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domingo, 21 de abril de 2013

LIDERAR LA FAMILIA CON UNA META CLARA... I



DIRIGIR LA FAMILIA: UNA FAMILIA EXCELENTE




           
¿Qué podemos pensar y hacer los padres para dirigir este proyecto maravilloso de nuestra propia familia...?

         
Podemos comenzar profundizando un poco en lo que es una familia. Una buena definición del profesor P. J.  Viladrich: "El lugar natural privilegiado en el que es posible nacer, vivir, y morir como persona", con la inefable dignidad que supone. En ella se nos quiere tal cual, como somos y por lo que somos. No por lo que tenemos o "valemos" en esta sociedad tan materialista a veces..., sino por ser personas. Seres relacionales y creativos, de aportaciones, capaces de amar a los demás.





         
La familia no es un agrupación sin más de personas de diferentes edades, emparentadas entre sí, sino "una estructura social muy peculiar y específicamente humana", como señala Elisabet Lukas, continuadora del legado de Viktor Frankl, que resulta insustituible. 


            
Como decía, los padres nos preocupamos de querer, y dar formación personal a cada uno. Y, como directores, fomentamos la mejora personal y familiar. También la armonía entre todos los miembros, mediante esas conversaciones distendidas de persona a persona, que crean un ambiente atractivo y confiado, con libertad personal, donde es más fácil educar a los hijos. Es el modo de que la familia esté bien unida, forme "una piña", y pueda ser optimista y alegre. Y en ese ambiente de alegría y libertad, lograr lo mejor de cada uno.

          
Optimista, también, en el sentido de óptimos, de excelencia, porque solo lo mejor es lo más propio de la persona... De este modo, buscaremos ser "optimistas" en las relaciones familiares, y especialmente en el cariño en pareja…, origen y fuente de los demás amores familiares.




            
Dirigir la familia es atender a lo importante: a cada persona, y a sus relaciones verdaderamente humanas, que se fraguan en ella. También cuidar los detalles que entretejen la convivencia diaria.

            
En cada hogar hay gran diversidad, pero también debe haber unidad. Diversidad, por los caracteres de cada persona, edades de los hijos, intereses, gustos..., etc. Y la unidad se ve en la convivencia gracias al cariño que hay entre todos, que unifica todo. Y gracias a una manifestación de ese cariño, que es la autoridad de los padres. Sirve para guiar el crecimiento y maduración de cada hijo, para orientar su creciente autonomía, y luego darles "alas" para que puedan volar alto... Confiando en ellos. Así, con esa libertad tan propia de la persona, aprendan a amar a los demás. 

             
Al conjugar la unidad y la diversidad en familia, se logra y se muestra la armonía familiar. También armonía de amores familiares, que surgen del amor principal: el de la propia pareja.



         
La familia es creativa y original en todo. Una originalidad es que tiene dos "jefes" o "líderes" al mismo nivel.

        
Dos personas, él y ella, unidos el día del "sí quiero", para quererse y vivir el proyecto vital conjunto. Para ayudarse a lograr lo mejor de cada una a la luz del cariño. De esa manera se forma una "nueva unidad" de dos: un equipo de dos. Aunque a veces no se esté de acuerdo, se puede hablar y hacer un frente único, sobre todo ante los hijos. Que tengan un referente claro. Es decir, hay que "hacer equipo". La gran ventaja de ello es que se logra una sinergia creciente. Esas cualidades y puntos fuertes, esas ideas y modos de hacer, al ponerlas al servicio del amor, no solo se suman, sino que se multiplican...




            
La madre, que puede ser la "directora del hogar", y el padre, que podríamos llamarle "el líder" de la familia, forman un solo equipo y cada uno aporta su forma de dirigir, de relacionarse, de querer, de ser... Y entre ambos se logra algo mucho mejor, sabiendo unificar criterios, sin quedarse en las diferencias inherentes y enriquecedoras.

        
El hombre está diseñado para la mujer, y la mujer para el hombre. En esto consiste la reciprocidad. Los dos se complementan, por las diferencias intrínsecas entre sí, por esa reciprocidad constitutiva, y porque cada uno tiene unas capacidades y cualidades distintas, que las pone al servicio del otro, y del amor. Así se obtiene una sinergia, cada vez de mayor alcance. 

       
Y esto en todas las facetas: pensamientos e ilusiones, planes y proyectos, acciones... Cada uno valora al otro, apoya la iniciativa del otro, o su modo de hacer, para fomentar las diferencias y transformarlas en fortalezas.


          
Por eso, uno, según su forma de ser, se puede encargar más de poner de moda unos valores centrados en principios, importantes, que no pasan de moda... Y el otro, o la otra generalmente, se puede encargar más de crear ambiente de hogar, de estar en los detalles, de manejar sentimientos y emociones, de reducir tensiones. Esto a la mujer se le da bien, pues su ser es en esta línea. Aunque ambos unifican y complementan todo. ¡Y se apoyan y prestigian mutuamente! Te cuento más ideas en el post armonía familiar.




           
Para hacerlo más gráfico, podemos usar una metáfora: la familia la podemos comparar a una "nave espacial", con rumbo a una meta valiosa, a un puerto. Todos a bordo, con un plan de vuelo, una misión conjunta, y unos objetivos a corto-medio y largo plazo que vamos poniendo, según las edades de los hijos y las etapas de la vida... Y con la mirada en el horizonte al que anhelamos llegar.

        





            
También con retroalimentación para no desviarnos mucho del rumbo..., porque las tormentas y turbulencias nos sacarán del camino muchas veces. Pero, si mantenemos el norte claro, esa "estrella polar" que te cuento en otros post, podemos "realinear" la trayectoria cuando sea preciso. Lo importante es tener un punto fijo en el espacio para orientarse y volver a la ruta. Por ejemplo, un "enunciado de misión familiar", aquello muy relevannte en nuestra familia por lo que luchamos cada día. 







         
La dirección familiar, como señala el profesor Oliveros F. Otero, es bueno que sea participativa, y con objetivos claros, para que todos contribuyan y la hagan "suya". Vamos por partes: 


          
1º Dirección participativa. Por dos motivos: uno, por tener dos directores, o mejor, dos líderes, que han de trabajar en equipo sinérgico. De esta forma, las capacidades y cualidades específicas de cada uno, se ponen al servicio del otro, y del amor mutuo, así entre los dos se logra esa sinergia positiva creciente.






          
Para ello podemos: 

*Valorar las diferencias, para tener más posibilidades a la hora de actuar.

*Construir sobre los puntos fuertes de cada persona de la familia: de nuestra pareja, y de los hijos...

*Trabajar en los momentos mejores de cada uno.

                 
         
También participativa por otro motivo: en cuanto que no se trata tanto de hacer, sino de enseñar a hacer. Nuestros hijos aprenden todo, nos están mirando todo el día: somos sus modelos porque se sienten queridos. Y tenemos que enseñarles con el ejemplo y el cariño sobre todo, y explicándoles las cosas según su edad. Que sepan cómo comportarse y tratar a las personas, y lo que esperamos de ellos. Enseñarles cómo hacer las cosas, y luego animarles a hacerlo por ellos mismos. Y lo aprenden viendo cómo nos tratamos el uno al otro.


         
Los hijos tienen el derecho y el deber de participar en el desarrolllo y progreso familiar. Y así van adquiriendo capacidades, habilidades, aptitudes y responsabilidad. La familia la sacamos adelante entre todos, no solo entre los padres, que lo haríamos más rápido y mejor. Pero, es preciso que aprendan, que se integren y puedan volar alto... Sabiendo que, "toda ayuda innecesaria es una limitación para quien la recibe".








       
2º  Por objetivos. La dirección de una familia también debe tener unos objetivos y metas nobles, ya que los padres necesitamos tener clara esa meta de la familia, esa misión insustituible, para saber hacia dónde encaminarnos. Y luego planear objetivos y hacer partícipes a los hijos en el logro de todo ello. Esto no es algo que salga solo, sino que hay que poner nuestras mejores ideas y recursos en ello, hablarlo, usar la imaginación y la creatividad, y luego intentar llevarlo a la acción entre los dos. 





          
Para ello hay que dedicar tiempo a pensar qué tipo de familia queremos ser, hacia dónde la queremos orientar, cómo nos queremos tratar, cómo queremos que sean nuestros hijos, qué valores podemos transmitir… Es decir, cuál va a ser nuestro "norte", nuestra misión, para orientarnos. Y pensar, no solo en lo inmediato, sino también a medio o largo plazo. Esto se puede concretar en un lema familiar, en el que cada uno contribuye con sus ideas o preferencias..., incluso cuando los hijos son pequeños.


      
Estas ideas y objetivos se pueden concretar en "planes de acción", para tratar de llevarlos a la práctica y hacerlos realidad. Que no queden en sueños bonitos pero irreales. Así, el conjunto de planes va perfilando un proyecto personal, familiar, o de pareja..., y va marcando el camino: la ruta a seguir.



       
Por tanto, dirigir una familia quiere decir que cada hijo se siente de veras querido, y sabe lo que se espera de él. Con una buena explicación de los porqués, de los criterios de actuación correctos, y una motivación para lograrlo. Así en cada momento sabe qué está haciendo bien, o no, con todo nuestro cariño.


       
Para ello nos podemos apoyar en las situaciones de cada día, en los encargos que les ponemos, incluso desde bien pequeños. Desde traer los pañales para el hermanito, hasta cuidarle o leerle cuentos, poner la mesa, regar las plantas, cuidar el coche, atender a los abuelos, arreglos de la casa, o planear las vacaciones... Según la edad que tengan. Con adolescentes apoyarse más en ellos: darles más responsabilidades y no tratarlos como niños, como si no fueran capaces de grandes ideales por los demás... Son los segundos responsables de la familia. Confiar.




       
Cuando son pequeños, primero habrá que hacer las cosas con ellos para enseñarles. Luego lo van haciendo solos hasta adquirir un hábito, y así van aprendiendo diversas habilidades, y se van haciendo responsables de sus pequeños encargos, y de pensar en los demás. Además aprenden a poner cariño en cada tarea, a cuidar los detalles, y a preocuparse de los que tienen cerca, para hacerles la vida más agradable. 




         Por eso, 

¡¡siempre alegres para alegrar a los que más queremos...!!

  
                         






                                                                          Mª José Calvo
                                                                optimistas educando y amando
                                                                          @Mariajoseopt


       
Espero que te haya sido útil el post y lo puedes compartir con amigos. ¡Gracias!



Dejo enlaces relacionados con el tema: 

¿Sabemos ejercer bien la autoridad...?

* Los encargos




* ¿Conciliar...?: "si-quieres-¡puedes!", y además logras sinergia



 * Crear ambiente de hogar


URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2013/04/direccion-de-la-familia-los-padres.html 

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