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jueves, 19 de octubre de 2017

EL PRECISO VALOR DEL TRABAJO



                                          
                             EL PRECISO VALOR DEL TRABAJO


        
A veces valoramos mucho el trabajo, pero otras, estamos deseando acabar para olvidarlo... Y eso crea ansiedad y no nos hace felices.

Podemos pensar: el trabajo ¿es un fin en sí mismo?, o más bien algo que nos ayuda a ser personas... 

Un trabajo bien hecho nos mejora como personas, ahí usamos nuestros talentos..., y nos engrandece si buscamos ayudar a los demás. Porque, está muy relacionado con el amor.





El trabajo es muy necesario para el desarrollo y la dignidad de la persona, y permite cuidar de la familia, aportar algo singular a los demás, y mejorar personalmente adquiriendo cualidades y virtudes humanas. Es algo imprescindible, pero no es saludable hacer de él lo único, o lo máximo de la vida, ni descuidar otros ámbitos personales como es la propia familia, donde sucede lo importante de la vida.




La convivencia en familia se asienta sobre varios pilares. Es importante tener unos valores, basados en principios, en los que construir la vida. También fomentar y cuidar día a día el amor en pareja, puesto que es el origen y la fuente de la familia. Otro de los pilares de la vida es el trabajo. Pero, ¿cómo enfocarlo?, ¿cuánto debe ocupar en mi cabeza y corazón? Ponerlo en su justa medida nos puede ayudar a priorizar y atender lo importante.

          

           
Vamos al hilo de una película dirigida por Robert Lorenz, con el magnífico Clint Eastwood:  “Golpe de efecto”. 

            
Plasma muy bien este tema del trabajo, y la recomiendo. Trata de la vida de una chica que gira continuamente sobre alcanzar expectativas para hacer real un sueño: ser “socia” de un bufete de abogados. Nunca se ha relacionado mucho con su padre, porque no conectan bien. Es un “cazatalentos” del beisbol, al que le surge una complicación de salud, y necesita ayuda. Aunque no lo reconoce.

               
Pasan un tiempo juntos, comparten la pasión por ese deporte que conoce desde niña, intenta hablar con él..., conoce a un amigo de su padre. Todo ello hace que vea la vida con nueva perspectiva. Amplía su visión del bufete en el que estaba inmersa. Ve la importancia real de las personas, del trabajo, de la amistad, de ayudar a su padre, de hacer lo correcto… Esto le hace poner cada cosa en su lugar, a la vez que disfruta de la vida.


Dejo el trailer por si no la conoces: 

https://youtu.be/SdiwK6rHuIo


               
Es preciso aprender a priorizar para conceder el tiempo necesario al trabajo, pero dando importancia al tiempo en familia: ¡el motivo por el que se trabaja! Te lo cuento en el post la rutina no es tan mala... No olvidar lo esencial nos ayuda a organizar bien la vida y ser más felices. 



Una familia no se construye sola: hay pensar con claridad, apuntar a una meta valiosa, poner creatividad, estar y convivir con todos, demostrar el cariño con gestos y detalles cotidianos, en especial en pareja, al ser querido. Porque, el amor, como algo vivo, necesita ser alimentado con grandes y pequeñas cosas. Si no se cuida, por muy fuertes que sean los sentimientos, acaba por languidecer, secarse... y morir. 

              
A veces se está más cómodo en el trabajo, porque quizá no requiere tanto esfuerzo y atención como liderar y atender a la familia. Pero, no podemos hacer de él una hipertrofia que invada lo de veras esencial, que no nos deje priorizar, organizarnos, querer a los demás... Vivir, al fin y al cabo, como personas. "Construir" con pensamiento y detalles de cariño el lugar donde crecen las personas, a cualquier edad, donde siempre se tienen ganas devolver... también es nuestro trabajo.




            
Señala un gran filósofo y humanista, Tomás Melendo, si amar es querer el bien para otra persona, trabajar es producir bienes reales para los demás. Por eso, trabajar de este modo es amar "dos veces". Un trabajo bien enfocado se hace por las personas a las que va destinado, y sobre todo por la propia familia. De ese modo se puede decir que es el "incógnito" del amor, como señala Nicolás Grimaldi. Te lo cuento en el post trabajar disfrutando. 





            
Porque, la persona se realiza en la familia: es donde aprende a querer y a ser querida, a mostrar interés por los sentimientos de los demás, a trabajar en equipo, a ser optimista y generosa, organizada, resiliente, empática, comprensiva, delicada…, a autoconducirse en la vida con el desarrollo de su libertad.







            
Y, por otra parte, en familia tenemos la responsabilidad de formar a nuestros hijos, para lo cual hace falta ser buenos padres, atenerles, darles el cariño, introducirles en ese amor recíproco de los padres, del que se alimentan. Y ejercer un buen liderazgo, seduciendo con valores nobles hechos vida, poniendo nuestras mejores ideas y creatividad en ello, con cariño, y llevándolo a la acción. 

             
Es uno de nuestros "trabajos", incluso quizá más importante que otros que podamos tener fuera de la familia. Por eso es necesario dedicarle tiempo y cariño.

Pensar, por ejemplo, cuál es la meta o el "enunciado de misión" de la familia, para que seamos verdaderos líderes y sepamos atraer y "arrastrar" con nuestra vida coherente, nuestra mirada, nuestras cualidades y cariño. Esperando y apelando a lo mejor de cada uno. Dejo enlace de la dirección familiar, por si quieres leer.




           
Pero, en casa muchas veces estamos en “modo multitarea”. Queremos atender a todos mientras contestamos un mensaje, respondemos un email… etc. Y como se está tan inmersos en eso, las conversaciones giran una y otra vez sobre aspectos que reclaman la atención pero que no son tan significativos. Hace falta cortar con ese escenario, desconectar, para descansar y alegrar la vida de los que más queremos. Mirar a los ojos, conversar, comprender, empatizar, querer... ¡Conectar con ellos! Atender al corazón de lo humano...
          
Nuestra mente no puede estar en multitarea con la misma eficacia que cuando está concentrada en algo. Atender a varios aspectos simultáneamente disminuye la atención y concentración, y el pensamiento, y la capacidad de resolver problemas, y el aprendizaje..., porque se sustituye por una alternancia continuada de esa atención. Y esto lo notan todos. Parece que no les prestamos atención..., por lo menos la necesaria, tratándose de personas, y personas tan queridas.




       
Por otro lado, a veces tenemos un estrés laboral que nos agota y no nos deja reflexionar, o manifestar sentimientos positivos en casa con calma. Entonces es muy necesario “compartimentar” emociones. Si hemos salido del trabajo, no llevar ese estado de preocupaciones, emociones y tareas pendientes. Antes de abrir la puerta de casa, hemos de desentendernos de ello y archivarlo, para dedicarnos a otra cosa. Si no, pasará factura y la familia sufrirá. 





        
El estado emocional se va cargando y saturando de estrés, agobio, incapacidad de atender a todo, y se puede llegar a situaciones límite, con cansancio crónico, pérdida de autoestima, incluso con ansiedad o depresión, falta de concentración, y todo va en detrimento de las relaciones familiares, de expresar el cariño y la alegría de vivir con los que más queremos. 


Mucho más en este tiempo de trabajo online, en el que gran parte se puede hacer en el propio hogar. Quizá tengamos que poner un horario o simplemente el modo avión... para no acumular tareas inacabables que no saben de horarios.


           
Por eso, es preciso valorar en mucho la familia, aprender a priorizar, y hacer que todos se sientan muy queridos para que puedan desarrollarse bien, dar lo mejor de sí, descubrir su talento y vocación personal en este planeta. También ayudar a las familias amigas...






                                                                


          
Continuará...


Espero que te haya gustado el post, que comentes lo que te sugiere o lo compartas con amigos. ¡Muchas gracias!



Dejo el artículo publicado en "Hacer Familia"...










                                                                      Mª José Calvo
                                                                      @Mariajoseopt  
                                                           Optimistas Educando y Amando



Dejo enlaces relacionados: 



                                                                      

URL del post:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/10/el-preciso-valor-del-trabajo.html


miércoles, 4 de octubre de 2017

PREADOLESCENTES: TIPS PARA ENSEÑAR A QUERER

       


                           ENSEÑARLES A QUERER, ¡EDUCAR EL CORAZÓN!





                   
                  
ETAPA INFANTIL: PREPARANDO LA ADOLESCENCIA
                                           
          Los hijos, en estas etapas del desarrollo, entre los 6 y los 12 años, están predispuestos para aprender a querer a los demás. Podemos aprovechar ese periodo más sensible en ellos para ayudarles en este cometido, sobre todo en la propia familia, y con los amigos. Quizá sea de lo más importante que debemos hacer en este planeta..., y lo que nos hará más felices. Y, cuando son adolescentes, es necesario que tengan un corazón capaz de amar, de comprender, de conmoverse.

        Se trata de educar el corazón, de "forjarlo" al calor del cariño, para que piensen en los demás. Que se enfoquen en metas que merezcan la pena, y así puedan amar. Es lo que dará más sentido a su vida. Los afectos son importantes, nos ayudan a querer mejor, pero es preciso pasarlos por el filtro del pensamiento...




       También forjar hábitos operativos buenos en esa dirección, que se transformen en virtudes. Porque, para aprender a querer, hay que contar con todas las facultades personales: también con la voluntad libre, que es la que decide querer y toma las riendas de los sentimientos. Hace de guía de la personalidad.






       Por eso, poner inteligencia, porque no se ama lo que no se conoce, y para dirigir todo el mundo afectivo. Voluntad libre, porque son necesarios hábitos y virtudes que den autonomía en el obrar, en esa dirección. Y, afectividad, porque amar es una experiencia que rebasa las anteriores: hay que sentirlo, nos tiene que emocionar, hay que disfrutar. Hay que poner el corazón.

    Además, los sentimientos nos pueden impulsar con mucha fuerza, sabiendo controlarlos en la dirección adecuada. Estimulando los que nos ayuden a querer mejor, y, cortando los que no merecen la pena o nos dañan como personas. De ahí la importancia de la empatía y la inteligencia emocional, con lo que se logra sinergia.



        Para todo ello es necesario que los hijos se sientan muy queridos, no por darles caprichos, sino porque noten realmente nuestro afecto y cariño incondicional. Especialmente el cariño recíproco de los padres, origen y fuente de su buen desarrollo. La confianza y el cariño son la base.




          Su seguridad emocional depende de la estabilidad familiar, y del cariño mutuo de los padres, además del que cada uno de ellos manifiesta hacia cada hijo. Ese modelo y referente es lo que ven y tienden a imitar.




            Y siempre, el tratarles un poco mejor de lo que son en ese momento, ¡¡les ayuda a mejorar...!! Ya lo decía Goethe: 

"Trata a un hombre como es, y seguirá siendo así"

"Trata a un hombre como puede y debe ser, 
y se convertirá en lo que puede y debe ser” 









                                  
EDUCAR EL CORAZÓN


          Un pensamiento de Charles Dickens: "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico". 






        El corazón es el centro y raíz de la persona. Por eso, educar el corazón tiene la ventaja de lograr la mejora personal desde su núcleo más íntimo: ¡en cuanto persona! No solo en algunas facetas concretas, sino en todas ellas.



         Es la edad propicia para las conversaciones en confidencia, para mirar a los ojos y dialogar de tú a tú, abriendo el propio corazón, contado nuestros sentimientos y anhelos, y creando un clima de confianza. También usando la imaginación para plasmar en nuestra vida unos valores, personificados, que seduzcan con su belleza y coherencia. Que se los mostremos y "acerquemos" a nuestros hijos, porque ellos nos están mirando todo el día... Usar la creatividad para ello.


       Porque, el campo propio de la imaginación es el de los valores, el del bien, el de la alegría y el optimismo, el de las relaciones personales y el cariño a los demás. (Si quieres ampliar, ve al post sobre "la imaginación").



      Educar el corazón tiene mucho que ver con la felicidad, que consiste más bien en pensar en los demás y en ayudarles. Aunque a veces exija un sacrificio "gustoso" por quienes queremos. También en hacer lo que se debe en cada momento, sabiendo disfrutar de ello. Como señala Melendo, "la felicidad es directamente proporcional a la capacidad de amar de una persona". Por tanto, consecuencia de una vida entregada a los demás.









          
                            
 10 “TIPS” PARA EDUCAR EL CORAZÓN

  • 1- Aprender a comprender, a disculpar, a tener en cuenta los motivos y sentimientos ajenos… El valor de la empatía en las relaciones personales, aprender a sonreír. Además, los hijos siempre se fijan en los padres: su modelo y referente. Que sepamos escucharles y comprenderles, aunque, si hace falta corregir, también lo hagamos. Siempre en privado, y si basta con una mirada, o un gesto, no hace falta insistir todo el día... 




  • 2- Sensibilidad ante la belleza, finura de espíritu para captar los detalles de cariño, lo bueno y valioso de las personas. Aprender a ser generosos y agradecidos por todo. Cultivar la imaginación de forma inteligente, poniendo el corazón, para las relaciones familiares.


  • 3- Fortaleza y voluntad entrenada. En estas edades el deporte, las salidas al campo, subir al monte..., son nuestros aliados, y una escuela de virtudes. Además, ayuda a tener autodominio personal y a pensar más en los demás que en uno mismo. En el equipo. También a valorar la comprensión y la empatía, y la alegría de ayudar.





  • 4- "Exigencia comprensiva" a la hora de entrenarles. Con la ayuda del estudio, del trabajo, de la colaboración en casa con los encargos y tareas. Que aprendan a poner un detalle de cariño en ellos hacia esas personas, porque los detalles son el “pulso” del amor: donde se nota si se quiere de veras.  




  • 5- Formar el carácter: trabajo y deporte con buena cara y sin quejarse. Lograr hábitos y virtudes que les ayuden en la vida, que les den autodominio personal, y que les tornen mejores personas. Aprender a enfocarse en los demás y olvidarse un poco del propio "yo"... Y la inteligencia emocional, como ya señalara Pascal, nos puede ayudar. Las dificultades también son retos a afrontar, y nos hacen más fuertes. 




  • 6- Muy necesario un momento de intimidad con cada uno, desde bien pequeños, para mirarles a los ojos, para conectar, para leer lo que llevan en el interior, para dar confianza y que puedan contarnos su mundo interior. Acogerles con cariño, ¡y tiempo! con ellos.



  • 7- Aprender a perdonar, o pedir perdón, cuando nos equivocamos o molestamos a los demás. Incluso cuando los otros se sienten heridos..., aunque no haya sido con esa intención. Es preciso ser muy delicados en esto. Adelantarnos en dar cariño para hacer buen ambiente. Y perdonarlo todo, lo antes posible. Solo el cariño cura las heridas.

  • 8- Ir a las raíces: ¿por qué motivos hacer las cosas…? Hay motivos y motivaciones de distintos niveles: extrínsecas o del "tener", intrínsecas o del "ser"..., y más trascendentes. Y éstos últimos son los que aportan mayor sentido en la vida. También nos ayudan a pensar y tener criterio de actuación, aportando mayor libertad.

  • 9- El sentido del dolor, y el poder del amor para sanarlo y que no nos destruya. La vida conlleva sufrimiento. Llenar de sentido el dolor, poniendo amor. La compasión que suscita es algo bueno, y es una forma de conectar con los demás, con respeto y empatía, para ayudarles en lo que esté en nuestras manos. Como señala Ana Frank, aunque solo puedas dar bondad, ¡ya es mucho! Que nada humano nos sea ajeno.


  • 10- Espíritu de ayuda: ayudar a los demás por motivos afectivos, poniendo el corazón. Es una forma de entrenarles en ello. Cuando sean mayores, también necesitarán otros motivos para ayudar. Pero, el poner el corazón facilita enormemente las cosas, pues va a lo importante. Como nos recuerda Saint-Exupéry, "solo se ve bien con los ojos del corazón".






 Es preciso darles
 
muchas oportunidades de servicio en la familia, 
aprovechando esta etapa afectiva, 
poniendo cariño en cada detalle, 
en cada conversación, en cada trabajo...
 
Y muy en especial preparando la adolescencia.








             Enseñar a amar, y educar su afectividad, 
también es explicar el sentido de la sexualidad en su marco específico:
 un amor auténtico para siempre. 

Si lo sacamos del contexto despersonaliza y pasa factura... 
Por eso es vital darles un buen enfoque antropológico.
Lo dejamos para otra entrada.





             Amar a una persona es ayudarle a desarrollar todo su potencial, 
sus cualidades singulares y fortalezas, buscando su bien: 
su mejor personalidad. 

Consiste más en dar que en recibir, 
y tiene mucho que ver con la generosidad y la empatía

Es lo que, al fin y al cabo, nos hace más felices.

           

   

        
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Dejo algún enlace relacionado, por si quieres ampliar:



                                                                            



                                                                       Mª José Calvo
                                                          optimistaseducando.blogspot.com
                                                                      @Mariajoseopt    
    

https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/10/preadolescentes-vi-ensenar-querer.html