ADOLESCENTES:
CONQUISTAR UNA LIBERTAD RESPONSABLE
Madurar es saber usar la libertad personal. Pensar con claridad hacia dónde encaminarse, y voluntad para llevarlo a cabo, contando con el corazón.
La voluntad es la facultad raíz de la persona. Permite actuar en libertad, trazándose metas valiosas e intentando lograrlas. Además es un complemento a otras facultades, como la razón y la afectividad y un refuerzo de las propias capacidades. El "timón" de la vida.
Es típico en la edad adolescente la inestabilidad emocional, y la exaltación de afectos, debido a los cambios cerebrales que sufren en ese proceso.No controlan bien sus sentimientos y estados de ánimo, no saben cómo sentirse en ocasiones, y tienen muchos altibajos emocionales que deben ir aprendiendo a valorar y modular.
La voluntad libre es el pilar fundamentar de la personalidad,
y en los adolescentes está en formación.
Aporta capacidad de decidir y luchar por metas valiosas,
y muy necesaria para aprender a querer.
Por eso es preciso entrenarse en pequeñas superaciones cotidianas,
en buenos hábitos y virtudes
que vayan forjando el carácter y la personalidad.
En adolescentes, mucho más:
son como los "ladrillos" que forman el edificio de su personalidad.
Y todo ello se consigue con lucha personal por lograr lo mejor de sí: su "mejor versión"..., pero ¡la suya! No la que a nosotros los padres nos parezca mejor.
Con los hábitos y virtudes, a nivel cerebral se refuerzan y forman nuevas sinapsis y circuitos neuronales que facilitan esas acciones... Algo básico de la personalidad, que utilizará toda la vida. Con palabras del gran Santiago Ramón y Cajal sobre la voluntad:
Por eso es importante descubrir sus cualidades y fortalezas para hacérselas notar y que las desarrolle. Y sólo el cariño auténtico e incondicional permitirá descubrirlas. Debemos animarles y darles una visión optimista de ellos. Ver más allá de lo que salta a la vista un tanto "chocante" en ocasiones, o que no nos gusta.
Es más eficaz y positivo centrarse en las cualidades, en sus anhelos más profundos, en lo que destacan, para fomentarlo. Ponerse unas "gafas tintadas" que permitan descubrir y ver todo lo bueno que tienen, ¡que es mucho!, su energía y belleza interior que lucha por emerger. Su vocación, y su rebeldía y ansias por mejorar el mundo… Aceptar y valorar a cada persona en su singularidad, que las personas no somos cantidades, como apuntara Miguel de Unamuno. Es el punto de partida para quererlos de veras, y que puedan mejorar, siendo a fondo quienes son.
Necesitan entrenarse en "autodominio" de sí mismos para ser más libres y poder encaminarse hacia metas valiosas y nobles... Y no tanto, dejarse seducir por el primer impulso que se les presente.
El ámbito de la libertad personal en el que puede cobrar todo su potencial, es el interior de cada persona. Aunque las circunstancias fueran terribles, siempre hay un reducto interior que nadie puede invadir.
Y ese autodominio se logra con voluntad entrenada, aprendiendo a aplazar gratificaciones, pensando en un medio-largo plazo, y con buenas motivaciones. Tienen toda esta etapa para ir conquistando retos. Eso les hará más responsables.
Por eso necesitan plantearse pequeños objetivos, en el ámbito que ellos quieran, y darles muchas oportunidades de llevarlo a la acción. Con sus amigos pueden concretar esos hábitos y virtudes. Sin recordarles todo el día sus fracasos o debilidades...
Quien se aprende a vencer en lo pequeño podrá afrontar retos más grandes. Y una virtud no es un "cada vez más difícil", sino fuerza, y un disfrute cada vez mayor. Ya lo decía Aristóteles. ¡Hay que experimentarlo!
Por otro lado, las virtudes también son la base de unas buenas relaciones personales y de amistad. Y son imprescindibles en el amor. Por ejemplo, la comprensión y generosidad, su gran corazón..., la alegría, el pensar en los demás y el sacrificio gustoso por ellos, la responsabilidad... Así, las van ejercitando en las distintas circunstancias, les hacen mejores personas, y les capacitan para querer. Lo cual es vital pensando por ejemplo en una relación de pareja.
Debemos ayudarles a que actúen con cabeza, con libertad. Descubrir el sentido de los valores, que encaminan a la verdad y la bondad, porque son pequeñas especificaciones del bien. De esa forma, pensar ante determinados comportamientos, si son nobles y buenos, o, no ayudan a ser mejores personas.
Como te contaba en post anteriores, que enlazo abajo, los adolescentes son todo emociones, vividas al máximo, sin apenas control que racionalice y modere bien esas vivencias. Su cerebro está aprendiendo a manejarse, controlando y modulando emociones. Se están reestructurando circuitos neuronales y redes. Están en pleno cambio. Por eso, no dejarles solos frente a situaciones que les desborden, aunque a ellos les guste el riesgo al límite, o crean ser ya “maduros”.
Ayudarles a pensar, a tomar decisiones, incluso antes de que les sucedan imprevistos, para que lo tengan un poco pensado y puedan responder mejor, con cabeza, como te cuento en el post de control emocional.
La libertad debe ir “de la mano” de la responsabilidad: que vaya siendo una libertad responsable. Cuando se actúa en libertad, se asumen las consecuencias de los actos y se potencia la responsabilidad. Si uno falla, especialmente los hijos, que están precisamente aprendiendo, se vuelve a intentar, como en todo.
Una libertad bien enfocada tiende a ser responsable. Por eso, la maduración de la libertad desemboca en la responsabilidad. Hay que ir dando libertad a los hijos en ese aprendizaje, la que puedan manejar en ese momento, donde no tengan un accidente mortal si caen...
Es como una “cota” que pueden ir conquistando con su comportamiento. Tienen que ir aprendiendo a pensar y reflexionar, a controlarse y tomar decisiones pensadas. Y esa libertad alcanza su mayor despliegue cuando uno es capaz de apuntar a lo bueno, a lo que nos hace mejores personas.
El preocuparse de los demás les ayuda a descentrarse de sí mismos y madurar. De ahí la importancia de que ayuden en la propia familia, a los amigos, en voluntariados... etc. SE trata de enseñarles a querer. Te lo cuento en ese post.
Por tanto, aprovechar las ocasiones del día a día para entrenar en pequeñas cosas... Habilidades que pueden ir desarrollando y haciéndolas vida, como nos sucede a todos.
La empatía y el trabajo en equipo, que tanto les gusta, saber mirar a los ojos y ponerse en su lugar..., la generosidad para prestar una ayuda, el perdón, que "reinicia" y permite un nuevo comienzo, la perseverancia en metas concretas, atender a los amigos, la resiliencia para no abatirse con las dificultades... etc.
Y esa madurez la van consiguiendo mediante una lucha personal. Con voluntad entrenada y todo nuestro cariño y apoyo, pero desde un segundo plano. Con nuestra escucha atenta y comprensión, ese mirar lo que no saben expresar, y nuestra coherencia de vida. Sin "discursos"..., que no escuchan.
Pero ¡ellos son los protagonistas! Así van adquiriendo el sentido de lo bueno, que nos mejora, y de lo que no es correcto y hace daño. Y esa libertad posibilita conducirse y hacerlo vida: "a golpes de libertad", que diría Ortega. Porque el ser humano es un ser "responsable", pues responde con sus decisiones y su conducta a lo que de verdad le importa.
Me viene a la imaginación la gran obra de "El Señor de los Anillos", de JRR Tolkien, tan espectacular, de la que te cuento pinceladas en otros post. Tomando alguna idea suya nos puede ayudar a entender nuestro papel de padres en estas edades especiales.
Por ejemplo Gandalf: es un "sabio", buen consejero, que anima y caldea los corazones... Pone a cada uno en situación de elegir, de tomar decisiones para acometer su vida. Y les ayuda en lo que necesitan, sin suplantar su cometido. Es más, desaparece cuando ese personaje debe tomar la iniciativa por sí solo y usar su libertad. Como le sucede a Frodo con su misión de portar el Anillo... Les encamina a ser responsables con sus decisiones y acciones... apuntando alto, aunque suponga sacrificio, renuncia, tesón, esfuerzo, o dolor, si la meta vale la pena.
Se trata de pensar "qué hacer con el tiempo que se nos ha dado"... como le dice a Frodo al inicio de su "viaje"... en Bolsón Cerrado.
Puesto que, como ya apuntaba Aristóteles, los actos van haciendo virtud, (o vicio, según las decisiones tomadas), y van forjando la personalidad. Y las buenas acciones aportan mayor libertad y responsabilidad, que de eso se trata. Somos seres libres, con anhelos de belleza, capaces de amar. Casi nada.
Dejo parte del artículo editado en la revista Hacer Familia, de Ed. Palabra, que te recomiendo.
Espero que te haya sido útil, y que lo compartas si te ha gustado... ¡¡Gracias!!
optimistas educando
@Mariajoseopt
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2021/07/libertad-responsable.html
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