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miércoles, 23 de marzo de 2016

EL DOLOR Y EL AMOR



                              El AMOR Y EL DOLOR, EL DOLOR Y EL AMOR



                En familia es importante que enseñemos a nuestros hijos el valor del amor. Es preciso que aprendan a querer, al calor del cariño del hogar. Y lo captarán fundamentalmente, a través de nuestro comportamiento. En nuestros detalles de agradar los demás, de mostrar agradecimiento, ternura, de preocuparnos por sus cosas, sus intereses…, en la forma de mirar a nuestro esposo/a, en hacer que él/ella sea lo primero, lo más importante.





                Muchas veces intentamos evitar que nuestros hijos sufran, y les damos una vida “entre algodones”. Pero las dificultades, los fracasos, el dolor, suelen ser catalizadores de la maduración personal, porque nos brindan oportunidades de luchar contracorriente, donde no las habría de otra forma.



                Entonces nos podemos preguntar: ¿es bueno evitar en sufrimiento a nuestros hijos? O, ¿es mejor hacer niños fuertes, y darles recursos ante las contrariedades y enseñarles a manejarse en las tempestades…? ¿Cómo educarles en la resiliencia, para que no se quiebren al menor contratiempo?


               Parece que los árboles que crecen contra el viento tienen las raíces más profundas. ¿Nos sucede esto a las personas?


                Cuando hay situaciones difíciles es donde se ve la consistencia real de las personas. Si son fuertes, si sus raíces son profundas, o por el contrario si son débiles y se las lleva el viento…

                Esto sucede cuando formamos niños blanditos por darles todo fácil, por evitarles todo tipo de dificultades y “reveses” de la vida, porque de esa forma, les quitamos la oportunidad de afrontar cada reto, de luchar por lo que quieren, de acometer proyectos e ilusiones… 




                La escritora inglesa Virginia Wolf, nos señala algo sobre el dolor. “La enfermedad es como remover la tierra donde está plantado un árbol: quedan al descubierto las raíces, y se ve lo profundas y fuertes que son.”

              Se ve lo que de verdad somos, lo que de verdad nos importa en la vida, lo que llevamos en el corazón. Porque ya no intentamos aparentar, y nos mostramos tal cual somos, sin máscaras, sin protección, sin intentar parecer lo que no somos.


         El dolor, a veces nos permite hacer un alto en el camino, para reflexionar sobre lo importante de nuestra vida, y no tanto sobre lo inmediato que nos reclama la atención. Porque llevamos con frecuencia una vida muy activa y muchas veces, no nos paramos a pensar. 




         La vida conlleva sufrimiento. El amor requiere sacrificios, renuncias, ausencias, pensar en los demás, crecer como personas, mostrar comprensión, empatía…  Unido al amor, siempre está el dolor.




            Pero cuando el sufrimiento está asumido por el amor, representa una ayuda para la superación personal y nos ayuda a madurar. El dolor nos hace más humildes, aceptamos nuestras posibilidades, y nos abrimos a la realidad de las cosas, y a los demás. Nos afectan más las personas con dificultades. Pero es el amor el que mitiga el dolor, porque le da su fuerza, le da sentido, y nos ayuda a remontar. 


            Lo que nos pasa es que cuanto más amamos, somos más vulnerables, y nos exponemos a sufrir más por amor. Son las dos caras del amor. No se puede amar verdaderamente sin sufrir. Y por otra parte, el dolor y el sufrimiento que nos viene dado, son la “piedra de toque del amor”. Cuando se demuestra si queremos o no a alguien, porque le apoyamos de forma incondicional. Es decir, no solo cuando todo va bien y es fácil hacerlo, sino cuando requiere más esfuerzo y sacrificio gustoso por esa persona.






           Por eso, es bueno enseñar a nuestros hijos las “dos caras” del amor, porque lo aprenderán, sobre todo, al ver cómo nos manejamos en esas circunstancias. Ellos nos están mirando todo el día, y aprenderán a manejarse con nuestros referentes. Vamos marcando “la senda” por donde ellos caminarán, según nuestros valores, y nuestras prioridades. Hace falta desbrozar un sendero seguro que nos lleve a la meta valiosa…  


           
           Educar a una persona es “educarla para el amor, con amor, sin miedo a lo que pueda sufrir si sabe amar de veras…”







                 
El gran Juan Pablo II decía a los enfermos de un hospital, que el sufrimiento es un modo peculiar de amar. Consolaba a los que sufrían. Que para amar de veras hay que desprenderse de cosas, pero sobre todo de uno mismo: dar gratuitamente, amar hasta el final. Es el secreto de la felicidad. Y una expresión muy suya: ¡No tengáis miedo! ¡El amor siempre vence!      



Dejo un dibujo de un artista, Antonio Gervas, @dibupills, que además, transmite una gran enseñanza llena de humanidad. El corazón humano está diseñado para conmoverse... y querer a los demás.





          En estos días de descanso de Semana Santa, podemos pensar un poco acerca de este tema, para interiorizar algunos valores como pueden ser el amor y el dolor...




           Hay una película preciosa, especial para el tema que nos ocupa que es “El hombre que hacía milagros”, de Naomi Jones y dirigida por Mel Gibson. Es la mayor historia de amor: la de Jesús de Nazaret, narrada desde la perspectiva de una niña: Tamar. Tiene una música alegre, una animación muy conseguida, y una dirección espectacular. Dejo un corte... 






           Y para los más mayores, se puede ver y repensar “La Pasión” de Icon Production, dirigida por Mel Gibson, con James Caviezel. También hay una entrevista que le hicieron sobre su papel, y cuenta cosas impresionantes. 






           
Espero que te haya sido interesante el post, y gracias por difundirlo. ¡Feliz Semana Santa!

                                                                           Mª José Calvo.
                                                              optimistas educando y amando




URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2016/03/el-dolor-y-el-amor.html

martes, 15 de marzo de 2016

LA MISIÓN DE LA FAMILIA




MISIÓN DE LA FAMILIA


         
Siempre es buen momento para repensar un poco acerca de la grandeza de la familia: la más amable de las creaciones humanas. Donde el amor y la libertad florecen... 
         
Porque, la familia es una institución natural que nace del amor. De ese “generador” del amor de los esposos, que da su luz y su calor en todas las circunstancias de la vida.






Cada familia es una comunidad de personas fundada y vivificada por el amor. Como expresa el profesor Pedro Juan Viladrich: “El lugar natural privilegiado en el que es posible nacer, vivir, y morir como persona”, con toda la grandeza y dignidad que conlleva. En ella se nos quiere por quienes somos, no por cómo somos o lo que tenemos… La escuela del más rico humanismo, gracias a ese amor incondicional que la sustenta.


Y es el ámbito propio de la persona: donde se construye y re-construye cada una, se siente de veras valorada y querida, y puede amar y darse sin límites. Donde es acogida con todas sus consecuencias. Así, conseguir su propia plenitud y perfección personal, abriéndose a los demás: lo que está llamada a ser cada una.


         
La familia no es una agrupación sin más de personas de diferentes edades, emparentadas entre sí, sino "una estructura social muy peculiar y específicamente humana", como señala Elisabeth Lukas, continuadora del pensamiento de Viktor Frankl, que resulta insustituible. Base de la arquitectura social.


         
Se podría decir que, la "misión" de la familia es custodiar el amor. Nace del amor, el amor es su esencia, y transmite amor. Más explícitamente es capaz de estimular, de acoger, de acrecentar, de demostrar, de aquilatar y de comunicar el amor entre sus componentes: primero entre los esposos, núcleo y origen de ella, y luego hacia los hijos, fruto de ese amor recíproco. Y de él se "alimentan" siempre.




       
Por ello, esforzarnos con ilusión para que nuestro amor como pareja, cada día se parezca más a ese destello del enamoramiento… Y así conseguir lo mejor de cada uno, de sus cualidades y talentos específicos..., pensando en el otro. También para ayudarles a lograr eso tan grande a lo que está llamado a ser cada uno, y la propia familia. De ahí la maravillosa expresión de que la familia es el ¡santuario del amor!




        
Ya se ve que el amor es el “factor unitivo" de la familia, lo que atrae unos a otros, lo que hace lograr “armonía” en la pareja, y una “armonía” de amores familiares. Primero entre los esposos, porque de ese amor surgen el resto de amores: a los hijos, a los padres, entre los hermanos, a los amigos... En círculos concéntricos desde los más cercanos hasta donde lleguemos, pues el amor es expansivo y generoso de por sí. 


Un pensamiento bien bonito de G.K. Chesterton, que plasma algunos aspectos de la familia: “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen... no es la fábrica ni la oficina, ahí veo yo la importancia de la familia.” 





     
Por otro lado, la familia permite crear un ambiente de confianza y libertad, donde cada uno puede crecer como persona y lograr su mejor personalidad. Lo que está llamado a ser.
                                              
Es en la familia donde se “forjan” personas que puedan actuar como tales, que mejoren y humanicen la sociedad con la fuerza del amor, confiando y motivando a los demás. Es el lugar privilegiado del “amor incondicional”, y la auténtica escuela emocional donde se aprende a tratar a los demás, a tener en cuenta sus pensamientos y sentimientos... sobre todo por la forma en que se tratan los padres entre sí.


        
Por tanto, estos tres conceptos forman un "trinomio" difícil de separar: "persona-amor-familia". Ninguno crece solo sin los otros. Lo propio de la persona es amar, y la consecuencia del amor es la familia. También el origen de cada persona... La familia es el santuario de la vida.


                                                
Todas las relaciones del mundo se gestan y nacen de la que se establece entre los esposos, en cada familia. De ahí la importancia de cada familia para construir un mundo mejor... Familia a familia. Ya lo apuntaba el gran humanista Juan Pablo II. Te lo cuento en el post: como es la familia, así es la sociedad.


                                                        * * *


      
Por otro lado, la familia es la mayor aventura que nos podamos imaginar. El lugar de lo creativo, de lo arriesgado y hasta de lo heroico… cuando se tienen las motivaciones adecuadas y uno lucha por hacerlo vida.

Como señalara Charles Péguy, el poeta de la esperanza: “Sólo hay un aventurero en el mundo, como puede verse con diáfana claridad en el mundo moderno: el padre de familia -o la madre de familia-.
       
Los aventureros más desesperados son nada en comparación con él. Todo el mundo moderno está organizado contra ese loco, ese imprudente, ese loco osado, ese varón audaz que hasta se atreve en su increíble osadía, a tener mujer y familia… 

Todo está en contra suya. Él, y solo él, está de verdad involucrado en las cosas del mundo. La única aventura que existe es la suya…”






"Aterrizar" en la propia familia, que es más que uno se pueda imaginar... Decía Chesterton: es como entrar en un "cuento de hadas"...





       
No debemos ser pesimistas, porque el amor es lo que da su fuerza y energía para luchar y superar todo tipo de obstáculos. Para bregar con ilusión, esfuerzo y optimismo cada día. ¡Nunca darse por vencidos!, siempre hay algo que se pueda hacer para superar dificultades y llegar a la meta. Y si es con una sonrisa ¡tanto mejor! 

Contando siempre con el poder del perdón para sanar heridas... Además, ¡nos va a ayudar la persona que más nos quiere del planeta…! ¡Es una misión para dos!, y no es misión imposible...






      
Por tanto, es vital enseñar a nuestros hijos la entraña del amorEs lo que les dará más sentido e ilusión a la vida. Que nuestro cariño pase de generación en generación, y de ese modo alcancemos nuestra plenitud como personas revitalizando la familia, cada familia, nuestra familia. Y eso redundará en los ambientes cercanos...

       
La armonía en la pareja se transmite a los hijos como por “ósmosis”… Reciben todo nuestro cariño, del que se alimentan siempre, y además somos su modelo de amor, su referente. 

       
Esa es nuestra "misión": 

aprender a amar, 
entrenarse cada día, 
¡custodiar el amor!, 
y enseñar a amar a los hijos...
dejarles un buen legado.






Porque, de lo que hagamos en cada familia, con cada persona, depende la sociedad y el mundo entero… Como reza el título de un gran libro, del profesor Oliveros F. Otero, “Familia sana, Sociedad sana”. Otro que te recomiendo en este sentido, de Tomás Melendo, precioso, Familia, ¡sé lo que eres". 





       
Dejo un dibujo de un artista, Antonio Gervas, @dibupills, que transmite una gran enseñanza llena de humanidad. El corazón humano está diseñado para amar..., y alcanza su mayor despliegue en la familia. Y como consecuencia es feliz.

Dejo enlaces relacionados:











                                                                               Mª José Calvo
                                                                     optimistas educando y amando
                                                                                @Mariajoseopt



         
Aquí dejo el artículo publicado en la revista #HacerFamilia, que te recomiendo. Editorial Palabra. ¡¡Gracias!!
                             
                                                                








URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2016/03/la-mision-de-la-familia.html

martes, 8 de marzo de 2016

LA MUJER




                                        UN TRABAJO PARA LA ETERNIDAD...



Este post, en honor de cada mujer, debe comenzar con la dignidad de cada persona por el sublime hecho de serlo. Una persona es algo tan grande, con una belleza y trascendencia, que no se puede comparar con otra realidad, excepto con otra persona. 

La persona es un ser relacional, un “ser de aportaciones”, un ser efusivo, y un “ser destinado al amor”. Porque, debido a su grandeza, únicamente las personas son capaces de amar y solo ellas merecen ser amadas. 

       
La persona no es algo, sino alguien, que suscita admiración por su tremenda belleza y potencial. Cada persona es un gran regalo ante el que solo cabe sorprenderse y acogerlo con gratitud. Por eso, se la debe aceptar por sí misma, por su dignidad y valor en sí misma.



La grandeza de la mujer…
           
En este contexto podemos abordar la grandeza y belleza de la mujer, sobre todo por ser persona, como lo es el varón. Sólo que, cada uno tiene unas cualidades diferentes, en las que es especial y distinto del otro. Esto es debido a que son dos formas de ser persona, que además son recíprocas y se complementan, para formar una familia, base y célula de la sociedad humana. No existe persona cabal sin familia. Todos necesitamos que nos muestren el cariño para ser auténticas personas, capaces de tener en cuenta a los demás, y poder amarles.


     


       La mujer en general tiene unas cualidades singulares muy concretas. Es capaz de acoger a los demás, y en especial en la relación en pareja, al esposo. En cambio, al él le gusta salir a su encuentro. Es lo más específico de cada uno.

            Por ejemplo, la mujer es capaz de conocer y comprender a los demás, de percibir sus fortalezas. Posee un instinto que la lleva a ser delicada y amable, elegante, simpática y paciente. En ella reside la ternura. Sabe distinguir entre la masa a cada persona, estableciendo un vínculo con cada una de ellas. Y sabe que las personas son más importantes que las cosas, con una distancia infinita… 

           Acoge en su corazón a las persona que más quiere. Nunca se olvida de ellas. Quizá estas cualidades tienen su origen, como señalara la gran filósofa Jutta Brurggraf, en la relación tan intensa que tiene con la vida... Está diseñada para ello.

         Todas estas fortalezas forman parte de su ser, de su forma de ser como mujer. No es algo accidental o cultural, sino propio de ella. Es la forma de su personalidad. Es amable ¡porque ama!, y en el amor se da de una forma admirable… Y es la manera de humanizar un poco este mundo en el que vivimos y nos movemos.



         Y, donde se manifiestan esas cualidades de una forma excepcional es en la maternidad. Acoge a un nuevo ser dándole vida, no solo corporal, sino espiritual, por ese cariño y ternura ingente con que lo envuelve. 





Respecto a la posibilidad de formar una familia…


           Estamos en una sociedad donde ser madre a veces es una opción personal, o un derecho que se reclama, o algo incompatible con un trabajo... Pero la maternidad es algo mucho más esencial y profundo. Interesante, vital, y además fuente de felicidad. Pero requiere un ambiente seguro, estable, y lleno de cariño: y ese es ¡la familia!


           La mujer es el lugar donde se puede concebir una nueva vida, porque está preparada de forma natural para ello. Un foco nuevo de vida fuera de ella, un ser que puede pensar por cuenta propia, que puede querer a los demás..., ¡algo increíble, maravilloso y entusiasmante!

                                       
        Gracias a ello se forman nuevas generaciones de personas verdaderamente humanas, capaces de ser comprensivas, empáticas, responsables, de pensar en los demás... Tenemos una gran suerte y una gran responsabilidad, porque todo lo importante surge y se fragua en la familia y desde la familia.


             Ella, primero, y siempre, acoge al varón, y después a cada hijo que viene a este planeta, consecuencia del amor mutuo, que se derrama y concreta en el hijo, síntesis vital y real de los padres. Y no solo en el patrimonio genético, en el que aportan exactamente la mitad cada uno, sino en todos los demás aspectos. Aunque cada persona es "singular, única, insustituible", como señala Miguel de Unamuno. No comparable.

 
            La maternidad afecta a la mujer hasta las profundidades de su ser. También cambia su cerebro, lo hace más empático, más tierno, le capacita para ser sensible especialmente con ese hijo, y también con las personas con las que se relaciona. Y tienen mucho que ver las hormonas que se segregan durante el embarazo, cuyo efecto prosigue después del parto..., momento en el que le son muy necesarias.


             Comprender y valorar su papel en la historia de la humanidad. Posee unos dones especiales que el mundo necesita, como por ejemplo su sonrisa.


             Por otro lado, su realización no está tanto en un trabajo profesional absorbente, ni siquiera en el trabajo del hogar con una mira chata, sino que cada una debe pensar qué hacer con su vida y poner su alma en las tareas que escoja. Ya sea el trabajo de dirigir una familia, muchas veces más importante y necesario que dirigir una multinacional, o, ya sea compatibilizar con otro trabajo fuera de casa..., logrando sinergia.

             Cuando pone detalles de cariño en cada cosa que hace se siente mejor y más realizada. Ese es su "secreto", y lo que le hace más feliz.


             Sin perder de vista que la propia familia precisa de tiempo y cariño, dedicación, y saber priorizar: poner primero lo primero, ¡lo importante! Como señalara S. Covey, primero "las piedras grandes"... Atender a las personas, a su crecimiento y maduración, que, gracias a la entrega de los padres, formarán la futura sociedad...



            Una cita del genial G. K. Chesterton respecto  al "trabajo" de la mujer-madre: "En el hogar, una mujer puede ser decoradora, cuentacuentos, diseñadora de moda, experta en cocina, profesora... Más que una profesión lo que desarrollan son veinte aficiones y todos sus talentos. Por eso no se hace estrecha de mente, sino creativa y libre." 

  

             Pero, a pesar de ello, la misión de la mujer no es la "funcionalidad", sino poner armonía en el mundo. Sea en el ambiente que sea. La mujer siempre es "madre"...





           Estar pendiente de todas estas cosas, saber gestionarlas bien, y de una "personita" concreta, en el caso de la maternidad, poner cariño en cada detalle, confiere capacidades únicas a esa mujer. Y no tiene nada que envidiar a las que no lo hacen. Por ejemplo, saber priorizar y relativizar, mostrar empatía y comprensión, delicadeza, trabajo en equipo, flexibilidad, capacidades de liderazgo y resolución de problemas... etc. 


         Por eso, ser mujer, y formar una familia, ¡siempre es "un plus”!

                                          
        Su casa y su familia, su conversación, su ambiente de trabajo, ella misma, están llenas de dulzura y paz, de armonía, de cariño, y ¡de humanidad…!




Una poesía de un joven, enamorado de una mujer…

"Las estrellas brillan por millones
Y nadie salvo Dios sabe su numero.
Pero una sola, ¡ella!, fue escogida
Aun antes de nacer para mí solo.
¿Cómo puede un mortal tropezar con su amor
Y no volverse loco?”




        

Ella es capaz de hacer las cosa ordinarias de cada día con un amor extraordinario…  

                                      
Espero que te haya gustado, y puedes compartir con amigos mediante los botones de abajo, o copiando la URL. ¡Muchas gracias!





Mª José Calvo
Optimistas Educando y Amando
@Mariajoseopt 







Dejo enlaces sobre:


* ¿"conciliar", integrar?: Si quieres, ¡puedes!, y logras ¡sinergia...!



Y pongo un vídeo que me gustó mucho acerca de uno de los trabajos más importantes de la mujer, aunque no siempre suficientemente reconocido... Y que configura esa institución natural llamada familia: donde se construye cada persona en un ambiente de cariño.

             
Cuánto depende de la mujer, el que llegue a ser eso... ¡¡una Familia!!






           
URL:https://optimistaseducando.blogspot.com/2016/03/la-mujer.html