LOS "PILARES" DE LA EDUCACIÓN
Cuando uno se enamora y forma una familia, vive entusiasmado, y todo se hace fascinante.
Cuando nacen los hijos, los padres dan lo mejor de sí por ellos...
Por eso, nos podemos preguntar: ¿qué es educar...?, ¿por qué educar a nuestros hijos?, ¿con qué fin...?, y ¿de qué modo...? ¿qué referente tenemos?
Todos queremos que sean personas íntegras, que lleguen a ser felices en la vida, que puedan perseguir sus sueños, que potencien sus cualidades especiales, que se guíen por unos valores y principios universales, y que mejoren el mundo...
Los educamos para que crezcan como personas; para que desarrollen su potencialidad, y puedan ser libres, dirigir su vida... Y, de esa forma, aprendan a amar, a preocuparse de los demás. Es la forma en que serán felices.
Pero a veces, nos enfocamos en metas más cortas o chatas que éstas, como por ejemplo, intentar que tengan miles de habilidades, que cursen una carrera que esté de moda, o, la que tenga más rentabilidad..., sin pensar tanto en que se desarrollen plenamente como personas.
Entonces, ¿cómo podemos educar de veras a nuestros hijos para que sean lo que están llamados a ser?, ¿qué objetivos podemos tener?,¿cómo llevarlos a la acción...?, y, ¿cómo aprovechar el tiempo del que disponemos?
La educación de la persona se realiza desde su nacimiento. El día del "sí quiero", los padres nos comprometemos en la entrega mutua y en construir ese cariño. Y el primer hijo, fruto de ese amor, hace que tengamos el derecho y el deber de hacerlo feliz, y nos confiere el título personal de educadores suyos. Necesita nuestro cariño para desarrollarse bien. De nosotros dependerá su realización como persona.
Y, para que sea feliz, lo que necesita especialmente es el cariño recíproco de los padres entre sí, fuente de confianza y seguridad, para ser partícipe de él. También que se lo demostremos mil veces al día... con achuchones, caricias, besos, sonrisas... Nada es demasiado.
Por tanto, educar a nuestros hijos es la tarea más importante que tenemos entre manos los padres. Podemos recibir todas las ayudas externas que necesitemos, pero somos los primeros y principales encargados de dicha misión.
Por otra parte, de cómo nos queramos mutuamente los padres dependerá lo que aprendan nuestros hijos. Les transmitimos un modelo de amor, además de cariño. Y ese amor es lo que les da energía para crecer y madurar, al sentirse muy queridos... Les aporta esa confianza y seguridad que necesitan; y hace que se potencie el vínculo de apego en familia, en las primeras etapas de la vida. Además, les dará una sana autoestima, basada en el cariño, para valorarse y acometer lo que se propongan.
Cuando hablamos de “pilares de la educación”, primero pensamos en los padres. La educación que recibe el niño depende de la calidad de la formación personal de los padres. Y ésta se refiere no solo a la preparación intelectual, sino, y sobre todo, a la adquisición de unas cualidades, hábitos, virtudes, y modo de comportarse, que el niño trata de imitar. Porque somos sus modelos: están todo el día contemplándonos, y quieren aprenderlo todo... de quienes les quieren.
Por eso, si intentamos vivir con coherencia unos valores, guiados por principios, que no pasen con las modas, ya estamos dando una buena educación a nuestros hijos. Se trata de formarnos, y de mejorar como personas, para esta tarea tan esencial y que poco se valora a veces...
Cada niño que viene a este mundo está pidiendo: “sed como queréis que yo sea, para darme ejemplo”. Este es el regalo y el legado que debemos dejar a nuestros hijos. Y es importante percatarnos de que estamos educando siempre, nos demos cuenta o no, estemos cansados o no, tengamos prisa o no... Es la labor más apasionante que tenemos, y la que nos aportará mayor felicidad. Y está en juego la plenitud personal de cada hijo.
Vamos por pasos con una figura metafórica:
1.- Para construir este "edificio" de la personalidad de cada hijo, lo primero es poner unos cimientos. Para que un niño sea feliz necesita una base sólida: amor y seguridad. Y la seguridad la nota por el cariño de sus padres, y por cómo se tratan entre sí.
El ámbito natural donde se dan es la familia. La confianza nace de la aceptación y amor incondicional que hay en ella, hacia cada persona. La seguridad y la tranquilidad son de vital importancia, especialmente en las primeras etapas de la vida.
Y lo que da mucha serenidad es tener establecido un horario en la vida del niño, y en la nuestra, referente al sueño, comidas, paseos, baño, juego... etc., para intentar tener todo "bajo control". Es preciso organizarse y priorizar tareas pues los niños necesitan ese orden para desarrollarse bien.
En cuanto al amor, no cabe duda de que es el “motor” de la educación, y de la felicidad. Pero el niño debe sentirse querido, no sólo que lo queramos: hay que demostrárselo. También de forma afectiva: con besos, caricias, “apretujones,” y cuantas más veces mejor. Necesita sentirse muy, muy querido. Nunca le querremos en exceso...
2.- Para esta labor tenemos dos pilares: la autoridad y la libertad
a) La autoridad de los padres es un servicio de ayuda en su crecimiento. Como una guía para que puedan crecer y desarrollarse como personas. No es autoritarismo, sino una fuerza que guía el creciente desarrollo de su autonomía; una ayuda para sacar a la luz lo mejor de ellos, todo lo bueno y bello que encierran en su interior, sus cualidades y talentos. Te lo cuento en el post sobre autoridad y tips para ejercerla bien.
b) La libertad, para que sean responsables en sus actuaciones, lógicamente dependiendo de cada edad. Así puedan ser autónomos y pilotar su vida. Es bueno que aprendan a decidir desde pequeños en cosas sin mucha trascendencia, y que sepan que toda acción tiene sus consecuencias. Educar no es domesticar con unos buenos hábitos, sino hacerles capaces de pensar por cuenta propia, y capaces de amar a los demás. El para qué de esa libertad es poder amar: donde se despliega de la mejor forma.
Porque, la persona se construye a "golpes de libertad" como diría Ortega. Y es necesario enseñarles que la libertad va "de la mano" de la responsabilidad: que sea una libertad responsable. Son como las dos caras de una moneda.
3.- Con diversos ingredientes: valores humanos nobles
Con confianza siempre. Confiar en las capacidades de nuestros hijos, en sus intenciones. Confiar es pensar que serán capaces de grandes cosas; es creer en ellos aunque alguna vez fallen o incluso nos puedan engañar. La confianza y el cariño son como "el horno" donde se cuece la mejor personalidad de cada uno... A cualquier edad. Sin confianza no pueden ser ellos mismos, ni ser libres para acometer cualquier meta. Tampoco responsables.
Motivándolos. Con optimismo, viendo primero lo bueno y positivo, con alegría, descubriendo sus cualidades únicas y singulares, sus puntos fuertes, su modo de ser peculiar… Te lo cuento en el post motivar en familia.
Transmitiéndoles unos valores humanos nobles que podemos “poner de moda” en casa, según la edad y el momento en que se encuentren nuestros hijos. Por ejemplo: el orden, el cariño, la sinceridad, saber pedir perdón, perdonar, la amistad, la lealtad, la simpatía, la empatía, la coherencia en nuestras actuaciones, la generosidad, la fortaleza, el autocontrol, la resiliencia… etc.
Estos valores, hechos vida, son los hábitos y las virtudes personales: como los "ladrillos" del edificio de la propia personalidad.
Con sentido del humor, sabiendo desdramatizar, y con deportividad: levantándonos si hemos tropezado porque las cosas no salen siempre a la primera... Te lo escribo en el post "comenzar y recomenzar".
Estos objetivos los podemos llevar a cabo, partiendo de sus cualidades singulares, mediante "planes de acción", que continuados en el tiempo formarán un proyecto vital para cada hijo. De esta forma enlazamos el día a día con el proyecto personal de cada uno, apuntando a metas altas, con amplitud de miras, con corazón.
Así, con entusiasmo para emprender nuestra labor, con paciencia en ver los logros, y con perseverancia para llegar hasta el final y no desistir ante las dificultades, conseguiremos que desarrollen su personalidad, con belleza interior. De ese modo serán libres y capaces de amar y ser amados... Y como consecuencia podrán ser felices, puesto que la felicidad, como señala el humanista Tomás Melendo, es directamente proporcional a la capacidad de amar de cada uno, concretada en obras.
4.- Finalmente las "últimas piedras": exigencia comprensiva
Poniendo exigencia comprensiva, o comprensión exigente, como señala el profesor Oliveros F. Otero, según las circunstancias. Deben saber desde bien pequeños lo que está bien, o mal, por el referente nuestro. Ellos saben que les comprendemos, pero no por eso les dejamos pasar sus comportamientos poco correctos.
Exigir es la forma de sacar a la luz lo mejor de cada persona, lo óptimo, lo excelente, al animarles y estimularles en la lucha. Porque si no, la comodidad, las prisas, quizá estrés del trabajo o las multitareas..., las limitaciones, nos pueden. Por eso es necesario estar con ellos, saber mirar y escuchar, y exigir a cada uno lo que puede dar, con cariño y fortaleza, con paciencia, comprensión y constancia. Y siempre poniendo el corazón, que es dulzura.
Es bueno exigir especialmente en lo importante, poniendo unas normas que guíen su comportamiento para ir encauzando su creciente autonomía. En lo más accesorio y opinable darles muchísima libertad. Por eso tener unos objetivos claros y concretos, y ser firmes con ellos, pero flexibles en los modos de alcanzarlos. Con mucho cariño, y una sonrisa, mayor cuanto más difícil sea lo que tienen que hacer...
¡¡Siempre merece la pena el esfuerzo, sabiendo disfrutar de ello!!
¡¡Siempre merece la pena el esfuerzo, sabiendo disfrutar de ello!!
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Dejo algunos enlaces sobre temas relacionados por si quieres leer:
Mª José Calvo
optimistas educando y amando
@Mariajoseopt
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2013/04/los-pilares-de-la-educacion-como.html
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ResponderEliminarQuerida María José, te has olvidado de las mamás de las mamás :) La educaión de un hijo empezó en la educación de su padres.
ResponderEliminarEl blog promete y te sigo.
Un beso
claro que sí!!!
EliminarDe nuestros valores, motivaciones, personalidad,... Todo influye!!
Y nuestro cariño...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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