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martes, 27 de julio de 2021

HOJA, DE NIGGLE Y LA INSPIRACIÓN EN TOLKIEN


                                           

                   HOJA, DE NIGGLE, Y LA "ESTRELLA" DE LA  INSPIRACIÓN




Seguimos con la maravilla del universo de J.R.R. Tolkien. Hemos visto un poco por encima los avatares de su vida, su amor romántico por Edith, cuidado cada día, su trabajo y su familia, y unas pinceladas de "El Señor de los Anillos", atisbando lo que nos sugiere a cada uno... según nuestra experiencia, para animar a profundizar y disfrutar de su legado lleno de belleza y esperanza, donde poder descansar, conmoverse o llorar de alegría o tristeza.


Ahora este pequeño relato que nos acerca un poco a su persona, a su visión y a su creación, a la naturaleza de su fantasía, a la obra de arte, y a su forma de trabajar ese gran Legendarium que "descubrió" para su querida Inglaterra, que ha pasado a los confines del mundo y tocado muchos corazones. Escrito con su vida.


Una auténtica "subcreación"..., como él la llama, de mundos secundarios verosímiles y deseables. Sin embargo, tenía la impresión de no inventar nada, sino que era algo que ya estaba ahí... que iba descubriendo y se desvelaba poco a poco partiendo de las palabras y su significado, de las historias que esconden, evocan, iluminan y despliegan, que revelan parte de los infinitos matices y reverberaciones de la Creación.






Mientras estaba escribiendo El Señor de los Anillos, que se extendió muchos años, doce en concreto, una mañana se levantó con un cuento en mente. Y lo llamó Hoja..., de Niggle. Lo escribiría "de un plumazo", algo muy raro en él, tan meticuloso y con muchas revisiones de sus escritos. 


Niggle es un pintor muy detallista que dedica mucho tiempo a pintar una hoja en el viento con todo detalle. Sin embargo, cuando iba avanzando se da cuenta de que hay más hojas, y luego una rama, y más ramas, y luego un árbol, y más tarde un gran paisaje con pájaros, sol y nubes, y al fondo... unas Montañas, que ni siquiera había imaginado, ni llega a ver bien. Inconmensurable.





Lo dejo con sus palabras, del libro Árbol y Hoja. Ed. Minotauro.


HOJA, DE NIGGLE


"Niggle era de esa clase de pintores que hacen mejor las hojas que los árboles. Solía pasarse infinidad de tiempo con una sola hoja, intentando captar su forma, su brillo y los reflejos del rocío en sus bordes. Pero su afán era pintar un árbol completo, con todas las hojas de un mismo estilo y todas distintas.


Había un cuadro en especial que le preocupaba. Había comenzado como una hoja arrastrada por el viento y se había convertido en un árbol. Y el árbol creció, dando numerosas ramas y echando las más fantásticas raíces. 



Llegaron extraños pájaros que se posaron en las ramitas y hubo que atenderlos. Después, todo alrededor del árbol y detrás de él, en los espacios que dejaban las hojas y las ramas, comenzó a crecer un paisaje. Y aparecieron atisbos de un bosque que avanzaba sobre las tierras de labor y montañas coronadas de nieve. 





Niggle dejó de interesarse por sus otras pinturas. O si lo hizo fue para intentar adosarlas a los extremos de su gran obra. 

Pronto el lienzo se había ampliado tanto que tuvo que echar mano de una escalera; y corría, arriba y abajo, dejando una pincelada aquí, borrando allá unos trazos.

Cuando llegaban visitas se portaba con la cortesía exigida, aunque no dejaba de jugar con el lápiz sobre la mesa. Escuchaba lo que le decían, sí, pero seguía pensando en su gran lienzo, para el que había levantado un enorme cobertizo en el huerto, sobre una parcela en la que en otro tiempo cultivara patatas.


No podía evitar ser amable. «Me gustaría tener más carácter», se decía algunas veces, queriendo expresar su deseo de que los problemas de otras personas no le afectasen. Pasó algún tiempo sin que le molestaran mucho. «Cueste lo que cueste —solía decir—, acabaré este cuadro, mi obra maestra, antes de que me vea obligado a emprender ese maldito viaje.» 

Pero comenzaba a darse cuenta de que no podría posponerlo indefinidamente. El cuadro tenía que dejar de crecer y había que terminarlo." 


J.R.R. Tolkien 


No tenía mucho tiempo..., y debía emprender un viaje. Además se da cuenta que ha desatendido otras cosas y le preocupa. Pero llega un momento en el que algo le permite pararse y repensar qué hacer con su vida. Ver qué es más importante, pensar en sus vecinos: el Sr. Parish y su esposa, que necesitan su ayuda, y cuál es el fin de su cuadro... y de ese don que tiene, algo inesperado, inmerecido, regalado. 


Ya no puede retroceder en el tiempo, pero lo que sí puede hacer es pensar "qué hacer con el tiempo que se le había dado"... Y su respuesta está en el presente. Como nos puede suceder a nosotros. Entonces un pensamiento le "salva": le gustaría ver a su vecino. Le necesita. Y quizá tendría que pintar una Comarca donde él pudiera descansar y disfrutar, junto con su esposa... Se da cuenta de que el cuadro no es sólo suyo..., ni para él, sino también para otras personas... como "el jardín de Parish". Que no tiene sentido enamorarse de su obra, apropiarse de ella...


Y tampoco importa mucho si lo puede terminar o no..., o si otras manos lo podrán hacer, aportando algo nuevo y distinto. Pues todo es un don, un regalo no merecido por méritos propios. Un don que agradecer, y un don para los demás. Hay que entregarlo y olvidarse... 


En el libro de Humphrey Carpenter, J.R.R. Tolkien, Una Biografía, de Minotauro, cuenta algo de cómo le llegaba la inspiración y su "don".

Habla de su Legendario, y dice: "Surgieron en mi mente como cosas “dadas”, y se vinculaban entre sí a medida que iban llegando. Una tarea absorbente, aunque llena de interrupciones, no sólo por las necesidades de la vida, sino porque mi mente volaba hacia el otro polo y se entregaba a la lingüística; no obstante, siempre tuve la sensación de registrar algo que ya estaba “allí”, en alguna parte, jamás la de “inventar”. 




En este sentido escribe en una Carta a W. H. Auden, en 1955:

"En el camino encontré muchas cosas que me asombraron. Ya conocía a Tom Bombadil; pero nunca había estado en Bree. Me impresionó ver a Trancos sentado en un rincón de la posada y no sabía más que Frodo acerca de él. 

Las Minas de Moria habían sido nada más que un nombre; y mis oídos mortales jamás habían escuchado hablar de Lothlórien antes de llegar allí. Sabía que los Señores de los Caballos estaban muy lejos, en los confines de un antiguo Reino de los Hombres, pero el Bosque de Fangorn fue una aventura imprevista. 

Nunca había oído hablar de la Casa de Eorl ni de los Senescales de Gondor. Lo más inquietante de todo es que nunca se me había revelado la existencia de Saruman, y me sentí tan desconcertado como Frodo cuando Gandalf no apareció el 22 de Septiembre."


Qué forma tan entrañable y sencilla de contar cómo surgió y cómo iba creciendo su obra, cómo la retocaba aquí y allí..., jugando con su lápiz incluso cuando atendía a las visitas... Siempre enriqueciéndose en su mente, en la base de idiomas, tan sonoros, que pudieran desplegar un mundo, con historias que contar, razas, lenguas, mapas y runas. Y ese darse cuenta y el arrepentimiento por no atender a otras cosas quizá más importantes. Porque, el cuadro crecía y crecía, y se deleitaba en él: quería acabarlo con meticulosidad, pero ¿ese era el fin de su don, de su vida? Quizá se tendría que acabar en otro lugar..., en otro tiempo.






Tolkien despliega su obra con el telón de fondo de su existencia, de la existencia de todo ser humano, para verla con mayor profundidad y relieve...


Después de su "viaje" a las Montañas, que no alcanzaba a ver, su hijo Christopher es el que recogió mucho de lo que estaba por acabar, retocar o perfilar, porque era impresionante y muy extenso, y con diversas versiones. Dedicó muchos años para editar y publicar su gran obra: El Silmarillion, su antiguo "Libro de los Cuentos Perdidos", y otros más, como Árbol y Hoja, en el que se incluye: Sobre los Cuentos de hadas, Hoja, de Niggle, y el poema Mitopoeia. En ellos cuenta el arte de crear, el arte de contar historias... y la fantasía, con su forma de entenderla y apreciarla. Esto te lo cuento en el post Tolkien y los Cuentos de Hadas, con un librito fantástico.

Decía: "Creo que lo que llaman cuentos de hadas es una de las formas más grandes que ha dado la literatura, asociada erróneamente con la niñez." 


Además, el Profesor hacía diversas versiones de cada historia, y lo repensaba muchas veces hasta que escogía unas u otras. También porque era algo que cobraba vida en su imaginación y no dejaba de crecer y expandirse, a partir de las palabras y los idiomas, que evocan historias y mundos míticos, como escribe en la metáfora del cuadro. O, cuando Bárbol, el Pastor de Árboles, dice que llevaría mucho tiempo pronunciar su nombre, pues está vivo y siempre creciendo. Tendría que contar todas sus historias. Y cuando Pippin le mira a los ojos y dice que es como "asomarse a un pozo de recuerdos"... 

Para Tolkien el Universo está vivo, realmente vivo, y usa mucho una figura retórica que es la personificación, además de los adjetivos que colorean universos y dan nueva vida con ricos y originales matices.

 



Imaginaba mapas de la Tierra Media, de Beleriand y Valinor, de la Isla de Númenor... con forma de estrella, años, Edades, y sobre todo idiomas nuevos que pudieran expresar y transmitir relatos memorables en un adecuado contexto. Así dieran vida a Historias y narraciones para cada raza y personaje. Dibujos de estrellas para los Elfos y atuendos élficos de gran belleza, runas... etcétera. Era lo que daba credibilidad y lo hacía mucho más "real". Pero, ¿tenía que terminarlo? 

También por su coherencia de vida, por vivir eso que cuenta en sus historias, y viceversa, como el romance de Beren y Luthien, historia central en el Silmarillion, en la que plasma su propio amor por Edith. Te lo contaré en otro post. Y todo escrito desde el corazón y refrendado "con la sangre de su vida". Nos transmite la belleza y sobreabundancia de su corazón escrita con su pluma.




Había dedicado toda la vida a pintar "una hoja" en el viento, perfilando con detalle cada nervio, el contorno, los relieves... con paciencia y cariño como un buen jardinero. Pero se da cuenta de que su obra no es "todo". Que ese no es el sentido de su vida..., porque todo está destinado a pasar y desvanecerse. Ve que hay más cosas importantes que quizá ha descuidado. Y, en lo que respecta a él, el cuadro ya está "terminado"... 


El arte es eterno: tiene ecos más allá de "los círculos de este mundo", conecta con los anhelos del corazón de los hombres. Y ofrece descanso y consuelo para sus vecinos y todos sus lectores de todas las épocas. Rezuma belleza y alegría que atrae y conmueve, y da esperanza.



Debe partir, no puede terminar su mitología, pero, como cuenta en el Herrero de Wootton Mayor, el último de sus relatos, entregaría "la estrella" de la inspiración a otros aprendices. En este otro "cuento" muestra un poco el legado que quiere transmitir..., pues es consciente de que su arte y su obra es un don, un "regalo" no merecido, asombroso, que agradecer. Debe pasar su estrella y no volver a Fantasía. De todos modos, su obra es sólo un fragmento de un "tapiz" más amplio. Hay más temas, más artistas...

Cuando las historias tienen coherencia interna es porque son ciertas. La estrella demuestra que Fantasía existe, y que su anhelo de crear quizá no procede de él, sino de algo que le inspira. 

Aunque él se muestra sencillo, humilde, se siente poca cosa, e incapaz de pensar algo tan sublime y elevado; y dice: "ridículo" -pensar eso-.




Dejo una pequeña cita del cuento:

"—¿No crees, Maestro Herrero —dijo Alf— que ya es hora de renunciar a esto?


-- ¿Y por qué habría de renunciar? ¿No es mía? Ella me eligió a mí. ¿No puede uno quedarse con las cosas que recibe, al menos como recuerdo?


—Algunas sí. Las que son regalos y se dan como recuerdo. Pero otras no se dan así. No pueden pertenecer siempre a una sola persona, ni ser consideradas como patrimonio familiar. Están en préstamo. 


--¿No has pensado que tal vez alguien más pueda necesitarla?"



En este sentido también puedes leer algo en el post "los Puertos Grises".



La Tierra Media es como un espejo donde asomarse al mundo infinito que alberga, que conecta con los anhelos de belleza del corazón humano. Ilumina y da ánimo y energía para descubrir y apostar por lo hermoso desde una mirada de asombro contemplativo. Nos muestra una maravillosa mitología henchida de significado y de sentido, descompuesta en mil matices "que van de mente en mente" como algo vivo. Porque proceden de la luz de la verdad.


Te vuelvo a recomendar el libro del profesor Eduardo Segura, "el mago de las palabras", del que tanto se aprende sobre Tolkien y su Legendarium, con agradecimiento.


                                                       * * *

En estos relatos de Hoja, de Niggle, junto con el Herrero de Wootton Mayor, cuenta un poco su vida en metáforas, y son un tanto alegóricos en Tolkien, si es que lo son... No le gustaba nada ese género literario, porque recorta la imaginación del lector. Él prefería narrar historias, reales o inventadas, en las que cada lector se "asomara" como en un espejo y viera lo que le sugería a él según su vida y su pensamiento, y no tanto con un mensaje ya dado. Dejar libre al lector de su aplicabilidad personal casi infinita. Contar con su libertad. Esto te lo intento explicar en el post "el espejo de Galadriel".


Al final de su vida estaba repensando muchos detalles internos de coherencia de su legendarium... Nos dice su hijo Christopher: “había quedado absorto en la especulación analítica sobre sus postulados subyacentes. Antes de preparar un nuevo y definitivo Silmarillion debía satisfacer los requisitos de un sistema coherente, teológico y metafísico, que ahora exigía una presentación más compleja debido a la suposición de elementos oscuros y conflictivos en sus raíces y tradición.” 

Tarea ingente a la que su hijo se unió, porque lo llevaba muy "dentro", recopilando, seleccionando y editando muchas cosas más, iniciadas por su padre y muchas veces inconclusas... Y lo agradecemos infinito. Su "don" y su Arte para el consuelo de muchos, pues ilumina como desde dentro la realidad que vivimos.


No quiero acabar sin recordar que en toda su obra siempre brilla la esperanza: algo que contagia y difunde, a pesar de las dificultades y problemas, de la muerte tan temprana y las Guerras que le tocó vivir, que truncaron en parte su gran talento creador. Y el de sus amigos. Siempre esperanza aunque parezca que está a punto de desvanecerse la luz: en ese momento puede suceder un giro inesperado que lo cambie todo: ¡la "Eucatastrofe"! que él denomina.











Espero que te haya gustado, y lo puedes compartir. ¡Muchas gracias!




                                                                             Mª José Calvo
                                                                            @Mariajoseopt
                                                                         optimistas educando




Dejo algunos enlaces relacionados:  


 











 
* ¡No-te-rindas


Alegría-y-buen-humorcon ideas de C.S. Lewis  

 * Cómo-enfocar-el-dolor, también con ideas de C.S. Lewis  


 Los-puertos-grises                                                           

 


URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2021/07/tolkien-hoja-de-niggle.html

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