Madurar es saber usar la libertad personal. Pensar con claridad hacia dónde encaminarse, y voluntad para llevarlo a cabo, contando con el corazón.
La voluntad libre es el pilar fundamentar de la personalidad,
y en los adolescentes está en formación.
Aporta capacidad de decidir y luchar por metas valiosas,
y muy necesaria para aprender a querer a los demás.
Por eso es preciso entrenarse en pequeñas superaciones cotidianas,
en buenos hábitos y virtudes
que vayan conformando el carácter y la personalidad.
En adolescentes, mucho más:
son como los "ladrillos" que forman el edificio de su personalidad.
Y todo ello se consigue con lucha personal por lograr lo mejor de sí: su "mejor versión"..., pero ¡la suya! No la que a nosotros los padres nos parezca mejor.
Por eso es importante descubrir sus cualidades y fortalezas para hacérselas notar y que las desarrolle. Y solo el cariño auténtico e incondicional permitirá descubrirlas. Debemos animarles y darles una visión optimista de ellos. Ver más allá de lo que salta a la vista un tanto "chocante" en ocasiones.
Es más eficaz y positivo centrarse en las cualidades, en sus anhelos más profundos, en lo que destacan, para fomentarlo. Ponerse unas "gafas tintadas" que permitan descubrir y ver todo lo bueno que tienen, ¡que es mucho!, su energía y belleza interior que lucha por emerger. Su vocación, y su rebeldía y ansias por mejorar el mundo… Aceptar y valorar a cada persona en su singularidad, que las personas no somos cantidades, como apuntara Miguel de Unamuno. Es el punto de partida para quererlos de veras, y que puedan mejorar, siendo a fondo quienes son.
Necesitan entrenarse en "autodominio" de sí mismos para ser más libres y poder encaminarse hacia metas valiosas y nobles... Y no tanto, dejarse seducir por el primer impulso que se les presente.
Ese autodominio se logra con voluntad entrenada, aprendiendo a aplazar gratificaciones, pensando en un medio-largo plazo, y con buenas motivaciones. Tienen toda esta etapa para ir conquistando retos.
Por eso necesitan plantearse pequeños objetivos, en el ámbito que ellos quieran, y darles muchas oportunidades de llevarlo a la acción. Con sus amigos pueden concretar esos hábitos y virtudes. Sin recordarles todo el día sus fracasos o debilidades...
Quien se aprende a vencer en lo pequeño podrá afrontar retos más grandes. Y una virtud no es un "cada vez más difícil", sino fuerza, y un disfrute cada vez mayor. Ya lo decía Aristóteles. ¡Hay que experimentarlo!
Por otro lado, las virtudes también son la base de unas buenas relaciones personales y de amistad. Y son imprescindibles en el amor. Por ejemplo, la comprensión y generosidad, su gran corazón..., la alegría, el pensar en los demás y el sacrificio gustoso por ellos, la responsabilidad... Así, las van ejercitando en las distintas circunstancias, les hacen mejores personas, y les capacitan para querer. Lo cual es vital pensando por ejemplo en una relación de pareja.
Debemos ayudarles a que actúen con cabeza, en libertad responsable. Descubrir el sentido de los valores, que encaminan a la verdad y la bondad, porque son pequeñas especificaciones del bien. De esa forma, pensar ante determinados comportamientos, si son nobles y buenos, o, no ayudan a ser mejores personas.
@Mariajoseopt
* Maduración cerebral y afectividad
* "10 "Tips" para ayudar a tu hijo adolescente"
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