los demás de la familia, de hacerles la vida agradable.

            Posteriormente amarán a otra persona, y el modelo lo habrán visto en sus padres. De ahí la responsabilidad de ofrecerles buen referente. Que nuestro cariño se derrame eficaz sobre ellos. Y es lo que les hará más felices en la vida.





Marcamos la “senda” por la que ellos caminarán... 

      
Por eso, aunque no seamos perfectos, que vean que luchamos y nos esforzamos por querernos, por tener detalles frecuentes con el otro, por ser amables, por perdonar pronto. Es lo que nunca olvidarán.

      
Aquí dejo un pequeño corte de la película "El club de los emperadores", de Universal Pictures, dirigida por Michael Hoffman, con Kevin Kline, Emili Hirsch... En ella se ve la necesidad de basar la vida en unos principios que marquen un norte. No todo vale, y menos en la formación de las personas y de los hijos. Todo conlleva unas consecuencias. 



                                                                              Mª José Calvo
                                                                   optimistaseducando.blogspot.com
                                                                             @Mariajoseopt


                       
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