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viernes, 25 de julio de 2025

FORJAR EL CARÁCTER DE LOS HIJOS



                                                  FORJAR EL CARÁCTER 
  

     
En la educación de los hijos, los buenos hábitos que se aprenden en familia son fundamentales, y tienen mucho que ver con la plasticidad cerebral. Hemos visto en otras entradas el desarrollo y maduración cerebral, y el aprendizaje, junto con esos hábitos en edades infantiles.

Conocer los ritmos naturales en los que desarrollan determinadas capacidades y destrezas es bueno para ayudarles a crecer, sin perder de vista la singularidad de cada uno, sus cualidades y características, que debemos ayudar a fomentar.



Desde el nacimiento el cerebro está en continuo desarrollo y formación gracias a esa plasticidad suya, que permite el aprendizaje a cualquier edad. Y se traduce en formación de neuronas y conexiones o sinapsis entre ellas: nuevos caminos, circuitos y redes que conectan y amplían posibilidades y funciones. Y luego, con sus uso frecuente en forma de hábitos se van haciendo más sólidas y estables... Se afianzan. Todo esto ya lo investigó y descubrió Ramón y Cajal.



El cerebro se estimula y cambia, y por tanto aprende, desde muy pequeños, con las percepciones y vivencias, en un ambiente cálido y afectuoso en familia, con palabras amables, pensamientos y conversaciones que guardamos en la memoria y el corazón. Y más adelante con las propias acciones, decisiones, gustos... Todo influye, incluso el sueño: fundamental para todos los procesos. Te cuento algo en "plasticidad I, II..."





Dejo a modo de índice unos puntos que iremos viendo:

1- Partimos del temperamento y cualidades
2- Construir el carácter
3- En familia    

4- Un libro 
5- Afectividad y sensibilidad   
6- Preparando la adolescencia 




1) Partimos del temperamento 


En la educación de nuestros hijos partimos de las características heredadas: del temperamento de cada uno. Luego se puede modelar y trabajar para forjar su carácter y personalidad concreta, anclada en sus virtualidades, cualidades y talentos propios.   





Ante cualquier estímulo, situación, emoción, dificultad..., la respuesta depende del temperamento, pero se va configurando en la infancia con la educación y el aprendizaje.


* Analizando las vías neurológicas, la información la recibimos a través de los sentidos pasa por el tálamo hacia el cerebro más emocional: el sistema límbico o "basal", y ahí adquiere una tonalidad afectiva positiva o negativa, agradable o desagradable. Cada uno percibe la realidad de una manera un tanto singular, personal, según su afectividad. Y eso es lo que anima al aprendizaje de lo que más le "llega" dentro al niño, o al chico, junto con las motivaciones...


Aquí es importante el referente de los padres sobre lo que es bueno o malo, y la resonancia y feedback con ellos, pues en familia se aprende lo importante, en ese ambiente de cariño. De ese modo se forma el "yo" del niño, en la resonancia con un "tú". El bebé desde que nace necesita ser acogido e interpelado... De ese modo se aprende a pensar y relacionarse.




        


     

La afectividad también facilita experimentar la dicha de hacer lo correcto, y de ayudar a los demás, lo cual hace de retroalimentación positiva. 



Posteriormente, la información se integra en distintas áreas cerebrales, algunas corticales, se unifica y pondera, y se emite una respuesta adecuada en cada circunstancia. Te lo cuento en "emociones: ¿cómo respondemos?"... Pero estas zonas maduran más tarde.





2) Construir el carácter


Las respuestas del temperamento, más reflejas y primarias, se pueden modular y educar. Por ejemplo mediante el pensamiento, y, con unos buenos hábitos desde pequeños. De ese modo ser menos impulsivos, habituarse a pensar antes de actuar o responder, adquirir o fomentar cualidades, hábitos y virtudes, que dan una facilidad de acción, mediada por valores intemporales. Es lo propio de una persona, que la diferencia de los animales, y lo que va conformando su carácter. 


Porque, hacia los 7 años, el pensamiento de los niños tan imaginativo se hace más lógico y razonado, las respuestas y acciones más deliberadas, se interiorizan y van modelando su carácter. Así, los hábitos se transforman en virtudes, motivadas por el amor, y mucho más enraizadas y hechas libremente.


Pero, partiendo de los talentos y características de cada uno, para lograr virtudes concretas que dan singularidad, y aportan autodominio, con objetivos y retos a medio largo plazo. Esto facilita el actuar bien, por criterios. Así forjar el carácter y la personalidad, ¡madurar!, para en último término ser capaces de querer a los demás. 




                


Por tanto, es importante tener ideales altos, nobles, y plantearse metas en ese sentido. Y los hábitos y virtudes, que apuntan a ellos, lo facilitan. 






* Como decía, partimos de las cualidades singulares y puntos positivos de una persona, y tenemos otros apoyos como son la confianza y cariño de los padres, el "cerebro social" y el "cerebro empático", las neuronas espejo... que ayudan precisamente a un sano apego en los niños, a conectar en familia con los seres queridos, a relacionarse bien, a lo cual nos sentimos inclinados y necesitados. 


* Los hijos también necesitan para el desarrollo de su personalidad el despliegue de la creatividad, y de las tareas y encargos del hogar, que a ellos les encantan, si se lo permitimos. Es más, esto viene inscrito en los genes, junto con la tendencia a comunicar y cooperar, como ha investigado el genetista J. Bauer. Los genes no son egoístas... como decían algunos.


El niño nace con ganas de realizar tareas que le gustan y retan, con ideas de desarrollar su creatividad y habilidades. Se concentra y disfruta, y su cerebro produce neurotransmisores y sustancias mensajeras neuroplásticas como la dopamina, la oxitocina, los opiáceos endógenos… que hacen que esté muy a gusto, disfrutando y aprendiendo. Es el estado de “flow” del que tanto te hablo, tan rico para el desarrollo cerebral.





3) En familia

Pensando en nuestros hijos, muchas veces nos preocupamos de que tengan muchos conocimientos, idiomas, música, y otras actividades y habilidades, sin darnos cuenta de que vivir unos valores humanos es fundamental, e imprescindible para conducirse como personas. Y concretarlo en hábitos cotidianos. Es lo que va formando estructuras sólidas en el cerebro para asentar otras funciones y habilidades en el futuro. Y es como la base donde se sustentan otros aprendizajes.


Podemos aprovechar estos momentos más sensibles con los que nos obsequia la naturaleza, en su formación: esos "periodos críticos" del neurodesarrollo, que te explico en otros artículos. En ellos se desarrollan de la mejor forma, con un aprendizaje mayor y más eficaz. Por ejemplo, el desarrollo sensorio motor, el habla y la comunicación, tan importante para relacionarse, y las capacidades superiores, que comienzan desde pequeños, además de las bases humanas de la personalidad.


Es más, la familia es el ámbito por excelencia de las verdaderas relaciones humanas, y del amor incondicional. "Sólo" requieren tiempo y cariño, estar de veras presente: convivencia familiar. Y es precisamente lo que nos "construye" y "re-construye" día a día, al sentirnos queridos y poder querer a los demás... Lo cual nos hace más felices.           
             
    
En estas edades pueden aprender a vivir esos hábitos que ven personificados en sus padres. Podemos intentar seducir con la belleza de la alegría, de la generosidad del corazón, el agradecimiento, la sinceridad, el optimismo, la confianza y empatía, la fortaleza, ayudar a los demás... Así como la responsabilidad, el esfuerzo, la resiliencia, o la integridad y coherencia personal, en los más mayores

Es decir, convertir el hogar "en un lugar delicioso", que apunta Chesterton, para respirar el oxígeno de la libertad...






* Por tanto, para concretarlo en la vida familiar:



a) Predisposición natural, un modelo, y entrenarse


Sabemos que hay una predisposición natural en las personas para tener unas cualidades humanas, pero los hijos necesitan que se lo mostremos, y mostremos su atractivo. Y les demos muchas oportunidades de ensayar, entrenarse, experimentar y llevarlo a la acción.


De ahí la importancia de crear tiempos y ambientes en familia para conversar con los hijos de forma distendida, hacer comidas y tertulias entrañables, tener en cuenta a los demás, y alegrarles la vida con gestos y detalles llenos de cariño y ternura. ¡Convivir! De ese modo aprenden, como por ósmosis, lo más importante, y esos hábitos y virtudes que cuidamos, vivimos, y concretamos con ellos. Siempre darles ejemplo de lucha por intentar vivir eso que queremos y el corazón anhela... Animarles a esos ideales nobles, desarrollando sus talentos.





b) Ir construyendo el carácter y la personalidad

Se podría decir que, los "ladrillos" del edificio de la personalidad son las virtudes personales. Y una virtud es un valor personificado, hecho vida, que da fuerza para realizar esa acción del mejor modo, y además disfrutando.


La palabra virtud significa fuerza, y debe estar motivada por el amor. 2v El amor es el trasfondo de todas ellas.  


Son disposiciones estables necesarias para vivir con dignidad, y ayudan a controlar impulsos y emociones, más primarias, de forma inteligente, buscando el bien integral de la persona.


Esas acciones van formando circuitos neuronales, cada vez más señalados y eficientes, interconectados entre sí, formando redes, que facilitan el obrar bien: con criterios y valores. Y capacitan para ser buenas personas, con corazón atento a los demás.




 


Esta adquisición de buenos hábitos y virtudes fortalece la voluntad. De ese modo, al entrenarse en pequeñas cosas, poniendo el corazón, desarrollan su personalidad, y serán capaces de acometer retos mayores.

Además favorecen el autodominio, necesario para pensar cómo actuar, controlar respuestas emocionales reflejas, y por tanto ser más libres y responsables. Esto super importante preparando la adolescencia... Todo ello les va capacitando para poder amar: la asignatura más relevante de la vida, y la que nos hace de veras felices... pues la persona está diseñada con un corazón para querer.








4) Un libro                            


A este respecto te traigo un libro muy interesante de A. Mullins, "Educar el carácter de tu hijo", de Ed. Palabra, que te recomiendo, y dejo algunas pinceladas.


Este autor nos habla de 4 hábitos base para ir formando el carácter de cada hijo:


-Sensatez de juicio, o claridad de pensamiento

-Autocontrol


-Fortaleza

-Responsabilidad



Estos hábitos se harán virtudes..., entorno a los 7 años.



* Las dos primeras, sensatez de juicio y autocontrol, son más del interior de la persona y dan fuerza para pensar, controlar la mente y los impulsos y pasiones, buscando lo bueno, lo bello, tan relacionados.        



* Las dos siguientes, la fortaleza y la responsabilidad, son un poco hacia fuera. Permiten sobreponerse a las dificultades, y afrontar tareas y compromisos que conlleva la vida.




Así forjar una buena personalidad que sepa pensar con claridad, armonizar cabeza y corazón, y querer a los demás.








Continuará...






Espero que te haya gustado, y puedes compartir con amigos. Dejo abajo la URL.




Mª José Calvo
Médico de Familia
Optimistas Educando y Amando
https://optimistaseducando.blogspot.com/2025/07/forjar-el-caracter-de-los-hijos.html

domingo, 6 de julio de 2025

EL CORAZÓN HABLA AL CORAZÓN I

 

                              "EL CORAZÓN HABLA AL CORAZÓN" I


El ser humano está diseñado con un corazón para amar, con afecto puro y limpio, ¡noble! Tiene anhelos de infinito... con unas directrices inscritas en su corazón. 

"El hombre es una criatura con un misterio en su corazón que es más grande que él mismo", apunta Hans Urs Von Balthasar.


Lo que más nos llena son las buenas relaciones personales: que nos comprendan y escuchen, que nos tengan en cuenta, el trato amable con otras personas, los detalles de cariño y afecto... etc. Cada persona necesita sentirse querida: es su necesidad básica.

Es necesario poner el corazón, además de la cabeza, en el encuentro con los demás. Que todos notemos y sintamos ese cariño, artífice del buen desarrollo personal. 





Una persona posee una capacidad de amar y de alegrar enorme, que debemos poner "en marcha" a nuestro alrededor. Aprendemos a amar en el seno de la propia familia, desde bien pequeños, gracias al amor recíproco de nuestros padres: origen de la vida de cada uno y fuente de desarrollo y crecimiento personal a lo largo del tiempo. 

En el hogar, mediante las conversaciones familiares, se aprende a escuchar, a comprender, a sentir empatía, construyendo relaciones verdaderamente humanas. Teniendo en cuenta sentimientos y afectos, para ayudarse mejor entre todos.


Se trata de hacer acopio de cariño y momentos compartidos para poder concretar y regalar ese amor, y darlo a manos llenas a quienes elegimos querer, en las distintas circunstancias de la vida. 

Para ello es imprescindible la confianza y escucha atenta con quienes conversamos en cualquier ámbito, espacios de silencio, centrar la atención en los otros, percibir sus estados afectivos y emocionales... Colocarse en su lugar, ver con los ojos del alma.

Y ser delicados, atender sus necesidades, incluso antes de que lo expresen... De ese modo se desarrolla más plenamente esa sensibilidad y comprensión, a la par que la personalidad, y se aprende a querer mejor, con un corazón grande donde caben todos.


Cuando uno se siente de veras querido, se fortalece y se "ilumina" por dentro, y es capaz de actuar de forma excelente, darlo todo y rubricar su mejor versión.


El corazón es importante: es el centro y raíz de la persona. Su núcleo más íntimo. El soporte de la personalidad, expresa Ortega. Venimos con unas preferencias y anhelos del corazón de bondad y bellezaY cada uno "vale" lo que vale su corazón, pues en él se ponderan las cosas, da armonía a las diversas facetas de la personalidad, y uno "pesa" lo que ama.






Un gran pensador, que ha dejado un inmenso legado, J.H. Newman, daba mucha relevancia a la imaginación y al corazón, y acuñó: "el corazón habla al corazón”. Hay que saber escuchar, comprender, empatizar y conectar con las personas. Mucho más en familia, primera y principal “escuela” emocional. 


Y la importancia de la imaginación: un medio para el conocimiento de la realidad. Newman decía que la imaginación es capaz de alzar la realidad, de levantarla: la "real-iza" para poder contemplarla. También es una capacidad imprescindible para comprender realidades inmateriales, lo que no vemos, tocamos, pero atisbamos... 



La imaginación conecta con la afectividad y el corazónLos afectos están en nuestra vida, impregnan la realidad, y hablan al corazón. Y éste es el nexo de unión con la imaginación. Apunta este autor: "al corazón se llega habitualmente, no a través de la razón, sino de la imaginación".  Por eso, si queremos llegar al corazón de una persona, usar la imaginación, pensar cómo se encuentra, qué anhelos tiene..., cómo atenderle y ayudarle.





El corazón habla directo al corazón. Se activa y resuena con otro corazón: empatiza y se conmueve. Las personas mejoramos con el trato personal, al pensar en los otros, y ofrecer ese cariño que tenemos. Las fronteras del corazón son inexpugnables..., con el amor se dilatan, crecen, y embellecen a esa persona.






Un pensamiento del gran Charles Dickens, que supo transformar una sociedad masificada y poco comprensiva en algo mucho mejor... : "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el que lo conoce las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico". 


Qué importante conocer y tener en cuenta todos estos aspectos de lo más íntimo del ser, de forma armónica, y hacerlos vibrar. Con cada uno, "a su estilo". Adivinar el lenguaje que más le "llega".



Es más, Pascal nos advierte que el corazón tiene sus razones que la razón no entiende... Es otro mundo valioso, genuinamente humano, por explorar, preservar y cultivar.


Cultivarlo es aprender a valorarlo y ponerlo en lo que de veras vale la pena, con afectos tiernos y nobles que nos engrandecen y mejoran. Porque, esta potencia humana anhela infinito y belleza, que es el esplendor de lo verdadero, de lo bueno; lo que nos atrae e ilumina la vida entera. Y hacia donde queremos mirar...


La sabiduría innata del corazón nos ayuda a relacionarnos, a pensar en los otros, a ser mejores, con mayor plenitud personal, y como consecuencia más felices.








* ¿Y el papel de la afectividad?

"La amabilidad es el lenguaje que el sordo puede oír, y el ciego puede ver", apunta Mark Twain.


La afectividad es propia de la persona: los sentimientos y afectos nos "llenan" y conmueven, y ayudan a querer: aumentan la capacidad de amar, pues hacen experimentar la dicha de hacer felices a los demás. ¡Esa es la clave!




Para ello es necesario
entrenarse en pequeñas cosas, gestos y detalles, atenciones y delicadezas, hábitos y virtudes, muy relacionadas, que dan facilidad para obrar en esa dirección..., y además disfrutando cada vez más. Ya lo decía Aristóteles.

Por ejemplo la amabilidad y delicadeza, tan necesarias, la confianza, la escucha atenta, la sinceridad, base de todo lo demás, la honradez e integridad personal, la lealtad, la generosidad, la compasión, la gratitud, la sencillez de corazón y el perdón, imprescindible en cualquier relación, el servicio a los demás... llegando al corazón.

Aprovechar las energías latentes de la afectividad para aprender a amar más y mejor... Cuidar las relaciones interpersonales. Tenemos un cerebro empático y social: estamos creados para relacionarnos, y todos necesitamos sentirnos acogidos, y acoger a los demás. Así construir un ambiente cálido, alegre, de relaciones llenas de gentileza y resonancia afectiva, donde crecen las personas al sentirse queridas, pues así estamos diseñadas.



Continuará....




La afectividad nos ayuda a amar. 

Querer a una persona es ayudarle a desarrollar lo mejor de sí,
lo que está llamada a ser,
 procurando su bien, su mejor versión.

 Consiste más en dar que en recibir,
 y tiene mucho que ver con la generosidad y la empatía,
con un corazón grande que sabe trascenderse
 y por eso rebosa alegría.







De ese modo nos descubrimos como personas,
 y también descubrimos a los demás en sus mejores actuaciones.





Para acabar, una cita de Jane Austen: "Mira en tu propio corazón, porque quien mira afuera, sueña, pero quien mira adentro se despierta".


Espero que te haya gustado, y puedes comentar y compartir con amigos. ¡Muchas gracias!


  
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                                                              Mª José Calvo
                                                              @Mariajoseopt
                                                  optimistaseducando.blogspot.com


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