DESARROLLO INFANTIL
(de 0 a 6 años)
III. MARCO NEUROLÓGICO
Todos los padres queremos el buen desarrollo armónico de nuestros hijos. Que sean auténticas personas, que lleven el timón de su vida y sepan pensar en los demás... Para ello debemos atender a todos los aspectos personales, concretados en los marcos de desarrollo infantil. Hemos comentado el marco familiar, que engloba todo, y el antropológico: el referente a la persona, con la alimentación y el sueño.
Es la base para construir una buena personalidad, partiendo de la singularidad de cada uno, de sus cualidades. También trataremos el marco psicológico y el pedagógico.
En este post me centro en el desarrollarlo del sistema nervioso: el estrato anatómico de diversas funciones y capacidades. Cómo maduran las distintas zonas cerebrales y cómo aprovechar su conocimiento para el buen desarrollo de los hijos. Es decir, la neurobiología y el desarrollo, enfocado en la educación de los hijos.
Lo divido en dos temas, por si quieres elegir:
1) Desarrollo cerebral y maduración
2) Cerebro y aprendizaje
El desarrollo humano se realiza especialmente en las primeras etapas de la vida. Toda esa potencia está como concentrada en el recién nacido... La curiosidad, el asombro, la admiración del niño, son su principal motor de aprendizaje, con los estímulos y ambiente de familia tan rico en afecto. El cariño que recibe en la propia familia es vital, literalmente: el artífice de su buena maduración.
Todo crecimiento va de dentro afuera, no al contrario... Decía la doctora Montessori: "La palabra educación no debe ser entendida en el sentido de enseñar, sino de asistir al desarrollo psicológico del niño".

El cerebro es un órgano que no está formado, ni mucho menos "acabado" en el nacimiento, sino que tarda muchos años en organizar conexiones y madurar, desde las funciones más primarias, a otras más complejas. Y siempre se está modelando y adaptando, es decir, cambiando: es muy plástico para ser capaz de tantas funciones esenciales.
Desde la gestación, su desarrollo es consecuencia de la formación de tejido nervioso, sobre todo de neuronas y células gliales. Y con el nacimiento, se forman innumerables conexiones o sinapsis entre ellas. En el nacimiento ya posee muchas neuronas, pero no están apenas conectadas entre sí. Estas conexiones irán en aumento sobre todo en el primer año de vida, y también hasta los tres años sucesivos. Lo cual se traduce en un aumento del perímetro craneal.
Y posteriormente va disminuyendo ese crecimiento, y con la adolescencia hay un pico muy notable, con una reestructuración del tejido nervioso, y la envoltura de fibras nerviosas con vainas de mielina, que mejora la conducción de los impulsos.
Respecto al desarrollo embriológico, el cerebro y todo el sistema nervioso se desarrolla gracias al estímulo de las hormonas placentarias. En las primeras 8 semanas de la gestación se realiza en "femenino". Luego, si los genes son XY, es decir, si se trata de un varón, se diferencia en ese sentido. Si no, sigue su curso. Cada célula del cerebro, como de todo el organismo, está dotada con esa herencia genética: XX o XY. Posteriormente, cuando ya está más formado, el sistema nervioso controlará el sistema hormonal placentario.
En las primeras etapas de la vida el cerebro aumenta de forma anatómica, en especial el tamaño y el grosor de la corteza cerebral. Más adelante, se siguen formando sinapsis entre neuronas, aunque de forma menos notable. El niño adquiere gracias a ello funciones vitales como las autónomas, frecuencia cardíaca y respiratoria... Luego la percepción, capacidades sensorio-motoras, para seguir con la marcha o deambulación, el habla y el lenguaje, la relación con los demás y el conocimiento... etc.
A partir de la pubertad, con las hormonas sexuales elevadas en sangre, hay una reestructuración del tejido nervioso, con una poda selectiva y un aumento de sinapsis, circuitos y redes neuronales, que permitirán unas funciones superiores de la persona. Por ejemplo el control de impulsos, pensamiento analítico y la toma de decisiones, la planificación, el juicio y valoración de acciones... En cambio, otras sinapsis que no se usan se atrofian o desaparecen. También se recubren las terminaciones con mielina para conducir mejor el impulso.
Los genes determinan el patrón y funcionamiento básico de circuitos cerebrales, pero en ello influyen el entorno y las hormonas. El entorno tiene mucha importancia en el neurodesarrollo de cada persona, en especial en fases tempranas, e interactúa con la base genética, pudiendo permitir, estimular, o retrasar la maduración. Es la llamada regulación genética o epigenética.
Desde el embarazo aparecen cambios según el ambiente, la relación con los demás, el cariño de los padres, su sonrisa, su amabilidad, la melodía de su voz, el vínculo de apego... Y posteriormente las propias sensaciones, movimientos, percepciones, acciones..., que van moldeando el cerebro, gracias a la enorme plasticidad que posee.
Plasticidad neuronal sináptica es la capacidad de formar nuevas sinapsis: la base de todo aprendizaje. También nuevos circuitos, conexión de redes más antiguas, nuevas ramificaciones entre axones y dendritas... etc. Todo ello permite el aprendizaje y relación de multitud de cosas, pensamientos, acciones, sentimientos, situaciones...
El movimiento en los niños es fundamental: estimula la formación de circuitos cerebrales y el aprendizaje. Y sobre ellos se podrán asentar más capacidades.
Esta plasticidad es máxima en las primeras etapas, y luego va disminuyendo, excepto en la adolescencia, en la que se hace mucho más notable. Así se va formando la personalidad e identidad de cada uno.
Cada persona es única y se desarrolla según la interacción de muchísimos factores, como acabamos de ver. También gracias al ejercicio de su libertad.
El aprendizaje humano se realiza especialmente en las primeras etapas de la vida, y se basa en la curiosidad y el asombro del niño. Como ya señalara Tomás de Aquino, son su principal "motor" de aprendizaje. También, como apuntara Aristóteles, con la capacidad de admiración, base para el conocimiento, y con los estímulos de la vida cotidiana en un ambiente acogedor, rico en cariño.
De este modo se desbloquean los genes antiestrés, y se siente seguro y a gusto.
Primero se desarrollan los sentidos: la vista, que todavía tiene que madurar, el oído, el gusto, los olores, en especial de su madre... Y esa curiosidad innata de los niños que centra la atención y la mantiene... Vital para el aprendizaje, también en fases posteriores. Lo cual supone la creación de nuevas sinapsis, incluso de neuronas en el hipocampo, gracias a esa plasticidad propia del cerebro.
El pensamiento profundo y el estudio, el entusiasmo en la vida, también pueden producir neurogénesis; es decir, formación de neuronas a cualquier edad.
Además, el niño necesita un buen modelo para fijarse y aprender. Y luego, ejecutar esa acción, pues tienden a imitar a quienes quieren. La confianza innata es vital. Ahí estamos los padres: nos están contemplando todo el día, y lo aprenden todo por la vía del cariño y la interactuación personal. También gracias al sistema de "neuronas espejo" y los sistemas del yo y el tú, tan importantes en las relaciones con los demás.
Le gusta repetir las cosas hasta asimilarlas. Desde que nace nos observa atentamente, y aprende intentando imitar en todo. Hay que aprender a crear un ambiente de cariño, y seducir con la belleza de lo bueno y noble, con los valores humanos nobles, que no pasan de moda, hechos vida.
* Desde pequeños
Cuando el niño está en la cuna, con los tiempos de sueño, comidas, higiene, paseos…, y cuando va creciendo, con horarios, rutinas, encargos…, a base de ejecutar unas acciones, se forman múltiples ramificaciones en las neuronas, creando sinapsis entre ellas. Y éstas se ven reforzadas con los estímulos adecuados, que respeten sus ritmos naturales biológicos pausados.
El periodo más importante en relación con estas sinapsis es el primer año, y luego hasta los 3. Es un periodo de “explosión sináptica”, o de formación de innumerables conexiones y aprendizajes básicos que usará toda su vida.
Por eso es importante no quemar etapas, dejarle un conocimiento experiencial, que use todos sus sentidos, que explore y perciba la realidad a través de ellos, y que vaya siendo autónomo cuanto antes, aprendiendo habilidades, disfrutando, interactuando con otras personas...
Respetar sus ritmos de crecimiento, sus periodos ventana de mayor sensibilidad para adquirir una determinada función, como el periodo sensoriomotor, la deambulación, el habla y lenguaje, el pensamiento y las capacidades superiores... Son los llamados periodos críticos del neurodesarrollo.
Apoyándose en la belleza de la familia, de las personas, de los detalles de cariño, de la naturaleza. Dejarles percibir sensaciones, sonidos, colores, texturas, explorar, mirar, comprender, experimentar...
Y fomentar el juego, fuente importante de aprendizaje vital, de habilidades... y de relación con los demás. Donde aprende todo: a moverse, a calibrar, a ensayar, a equivocarse. Aprende cuando algo le entusiasma, y esas emociones abren la atención y se centra en ello. Por ejemplo le encanta hacer tareas y encargos propios de su edad, y desarrollar sus capacidades. Dejémosles...
La curiosidad del niño, el asombro, la ilusión por conocer, hacen que le entusiasme todo. La admiración y la emoción que el mundo despierta en ellos es la “chispa” que enciende la atención y la mantiene viva. Sus ganas de explorar y experimentar alimentan ese entusiasmo… Entonces su cerebro va secretando sustancias mensajeras neuroplásticas que lo nutren y remodelan.
Además los niños vienen a este planeta con ansias de desarrollar su talento, su creatividad, algo ya inscrito en los genes, como la comunicación y la cooperación. Los genes son capaces de ayudarnos a ser originales y creativos, a establecer lazos... Esto lo ha investigado un genetista: Joachim Bauer. Es el modo de actuar de la naturaleza humana.
Estas capacidades se despliegan cuando el niño disfruta, y permiten un estado mental emocionante de “flow”, al estar inmerso en una actividad que le apasiona, desconectado del resto. Está feliz descubriendo eso tan increíble para él, disfrutando al máximo. Como nos sucede a los adultos al trabajar en algo con entusiasmo...
Por otro lado, cuidar el uso de pantallas: no usarlas de "niñeras"... Y cuanto más tarde mejor. Se ha visto que frenan el desarrollo cerebral: el lenguaje, la atención, el pensamiento, la empatía, las relaciones... etc.
Respetar la naturaleza del niño, sus tiempos lentos de desarrollo, sus juegos imaginativos, su pensamiento mágico… Permitir que experimente lo que le gusta. Poseen una necesidad grande de conocimiento y de aprender cosas. El silencio, el pensamiento, su autonomía..., son importantes.
* En la adolescencia
Posteriormente aparece una reorganización de la estructura cerebral, con una “poda selectiva” de ramificaciones que no se usan y un reforzamiento de otras sinapsis, junto con la creación de nuevas conexiones, resultando mucho más eficaces. También según las cualidades y gustos, los talentos, las emociones, los intereses y el aprendizaje, las motivaciones, vivencias… En definitiva, según la afectividad y libertad de cada persona.
De ese modo poder adquirir funciones superiores, que posibilitan el pensamiento analítico, el autocontrol emocional, la capacidad de decisión, la voluntad... etc. Todo ello muy relacionado con la corteza prefrontal. Se relacionan distintas zonas consolidando en circuitos y aprendizajes en la memoria.
* Maduración cerebral
El desarrollo y maduración neuronal comprende hasta los 18-20 años, aunque hasta los 25-30, o incluso más, no se completa con lo más complejo y característico de la persona: las funciones superiores.
Lo primero en madurar a nivel cerebral son las zonas que coordinan el movimiento, así como zonas sensoriales y su relación con otras áreas: somatosensoriales, de asociación... etc. Luego las zonas emocional y cognitiva con el sistema límbico, (de "limbus"), por donde pasan las aferencias que llegan al cerebro con la información del exterior. Muy relacionado con las emociones, el aprendizaje y la memoria. Posteriormente con la pubertad, se estimula la corteza prefrontal: lo último en completar su desarrollo, con sus conexiones y relaciones con otras áreas.
Se podría decir que la maduración del cerebro aparece en una onda desde atrás, hacia adelante y hacia arriba. Desde las capas más básicas o “primarias”, pero vitales, hacia las más complejas y propias del ser humano.
En las chicas se suele desarrollar antes la zona cerebral del lenguaje, que suele estar en el hemisferio izquierdo, con sus dos componentes: sensitivo para entender, y motor para hablar. Y en los chicos cobra más relevancia la zona visuoespacial, situada sobre todo en la zona parietal del hemisferio derecho, y la zona visual occipital. Esto es en general, aunque puede haber excepciones.
De todas formas el cerebro adolescente no ha terminado de madurar. Es más, está en pleno cambio y reestructuración de redes. Lo emocional lo viven con mucha fuerza y colorido, pero el control de emociones e impulsos, y la toma de decisiones son todavía inmaduras, sin las sinapsis adecuadas.
No podemos pedirles que se comporten como un adulto. Por otra parte, no se les puede dejar solos frente a situaciones que les desborden: seguir acompañándoles, aunque en un segundo plano.
Enseñarles a usar el pensamiento, la imaginación y la libertad, a ensayar respuestas a situaciones frecuentes que puedan ocurrir. Que sepan decir un "no" a tiempo a algunos comportamientos que les harán daño. Guiarles. A veces hay que ser ese "freno" que todavía no tienen. Más tarde lo agradecerán.
Consolidar hábitos saludables, dieta sana y ejercicio, sueño con suficientes horas, pues en etapas adolescentes requieren mayor número de horas. Podemos decirles: "cuida tu cerebro, y más adelante lo agradecerás".
Porque las acciones van creando hábitos, con sus correspondientes refuerzos sinápticos, y éstos forjan el carácter, y acabarán modelando la personalidad de cada uno.
Lo que más le gusta a un niño es moverse libremente. Cuantas más oportunidades de movimiento tenga, mejor. Y cuanto más sentidos emplee, con oportunidades de experimentar, mejor conocerá el mundo que le rodea y mejor desarrollará sus capacidades, gracias a esas sinapsis y plasticidad neuronal.
Es decisivo dar amplia oportunidad de conocimiento experiencial, sobre todo de cero a tres años, incluso hasta los 6 años. También de relación con otras personas, en especial la interactuación con los padres, hermanos... Se establece una resonancia con los demás, aprende a diferenciar el yo del tú del otro, y capta lo que le transmitimos mediante la empatía y el sano apego. Es la "edad de oro" para el aprendizaje de muchas cosas.
Este aprendizaje puede ser de distintos tipos: motor, sensitivo, intelectual, afectivo, emocional… Y es necesario que se integren las distintas formas en su cerebro, y que se sienta de veras querido: participar del amor de sus padres. Algo vital para su buen desarrollo, y fuente de seguridad y estabilidad emocional.
El momento del descubrimiento del "yo", diferente al tú, suele ser hasta los cuatro años. Es buen momento para interactuar, desde muy pequeños. La resonancia que producen las relaciones personales es vital para el buen desarrollo. El yo se construye gracias al tú. Te lo cuento en el post "Plasticidad cerebral".
El juego es vital desde que nace: para un bebé todo es juego. Todo lo aprende por la vía afectiva, por el juego. Tiene un pensamiento mágico. Entorno a los cuatro años, que ya su cerebro está algo más maduro, comienza el juego simbólico, y más tarde, como a los seis o siete años, junto con un razonamiento más claro y lógico, el juego de reglas.
En la vida del niño todo lo capta mediante el juego, y se transforma en juego: aprende jugando, juega aprendiendo, disfruta jugando. La vida es juego, y mediante el juego lo aprende todo. Además le permite soñar, disfrutar, imaginar, resolver problemas, relacionarse, captar sentimientos... etc.
Por eso, es bueno el juego al aire libre, las excursiones, la naturaleza, los paseos por el parque con ellos..., sin dejar de explicarles las cosas que ven, y por supuesto, todo lo que preguntan, adaptado a su edad. Y es fundamental la relación con otros niños, pues enriquece más que cualquier otra cosa. Todo ello va creando sinapsis neuronales, y fijándose en la memoria, empapado de sentimientos.
En este sentido, es importante enseñarles a manejar sentimientos desde pequeños, a tener en cuenta a los demás. No llenarlos de caprichos ni hacerlos en centro del universo, sino ayudarles a pensar en los otros... Siempre cabeza y corazón. Como señala el humanista Tomás Melendo, "educar es enseñar a amar"...
Por otra parte, el cariño es lo que nos permite ver las cualidades de cada uno, para fomentarlas. Así lograr su mejor personalidad, en un clima de confianza. Sentirse queridos es lo que les posibilita desarrollarse bien como personas.
También podemos hablar entre los dos, concretar objetivos y realizar planes de acción. Y disfrutar al máximo del mayor regalo que podemos tener: cada hijo que viene a este planeta.
¡Cómo agradecen que se les mire a los ojos, que se les escuche, que se les acompañe en sus juegos, en sus actividades, en sus trabajos…! Hace falta levantar la mirada de las pantallas, que nos atrapan, para atenderles. Es como si nos dijeran:
“Si te importo, ¡acompáñame!, ¡préstame atención!”
Espero que te haya gustado, y lo puedes compartir con amigos. ¡Muchas gracias!
Dejo enlaces relacionados:
Mª José Calvo
optimistas educando y amando
@Mariajoseopt
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2014/01/marco-neurologico-un-poco-de-neurologia.html
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