EL BINOMIO AUTORIDAD-LIBERTAD EN FAMILIA
UNA FORMA DE LIDERAZGO
La autoridad es algo imprescindible para "ayudar a crecer" a los hijos, seduciendo con la belleza de los valores auténticamente humanos. Así guiarles en su proceso de crecimiento como personas. Para llevar a la acción lo que hemos comentado en entradas anteriores, como "dirigir una familia" o, "el valor de los valores" (enlaces abajo).
Requiere el esfuerzo por transmitir esos valores, e intentar ser, y vivir, como queremos que lo hagan nuestros hijos. Con coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos, y lo que vivimos. Y eso nos aporta buen liderazgo y prestigio. También por el cariño recíproco de los padres, que se ve y se nota, y se derramará eficaz en los hijos. Por eso, la mejor autoridad es el ejemplo y la coherencia de vida, sumergidos en cariño del bueno. Educar es enseñar a hacer buen uso de la libertad.
Podríamos definir la autoridad como la fuerza que guía y ayuda a crecer a los hijos a desarrollarse bien, a llegar a ser las personas singulares que son, con toda su grandeza. Tarea ingente, para la que nos hemos de formar, no solo leyendo y estudiando, sino, y sobre todo, haciendo vida la belleza de lo que queremos transmitir.
La autoridad es necesaria para todo. También en el proceso de conocimiento de sí mismos. Los niños aprenden todo a través de la mirada de los padres. Así, enseñarles lo que está bien o mal..., y ayudarles a pensar en los demás. Guiándoles, exigiendo en lo importante, para lograr lo mejor de ellos a la luz del cariño.
Es uno de los apoyos de la familia, para esa labor de formar a cada hijo. La naturaleza dota a los padres de esa autoridad, para guiarles en su creciente autonomía. Y también hace a los niños dóciles a las indicaciones de sus padres, porque les quieren... Por eso, tenemos una gran responsabilidad, con el fin de ayudarles en su crecimiento, descubriendo sus talentos y cualidades. Ayudándoles a desarrollarlos.
La autoridad es necesaria para todo. También en el proceso de conocimiento de sí mismos. Los niños aprenden todo a través de la mirada de los padres. Así, enseñarles lo que está bien o mal..., y ayudarles a pensar en los demás. Guiándoles, exigiendo en lo importante, para lograr lo mejor de ellos a la luz del cariño.
Es uno de los apoyos de la familia, para esa labor de formar a cada hijo. La naturaleza dota a los padres de esa autoridad, para guiarles en su creciente autonomía. Y también hace a los niños dóciles a las indicaciones de sus padres, porque les quieren... Por eso, tenemos una gran responsabilidad, con el fin de ayudarles en su crecimiento, descubriendo sus talentos y cualidades. Ayudándoles a desarrollarlos.
Sin embargo, debe ser una autoridad-servicio, buscando su bien, no un autoritarismo, ni un permisivismo: los dos extremos, que destruyen la autoridad. Y siempre, pensando en ellos, en su buen desarrollo, para que consigan lo mejor de su personalidad, su mejor forma de ser.
Es como decir: "lo hago porque es lo mejor para ti, y porque te quiero..."
Cuando los padres no sabemos ejercer bien la autoridad, por un malentendido respeto a su libertad, por comodidad..., o por el todo vale, por carecer de principios, no podremos guiarles en su desarrollo. Y difícilmente seremos buenos modelos, o incluso buenos líderes. Y se sentirán inseguros, no crecerán bien.
La autoridad innata de los padres es la base para actuar en libertad, y posibilita el buen liderazgo. Ser líder significa pensar en los demás. Estar atento a lo importante, sin descuidar los detalles. Es un servicio desinteresado a los que más queremos, justo por cariño. Intentar vivir esos valores, basados en principios, que queremos transmitir a nuestros hijos. Saber hacer una llamada a lo mejor de cada uno. Así, hacerlos hábitos y virtudes, que den estabilidad y sentido a nuestra vida y a nuestro actuar. Te lo cuento en "un poco de liderazgo" y, en el "sentido de la vida".
El liderazgo de los padres es importante a la hora de guiarles en su creciente maduración, en el uso de su libertad. Y se ejerce por medio de la autoridad, que insisto, es una guía y sostén en su crecimiento como personas.
Como señala un gran pedagogo, Juan José Javaloyes, “los padres no tienen autoridad, sino que, por ser padres, son una autoridad para sus hijos. La autoridad es una manifestación del amor y una forma de servicio. Sin el ejercicio de ésta no se puede educar”. Ensamblar autoridad y cariño es vital en la relación con los hijos. Que se sientan de veras queridos. Además, ellos tienen, e imitan, a las personas que los quieren, muy especialmente los padres.
También ayudándoles a pensar por su cuenta: que sea una obediencia inteligente, contando con su libertad interior, según cada edad y posibilidades. Por eso, tienen que aprender a obedecer con responsabilidad.
Además, cuando no se sabe ejercer bien la autoridad se pone en peligro el uso correcto que los hijos puedan hacer de su libertad, pues ven que nos movemos, no por principios y valores, sino por estados de ánimo, sentimientos, o cosas más banales: modas, el "me apetece", la comodidad… No ven un referente claro que les ilumine y dé sentido a la vida. Y sienten que no se les quiere de veras, o que no se confía en ellos.
Concretando, la autoridad es la fuerza que sostiene y acrecienta la libertad en desarrollo de nuestros hijos, para que sean capaces de “abrir caminos" y de transitarlos. Ser auténticos líderes que iluminen.
La libertad me permite optar o elegir las mejores opciones: las óptimas, las que se encaminan al bien y nos hacen mejores personas. Sólo lo óptimo es lo mejor y lo más propio de la persona. Te lo cuento en "fomentar el optimismo".
La libertad me permite optar o elegir las mejores opciones: las óptimas, las que se encaminan al bien y nos hacen mejores personas. Sólo lo óptimo es lo mejor y lo más propio de la persona. Te lo cuento en "fomentar el optimismo".
Enseñarles a usar poco a poco la libertad, según la edad, que no es sólo capacidad de decisión y elección, sino ampliar horizontes en los hijos, cultivar el espíritu. Pero, en edades tempranas tienen que aprender a obedecer a los padres, precisamente por ese cariño. Siempre de forma inteligente.
Es necesario ejercer la autoridad, aunque no esté de moda... puesto que es un servicio a nuestros hijos, por su bien, por cariño, no para sentirse superiores. Aunque se debe ganar día a día... con nuestro prestigio y coherencia de vida.
Por lo tanto, es importante crear un ambiente de confianza donde cada persona se pueda desarrollar. Por ejemplo, a través del trabajo en equipo en familia, de los encargos que todos debemos tener... etc.
Y unas normas claras que señalen un sendero. No muchas, pero sí claras e importantes. Para lograr un comportamiento en esa línea, con exigencia comprensiva, o comprensión exigente, según las circunstancias. Siempre con mucho cariño, pero sin dejar de exigir, motivar y estimular lo mejor de ellos, sus cualidades.
Te lo cuento en "los pilares de la educación": la base del "edificio" de su personalidad es el cariño y la confianza que les brindamos. La estructura se construye a base de hábitos y virtudes, que van conformando su carácter y personalidad. Y las últimas piedras, con exigencia comprensiva en lo importante. Exigir "sin quebrar", teniendo en cuenta los talentos de cada uno, motivando y animando. Apuntando a lo mejor, y poniendo el corazón.
Guiarles en el proceso de la formación de la personalidad y de su identidad. Primero vemos cómo son, qué temperamento tienen, qué cualidades, qué necesitan más... Siempre dando buenos motivos donde anclarse. Y luego confiando en ellos. Más vale que puedan "engañar" alguna vez, a desconfiar o creerlos incapaces.
Y saber descubrir sus puntos luminosos, sus cualidades, ¡únicas!, sus fortalezas, para apoyarse en ellas a la hora de hacer un esfuerzo por adquirir un hábito o comportamiento... etc. Ser "buscadores de talentos, de tesoros escondidos"...
Y saber descubrir sus puntos luminosos, sus cualidades, ¡únicas!, sus fortalezas, para apoyarse en ellas a la hora de hacer un esfuerzo por adquirir un hábito o comportamiento... etc. Ser "buscadores de talentos, de tesoros escondidos"...
La autoridad y la obediencia requieren un clima de confianza, como todo en el arte de educar. Crear un ambiente de hogar (enlace abajo), donde todos están a gusto, donde hay cariño y confianza en sus posibilidades. Y cuando se equivoquen, o fallen, que sepan que siempre se puede rectificar e intentarlo de nuevo. Muchas cosas no salen a la primera..., hace falta comenzar y recomenzar las veces que se precise.
A la hora de valorarlo, ver primero el esfuerzo realizado, porque los fallos son oportunidades para mejorar, sabiendo que, día a día, se irán entrenando, como nosotros… Lo valioso cuesta esfuerzo, ¡pero siempre compensa! Y nos hace felices.
La confianza y el cariño
son el "horno"
donde se "cuece" su mejor personalidad
donde se "cuece" su mejor personalidad
En familia podemos usar la autoridad en una dirección: en la participación de los hijos en la vida familiar, con sus encargos respectivos, con el trabajo en equipo, con sus detalles de atención por los demás. Que aprendan que los importantes son siempre: "los otros".
Así se hacen más autónomos y responsables, van adquiriendo habilidades y destrezas, aprenden a pensar en los demás, a quererles, y se crecen como personas y como familia.

Por eso es vital fijarse primero en lo bueno y positivo para hacérselo notar. Somos como espejos donde se reflejan. Su referente y modelo. Nos están mirando todo el día…, y les transmitimos una forma de ser y de comportarse. Que sea optimista y alegre.
En la adolescencia, en la que nos miran con una actitud más crítica…, quieren ver si somos coherentes con lo que pensamos y decimos. Y nos observan... porque necesitan ese referente para actuar. Están haciendo suyos unos valores y principios.
La autoridad es una necesidad de la convivencia, que implica el poder de decidir y motivar para hacer atractiva una meta, un objetivo, un plan, un reto, unas virtudes… Lo que nos planteemos.
Es mucho más importante y eficaz saber motivar con cariño que castigar. Los castigos muchas veces no tienen argumentos pedagógicos, simplemente ya no se sabe qué hacer..., o nos contrarían. Y suelen estar impregnados de enfado o rabia, con lo que pueden hacer más daño o humillar, y conseguir el efecto contrario. A veces hay que reprender, pero para que sea educativa esa reprensión tiene que ser clara, concreta, sucinta, envuelta en cariño, y que no humille. Y cambiar pronto de tema. No "remachar".
Y luego exigir en lo importante, y no tanto en lo accesorio u opinable. En este campo dar mucha libertad. Tampoco exigir en todos los campos a la vez: sólo en un frente... para que pueda ser razonable y efectivo.
Es necesario pararse a pensar entre los dos, en equipo, qué es lo que les vamos a pedir, y qué normas vamos a tener en nuestro hogar. Poniéndose de acuerdo previamente. Para esto debemos formarnos, alimentar el pensamiento, como si se tratara de un master... y tener sentido común. Y nos va en ello la plenitud personal de cada hijo, y la felicidad de la familia.
Firmes en los objetivos,
y flexibles en las formas de conseguirlos.
Que sepan lo que esperamos de ellos y cómo tienen que realizarlo. A mayor edad, mayor autonomía y libertad. De ese modo aprenden a ser responsables. Por ejemplo, mediante los encargos, preocuparse de los demás en familia, en el colegio, con amigos...
Cuando son algo mayores, van haciendo suyo lo que se les aconseja, con inteligencia, y de forma libre. Siempre explicándoles los porqués de cada actuación. Así se sienten libres, porque quieren hacerlo ellos por sí mismos.
Cuando son algo mayores, van haciendo suyo lo que se les aconseja, con inteligencia, y de forma libre. Siempre explicándoles los porqués de cada actuación. Así se sienten libres, porque quieren hacerlo ellos por sí mismos.
Para ello es importante en los padres hacer equipo, que vean que les exigimos lo mismo y no se escuden en las posibles diferencias a la hora de exigir, que hemos salvado previamente.
Nuestros hijos necesitan que les ayudemos a desarrollar sus enormes posibilidades, que creamos en ellos, que sepamos descubrir sus talentos y "tesoros" escondidos..., para que los puedan potenciar.
Nuestros hijos necesitan que les ayudemos a desarrollar sus enormes posibilidades, que creamos en ellos, que sepamos descubrir sus talentos y "tesoros" escondidos..., para que los puedan potenciar.
Trabajar en equipo significa no desprestigiarse el uno al otro, sino destacar lo positivo del otro, haciéndolo notar oportunamente a los hijos. El prestigio se gana siendo optimista, confiando, con buen humor, viendo lo positivo de las circunstancias, sirviendo, sonriendo, siendo coherente... No con prisas, nerviosismos, dispersión y malas caras...
Y, como señalara Goethe, el tratarlos como nos gustaría que fueran les ayuda a mejorar… Siempre "tirar" para arriba de ellos, de sus cualidades y puntos fuertes, dándoles motivos para que luchen en esa dirección. Educar de forma optimista ¡de óptimos!, de excelencia.
Dejo 8 "Tips" para otra entrada...
Optimistas Educando y Amando
@Mariajoseopt
Espero que te haya gustado el post, y lo puedes compartir con amigos.
Dejo enlaces relacionados con el tema:
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2013/05/autoridad-servicio.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
El blog se nutre de los comentarios...: ¡gracias por comentar!