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jueves, 28 de abril de 2016

ADOLESCENTES: MADURACIÓN CEREBRAL Y AFECTIVIDAD, III



          
                                                          ADOLESCENTES 

                     MADURACIÓN CEREBRAL Y AFECTIVIDAD (III)
                                                

         La maduración cerebral está muy relacionada con la afectividad de cada persona, especialmente en estas edades.


           
1- Y, ¿qué es la afectividad?

     Se podría decir que es un estado de base que posee la persona, y la forma que tiene de percibir la realidad. A cada una le afectan las cosas de determinada manera. Es lo que nos singulariza, nos diferencia de los demás, y nos hace más humanos





         Cada persona es singular, y su afectividad también es específica suya. Unas son más emotivas que otras, más sensibles o menos, más cariñosas o menos... etc. Eso va definiendo el carácter personal.




             Por otra parte, somos seres sociales: tenemos un cerebro empático. Cuando realizamos acciones que ayudan a los demás, mejoramos como personas, y nos sentimos mejor, aunque cueste. La persona se trasciende a sí misma, y nuestras acciones repercuten en los demás. 



La afectividad 
aumenta la capacidad de amar, 
porque "nos hace experimentar 
la dicha de hacer felices a los demás"


            Eso es lo específico de la afectividad: un refuerzo por el bien conseguido, o, un dolernos por lo que no es correcto... Y el obrar bien nos ayuda a disfrutar de la dicha de ayudar a los demás.



        En la adolescencia se va perfilando la afectividad, a la par que va madurando su cerebro, y van descubriendo su intimidad. Por eso, lo más frecuente en esta etapa es su inestabilidad afectiva, sus altibajos emocionales. Y es debido a que el estrato anatómico está hiperfuncionante, con el sistema límbico, la parte más emocional. Y, la corteza frontal, la parte más racional, está todavía inmadura. Mucha emoción, y poco pensamiento y autocontrol.





    Una característica importante del cerebro humano es la plasticidad neuronal, que consiste en la posibilidad de formación de nuevas neuronas y especialmente conexiones o sinapsis entre ellas. 

      Significa que nuestro cerebro se adapta y modela según nuestra experiencia, forma de actuar,  lo que nos emociona,  los valores y motivaciones, y también por cómo nos afectan los sucesos, las personas, y cómo reaccionamos ante ello. La plasticidad es enorme en los primeros años de vida. Luego se va reduciendo y, en la adolescencia presenta otro pico. El cerebro debe cambiar su estrato fisiológico para albergar funciones superiores.

        Santiago Ramón y Cajal nos dice que, “todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro".
 Y lo hace a través de sus propias decisiones, su pensamiento, sus actitudes y aptitudes, sus acciones y comportamiento, los hábitos y virtudes que va logrando, sus motivaciones... etc.




      El sustrato anatómico del “cerebro más emocional” está en el sistema límbico, con sus conexiones a otras áreas, especialmente con el cortex cerebral, y en concreto con la corteza prefrontal. Es la que se encarga de la novedad, complejidad, el juicio, el control de impulsos, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la planificación… 





    Estas conexiones o sinapsis con el cortex prefrontal sirven para racionalizar y ponderar una "respuesta emocional" ante una situación. Para no responder sin más, como si fuera un acto reflejo, o, un estímulo condicionado de los animales. También para controlar esas respuestas, y la forma en que reaccionamos. 

    Pero, en la adolescencia el sistema límbico está hiperexaltado, en pleno desarrollo por el ascenso hormonal, pero, la zona prefrontal todavía no está totalmente funcionante, puesto que es lo último en madurar. No se han establecido las sinapsis necesarias, ni el recubrimiento de axones con bandas de mielina, para que el impulso se transmita más eficientemente. Te lo cuento en otros post sobre el cerebro.




        
2- Maduración cerebral

       El patrón de desarrollo y maduración neuronal se va realizando desde antes del nacimiento, hasta los 16-18 años aproximadamente. Aunque, la zona más específica humana, la corteza frontal, y en especial la prefrontal, hasta los 30, incluso 35 años, no está totalmente operativa. Y es muy importante en la formación de la personalidad y la identidad personal.

      La maduración del cerebro aparece como en una onda desde zonas posteriores, hacia adelante y hacia arriba. Desde las capas más “primarias”, con funciones fisiológicas y vitales, siguiendo con zonas motoras, sensitivas, áreas emocionales, áreas de asociación..., hacia las más complejas y propias del ser humano como la corteza frontal, con el pensamiento, el autocontrol, la voluntad, la toma de decisiones y funciones ejecutivas, la planificación y el juicio, y la empatía…








     Aunque es un proceso natural de maduración, a nuestros hijos tenemos que enseñarles a usar el pensamiento, a ponderar las cosas, a controlarse y retrasar una gratificación, a saber esperar y no sucumbir al primer reclamo. 

    También a tener voluntad entrenada para acometer objetivos y retos. Primero a corto plazo, para luego ir ampliándolos.



      Las hormonas sexuales tienen un papel fundamental en la maduración del cerebro, sobre todo en el sistema límbico, porque en este momento aparece un ascenso en sangre, por estímulo de la adenohipófisis.







      Y, como la zona emocional madura mucho antes que la zona más racional, de autocontrol e inhibición, a los adolescentes les gustan las experiencias emocionales al límite, el peligro, el riesgo, la excitación…, porque valoran mucho la recompensa emocional que les produce. Y no tanto las consecuencias de sus actuaciones, o, el pensar de forma muy racional.

      No son tan conscientes de los peligros inherentes, dejándose seducir por ese atractivo. Les es difícil controlar muchas situaciones en las que se ven inmersos…, porque no tienen operativa la corteza prefrontal, que es la que pone un punto de pensamiento y autocontrol en sus acciones.




        
3- Consecuencias

       El cerebro adolescente no ha terminado de madurar: es más están en pleno cambio y reestructuración. La parte emocional está operativa e hiperreactiva, pero, el pensamiento y autocontrol todavía no. Por eso dan primacía al impulso, al sentimiento, a las emociones, más que a lo lógico y razonable. Tenemos que ayudarles a desarrollar ese contrapunto...





       El comportamiento adolescente, e incluso el de algunas personas poco maduras, está guiado sobre todo por emociones, y en muchas ocasiones es poco racional. No son capaces de integrar pensamiento y afectividad; cabeza y corazón. No ponderan antes las cosas, y pueden caer en un emotivismo exagerado. Y los "ismos" despersonalizan. Cuando solo se tienen como referencia los sentimientos, y no el pensamiento y las razones, se va instaurando un relativismo que confunde y desorienta, por perder contacto con la realidad objetiva. Decía Aristóteles: conocer es capar la realidad...

     Tampoco comprenden muchas veces los sentimientos de los demás, ni muestran empatía... Deben aprender todas estas habilidades para madurar y forjar su personalidad.






        Por eso, no podemos pedirles que se comporten con total responsabilidad en todas las circunstancias. Y por otra parte, no podemos dejarles solos frente a situaciones que les desborden aunque a ellos les guste el riesgo, o crean ser ya “maduros”.






       La libertad debe ir “de la mano” de la responsabilidad: que sea una libertad responsable. Hay que fomentar la libertad de los hijos en la dirección adecuada. Es como una “cota” que pueden ir conquistando con su comportamiento responsable. Tienen que ir aprendiendo a pensar y reflexionar, a controlarse y tomar la iniciativa. A enfocarse en metas valiosas. 






       En esta etapa, si antes hemos labrado confianza, si hemos la construido día a día, podemos apoyarnos más en ellos, dándoles oportunidades de colaborar, de ayudar a los demás, de demostrar el cariño en lo que hacen, ¡de ser responsables...! La persona siempre responde con sus actuaciones a lo que de veras le importa. Ellos son los "segundos responsables" de la familia: es preciso no considerarlos como a niños pequeños, valorarlos y tratarlos con confianza, tirando hacia arriba de ellos.



       Como señala Goethe, el tratarlos un poco mejor de lo que son en ese momento, les ayuda a mejorar y madurar. Si no, es como si no confiáramos en ellos, o no los creyéramos capaces de colaborar, de tener iniciativa, de darse a los demás. Hay que ilusionarles y motivarles con optimismo, estimulando lo mejor que tienen, fomentando sus fortalezas, y confiando en ellos, ¡con todo nuestro cariño! 




       
Espero que te haya sido útil el post, y lo puedes compartir con amigos. ¡Muchas gracias!



Dejo enlaces relacionados sobre:



-La afectividad en preadolescentes, la amistad y el amor... (también para adolescentes)

-"Soltar amarras": adolescencia

Las etapas de la adolescencia









                                                                              Mª José Calvo
                                                                 optimistas educando y amando
                                                                              @Mariajoseopt



URL del post:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2016/04/maduracion-cerebral-y-afectividad.html

4 comentarios:

  1. Gracias, es una aportación muy valiosa, aprecio todas las horas de estudio, observación y la publicación es oportuna, debido a que muchos podemos contribuir con millones a conocer este dato.

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    1. Muchas gracias, Mario Rueda, me alegro que le guste, y me encanta que lo comparta con amigos... Claro que lleva horas de estudio, pero reconforta que se agradezca..., y es muy necesario para poder ayudar a los adolescente, para no verlos en negativo, aprovechar sus fortalezas, y que sean capaces de grandes metas. ¡Gracias de nuevo!

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  2. Muy buen artículo María José. Me va a servir en la orientación de adolescentes. Muchas gracias.

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    1. Muchas gracias, me alegro que le guste, y que le sirva en ese trabajo de ayudar a los adolescentes... ¡Gracias!

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