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lunes, 20 de noviembre de 2017

PREADOLESCENTES: TIPS PARA ENSEÑAR A QUERER

       


                           ¡EDUCAR EL CORAZÓN!, ENSEÑARLES A QUERER





                   
                  
1) ETAPA INFANTIL, Y PREPARANDO LA ADOLESCENCIA
                                           
          
Los hijos, en estas etapas del desarrollo, entre los 6 y los 12 años, están predispuestos para aprender a querer a los demás. Podemos aprovechar ese periodo más sensible en ellos para ayudarles en este cometido, sobre todo en la propia familia, y con los amigos. Quizá sea de lo más importante que debemos hacer en este planeta..., y lo que nos hará más felices. Y, cuando son adolescentes, es necesario que tengan un corazón capaz de amar, de comprender, de conmoverse.

        
Se trata de educar el corazón, de "forjarlo" al calor del cariño, para que piensen en los demás. Que se enfoquen en metas que merezcan la pena, y así puedan amar. Es lo que dará más sentido a su vida. Los afectos son importantes, nos ayudan a querer mejor, pero es preciso pasarlos por el filtro del pensamiento...




       
También conquistar hábitos operativos buenos en esa dirección, que se transformen en virtudes, con libertad personal. Porque, para aprender a querer, hay que poner en "marcha" todas las facultades: también la voluntad libre, que es la que decide querer y toma las riendas de los sentimientos. Hace de guía de la personalidad, contando con el pensamiento.






      
Es necesario poner inteligencia, porque no se ama lo que no se conoce, y para dirigir todo el mundo afectivo. Y voluntad libre, porque son necesarios hábitos y virtudes que den autonomía en el obrar en esa dirección. Y afectividad, porque amar es una experiencia que rebasa las anteriores: hay que sentirlo, nos tiene que emocionar, hay que disfrutar. Hay que querer con el corazón.

    
Además, los sentimientos nos pueden impulsar con mucha fuerza, sabiendo manejarlos en la dirección adecuada. Estimulando los que ayuden a querer mejor, y cortando los que no merecen la pena, o nos dañan como personas. De ahí la importancia de la empatía con los demás, y la inteligencia emocional, con lo que se logra sinergia entre las distintas facultades.



        
Para todo ello es necesario que los hijos se sientan muy queridos, no por darles caprichos o todo lo que pidan, sino porque noten realmente nuestro afecto y cariño incondicional. Especialmente el cariño recíproco de los padres, origen y fuente de su vida, y su buen desarrollo. La confianza y el cariño son la base del ambiente familiar.




          
Su seguridad emocional depende de la estabilidad familiar, y del cariño mutuo de los padres, además del que cada uno de ellos manifiesta hacia cada hijo. Ese modelo y referente es lo que ven y tienden a imitar. Y les da seguridad y sana autoestima.




            
Y siempre, el tratarles un poco mejor de lo que son en ese momento, ¡¡les ayuda a mejorar...!! Ya lo apuntaban muchos pensadores, entre ellos J. Guitton, Goethe...


Trata a una persona como es, y seguirá siendo así.

Trátala como puede y debe ser, 
y se convertirá en lo que puede y debe ser.









                                  
2) EDUCAR EL CORAZÓN

          
Un pensamiento de Charles Dickens: "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico". 






        
El corazón es el centro y raíz de la persona. Por eso, educar el corazón tiene la ventaja de lograr la mejora personal desde su núcleo más íntimo: ¡en cuanto persona! No sólo en algunas facetas concretas, sino en todas ellas, aportando armonía personal.



         
Es la edad propicia para las conversaciones en confidencia, para mirar a los ojos y dialogar de tú a tú, abriendo el propio corazón, contado sentimientos y anhelos, y creando un clima de confianza. 

También usando la imaginación para plasmar en nuestra vida unos valores, personificados, que iluminen y seduzcan con su belleza y coherencia. Que se los mostremos y "acerquemos" a nuestros hijos, porque ellos nos están mirando todo el día... Usar la creatividad para ello.

       
Porque, el campo propio de la imaginación es el del corazón: los valores, el bien, la alegría y el optimismo, las relaciones personales y el cariño a los demás. (Si quieres ampliar, ve al post sobre "la imaginación").


      
Educar el corazón tiene mucho que ver con la felicidad, que consiste más bien en pensar en los demás y en ayudar, aunque a veces exija un sacrificio "gustoso" por quienes queremos. También en hacer lo que hay que hacer en cada momento, sabiendo disfrutar. Como señala un gran pensador, el profesor Tomás Melendo, "la felicidad es directamente proporcional a la capacidad de amar de una persona, expresada en obras". Por tanto, consecuencia de una vida lograda, con sentido, contando con los demás.









         
                            
 
                      10 “TIPS” PARA EDUCAR EL CORAZÓN



1- Aprender a comprender, a disculpar, a tener en cuenta los motivos y sentimientos ajenos… 
El valor de la empatía en las relaciones personales, aprender a sonreír.
 Además, los hijos siempre se fijan en los padres: su modelo y referente.
 Que sepamos escucharles y comprenderles, aunque a veces haga falta corregir. Siempre en privado, y si basta con una mirada, o un gesto, 
no hace falta insistir ni "remachar"... 




2- Sensibilidad ante la belleza, finura de espíritu para captar los detalles de cariño, lo bueno y valioso de las personas. 
Aprender a ser generosos y agradecidos por todo. 
Cultivar la imaginación de forma inteligente, 
poniendo el corazón, 
cuidando las relaciones familiares.



3- Fortaleza y voluntad entrenada. 
En estas edades el deporte, las salidas al campo, subir al monte...,
 son nuestros aliados, y una escuela de virtudes.
 Además, ayudan a tener autodominio personal y a pensar más en los demás.
 En el equipo. También a valorar la comprensión y la empatía,
 y la alegría de ayudar.







4- "Exigencia comprensiva" a la hora de entrenarles.
 Con la ayuda del estudio, del trabajo, de la colaboración en casa
con los encargos y tareas.
 Que aprendan a poner un detalle de cariño en ellos hacia esas personas,
 porque los detalles son el “pulso” del amor:
 donde se nota si se quiere de veras.  




5- Forjar el carácter: 
trabajo y deporte con buena cara y sin quejarse.
 Lograr hábitos y virtudes que les ayuden en la vida,
 que les den autodominio personal, y les tornen mejores personas.
 Aprender a enfocarse en los demás y olvidarse un poco del propio "yo"...
 
Y la inteligencia emocional, como ya señalara Pascal, puede ayudar.
 Las dificultades también son retos a afrontar, y los hacen más fuertes. 





6- Muy necesario un momento de intimidad con cada uno
 desde bien pequeños,
  mirarles a los ojos, conectar, leer lo que llevan en el interior,
 dar confianza y que puedan contarnos su mundo.
 Acogerles con cariño, ¡con tiempo! para ellos.






7- Aprender a perdonar, o pedir perdón, 
cuando nos equivocamos o molestamos a los demás. 
Incluso cuando los otros se sienten heridos...,
 aunque no haya sido con esa intención. 
Es preciso ser muy delicados en esto.

 Adelantarnos en dar cariño para hacer buen ambiente.
 Y perdonarlo todo, lo antes posible. 
Sólo el cariño cura las heridas.






8- Ir a las raíces: ¿por qué motivos hacer las cosas…?
 Hay motivos y motivaciones de distintos niveles:
 extrínsecas o del "tener", intrínsecas o del "ser"..., y más trascendentes.
 Y éstos últimos son los que aportan mayor sentido en la vida.
 También nos ayudan a pensar y tener criterio de actuación,
dando mayor libertad.





9- El sentido del dolor, y el poder del amor para sanarlo 
y que no nos destruya.
 La vida conlleva sufrimiento. Llenar de sentido el dolor, poniendo amor. 
La compasión que suscita es algo bueno,
 y es una forma de conectar con los demás con respeto y empatía,
 para ayudarles en lo que esté en nuestras manos.

 Como escribe Ana Frank, aunque sólo puedas dar bondad,
 ¡ya es mucho! 
Que nada humano nos sea ajeno.





10- Espíritu de ayuda: 
ayudar a los demás por motivos afectivos
 poniendo el corazón. 

Es una forma de entrenarse en ello:
 contar con el corazón facilita enormemente las cosas,
 pues va a lo importante. 


Nos recuerda A. de Saint-Exupéry:
 "He aquí mi secreto: sólo con el corazón se puede ver bien;
 lo esencial es invisible a los ojos”.
 







 Es preciso darles 
muchas oportunidades de servicio en la familia, 
entrenar su voluntad
aprovechando esta etapa afectiva, 

poniendo cariño en cada detalle, 
en cada encuentro, en cada conversación, en cada trabajo...

 
Muy en especial preparando la adolescencia.





Dejo unos "tips" que pueden ayudar a pensar:







            Enseñar a amar, y educar su afectividad, 
          también es transmitir el sentido de la sexualidad en su marco específico:
 un amor auténtico, incondicional, para siempre. 

          Si se saca de él, despersonaliza y pasa factura... 
Por eso es vital darles formación para el amor, 
con un buen enfoque antropológico,
cuanto antes.
Lo dejamos para otra entrada.





   Amar a una persona es 
ayudarle a desarrollar todo su potencial, 
sus cualidades y fortalezas, 
buscando su bien, su mejor personalidad,
aquello a lo que está llamada a ser. 

Consiste más en dar que en recibir, 
y tiene mucho que ver con la generosidad y la empatía

Es lo que, al fin y al cabo, nos hace más felices.

           

   

        
Espero que te haya gustado, puedes comentar y compartir con amigos. ¡Gracias!


Dejo algún enlace relacionado, por si quieres ampliar:



                                                                            



                                                                       Mª José Calvo
                                                          optimistaseducando.blogspot.com
                                                                      @Mariajoseopt    
    

https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/10/preadolescentes-vi-ensenar-querer.html 

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