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domingo, 10 de diciembre de 2023

SER QUIENES SOMOS: LIBERTAD Y CREATIVIDAD



                                 LA LIBERTAD DE SER ¡QUIENES SOMOS!

                            
       
Hoy os escribo sobre un tema muy relevante: la persona y su libertad. Algo que escribí para la Revista Hacer Familia, que te recomiendo... La libertad nos entusiasma, y es algo propio de una persona. Hemos visto en post anteriores algo sobre la libertad, también con planes de acción según edades de los hijos. Pongo enlaces al final. 

Ahora vamos a abordar el tema con algún aspecto más, centrado en la grandeza y maravilla de cada persona, de su proyecto personal y vital tan singular. El reto de cada uno de abrazar su libertad, poniendo el corazón, aun a riesgo de poder equivocarse en ocasiones. Pero sabiendo que siempre se puede rectificar y volver a intentar con ilusión redoblada. Tenemos un cerebro muy plástico que nos lo permite.

         

La persona posee un espacio íntimo, con silencio interior, donde está en su propia “casa”, donde se “posee” en el origen, como apunta la gran filósofa y pedagoga Jutta Burggraf. Así puede ser libre, pensar por cuenta propia, ser ella misma. No condicionada por los demás. Somos mucho más que lo que se pueda apreciar en el exterior.   





        
En el fondo, uno es libre cuando es capaz de ser protagonista de su vida. Con señorío sobre sí mismo, para ser la persona singular que es. "Construirse" a sí mismo, y actuar de la forma original que somos, con ese diseño tan específico, peculiar, y lleno de belleza que se nos ha regalado, fruto de un don, de un derroche de cariño.

       

El ser humano, a diferencia de otras especies, puede dominar la esfera de los instintos y pensar metas altas; planificar su vida, proyectarse en el futuro. Y lo hace gracias a la corteza prefrontal. Esos son los actos verdaderamente humanos, pues se realizan con libertad interior, con el poder de la voluntad de tomar decisiones valiosas incluso a más largo plazo, con la capacidad de la inteligencia y de la atención para centrarse en lo que se propone. La persona sabe que conoce y que aprende, sabe que piensa, sabe de metas nobles, con corazón. Algo único en este planeta.

      
La libertad es la mayor facultad mental de la persona, que posibilita las demás, y nos da alas para ser cada uno él mismo, con sus cualidades y talentos característicos, ¡singulares! Construirse "a golpes de libertad" que diría Ortega. Tenemos la capacidad de ser conscientes y "conducirnos" a nosotros mismos a través de nuestras propias decisiones y acciones, teniendo una meta valiosa en el horizonte. 




      
Pensando en nuestros hijos, y en nosotros mismos, fomentar la libertad no se refiere sólo esa facultad de elección y de decisión, sino que es algo mucho más profundo. Supone la ampliación de horizontes, el cultivo de la interioridad y del espíritu, saber ver más allá de lo meramente material que nos atrapa muchas veces... Buscar lo máximo en las posibilidades de la vida, atreverse a grandes retos que engrandezcan el corazón. 

       
Porque no es libre quien tiene una visión miope y estrecha de la vida, centrada en el "yo", sino el que amplía miras, el que posee amigos de distintas opiniones y gustos, como señala esta autora. 

     
Ayudar a los hijos a ser libres es fomentar su pensamiento y autodominio para enfocarse en metas valiosas que les ilusionen. Ser capaces de pensar en los demás.




     
Para ello es vital poner en juego todas las facultades personales, junto con esos talentos propios, para lograr ser la persona que de veras somos cada uno. Lo que Dios pensó al crearnos... Así poder alcanzar lo mejor de esas posibilidades: esa plenitud que anhelamos y albergamos en nuestro interior, que debe ser conquistada día a día con pequeños actos en esa línea.

      
La libertad se va actualizando a través de los actos cotidianos. Cada elección nos va configurando, y nos acerca, o aleja, a nuestra mejor "versión". Además, los actos reflejan a la persona que los realiza, poseen una huella de esa persona, y van "esculpiendo" el propio cerebro..., y la propia personalidad, como apuntara el gran doctor Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel y "padre" de la neurología.




        
Por lo tanto, el para qué de la libertad es fundamental. Según se emplee nos permite crecer como personas, es decir, tener una vida cada vez más lograda, o por el contrario empequeñecerse y malograr la vida... Incluso sin ser muy conscientes. Es importante que sepamos atisbar el sentido de nuestra vida, los motivos por los que luchamos y vivimos cada día. Como nos enseñó Viktor Frankl con su singular trayectoria, llena de humanidad, en el fragor del dolor, conocer el porqué de nuestra existencia ayuda a soportar casi cualquier cómo. 

   


      
Lo vimos más gráfico en otro post con la imagen de las mazmorras del castillo. Si pretendemos salir de ellas, debemos elegir bien, encaminarnos hacia la salida. Si nos dirigimos hacia la sala de torturas, difícilmente lograremos salir, aunque parezca que tenemos grandes posibilidades de elegir, incluso aunque nos "apetezca" caminar por ese pasillo tan amplio y cómodo, atrayente y cuesta abajo... Sin tener en cuenta la realidad no podemos encaminarnos eficazmente a nuestra meta. Por eso es tan necesario aprender a conocerse bien, y luz para conocer los caminos, y trazar un plan que nos lleve a la meta que deseamos. 

       
Por tanto, la libertad potencia las posibilidades de autorrealizarse como persona, o de autodestruirse, según el uso que se haga de ella. 


Y usar bien la libertad no es "poder elegir o hacer más cosas", sino "ser mejor persona"... Debido a esto, esa gran libertad conlleva una gran responsabilidad: la otra "cara" de la libertad. Cada uno debemos dar un sentido personal a ello. Importante con nuestros adolescentes, que están en proceso de aprendizaje de esa responsabilidad.




       
Ser libre es estar abiertos a descubrir posibilidades que se transformen en buenos retos y proyectos. Ser capaces de "abrir caminos" y de transitarlos. Marcar un sendero luminoso y alegre con nuestros pasos, y así hacer el mundo más humano. En especial en familia, y por nuestros hijos, que necesitan nuestra luz, y un referente claro para conducirse en la vida, además de todo nuestro cariño.

          

Tener autodominio personal da libertad para apuntar a las metas que anhelamos y queremos. Por ejemplo la amistad o el amor. Quien no es dueño de sí no podrá amar y entregarse, en un acto libre, a otra persona.


          
Y es precisamente en la familia, donde nos construimos como personas, singulares, ¡únicas!, sintiéndonos amados, y siendo capaces de amar. Es el último reducto de la libertad personal. Con palabras del genial G.K. Chesterton“La familia es la prueba de la libertad, porque la familia es lo único que el hombre libre hace por sí mismo.” 




                                                    * * *


      
Como decía, cada persona está llamada a construirse a sí misma. No nacemos "acabados", sino que se nos ha regalado la libertad para llegar a ser quienes somos, en plenitud, con nuestras cualidades e imaginación cultivadas, con nuestros pensamientos y acciones que nos van encaminando a ello. Para, en último término, ser capaces de amar: la principal meta de la vida.


       
Cada uno tiene unos talentos, que puede y debe poner en funcionamiento, también pensando en los demás. No somos seres aislados: somos seres relacionales, dependemos y nos relacionamos con los demás. Y mejoramos en el trato con ellos. No estamos creados para la soledad, sino para las relaciones entrañablemente humanas. Las cuales son vitales para el buen desarrollo cerebral y personal, pues en ellas se liberan sustancias neuroplásticas que remodelan y consolidan redes neuronales, y nos hacen sentir en plenitud.





Por consiguiente, hacer buen uso de la inteligencia, soñar e imaginar, pensar buenas metas, y trazar un rumbo. Apuntar alto, poniendo el corazón, para movilizar energías... Llevar a la acción y crear todo eso que soñamos cada uno desde la cabeza y el corazón. Esos anhelos de belleza que tenemos en nuestro interior, hacia donde nos encaminarnos.





      
Por eso es preciso, por un lado valorar y agradecer con todo lo recibido, cualidades y habilidades..., hasta la existencia, y por otro ser capaces de dar lo mejor de uno mismo, dejando una huella amable en los que nos rodean. Iluminar algún aspecto nuevo, gracias a nuestros talentos, a veces medio ocultos, que debemos descubrir, desarrollar y potenciar, para sacarles partido. 
  
      
En este sentido, sentirse querido es vital. Ahí está la propia familia. Porque el amor es clarividente: percibe todo lo bueno de una persona, su belleza, sus cualidades singulares, únicas, su creatividad. De ese modo nos ayudan y ayudamos a desarrollarlo.






      
Todo ello muy relacionado con la vocación personal, y con la misión que tenemos cada uno en este planetaDescubrir nuestra misión, esa tarea única que, o la realizamos nosotros o no se realizará nunca, es lo que aporta un sentido más pleno a nuestra vida. Lo escribo en otro post.





      
De ahí la necesidad de cada uno de cultivar su propia intimidad, de tener "islas de silencio" para pensar y reflexionar. Para conocerse, ver cómo es y cómo quiere ser, partiendo del propio temperamento y carácter, pero apuntando a lo mejor y más específico de uno. 




       
Como señala Miguel de Unamuno, "no te creas más ni menos, ni igual, que otro cualquiera, que no somos los hombres cantidades. Cada cual es único e insustituible; en serlo a conciencia pon todo tu empeño".


Me viene a la memoria la maravillosa mitología legendaria de J.R.R. Tolkien, y otros muchos autores..., creadores de aventuras épicas, heroísmo y belleza, que nos han regalado mundos posibles donde "descansar", recuperarse, hacer acopio de esperanza y nobleza, y volver a la brega.


      
Así podemos apuntar y lograr una excelencia personal, por las decisiones que tomamos, y las acciones concretas. Buscar ser optimistas de óptimos, porque sólo lo mejor es lo más propio de la persona: el lugar de lo arriesgado y creativo, de lo heroico, cuando tiene ideales y motivaciones adecuadas. Para luego abrirse a los demás y ayudarles.

Siempre en relación con los demás. La persona es un ser ¡relacional!, "un ser de aportaciones", como le gustara expresar al profesor Oliveros F. Otero, un ser libre y creativo. Encuentra su plenitud de este modo, aportando, dándose, teniendo en cuenta a los otros. De ahí la importancia de la comprensión y la empatía, de la inteligencia emocional y del corazón tan necesarios en las relaciones personales. Y luego actuar en consecuencia, con generosidad, pensando en esas personas.




     
Desarrollar cada uno su proyecto vital supone guiarse por valores y principios, y conquistar hábitos y virtudes que vayan conformando su personalidad. Son como los "ladrillos" de ese edificio. Porque el ser humano se perfecciona a base de "hacer" actos buenos. Y la excelencia no la suele dar un acto aislado, sino una tendencia y disposición a actuar de este modo, en esa dirección. 

Las virtudes son las líneas maestras de la conducta humana, como señalan los clásicos griegos, con Homero en cabeza.





Sin embargo, no es un más difícil cada vez, sino una mayor facilidad, y un disfrute cada vez mayor. Ya lo decía Aristóteles...







Esto enlaza con la posibilidad de liderazgo que tenemos cada uno, independiente de nuestro "cargo" más profesional. Sabiendo que ese liderazgo comienza por uno mismo. Y es fundamental en la familia, porque esa actitud y posibilidad de descubrir lo importante, sin descuidar los detalles de servicio atento, por cariño a los demás, es lo propio de una persona. De nuevo, estamos diseñados para las relaciones auténticamente personales, que se gestan, aprenden y despliegan en la propia familia. También con los amigos...








                                                    * * *


      
Vivimos en un mundo ajetreado, masificado, tecnológico y en ocasiones poco humano. Incluso a veces se exige uniformidad en el pensar y en el actuar, bajo la dictadura de la mayoría. No se tiene en cuenta a la persona como tal, con su singularidad y toda su grandeza y libertad creativa. Sólo su utilidad y rendimiento más material. El estrés, la falta de tiempo, las grandes exigencias de "éxito" profesional... no dejan mucha oportunidad para cultivar la intimidad personal. Y ¡somos mucho más que eso! Somos más grandes por dentro que por fuera...

Aquí nos puede ayudar un pensamiento de Juan Ramón Jimenez: "no corras, ve despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo".

    
Necesitamos calma y una mirada interior. Debemos sacar a la luz y desarrollar todo lo que podemos ser, pensando en las personas queridas, en la propia familia. Así humanizar nuestro entorno, y que se vaya propagando como las ondas de agua en un lago, en círculos concéntricos cada vez más lejanos. 
        
                                        
Resumiendo, la libertad es el mayor regalo y facultad que se nos ha dado. Nos permite la grandeza y creatividad de ser nosotros mismos, con un proyecto personal único y peculiar. Tenemos el derecho y la responsabilidad de usar esa libertad para construirnos como las personas singulares que somos, y llevar a cabo nuestra misión, dejando una huella atractiva en los que tenemos cerca, en especial en la propia pareja, y en familia.

        
Dejo esta cita para repensar, de un gran humanista: Juan Pablo II, que supo hacerla muy real en su vida, animando a los demás a que así suceda. "La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta hacer, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos hacer".

                    



        
Y en familia, el cariño incondicional da seguridad y confianza para ser a fondo quienes somos. Así actuar con sencillez para mostrarnos tal como somos, sin necesidad de aparentar. Y esa confianza originaria nos aporta energía para ser en plenitud, con un optimismo esperanzado. 



         
Las personas poseemos esa grandeza, con fortalezas, cualidades y virtudes, pero también limitaciones y defectos. Aunque siempre cabe luchar por dar lo mejor de sí, centrándose en lo bueno y positivo, que es lo que interesa promover y lo más específico de cada uno. Siendo "buscadores de talentos", propios y ajenos, y no tanto "cazadores de defectos"... Te lo cuento en el post: "resaltar lo bueno de los demás". Ayudar a nuestros hijos a descubrir su talento, su misión, el sentido de su vida. Siempre relacionado con los demás.

       
Por tanto, la libertad alcanza su mayor despliegue cuando somos capaces de amar. Es lo más propio de la persona, y lo que la hace feliz.

La felicidad es como el corolario de una vida plena, con sentido, al querer de veras y alegrar a los que tenemos cerca. Es decir, al buscar su bien, ese ideal al que están llamadas.




       
Llegados a este punto, podemos poner cariño en todo lo que hacemos, para dar un toque más cálido a nuestros "alrededores". Primero en la propia familia y luego con los amigos o conocidos... Como señala Tomás Melendo, "En mi familia, y desde mi familia..." Y es el modo de mejorar el mundo, desde cada persona, desde cada pareja, desde cada  familia, célula viva y fundamental, ¡imprescindible!, de la sociedad.







       
Espero que te haya gustado el post y que te ayude a la hora de descubrir talentos y plantear retos. Puedes compartir con amigos. ¡Feliz día!




                                                                  Mª José Calvo
                                                        Optimistas Educando y Amando
                                                                  @Mariajoseopt



Dejo algunos enlaces relacionados con el tema:






 * "Soy Capitan": pilotar la propia nave


 * Educar-para-la-libertad I (una aventura en el castillo) 


 * Crecimiento-personal



 * Lucha-personal-y-resiliencia 
                                                   
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2020/01/ser-quienes-somos.html

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