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sábado, 12 de septiembre de 2015

¿VOLVEMOS A LA RUTINA...?

        


                                                ¿VOLVEMOS A LA RUTINA...?

                      “PLASMAR” EL CARIÑO EN LA VIDA ORDINARIA


La vida ordinaria, la familia y nuestro trabajo, es lo que da estabilidad y cohesión a la vida. Lo que hace que un día tras otro podamos levantarnos y comenzar de nuevo con ilusión, sobre todo pensando en los seres queridos…








           
Aunque tengamos que hacer siempre las mismas cosas, o el mismo horario, siempre cabe intentar hacerlas como si fueran “nuevas”. Sabiendo descubrir el lado amable de las situaciones, dejándonos sorprender por tantos detalles que nos salen al encuentro, desde un amanecer, a la cara simpática de nuestros seres queridos, el detalle de nuestro esposo, esposa… Poniendo ilusión y cariño en cada cosa que hacemos. Descubrir esos “brillos divinos” en las situaciones más cotidianas…

       
Y cuando digo trabajo, me refiero no sólo al trabajo remunerado, sino a cualquier actividad que conlleve una responsabilidad. Y puede ser el trabajo del estudio, el de una madre o padre que se quedan cuidando a sus hijos, organizando la casa y dirigiendo la familia…, o el que va a la oficina o al hospital cada día.

      
Todos ellos pueden ser ocasión de desarrollo personal y de prestar un servicio a los demás. Muy enriquecedor y de gran trascendencia, el dedicado al cuidado de la familia, aunque poco valorado a veces.


Porque en la familia es donde se aprende todo. En especial aprendemos a querer y ser queridos. Cada uno, para desarrollarse bien, necesita la experiencia de ser amado sin condiciones. Así aprendemos a querer. Es la escuela del más rico humanismo, donde se aprende la empatía, la comprensión y la inteligencia emocional.

La vida ordinaria nos permite plasmar el cariño de mil formas en el día a día de nuestra familia… Podemos luchar por amar más y mejor, empezando por nuestra pareja, y siguiendo con los hijos... 





Porque, somos sus modelos y referente: según cómo nos queramos y tratemos, qué gestos y detalles tengamos, así lo harán ellos, porque nos están mirando todo el día… y nos copiarán. Dejemos una senda luminosa.




     
amar incondicionalmente significa separar la persona de su conducta. Es decir, no le vamos a querer menos porque no se haya portado correctamente, sino que le haremos notar ese detalle que no ha estado a su altura. Además, como ya advirtiera Goethe, el tratarles un poquito mejor de lo que son, les estimula a luchar por mejorar. Ésta es la clave de la educación y del cariño que permite desplegar las alas y crecer como personas.



La vida ordinaria se llena de sentido por el amor que ponemos en cualquier cosa, tarea, relación, conversación con los demás. Así, aprendemos a valorar lo esencial.

¡Cuántos buenos actos, hasta heroicos, se pueden hacer a lo largo del día, en las ocupaciones más modestas que realizamos, pero que conllevan gran trascendencia!

No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí, poner amor en las cosas más pequeñas. En cada detalle que tenemos con los demás, en el trabajo, comprendiendo, disculpando, ¡queriendo!


Esto también es enseñar a querer. Porque, el amor es más una convicción y un compromiso, que un sentimiento. Aunque se inicia con él, con ese deslumbramiento de estar enamorado. Cuando acompaña el sentimiento, tanto mejor: se aprovecha su fuerza y energía, y se disfruta. Si no, es necesario poner voluntad y tener pequeños detalles de cariño que lo hagan crecer, y resurgir: pinceladas positivas de cariño. 

Como señala S. Covey, "amar es un verbo": sembrar cada día pequeños actos de amor, que construyan ese amor y lo hagan más fuerte, inamovible, que dará sus frutos con el tiempo.







      
El cariño hay que “cultivarlo” como un buen jardinero: si no se riega, se poda, se abona…, se cuida, se puede secar y morir. Cuidar el tiempo juntos, admirarle, tener ilusión, disfrutar de su compañía.

Si se piensa primero en el otro, en su bien, siempre se acierta. El egoísmo es el peor enemigo de la relación, porque quita libertad. Amar consiste más en “dar” que en recibir; en estar pendiente del ser querido, que en uno mismo. Hace falta estar enamorados. Como apunta Gilbert K. Chesterton: "Para todo el mundo no eres más que una persona. Pero para una persona eres todo un mundo." Y el amor es un constante desafío...




Al final, lo importante es que en nuestra familia todos sientan ese amor incondicional, que permite valorarse, ser acogido, y hace madurar como personas. Así se aprende a querer, confiando, enseñándoles a pilotar su vida.


De ese modo se ponen los cimientos de una familia sana, alegre y feliz, que valora lo importante, que sabe querer a los demás a pesar de las dificultades o limitaciones personales. Y saber llevar ese ambiente donde uno se encuentre, con amigos... etc.


Tenemos un tiempo por delante para luchar en ello. Además, nos va a ayudar la persona que más nos quiere, y haremos lo mismo con él, con ella.





                                                   Mª José Calvo
optimistaseducando
                                                   @Mariajoseopt




URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2015/09/la-rutina.html

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