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Educar el corazón



                                       ENSEÑAR A QUERER: ¡EDUCAR EL CORAZÓN!

                                    ETAPA INFANTIL Y PREADOLESCENTES 
                                           


          Los hijos, en estas etapas infantiles del desarrollo, entre los 6 y los 12 años, están predispuestos a querer a los demás. Podemos aprovechar ese periodo más sensible en ellos para ayudarles en este cometido, sobre todo en la propia familia, y con los amigos. Quizá sea lo más importante que debemos hacer en este mundo..., y lo que los hará más felices. Cuando son adolescentes, es prioritario que tengan un corazón capaz de amar, lo cual se va forjando desde pequeños.




        Se trata de educar el corazón, de "forjarlo" al calor del cariño, para que piensen en los demás, para que se centren en metas que merezcan la pena, y así puedan amar. Es lo que dará más sentido a su vida. Los afectos son importantes, nos ayudan a querer mejor, pero es preciso pasarlos por el filtro del pensamiento... 




       También forjar hábitos operativos buenos en esa dirección, que se transformen en virtudes al hacerlo con libertad, porque quieren hacerlo. Porque, para aprender a querer, hay que contar con todas las facultades personales: también con la voluntad libre, que es la que decide querer, y toma las riendas de los sentimientos, centrándose en querer a esas personas.




       Por eso es necesario poner inteligencia, porque no se ama lo que no se conoce: También para dirigir el mundo afectivo. Voluntad libre, porque son necesarios hábitos y virtudes que den autonomía para obrar en esa dirección. Y la afectividad, porque amar es una experiencia que rebasa la cabeza: hay que sentirlo, tiene que emocionar, hay que disfrutar. 

    Además, los sentimientos nos pueden impulsar con mucha fuerza, sabiendo controlarlos en la dirección adecuada. Estimulando los que nos ayuden a querer mejor, y cortando los que no merecen la pena, o nos dañan como personas. De ahí la importancia de la empatía y de la inteligencia emocional, con lo cual por ende, se logra sinergia.



        Para todo ello es necesario que los hijos se sientan muy queridos, no por darles caprichos, sino porque noten realmente nuestro afecto y cariño incondicional. La confianza y el cariño son la base del buen desarrollo de cada persona. 




          Su seguridad emocional depende especialmente de la estabilidad familiar, y del cariño recíproco de los padres, además del que cada uno de ellos manifiesta a los hijos. El modelo es lo que les mostramos, y tienden a imitar a quienes les quieren.



           
Y siempre, tratarles un poquito mejor de lo que son en ese momento, pues ¡les ayuda a mejorar...! 


Como señala Goethe: 

"Trata a un hombre como es, y seguirá siendo así"

"Trata a un hombre como puede y debe ser, 
y se convertirá en lo que puede y debe ser” 






       
                      
EDUCAR EL CORAZÓN


          Un pensamiento de Charles Dickens: "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el que lo conoce las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico". 





        El corazón es el centro y raíz de la persona. Por eso, educar el corazón tiene la ventaja de lograr la mejora personal desde su núcleo más íntimo: ¡en cuanto persona! No solo en algunas facetas concretas.




         Es la edad propicia para las conversaciones en confidencia, para mirar a los ojos y dialogar de tú a tú, abriendo el propio corazón, contado nuestros sentimientos y anhelos, y creando un clima de confianza. También para usar la imaginación y la creatividad para plasmar en nuestra vida unos valores, personificados, que seduzcan con su belleza y coherencia. Que se los mostremos y "acerquemos" a nuestros hijos, porque ellos nos están mirando todo el día... Usar la creatividad para ello.


       Porque, el campo propio de la imaginación es el de los valores, el del bien, el de la alegría y el optimismo, el de las relaciones personales, y el cariño a los demás. (Si quieres ampliar, ve al post de la imaginación).


      Educar el corazón tiene mucho que ver con la felicidad, que consiste más bien en pensar en los demás y en ayudarles. Aunque, a veces exija un sacrificio "gustoso" por quienes queremos. También en hacer lo que se debe en cada momento, sabiendo disfrutar de ello. Por eso, como señala el profesor Tomás Melendo, "la felicidad es directamente proporcional a la capacidad de amar de una persona" y, consecuencia de una vida entregada a los demás.









             10 “TIPS” PARA EDUCAR EL CORAZÓN

  • 1- Comprender y disculpar, a tener en cuenta los motivos y sentimientos ajenos… El valor de la empatía en las relaciones personales. Además, los hijos siempre se fijan en los padres: somos su modelo. Que sepamos escucharles y comprenderles, aunque, si hace falta corregir, también lo hagamos. Siempre en privado, y, si basta con una mirada, o un gesto, no hace falta insistir todo el día... 



  • 2- Sensibilidad ante la belleza, finura de espíritu para captar los detalles de cariño, y, lo bueno y valioso de las personas. Aprender  a ser generosos y a agradecer todo. Cultivar la imaginación de forma inteligente, poniendo el corazón, para las relaciones familiares.


  • 3- Fortaleza y voluntad bien entrenada. En estas edades el deporte, las salidas al campo, subir al monte..., son nuestros aliados, y una escuela de virtudes si se cuida. Además, ayuda a tener autodominio personal y a pensar más en los demás que en uno mismo. También a valorar la comprensión y la empatía, y la alegría de ayudar.




  • 4- Exigencia comprensiva a la hora de entrenarles. Con la ayuda del estudio y el trabajo, y la colaboración en casa con los encargos y tareas. Que aprendan a poner un detalle de cariño en ellos, hacia esas personas, porque los detalles son el “pulso” del amor: donde se nota si se les quiere de veras.  




  • 5- Formar el carácter: trabajo y deporte con buena cara y sin quejarse. Lograr hábitos y virtudes que les ayuden en la vida, que les den autodominio personal, y que les tornen mejores personas. Aprender a enfocarse en los demás y olvidarse un poco del propio "yo"... Y la inteligencia emocional, como ya señalara Pascal, nos puede ayudar. Las dificultades también son retos a afrontar, y nos hacen más fuertes. 



  • 6- Muy necesario un momento de intimidad con cada uno, desde bien pequeños, para mirarles a los ojos, para conectar, para leer lo que llevan en el interior, para dar confianza y que puedan contarnos su mundo interior. Acogerles con cariño, ¡y tiempo! con ellos.



  • 7- Aprender a perdonar, o pedir perdón, cuando nos equivocamos o molestamos a los demás. Incluso cuando los otros se sienten heridos..., aunque no hayamos hecho nada con esa intención. Es preciso ser muy delicados en esto. Adelantarnos en dar cariño para hacer buen ambiente.

  • 8- Ir a las raíces: ¿por qué motivos hacer las cosas…? Hay motivaciones de distintos niveles: del "tener", del "ser"..., y más trascendentes. Y éstos últimos son los que dan más sentido a la vida. También nos ayudan a tener un pensamiento más crítico y criterio de actuación, en buena dirección, que nos hace más libres...

  • 9- El sentido del dolor, el poder del amor para sanarlo y que no nos destruya. La vida conlleva sufrimiento. Llenar de sentido el dolor, poniendo amor. La compasión que suscita es algo bueno, y es una forma de conectar con los demás, con respeto y empatía, para ayudarles en lo que esté en nuestras manos. Como señala Ana Frank, aunque solo puedas dar bondad, ¡ya es mucho!


  • 10- Espíritu de ayuda: ayudar a los demás por motivos afectivos, poniendo el corazón. Es una forma de entrenarles en ello. Cuando sean mayores, también necesitarán otros motivos para ayudar. Pero, el poner el corazón facilita enormemente las cosas, pues va a lo importante. Como nos recuerda Saint-Exupéry, "solo se ve bien con los ojos del corazón".






            Por eso, resumiendo, es preciso darles 
muchas oportunidades de servicio en la familia, 
aprovechando esta etapa afectiva, poniendo cariño en cada detalle, 
en cada conversación, en cada trabajo... Y muy en especial cuando van creciendo, para preparar la adolescencia.








             Enseñar a amar, y educar su afectividad, también es explicar el sentido de la sexualidad en su marco específico: un amor auténtico para siempre. Si lo sacamos del contexto nos despersonaliza y pasa factura... 
Por eso es vital que les demos un buen enfoque antropológico.
Lo dejamos para otra entrada.




             Amar a una persona es ayudarle a desarrollar todo su potencial, sus cualidades singulares y fortalezas, buscando su bien: su mejor personalidad. Consiste más en dar que en recibir. 

Y tiene mucho que ver con la generosidad y la empatía

Y es lo que, al fin y al cabo, nos hace más felices.

           

   

        
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Dejo algún enlace relacionado, por si quieres ampliar:




                                                                            




                                                                       Mª José Calvo
                                                          optimistaseducando.blogspot.com
                                                                      @Mariajoseopt    
                                                           Optimistas Educando y Amando



https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/10/preadolescentes-vi-ensenar-querer.html                     

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