MADURACIÓN CEREBRAL Y ADOLESCENTES
El desarrollo y maduración del sistema nervioso se realiza desde la concepción y gestación, y se prolonga hasta los 20-25 años, o incluso hasta los 30, con la adquisición de las funciones superiores, personalidad y la propia identidad.
Todo el desarrollo neurológico se hace de forma armónica y progresiva, pero en cada etapa es más específico algo concreto. Y esa maduración neurológica posibilita unas funciones determinadas en cada edad.
Desde la concepción y gestación se va formando el estrato anatómico del cerebro. Las capas más profundas y primarias, con funciones vitales. Luego otras áreas más especializadas, como zonas sensoriales, motoras, emocionales, de asociación, memoria... Otras de control postural y equilibrio, y más tarde cognitivas... etc. Apareciendo redes de conexión entre ellas, formando el conectoma, que son vitales para valorar, procesar y manejar información.
La corteza cerebral, que es muy extensa y recubre todo, adquiere capacidades más específicas de la persona humana, como el sentido consciente de las percepciones, el conocimiento, junto con la capacidad de pensamiento, de integrar percepciones y sensaciones con movimiento, con capacidad afectiva... etc. Y finalmente, el pensamiento analítico para poder decidir, el juicio, el pensamiento crítico, control de impulsos, empatía, planificación y organización, gracias a la corteza frontal y especialmente la zona prefrontal. La última en madurar.
1) EL CEREBRO ADOLESCENTE
En esta etapa se produce una poda selectiva y un remodelado de la estructura cerebral, con una reorganización de circuitos y redes neuronales. Se pone en marcha por el ascenso de las hormonas sexuales en sangre, por estímulo de la adenohipófisis. Este proceso provoca la maduración cerebral, que se puede prolongar hasta los 25-30 años.
Es típica de esta edad la gran variabilidad afectiva y emocional de los jóvenes. Eso significa que el sistema límbico, y en concreto la amígdala, están en pleno desarrollo, y por tanto muy activos: exaltados. Los adolescentes son muy impresionables, y ven las emociones con gran fuerza y con miles de colores. Y tienen que aprender a estabilizarse, a la par que va madurando su cerebro. Para ello es bueno hablar con ellos, y sobre todo escucharles, comprenderles, estimular y fomentar conductas exploradoras y comportamientos adecuados para que vayan aprendiendo a pensar, a controlarse, a reflexionar. A visualizar con la imaginación un posible comportamiento en situaciones que se les puedan plantear por ejemplo.
Lo más característico de la adolescencia es la poda selectiva de ramificaciones que no se utilizan, y el reforzamiento de algunos circuitos y sinapsis ya establecidos, que se usan más, resultando mucho más eficaces. En ello ayuda el recubrimiento de los axones con las bandas de mielina. De ahí la "sustancia blanca".
Y la creación de nuevos circuitos para asentar unas funciones superiores, como el pensamiento analítico, el control de impulsos, las funciones ejecutivas..., la organización, la comprensión y la empatía. Y esto, dependiendo de las cualidades y gustos personales, de la afectividad y emociones, de los intereses y motivaciones… En definitiva, según la libertad y características singulares de cada persona.
La gran ventaja de esta etapa es que poseen enorme plasticidad sináptica, que es lo que posibilita todo tipo de aprendizaje. Y hay que aprovecharla. Nunca tendrán esa capacidad tan grande, aunque siempre se pueden aprender cosas nuevas con ilusión renovada y entusiasmo. Hasta en edades muy avanzadas... Te lo cuento en el post "entusiasmo".
Y la creación de nuevos circuitos para asentar unas funciones superiores, como el pensamiento analítico, el control de impulsos, las funciones ejecutivas..., la organización, la comprensión y la empatía. Y esto, dependiendo de las cualidades y gustos personales, de la afectividad y emociones, de los intereses y motivaciones… En definitiva, según la libertad y características singulares de cada persona.
La gran ventaja de esta etapa es que poseen enorme plasticidad sináptica, que es lo que posibilita todo tipo de aprendizaje. Y hay que aprovecharla. Nunca tendrán esa capacidad tan grande, aunque siempre se pueden aprender cosas nuevas con ilusión renovada y entusiasmo. Hasta en edades muy avanzadas... Te lo cuento en el post "entusiasmo".
El mayor desarrollo y maduración neuronal se realiza en estas etapas, acabando con el cortex prefrontal, y las funciones específicas que hemos comentado, que en el adolescente todavía están sin madurar totalmente.
Esta maduración sucede como en una onda, desde zonas más primarias y posteriores, a anteriores, y desde abajo hacia arriba..., acabando en la corteza prefrontal.
Madurar es forjar una buena personalidad. En la infancia hay mucha afectividad, todo está sumergido en cariño, y según van creciendo los hijos hay que potenciar el propio pensamiento, sin olvidar nunca el corazón. Desarrollar la razón para reflexionar por cuenta propia, y la voluntad libre, que nos distinguen como personas. Al final de la etapa adolescente, integrar cabeza y corazón, pensamiento y emociones. Que sea el pensamiento quien guíe al corazón y a las emociones, y sea un referente en el actuar de cada uno. "En tu interior pensarás lo que te dice el corazón"...
Sin embargo, todos necesitamos madurar:
pensar con claridad,
armonizar cabeza y corazón,
y aprender a querer a los demás.
* Algunas características más...
En este momento de la adolescencia se hiperreacciona a cualquier estímulo. Por eso les gusta tanto el riesgo, pues valoran mucho la recompensa... No perciben tanto los peligros, sobre todo los chicos, ni se saben autocontrolar eficazmente.
Hay que hacerles ver que muchas veces les falta pensamiento, y animarles a entrenarse en poner un poco de ponderación y autocontrol. Es necesario guiarles desde un segundo plano. Ayudarles a pensar antes de...
Necesitan espacios de silencio, de pensamiento, de reflexionar las cosas, de estar consigo mismos, de música y sueño reparador... que ayudan a estabilizar todo ese sistema exaltado.
Y el gusto por las relaciones sociales y la amistad, sobre todo en las chicas. También según las cualidades y preferencias personales. Porque la persona es un ser relacional, y necesita la interactuación con otras personas para construirse a sí misma. Por eso amplían amistades y les gusta relacionarse con la pandilla. A los chicos les gusta más el deporte, y no tanto las relaciones sociales.
Lo último en madurar será la corteza prefrontal y sus conexiones con otras áreas, con la adquisición de funciones superiores, control de impulsos, toma de decisiones, funciones ejecutivas, la voluntad... etc.
Es lo más característico de una persona, y no se logra quizá hasta los 25-30 años. Una vez madurado, se integra pensamiento y emociones... Porque las emociones y la empatía son necesarias para tomar decisiones, para relacionarse, para prever un comportamiento de los demás, o visualizar el impacto que tienen nuestras propias actuaciones...
Atender al corazón y los sentimientos. Es lo que determina ser emocionalmente inteligentes, aprovechando las emociones para guiar un esfuerzo, un aprendizaje, una relación... Tenerlas en cuenta a la hora de tomar un rumbo, ayudar a alguien, planificar una estrategia, o querer a una persona, con voluntad libre y entrenada, con perseverancia...
Además, todas las células cerebrales tienen la dotación genética de XY, o XX, según se trate de un varón o una mujer. Por eso, cualquier estímulo hormonal, en concreto de los estrógenos, o la testosterona, influye de manera específica en ello. De hecho, desde el embarazo temprano, a nivel fetal, ya aparecen cambios cerebrales según el sexo de esa persona. Y en la adolescencia se hacen más patentes por el mayor influjo hormonal y desarrollo de los caracteres sexuales, primarios y secundarios, (internos y externos), estimulados a su vez por ese ascenso de niveles hormonales en sangre.
* Diferencias por sexo
El nivel de hormonas asciende de forma distinta en chicas y chicos. En ellas el ascenso es más precoz y de carácter cíclico. En ellos sucede más tarde, y es más constante. Esto influye mucho en la maduración diferente entre ambos.
Una característica especial dependiendo del sexo es que en las chicas se suele desarrollar y madurar antes la zona cerebral del lenguaje con sus dos zonas, motora y sensitiva, con frecuencia en el hemisferio izquierdo. Y en los chicos cobra más relevancia la zona visuoespacial, situada en lóbulo temporoparietal, generalmente del hemisferio derecho. Aunque puede haber excepciones.
Otra característica: en las chicas, los estrógenos estimulan neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina, además de los opiáceos endógenos, que aportan bienestar y confianza. Esto está relacionado con su gusto por la amistad, la empatía, las relaciones sociales.
En cambio en los chicos, la testosterona estimula la serotonina, que regula la agresividad y hace que les guste la competitividad y la independencia, y no tanto las relaciones sociales. También les atrae el riesgo, porque conceden mucha importancia a la recompensa emocional.
2) ¿CÓMO AYUDAR A LOS ADOLESCENTES?
El cerebro adolescente no ha terminado de madurar. El sistema límbico está hiperreactivo, pero la corteza prefrontal no ha madurado. Son todo emociones, vividas al máximo, sin el necesario pensamiento y autocontrol de impulsos.
No podemos pedirles que se comporten como un adulto, que puede integrar emociones con pensamiento. Y por otra parte no podemos dejarles solos frente a situaciones que les desborden. Debemos seguir acompañándoles, aunque en un segundo plano, en algunos momentos, y ser el "freno" que necesitan en ocasiones. Saber decir "no" a determinados comportamientos o pretensiones que les dañan.
No podemos pedirles que se comporten como un adulto, que puede integrar emociones con pensamiento. Y por otra parte no podemos dejarles solos frente a situaciones que les desborden. Debemos seguir acompañándoles, aunque en un segundo plano, en algunos momentos, y ser el "freno" que necesitan en ocasiones. Saber decir "no" a determinados comportamientos o pretensiones que les dañan.
Necesitan nuestra guía, aunque no lo crean, o crean ser "mayores"... Más tarde lo agradecerán. Que vayamos encauzando oportunidades para que crezcan en libertad en un ambiente adecuado que les permita aprender a ser responsables, e ir construyendo su propia vida.
Por eso es bueno pensar cómo somos, cómo queremos ser, y cómo queremos que sean nuestros hijos..., porque nos miran con actitud crítica tantas veces. Se están planteando las mismas preguntas esenciales de la vida. Y debemos mostrar un referente claro que les guíe y ayude a madurar y pilotar su propia vida.
Las acciones van dejando una huella, establecen sinapsis, se hacen hábitos, y reestructuran el cerebro. Así se va forjando el carácter de cada uno. Y los hijos tienden a imitarnos sin darse cuenta: debemos ser ese buen referente para ellos. Hacer vida los valores nobles que todo ser humano anhela, y quererles incondicionalmente.
Las acciones van dejando una huella, establecen sinapsis, se hacen hábitos, y reestructuran el cerebro. Así se va forjando el carácter de cada uno. Y los hijos tienden a imitarnos sin darse cuenta: debemos ser ese buen referente para ellos. Hacer vida los valores nobles que todo ser humano anhela, y quererles incondicionalmente.
Además de estimular y fomentar comportamientos adecuados, el tratarles un poco mejor de lo que son en ese momento, como apuntan tantos humanistas sabios, les ayuda a madurar y a conseguir lo mejor de sí mismos. Les presentamos ese ideal para que lo puedan lograr.
Si no, es como si no confiáramos en ellos, como si no los creyéramos capaces de colaborar, de tener iniciativa, de pensar, de ayudar o darse a los demás. Hay que saber motivarles con ilusión y cariño, apuntando a lo mejor, para estimular sus cualidades y personalidad, y luego confiar en ellos. Es como darles "alas" para volar alto..., con libertad para que lo desarrollen. Y eso es lo que les capacitará para pensar en los demás, para poner el corazón y aprender a querer, y los hará más felices.
Sin olvidar el optimismo, tan importante para descubrir y apuntar a lo óptimo, que da fuerza, ánimo y motivación para luchar por metas altas y nobles. Y ¡cambia nuestro cerebro!: estimula sustancias neuroplásticas, aumenta el flujo sanguíneo en la corteza prefrontal, cambia la epigenética o expresión de los genes… Poner ilusión y entusiasmo en la vida siempre es necesario.
De todas formas, los hijos son como los barcos: tienen que salir fuera, y en esto el padre es muy relevante, aprender a manejarse, hacer uso de su libertad... Pero deben saber que siempre podrán volver a puerto seguro para recargar, y seguir bregando...
Dejo algunos enlaces relacionados:
Espero que te haya sido útil, y lo puedes compartir. ¡Muchas gracias!
Mª José Calvo
optimistaseducando.blogspot.com
@Mariajoseopt
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