PLASTICIDAD DEL CEREBRO ADOLESCENTE
La adolescencia es un proceso de maduración personal: una crisis de crecimiento. Es como una pausa para repensar y reconstruir la vida desde cada persona. Y en el cerebro, base biológica de la personalidad, suceden grandes cambios, que llevarán a nuevas capacidades mentales. Pero, la persona no se reduce a materia y conexiones..., es mucho más trascendente. Cerebro y mente van relacionados, pero no son lo mismo, ni están supeditados el uno al otro. Lo veremos en el post "Ser quienes somos".
Para poder entender mejor a nuestros hijos, es bueno pensar sobre los motivos que subyacen en su proceder. Preguntarnos por qué se comportan de esa manera… y conocer esos cambios cerebrales.
A partir de ahora tienen que aprender a tomar el timón de su vida: pasar de la dependencia y comodidad de estar en la familia, y tener todo solucionado, a ser responsables y pilotar su propia vida de forma autónoma.
Deben descubrir quiénes son, conquistar cualidades propias, aprender a pensar, a hacer las cosas por ellos mismos… Son grandes retos, y su cerebro está en proceso de desarrollo y "ebullición" para poder lograrlo, pero no ha hecho más que empezar a madurar. Y lo hará a "golpes" de libertad, ensayando las cosas para aprender, fallando en ocasiones, y poco a poco desplegando su libertad.
En esta fase se van haciendo conscientes de su intimidad y deben construir su carácter y personalidad. Por tanto necesitan momentos de silencio, de pensamiento, de ponderar las cosas, de estar consigo mismos… No toleran ayudas porque lo quieren hacer por sí mismos: son los protagonistas de su vida. Y debemos estar en un segundo plano..., animando, alentando, motivando, iluminando caminos.
* Algunas características de esta etapa que te cuento de forma más amplia en el post: "8 ideas sobre adolescentes":
Cambia su cerebro y se reestructura, crecen rápido y cambia su imagen, las emociones están exaltadas, con inestabilidad afectiva por todos esos cambios. Quieren tomar las riendas de su vida, e intentan demostrar, sobre todo a ellos mismos, que son capaces de tantas cosas…
Esperan una libertad con mayor autonomía, pero todavía no entienden que las acciones tienen sus consecuencias. Que la libertad conlleva responsabilidad: son como las dos caras de la misma moneda: una libertad responsable, que será uno de sus retos para madurar.
Se va definiendo su personalidad y necesita autoafirmarse, medir fuerzas. No quiere ayudas, el lo debe hacer solo, aunque muchas veces no sabe muy bien ni cómo hacerlo. Discute por sistema, porque se siente vulnerable y quiere afirmar su independencia, su pensamiento… Por ello se rebela contra todo: sobre todo contra sus padres, que los tiene más cerca.
La libertad es como una aventura que les ayuda a ir construyéndose y mejorando, aunque tiene un riesgo..., pero si no se asume no podrá crecer. Dejarles que se vayan entrenando donde no tengan un peligro "mortal" de caída...
En esta etapa también es necesario interesarse por sus gustos, con la base labrada en etapas infantiles, escuchar, conectar con ellos, ver qué es de veras importante. Abrirles el propio corazón, dedicarles tiempo e interés: ¡nos necesitan! Acompañarles les da seguridad aunque no lo quieran reconocer.
Descubren el maravilloso valor de la amistad, y por eso muchas veces la anteponen a la familia. Pero no significa que no nos valoren, sólo que ven en los amigos algo muy importante con quienes pueden conectar, y a quienes les pasa lo mismo... Y necesitan relacionarse, ayudarles, preocuparse de alguien que no sea él mismo, ella misma, para aprender a amar: la misión más importante que tenemos en este planeta, y la que nos hace felices.
Por tanto, es preciso que los padres les ayudemos a aprovechar sus enormes posibilidades, pero en un segundo plano, sin que se note, con nuestro apoyo y referente, para madurar y mejorar como personas.
Conocer los cambios cerebrales, el sustrato anatómico de su personalidad, nos puede ayudar a entender mejor esta etapa. Así poder prestarles la ayuda necesaria. Vimos que la maduración cerebral se realiza desde la gestación, y es consecuencia de la multiplicación de neuronas y de la formación de conexiones o sinapsis entre ellas, especialmente en los primeros años de vida. Y también en la adolescencia, en la que suceden los grandes cambios estructurales del cerebro. Todo ello gracias a la enorme plasticidad neuronal de estos momentos.
Los genes determinan el patrón y funcionamiento básico de circuitos cerebrales, pero influye mucho el entorno y las hormonas sexuales, sobre todo en esta etapa adolescente, en la que se produce una elevación muy considerable en sangre por estimulo del eje hipotálamo-hipófisis-gonadal. Debido a ello madurará todo el sistema nervioso, que se hace muy sensible a ese estímulo hormonal, y cambia, se reestructura, va madurando.
Todo el desarrollo neurológico se hace de forma armónica y progresiva, pero en cada etapa es más específico alguna función concreta. La maduración sucede como en una onda, desde atrás hacia adelante, desde las capas más básicas o “primarias”, con funciones vitales, pasando por otras intermedias, como el sistema límbico, hacia las más corticales, como áreas motoras, sensitivas, de asociación..., hasta el cortex prefrontal, lo más elevado y propio del ser humano.
En la etapa infantil se adquieren muchas capacidades: sensitivas y motoras, la deambulación, luego el habla y el lenguaje, la relación con los demás… En la adolescencia madura la zona cognitiva y emocional, gracias a algunas zonas de la corteza y al sistema límbico, muy relacionado con las emociones y la afectividad. Y lo último en madurar, aunque se inicia en etapas anteriores, es esa corteza prefrontal: lo más específico de la persona, con sus conexiones a otras áreas: emocionales, visuales, sensoriales, de asociación, motoras... Es la base anatómica de las funciones cognitivas superiores. Y esto "completará" su maduración en etapas posteriores, incluso hasta los 30-34 años.
* Estructuras más implicadas en la adolescencia
El sistema límbico, estrato anatómico fundamental de la afectividad, está hiperfuncionante por el estímulo hormonal. Tienen gusto por emociones fuertes, por el riesgo, por lo impulsivo, porque valoran mucho la recompensa emocional por esas actividades, relacionada con la dopamina.
Pero, la otra zona fundamental de su cerebro no ha madurado todavía: la corteza prefrontal, que es lo último en hacerlo por su complejidad, con el pensamiento analítico y crítico, el control de impulsos y el autodominio, la toma de decisiones, la voluntad, la empatía…
Por eso son todo emociones, vividas al máximo, sin un control que racionalice o frene sus vivencias. Y pueden estar muy efusivos en un instante, y en otro se hunden en el más profundo abismo por algo aparentemente insignificante. Presentan mucha fluctuación emocional, pero eso es bueno en el sentido de que indica que están en ese proceso de maduración. Tienen que ir tomando decisiones con libertad para ir construyéndose y tomar el timón de su vida.
* Ideas para entender el cerebro adolescente
1) Una es la gran plasticidad cerebral. Casi mayor que la que pose el recién nacido, en el primer año de vida, con ese despliegue enorme de sinapsis. Luego va disminuyendo con la edad, y más tarde aparece un pico alto con el estímulo de las hormonas sexuales. Será necesaria para la reestructuración cerebral, y para asentar nuevas capacidades y funciones cognitivas superiores de la persona.
En todo momento el cerebro está cambiando, adaptándose al medio y aprendiendo de cada situación personal. Trabajando. Y se traduce en formación de neuronas y sobre todo sinapsis entre ellas, nuevos caminos, circuitos y redes que conectan y amplían posibilidades y funciones. Y luego, con su uso frecuente se van haciendo más sólidas y estables... Consolidando.
El cerebro se estimula y cambia, y por tanto aprende, con vivencias y percepciones, con cogniciones, sentimientos, emociones, palabras, encuentros, pensamientos, conversaciones que guardamos en la memoria, y con las acciones. Todo influye, hasta el sueño, donde se fijan muchas vivencias, se sintetizan neurotransmisores, se restauran sistemas... etc.
Es importante mantener el cerebro activo, porque, lo que no se usa se pierde... Con la expresión de un autor que ya hemos citado muchas veces, M. Spitzer, es necesario utilizar el cerebro de forma pro-activa. Es lo que estimula conexiones neuronales, e incluso neurogénesis o formación de nuevas neuronas en momentos de trabajo profundo, o entusiasmo por alguna actividad. Lo que no se usa, bien por "pereza" mental, bien por pantallas, se va atrofiando; de ahí su expresión "demencia digital".
2) Otra idea clave es que el cerebro adolescente se hace muy sensible e hiperreactivo ante estímulos, debido a ese ascenso hormonal en sangre, tanto de estrógenos en las chicas, como de testosterona en los chicos. Y especialmente el sistema límbico.
Por eso, su afectividad está efervescente y a veces los desborda, sin un buen control y autodominio personal. Les apasiona el riesgo y la novedad, porque valoran más la recompensa, sin apenas percibir los peligros, que muchas veces todavía no pueden controlar, aunque crean que ya son "mayores".
Su cerebro es muy inestable por los cambios tan drásticos que se producen. Aparece una "poda" sináptica selectiva, reestructurándose, creando nuevas conexiones, y madurando progresivamente. Y eso les torna inseguros.
Antes, en la etapa infantil, los circuitos eran más sencillos porque lo que necesitaba era adquirir habilidades, movimiento coordinado, integrar percepciones de los sentidos, el habla, la comunicación..., el pensamiento lógico, etc.
Ahora todo es más complejo: deben adquirir un pensamiento analítico y crítico, con todos los datos a su alcance. Así como la capacidad de motivarse, el poder de decisión, la voluntad y el autodominio personal entre otros. Y esto requiere un sustrato nuevo, una reorganización cerebral y unas conexiones más amplias y eficaces entre distintas zonas, incluida la emocional. Por eso los axones o terminaciones de las neuronas se recubren de vainas de mielina para que el impulso sea más rápido y eficaz.
En esta maduración cerebral también influyen las emociones, intereses y motivaciones, que estimulan el aprendizaje, el pensamiento, las vivencias. En definitiva, se van formando según la libertad de cada uno. Cada acción deja una huella en su cerebro, y al repetirla se afianzan esas sinapsis y circuitos neuronales. Y éstos posibilitan la adquisición progresiva de las capacidades superiores, propias de la persona.
3- MADUREZ PERSONAL
Todo ello va perfeccionándose y madurando, y las conexiones, con su uso frecuente, se van haciendo más y más fuertes, estables y duraderas, formando redes y configurando su propia personalidad, y la identidad personal, en las que tienen gran influencia desde pequeños, el cariño y un buen referente en sus padres, y las buenas relaciones personales.
En etapas posteriores a la adolescencia se logra integrar las emociones y el pensamiento, lo cual se realiza en áreas frontales del cerebro, que relacionan distintas zonas y permiten que ambos aspectos interaccionen y se integren en la personalidad. Así el pensamiento puede guiar la conducta, contando con el corazón.
Madurar es lograr fines a más largo plazo, incluso con motivos más altos y nobles que engrandecen el corazón, y da fuerza, nos hacen "magnánimos", de ánimo grande. Dejo una infografía con los tres niveles de motivación.
Por ejemplo, el control y la madurez se ven a la hora de regular respuestas emocionales. Porque las emociones son necesarias e importantes para tomar decisiones, para relacionarse con los demás, para preveer un comportamiento, o visualizar el impacto que tienen en los demás nuestras propias actuaciones... Son vitales para la amistad y el amor, para disfrutar haciendo lo correcto, así como para ayudar a los demás.
Sin embargo, ese nivel de hormonas en sangre, asciende de forma distinta en chicas y chicos. En ellas el ascenso es más precoz, como dos años antes, y es de carácter cíclico. En ellos sucede más tarde, y es de nivel constante. Esto influye mucho en la maduración diferente entre ambos. Por eso, las chicas maduran antes que los chicos, y de forma diferente. Y la zona emocional del cerebro se estabiliza antes en las chicas que en los chicos, y con matices diferentes. Saber todo esto es necesario en su formación, para darles el "alimento" que necesiten cada uno, en su momento adecuado, sin comparaciones.
Esta integración de las dos capacidades, cabeza y corazón, se logrará al final de la adolescencia. La maduración cerebral es necesaria para el amor, para poder querer a otra persona sin depender sólo de sentimientos, que van y vienen… Hace falta poner cabeza, y voluntad de querer, para entregarse a la persona elegida, y para demostrar el cariño día a día. Es el modo en que pueda fortalecerse y crecer. Amar, en ese proyecto del amor recíproco, nos hace más plenos como personas y por tanto más felices. Y los hijos están aprendiendo en la forma de tratarnos los padres. Que seamos buenos referentes.
Entonces, se trata de ayudarles a integrar pensamiento y sentimientos, que aprendan poco a poco a poner cabeza, a tener autodominio, a retrasar una gratificación con miras a metas valiosas o fines a más largo plazo…
Y siempre estimular y fomentar comportamientos positivos, que ayuden a los demás, y les mejoren como personas, dándoles progresivamente más libertad y responsabilidades. Sin estar todo el día “remachando” y acentuando lo negativo que nos parece que tienen o hacen…, porque quizá nos molesta o no es de nuestro estilo. Pasemos por encima de esas pequeñas cosas...
Dejarles ser a fondo ellos mismos, diferentes a cada uno de nosotros, con sus cualidades y talentos singulares que debemos descubrir y fomentar desde pequeños. Confiando siempre en ellos.
Por tanto, podemos acompañar, confiar, animar, y estimular comportamientos adecuados. Y además, el tratarles un poquito mejor de lo que son en ese momento les ayuda a madurar y a dar lo mejor de sí mismos. Ya lo decía Goethe. Porque les hacemos ver ese ideal para que puedan luchar por hacerlo más y más real cada día, con ilusión y lucha para forjar su carácter y personalidad.
Si no, es como si no confiáramos o no los creyéramos capaces de... colaborar, de tener iniciativa, de pensar, de ayudar, de darse a los demás, de ser ellos mismos. Hay que motivarles con optimismo, también de óptimos, para estimular su mejor personalidad. Con confianza siempre en ellos.
Es decir, darles “raíces” fuertes en familia, formación, referentes, principios y tradiciones familiares, y "alas" e ideales nobles para volar alto... Y será lo que les permitirá crecer como personas, mejorar, y por tanto ser más felices pensando en los demás.
Espero que te haya gustado, y puedes compartir con amigos.
Mª José Calvo
@Mariajoseopt
Optimistas Educando y Amando
Dejo enlaces relacionados:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2023/11/plasticidad-cerebral-en-adolescentes-v.html
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