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viernes, 8 de noviembre de 2019

PLASTICIDAD CEREBRAL III




                                             PLASTICIDAD CEREBRAL III   


        
Os dejo algo que escribí para la revista Hacer Familia sobre desarrollo y plasticidad cerebral en niños pequeños. Algo a tener en cuenta para su buen desarrollo...

    
Hemos visto en otras entradas los primeros apartados: desarrollo, maduración, y aprendizaje. Dejo enlaces abajo. Ahora vamos con las acciones y los hábitos.



1- ¿CÓMO ES EL DESARRROLLO CEREBRAL? 
2- FASES DE MADURACIÓN 
3- ¿MO APRENDEN LOS NIÑOS?, ¿CÓMO SE FORMAN COMO PERSONAS SINGULARES?

4-  EDUCACIÓN, HÁBITOS, Y PLASTICIDAD CEREBRAL 

5- FORMACIÓN DEL CARÁCTER







           
4- HÁBITOS Y PLASTICIDAD SINÁPTICA 


Los padres, cuando traemos un hijo a este mundo nos convertimos en sus primeros y principales educadores. Les queremos de forma incondicional, y ese cariño es el artífice de su creación y posterior maduración. Te lo cuento en el marco antropológico de desarrollo infantil.





Educar a una persona es, como dijera Platón, “sacar a la luz” toda su belleza, su potencialidad, sus cualidades y talentos singulares en los que destaca, con los que puede alegrar y mejorar el mundo... 




Al final, todos tenemos que aprender a pensar con claridad, armonizar cabeza y corazón, y hacer buen uso de la libertad personal. ¡Cada uno con nuestros talentos...! 

Todo ello es necesario para aprender a amar: la principal asignatura de la vida. Y esto requiere entrenarse en conquistar buenos hábitos, que se transformen en virtudes, y consoliden y formen el carácter y la personalidad de cada uno: que faciliten obrar de ese modo.


Vimos que el mayor aprendizaje se realiza en los primeros años de la vida, mediante la curiosidad del niño y la capacidad de sorprenderse, de admirar, su principal motor que guía el conocimiento. Aprende ¡porque disfruta! Por la experiencia perceptiva sensorial, que es la forma en que conoce mejor las cosas, envuelta en afecto. De ahí la importancia de las salidas a la naturaleza, de concretar ese conocimiento en la realidad... etc. También por la relación con los padres, fuente de seguridad y cariño.


Esto le permite captar sus mensajes, emitir otros, ver cómo le responden, y responder a su vez… Así, va aprendiendo muchas cosas. Es la resonancia con otras personas la que permite un buen desarrollo y aprendizaje. Como este patrón se repite muchas veces, va formando una estructura sólida de cariño y seguridad donde asentar habilidades y conocimientos en el futuro. Es como el entramado donde construir su personalidad.




También aprende a través de sus propias elecciones y acciones. Al principio son más básicas: tratan de conocer el entorno y de controlar los movimientos de su mano, de su cuerpo. Luego, por el desarrollo de hábitos operativos, desde muy pequeños. Cuando son recién nacidos, con los horarios de sueño, las comidas, la higiene, los paseos… etc., y cuando van creciendo, con otras actividades diarias, y la relación con las personas, se van formando hábitos que facilitan las cosas. Y siempre se fijan en los padres y tratan de imitarlos en todo. Es algo innato. Son su modelo, porque se sienten queridos por ellos.

En esta línea, es vital explicarles siempre lo que está bien, o mal, para que vayan interiorizando esos criterios y tengan un referente claro a la hora de actuar. 



Como señala una gran pedagoga y doctora, María Montessori, ¡sembrad buenas ideas!, aunque parezca que no las entienden del todo... ¡Los años se encargarán de hacerlas florecer!





También son muy necesarios unos encargos, que son como "su trabajo", y ayudan a adquirir habilidades y destrezas, fortalecen la voluntad, y aprenden a pensar en los demás, desarrollando la comprensión y la empatía tan importantes en las relaciones personales, y ayudando en lo que puedan. También adquieren responsabilidad.

       



* Aprendizaje y hábitos

Un niño lo tiene que aprender todo. Su cerebro está por formarse. Que no es almacenar datos. 

Entonces, ¿en qué consiste el aprendizaje

El niño aprende cuando percibe, siente, admira, se sorprende de miles de cosas. Básicamente establece conexiones neuronales a través de las sinapsis, y va relacionando todo. Cuantas más conexiones o sinapsis tenga, tanto mejor. Esto permite captar y transferir información de todo tipo, de unas zonas a otras del sistema nervioso. Relacionar. Las sinapsis constituyen pequeños centros de decisión, subordinados y conectados con otras conexiones neuronales. 

También es el modo de aprender buenos hábitos y formar circuitos neuronales que le pueden servir toda su vida. Y es vital la emoción de aprender, que disfruten con ello. 


Esos hábitos operativos que van adquiriendo, y con cierto grado de libertad según la edad, crean dichas sinapsis entre neuronas que hacen más estable y fácil ese comportamiento. Esto es posible gracias a la gran plasticidad cerebral, base de todo aprendizaje. 

Las uniones van formando circuitos neuronales que, con el uso frecuente se hacen más eficientes y conectan con diversas zonas. 

Por otro lado, cualquier tipo de habilidades se apoya en otras: todo está interconectado formando redes neuronales. Desde zonas aferentes sensitivas, emocionales, de asociación, motoras, de memoria a corto plazo, pensamiento... etc.





En estas etapas, un factor muy importante es el juego, porque todo lo aprenden a través de él, porque disfrutan. La vida se transforma en juego. Juegan con la mirada de su madre, con pequeños objetos a su alcance, experimentan con ellos, y van ensayando multitud de cosas… Con el juego disfrutan y se emocionan, y su cerebro produce neurotransmisores, como la dopamina, oxitocina, y opiáceos endógenos, que se liberan en las sinapsis y hacen que el niño se sienta a gusto. Así lo puede interiorizar mejor. A los niños les emocionan muchas realidades, y saben entusiasmarse con cualquier pequeña cosa. Y ayuda a desarrollar su imaginación y pensamiento mágico.




Por eso, es necesario crear un ambiente saturado de cariño, y disfrutar para aprender: las emociones estimulan la atención y la concentración, e influyen en todos los aspectos. Permitir su curiosidad y admiración por lo que les rodea, y dejarle estar de ese modo tan entusiasmante.




Asimismo es fundamental descubrir sus cualidades y fortalezas, y hacérselas notar para que las desarrolle. Partir de su temperamento, de sus cualidades específicas, de sus respuestas emocionales temperamentales, enseñándoles a modularlas. También desarrollando hábitos que conformen su carácter y personalidad, aprendiendo a pensar antes de actuar, a tener en cuenta los sentimientos de los demás... etc.





* Varias etapas

En las primeras etapas de la vida se va modelando su cerebro. Todo está por “grabar” en él: por eso se forman innumerables sinapsis gracias a dicha plasticidad. Este periodo vital comprende los primeros años hasta los 6-8. Todo esto le sirve para construirse como la persona singular que es. 

Cada vez que repite una acción con intención y progresiva libertad, se va haciendo un hábito que consolida esas sinapsis. Y se van formando circuitos simples, que albergan funciones concretas, y luego más complejos, reafirmándose y potenciándose cada vez más con su uso. Y relacionando ideas y áreas cerebrales.




Al principio, necesita tener margen de movimiento y experiencias sensoriales perceptivas. Usar todos los sentidos para conocer el mundo que le rodea. La falta de estímulos de ambientes carenciales, y en especial de afecto, impide su buen desarrollo, pero, tampoco es bueno que los haya en exceso, ni querer adelantar etapas.

Su cerebro está preparado para formar muchísimas sinapsis y redes, en función de ese conocimiento experiencial, de las vivencias en el seno de la familia. El ambiente inmerso en cariño y la interactuación con sus padres son imprescindibles para su buen desarrollo.






Más tarde, a partir de esas experiencias perceptivas concretas, se van construyendo nociones más abstractas, conceptos e ideas. Para luego relacionarlas y construir un razonamiento engarzando dichas ideas. Es la base del pensamiento lógico, que se desarrollará más en la adolescencia. 


                                                       * * *



* Ritmos naturales

Es preciso respetar sus ritmos naturales de crecimiento, dejándole conocer las cosas sin cortar su imaginación y creatividad por darles todo ya solucionado…, o no dejarles tiempo para experimentar, manipular, percibir, ensayar, estar en silencio, pensar y disfrutar.

Porque, la naturaleza dota a las personas de unos "periodos críticos del desarrollo", con una predisposición a un aprendizaje de diversas funciones. El niño, y su estrato cerebral, están preparados para ello. Y ese aprendizaje en ese momento no cuesta apenas esfuerzo y disfruta haciéndolo. La naturaleza le guía en esa dirección, y le da unos puntos o características más sensibles que lo favorecen. 

Conocer los ritmos habituales en los que desarrollan determinadas capacidades es bueno para ayudarles a crecer. Sin perder de vista la singularidad de cada uno, sus cualidades y talentos.

Estas funciones son innatas, como la percepción por los sentidos, la deambulación, el control de esfínteres, el habla y el lenguaje, el conocimiento de la naturaleza y del entorno, y más tarde las capacidades superiores. 

Por ejemplo, la empatía y amabilidad, la confianza, la sinceridad, el optimismo…, por naturaleza se pueden desarrollar, porque son connaturales a todas las personas. 

También otras de adquisición de valores humanos que ven personificados en sus padres, como la amabilidad, la generosidad, la responsabilidad, la resiliencia y perseverancia... etc.

Otras funciones son más culturales, no innatas, como la lectura y escritura que requieren un aprendizaje concreto y cierta capacidad de abstracción, que madura en cada niño a su ritmo. 


Cada característica o valor humano tiene un periodo más sensible, y se nota porque el niño se concentra en algo, y le gusta repetirlo hasta que lo interioriza. Para ello es bueno crear un ambiente donde esté a gusto, sereno, con posibilidad de elegir y hacer lo que más le interese, con libertad de movimiento. Y una persona que dirija su aprendizaje. Facilitarle tareas de la vida misma, que puede ir aprendiendo. Por ejemplo, cuidar una planta, doblar la ropa, usar utensilios de cocina a su medida... etc. Todo ello estimula habilidades que desarrollará y le ayudarán siempre en su vida.

La maduración y el aprendizaje requieren calma y ritmos atencionales lentos. Es necesario dejarles ver el mundo con su mirada “nueva” y penetrante…, que sabe captar la belleza y sorprenderse de ella.




Entre estas funciones innatas, y alguna cultural, están:

* la capacidad sensoriomotora hasta los 3-4 años 

* la marcha o deambulación, al año 

* el orden, desde que nacen hasta los 3-6 años, con esos hábitos antropológicos de sueño, comidas, paseos, higiene…

* el habla y el lenguaje hasta 5-6 años

* la sensibilidad fina y manejo se pequeños objetos hasta los 4-5 años 

* el control de esfínteres a los 2-3 años 

* la socialización de 3 a 6 años

* la música hasta los 6 años, y muy relacionada con la afectividad

* las matemáticas de 4 a 6 años con el surgir del pensamiento más lógico

* el conocimiento de la naturaleza a cualquier edad… 


Otras, como la lectura y escritura requieren un aprendizaje y algo de abstracción, a diferencia del habla que es innata. Y suele aprenderse a los 4-5 años, según cada niño.


Estas edades son un tanto orientativas, y en cada niño pueden variar, aunque es necesario ir controlando el buen neurodesarrollo desde que nacen, el perímetro craneal... etc.




Asimismo, es importante la adquisición de unos valores base de la personalidad, como la sinceridad, la gratitud, la alegría, la generosidad…, que por otra parte, están inscritos en nuestros genes. Nacemos para confiar, para mostrar empatía y ayudar a los demás, a no ser que haya un problema concreto. Estamos diseñados para el trato con los demás y las relaciones humanas, pues poseemos un cerebro social y empático capaz de tener en cuenta los sentimientos de los que tenemos cerca. Lo sabemos por la neurobiología.



Otro tipo de valores, como el trabajo bien hecho, la fortaleza, la lealtad, el estudio, la resiliencia, la responsabilidad, la justicia y la integridad, la coherencia, el valor moral de las acciones…, se van adquiriendo poco a poco, algunos en especial al final de esa etapa hasta los 12 años.


Por eso es necesario trabajar los distintos hábitos en esas edades, y darles muchas oportunidades de realizarlos. Más adelante, al poner intencionalidad y libertad, se transformarán en virtudes. Además, podemos permitir esos puntos más “sensibles” como son la imaginación y la creatividad, tan propios de la persona, las relaciones personales, y la cultura, que encamina, favorece y desarrolla muchas cualidades y habilidades.




Al hilo una idea de T. S. Eliot, Nobel de Literatura:
Pensad cosas bellas y buenas, porque los dedos de vuestros pensamientos
 modelan sin tregua vuestro rostro. 

Mucho más el cerebro, que se "esculpe" con ellos en cada momento...




Dejo parte del artículo publicado en la revista Hacer Familia:




Espero que te haya gustado, y puedes compartir con amigos. 


                                              ¡¡Muchas gracias!!


Mª José Calvo
optimistaseducando.blogspot.com
@Mariajoseopt


Optimistas Educando y Amando




Pongo enlaces relacionados por si quieres leer algún tema, y abajo la URL del post para copiar y compartir.


Plasticidad cerebral y educación I 

Plasticidad cerebral y aprendizaje II 







Alegría-y-buen-humorcon ideas de C. S. Lewis  

                                              
               









                                                                             
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2019/10/plasticidad-cerebral-iii.html

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