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viernes, 15 de noviembre de 2013

RELACIONES FAMILIARES

                 

                          
                                         RELACIONES FAMILIARES I


                
La persona es un ser relacional, "un ser de aportaciones", que se "construye" y se re-construye en la familia. Donde se nos quiere de forma incondicional, por quienes somos, sin tener que "demostrar" nada. La interacción con los demás ayuda a formar la propia identidad. Las relaciones humanas en familia forman el entramado de nuestra personalidad. Y la afectividad construye personas empáticas y comprensivas, que saben querer.



                
Por eso es importante hacer un ambiente de familia amable, acogedor, confiado y alegre, con buen tono humano, con sentido del humor, que lleva a ver todo lo bueno de los demás, incluso en las circunstancias más adversas. Es uno de los puntos clave para que los problemas no desanimen, cobren su verdadero valor, o se relativicen, y propicia una buena convivencia donde es fácil luchar por dar lo mejor de cada uno.




            
Aquí vamos a tratar el tema de la convivencia familiar, que te cuento en el post con ese título, pero desde un punto de vista práctico. Os propongo un plan de acción, porque siempre se puede luchar por mejorar en algún aspecto concreto, para crear ambiente optimista en familia. Ese factor invisible que todo lo mejora.

            
Para ello desarrollo una serie de ideas, para que cada uno elija y pueda aplicar la que más le guste, o improvise otras específicas para su situación...









                   "TIPS" DE FAMILIAS OPTIMISTAS Y ALEGRES

      
Las relaciones familiares viven y se sustentan en la comunicación, especialmente en la propia pareja. Van marcando e iluminando una "senda" a la hora de comportarse o de actuar. Luego, los hijos se van uniendo, y van aprendiendo a relacionarse en ese ambiente tan entrañable donde se acoge y se quiere a cada uno tal como es, por ser quien es. De forma incondicional.






             
Motivados por el amor recíproco de los padres, con amabilidad y elegancia. Sin ironías, que destrozan la convivencia.


          
Cada familia tiene una misión: custodiar lo humano, en especial el amor. Descubrir ese amor entre los esposos, acogerlo, mimarlo, acrecentarlo, comunicarlo a los demás, y llevarlo a su plenitud, pensando en cada persona de esa familia. 


         
El lugar donde se nace, se vive, y se muere como persona, con la dignidad y grandeza que conlleva. Donde se construye cada uno y puede lograr su mejor personalidad, gracias al amor que recibe de los padres. Lo cual les ayuda a querer a los demás. 

Lo propio de la persona es amar, pensar en los demás, y en ello encuentra su mayor plenitud como persona. Y, como consecuencia, es dichosa.






                  
Podemos hacer crecer cada día ese amor. Esforzarse en querer más y mejor, sobre todo en pareja, núcleo vital de la familia. Porque, el amor a los hijos sale casi sólo: es algo natural, pues llevan “nuestra sangre”... En cambio el amor de pareja hay que mimarlo, cuidarlo, custodiarlo y trabajarlo cada día... Todo lo vivo necesita ser cultivado, hacerlo crecer. Si no, se puede ir debilitando, marchitar y morir. 


           
Aprender comunicar el amor es fundamental. Se trata de poner lo propio en común. Para ello podemos mejorar la calidad de lo propio, para darlo a los demás. Y también podemos mejorar las formas de comunicación: buscar un lugar adecuado para hablar, crear ambiente, mostrar interés, mirar a los ojos, escuchar más allá de las palabras... Pensar qué tema abordar... Hacer que la otra persona se encuentre a gusto, y pueda abrir su corazón.

           
Saber aportar y saber recibir. Primero escuchar, para luego hablar. Uno de los siete hábitos de S. Covey. Intentar empatizar, es decir, ponerse en el lugar de la otra persona, comprenderle, también sus sentimientos, "contagiarse" de ellos... Hacerse cargo de sus estados de ánimo y su afectividad, sus preocupaciones e ilusiones. Y ser oportunos.




                
En las conversaciones familiares es importante no quedarse en la superficie. Profundizar motivos, ver los porqués de las cosas siempre ayuda. Pasar de las anécdotas a las ideas que les dan vida, y de las ideas a los hechos concretos en que se encarnan...


Las conversaciones nos ayudan a la introspección, a "estar" con uno mismo, a descubrir ideas y convicciones, a conocerse para poder tener metas altas y nobles.

Así aprender a pensar por cuenta propia, y enseñar a los hijos. También con buenas preguntas, que estimulan el pensamiento y la comunicación. Que aprendan a captar lo importante, a buscar lo correcto, a saber lo que está bien o mal..., a reflexionar y contrastar fuentes con espíritu crítico.

          


         
A la hora de la convivencia, es más eficaz y gratificante pensar primero en lo positivo. Ser optimistas, no sólo por ver el lado bueno de las cosas, sino también marcar objetivos óptimos en el sentido de excelentes, pero alcanzables... 

Sobre todo en el trato en pareja, y en la vida de familia. Así, lograr una "familia optimista" y alegre. Intentar conseguir lo mejor de nuestras posibilidades como personas y como familia. Descubrir y fomentar las fortalezas de cada uno, y ponerlas al servicio de los demás...


Dejo una cita simpática de G. K. Chesterton:



     
Ponerse unas "gafas" tintadas, si hiciera falta, para ver todo lo bueno de los demás, y así poder agradecerlo y que lo desarrollen.




           
Una idea que puede ser útil es organizar tertulias después de comer, de cenar, cuando los niños son un poco "mayores", pero sin esperar demasiado... 
           
Se les puede enseñar a escuchar, a contar algo agradable a los demás, a explicar cómo les ha ido el día, cómo están sus amigos, si les han ayudado, qué sentimientos han tenido, a organizar la lista de encargos, a celebrar el éxito de un plan de acción, a hacerles notar ese detalle de papá con alguna persona que le necesitaba, a ser agradecidos, a pensar en los demás, a hablar y contar historias... y mil cosas más que puedes pensar.

                
En definitiva, darles criterios que les sirvan toda la vida, enseñarles a poner cariño en cada detalle, en cada conversación, en cada encargo..., con cada persona. Es la forma de hacer de las acciones y hábitos, virtudes.


          
Convertir la mesa donde comemos en el “mueble de la comunicación”, como señala Oliveros F. Otero. Haciendo acogedoras sobremesas donde nadie quiere marcharse porque se está muy a gusto y se pasa genial.



               
En estas conversaciones podemos destacar lo estupendo de vivir unos valores humanos nobles, que hemos puesto de moda en la familia. Seducir con su  belleza: lo bueno que es ser comprensivo, trabajador, responsable, alegre, resiliente, empático, ordenado... La importancia de ayudar a los demás, empezando por los hermanos, siguiendo con los amigos… Porque esas acciones encierran gran belleza, y van creando hábitos que conforman el carácter y el corazón, y se plasman en la conducta.


               
Saber tener detalles de cariño con las personas que más queremos, entusiasmarles e ilusionarles con nuestra vida. Poniendo ejemplos concretos, incluso con cuentos o biografías, con cortes de películas comentados… según las necesidades y edades. Usar la imaginación y creatividad en la familia, ámbito propio de ellas. Poner el corazón. 
                 
Y cuidar los detalles: son "el pulso del amor"... Ahí se hace patente el cariño en pareja, a los hijos, a los amigos.


Las buenas relaciones familiares precisan espacios de inactividad y silencio para que fluyan conversaciones, donde cada uno es importante, y donde se aprende a pensar, a conocerse, a ver las necesidades de los demás a la luz del cariño.




      
a) Cuidar el amor y la amistad en pareja

El interesarnos por los asuntos y gustos de la persona querida es necesario para incrementar la amistad y el cariño en pareja. Saber mirarle a los ojos, y en un momento saber cómo se encuentra: si necesita hablar, o nuestra sonrisa, o simplemente está cansado y necesita un aperitivo, o descansar. Escuchar, no sólo con los oídos, sino con el corazón... Saber ser oportuno al comentar algo que preocupa. 






             
b) También con nuestros hijos

        
 Tener el “momento de oro” de mirarles a los ojos cuando vienen del colegio, para ver cómo están, qué piensan, preguntar por sus amigos, que nos cuenten lo que les ha pasado… Aunque más tarde tengamos momentos para hablar con cada uno de ellos, sobre sus intereses, y no tanto para "soltar" un discurso… 




               
Siempre confiar en ellos, incluso en aquello que más les cueste: apoyarles, estimularles y motivarles, ilusionarles con metas altas, poniendo el corazón.





                  
Pensar que la vida no es una hamaca donde tumbarse, sino un trampolín para lanzarse lejos, hasta donde podamos o sepamos llegar. Tenemos una misión que cumplir..., nos va a ayudar la persona que más nos quiere.

             
Decirles con frecuencia que la vida es una aventura maravillosa, ¡¡ánimo, valientes!!


               
Es preciso hacer hijos fuertes, valientes, que no se derrumben con el primer contratiempo. Y la mejor forma es con nuestro ejemplo, y brindando oportunidades para que se forjen día a día... Que aprendan a no ser quejicas, a luchar por metas valiosas, a pensar en los demás y alegrarles.



         
Sin intentar darles todo, ni solucionarles los problemas, sino enseñándoles a tomar decisiones, a luchar y superar sus dificultades desde muy pequeños. Afrontándolas como retos que los desafíen, con ilusión, esfuerzo y sintiéndose queridos.



               
Dejo un corte de "Mujercitas", de Metro Goldwyn Mayer, porque refleja muy bien el ambiente cálido de hogar, donde las personas son lo más importante, donde se cuidan los detalles, y donde se las quiere por ellas mismas. Es una película maravillosa, cargada de valores humanos nobles hechos vida...


Las relaciones familiares enriquecen mucho la vida, y es en familia donde se aprende y se enseña a querer, que es lo que nos hace mejores personas, más plenas, y por tanto más felices. 

         





                                 



            
Espero que te haya sido útil, que te aporte ideas para hacer un plan de acción en tu familia. Lo puedes compartir con amigos, y en redes sociales...  ¡Gracias!




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                                                                              Mª José Calvo
                                                                  optimistas educando y amando
                                                                            @Mariajoseopt 




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