DESARROLLO CEREBRAL Y EDUCACIÓN I
NEURO-EDUCACIÓN
El conocimiento de la maduración cerebral nos puede ayudar en la formación de nuestros hijos, puesto que es el sustrato anatómico para el aprendizaje, y por tanto para ir construyendo su carácter y personalidad, partiendo de sus cualidades singulares y temperamento. El cerebro es un órgano que no está "acabado" en el nacimiento, sino que tarda muchos años en "formarse" y madurar, y siempre está adaptándose, remodelándose, aprendiendo.
Desde la gestación, el desarrollo del cerebro es consecuencia de la formación de tejido nervioso, sobre todo de neuronas y células gliales. Y posteriormente, también de conexiones o sinapsis entre las neuronas. Se formarán muy especialmente en el primer año de vida, y en años sucesivos. En la adolescencia hay un aumento muy notable de nuevas sinapsis, junto con una reestructuración del cerebro para albergar unas funciones superiores de una persona adulta.
En las primeras etapas el cerebro aumenta de forma anatómica, en especial el tamaño y el grosor de la corteza cerebral. Más adelante se siguen formando muchas sinapsis, aunque de forma menos notable, y hay muchas conexiones formando redes neuronales. Las mayores posibilidades del aprendizaje se realizan gracias a estas conexiones.
A partir de la pubertad hay una reestructuración de circuitos neuronales, y crece el número de sinapsis y redes neuronales que permitirán unas funciones superiores, como son el pensamiento analítico, la toma de decisiones, el autocontrol, el juicio, la empatía... etc.
Los genes determinan el patrón y funcionamiento básico de circuitos cerebrales. También influyen las hormonas, sobre todo en la adolescencia, debido al súbito ascenso estimulado por la adenohipófisis. Pero el entorno y el ambiente de cariño en familia tienen mucha influencia en el desarrollo de cada persona, en especial en estas fases tan tempranas. E interactúa con la base genética, pudiendo reforzar la maduración o retrasarla...
Desde el embarazo aparecen cambios según el ambiente, el cariño de los padres, su sonrisa, su amabilidad, el vínculo de apego, la relación con los demás... Y posteriormente por las propias acciones, con un componente sensitivo, experiencial, perceptivo, motor, propioceptivo... etc., que van moldeando el cerebro gracias a la plasticidad neuronal que posee.
Esta plasticidad es la base de todo aprendizaje, y máxima en las primeras etapas. Luego va disminuyendo con la edad, excepto en la adolescencia, que se hace mucho más notable, y posibilita la maduración cerebral, el aprendizaje tan grande que poseen, y la formación de la identidad de cada persona, con su singularidad tan característica. Cada cerebro es único, como la persona.
Desde la gestación, el desarrollo del cerebro es consecuencia de la formación de tejido nervioso, sobre todo de neuronas y células gliales. Y posteriormente, también de conexiones o sinapsis entre las neuronas. Se formarán muy especialmente en el primer año de vida, y en años sucesivos. En la adolescencia hay un aumento muy notable de nuevas sinapsis, junto con una reestructuración del cerebro para albergar unas funciones superiores de una persona adulta.
En las primeras etapas el cerebro aumenta de forma anatómica, en especial el tamaño y el grosor de la corteza cerebral. Más adelante se siguen formando muchas sinapsis, aunque de forma menos notable, y hay muchas conexiones formando redes neuronales. Las mayores posibilidades del aprendizaje se realizan gracias a estas conexiones.
A partir de la pubertad hay una reestructuración de circuitos neuronales, y crece el número de sinapsis y redes neuronales que permitirán unas funciones superiores, como son el pensamiento analítico, la toma de decisiones, el autocontrol, el juicio, la empatía... etc.
Los genes determinan el patrón y funcionamiento básico de circuitos cerebrales. También influyen las hormonas, sobre todo en la adolescencia, debido al súbito ascenso estimulado por la adenohipófisis. Pero el entorno y el ambiente de cariño en familia tienen mucha influencia en el desarrollo de cada persona, en especial en estas fases tan tempranas. E interactúa con la base genética, pudiendo reforzar la maduración o retrasarla...
Desde el embarazo aparecen cambios según el ambiente, el cariño de los padres, su sonrisa, su amabilidad, el vínculo de apego, la relación con los demás... Y posteriormente por las propias acciones, con un componente sensitivo, experiencial, perceptivo, motor, propioceptivo... etc., que van moldeando el cerebro gracias a la plasticidad neuronal que posee.
Esta plasticidad es la base de todo aprendizaje, y máxima en las primeras etapas. Luego va disminuyendo con la edad, excepto en la adolescencia, que se hace mucho más notable, y posibilita la maduración cerebral, el aprendizaje tan grande que poseen, y la formación de la identidad de cada persona, con su singularidad tan característica. Cada cerebro es único, como la persona.
*Aprendizaje
El desarrollo humano se realiza especialmente en las primeras etapas de la vida, gracias a la maduración cerebral, y favorecido por la curiosidad y la capacidad de asombro de los niños.
Como señalaran los sabios griegos, y Tomás de Aquino, son su "motor" interno de aprendizaje. Y la forma en que se "despierta" la atención y aprende. El aprendizaje y la maduración van estrechamente unidos.
Aristóteles señalaba que el saber empieza por la admiración, por hallarse ante algo que es, pero que uno no se sabe muy bien cómo ni porqué ha llegado a ser... Eso origina la contemplación, ese percibir belleza.
Y esa admiración es como la "chispa" que enciende la atención, para enfocarse en lo que le atrae, y puede así aprender. También es vital para descubrir y comprender conocimientos en fases posteriores, y para aprender.
* Desarrollo
Lo primero que se desarrolla es la percepción de los sentidos: la vista, que todavía tiene que madurar, el oído, el gusto, los olores, en especial el de su madre... Junto con la capacidad de motora, que irá perfeccionando poco a poco, mediante la repetición de movimientos, experimentos, como tirar un juguete para ver qué pasa, mover una silla, coger un objeto, jugar con la boca para hacer "sonidos"... etc.
Desde que nace, el niño nos observa atentamente, y aprende intentando imitarnos en todo. Además, le gusta repetir una acción hasta asimilarla y hacerla suya.
Por eso es necesario que tenga un buen modelo en quien fijarse. En estas etapas necesita mucho cariño: sentirse querido de veras... Ese sentirse querido lo es todo: su desarrollo depende de ello. Se ha visto que en ambientes carenciales no se puede desarrollar, ni siquiera físicamente. También es importante seducir con la belleza de los valores auténticos, hechos vida.
Lo primero que se desarrolla es la percepción de los sentidos: la vista, que todavía tiene que madurar, el oído, el gusto, los olores, en especial el de su madre... Junto con la capacidad de motora, que irá perfeccionando poco a poco, mediante la repetición de movimientos, experimentos, como tirar un juguete para ver qué pasa, mover una silla, coger un objeto, jugar con la boca para hacer "sonidos"... etc.
Desde que nace, el niño nos observa atentamente, y aprende intentando imitarnos en todo. Además, le gusta repetir una acción hasta asimilarla y hacerla suya.
Por eso es necesario que tenga un buen modelo en quien fijarse. En estas etapas necesita mucho cariño: sentirse querido de veras... Ese sentirse querido lo es todo: su desarrollo depende de ello. Se ha visto que en ambientes carenciales no se puede desarrollar, ni siquiera físicamente. También es importante seducir con la belleza de los valores auténticos, hechos vida.
* Sinapsis
Cuando está en la cuna, con los tiempos de sueño, comidas, higiene, paseos…, y cuando va creciendo, con horarios, rutinas diarias, encargos, tareas..., a base de ejecutar unas acciones, se forman múltiples ramificaciones en las neuronas, creando sinapsis entre ellas a una gran velocidad... Y éstas se ven reforzadas con los estímulos adecuados, según sus ritmos naturales, y con sus propios movimientos motores, con las percepciones sensoriales, la capacidad de comunicarse y el lenguaje, y con la relación con los demás..., especialmente guiada por el cariño y la afectividad.
También ayuda a la maduración la envoltura de las fibras nerviosas, en concreto de los axones, con vainas de mielina, que aíslan esas terminaciones. De esta manera, el impulso nervioso se transmite con mucha más eficacia. Y la sustancia gris inicial pasa a ser sustancia blanca, mucho más rápida en conducir los impulsos nerviosos, y por tanto la información, de una zonas a otras.
En estos primeros años es vital dejarle desarrollar esa capacidad de la curiosidad y la admiración por la vida, y un ambiente de familia sereno y rico en afectividad, con estímulos adecuados, aunque no en exceso... No querer adelantar etapas, pues su cerebro no estará preparado para ello.
Los estímulos que recibimos del exterior llegan al cerebro por vías aferentes, se procesan, y pasan por el tálamo, centro sensitivo primario, hacia el sistema límbico (limbus), donde se captan con una tonalidad positiva o negativa; agradable o desagradable. Se tiñe de sentimientos.
En esto consiste la afectividad de cada persona: la forma específica de ser afectado por los acontecimientos. Por eso, los sentimientos y emociones son muy importantes: nos personifican, nos hacen singulares y también más humanos.
Posteriormente, a partir de esas experiencias perceptivas, se van formando las ideas y conceptos. Y, al engarzarlos, se va construyendo el pensamiento y el razonamiento. De ahí la importancia de las percepciones y de la imaginación en el propio pensamiento y aprendizaje.
3) Pubertad y adolescencia
Posteriormente se produce una poda selectiva y un remodelado de la estructura cerebral, con una reorganización de circuitos y redes neuronales. Puesto en marcha por el súbito ascenso de las hormonas sexuales en sangre, por estímulo de la adenohipófisis. Todo este proceso estimula la maduración cerebral, que es muy prolongada, y comprende hasta los 25-30 años.
Es típica de esta edad la gran variabilidad afectiva y emocional. Eso significa que el sistema límbico, y en concreto la amígdala, están en pleno desarrollo y muy activos. Los adolescentes son muy impresionables, y ven las emociones con gran fuerza y con miles de matices. Y tienen que aprender a estabilizarse cuando vaya madurando la corteza prefrontal. Para ello es bueno hablar con ellos, sobre todo escucharles, comprenderles, estimular y fomentar conductas exploradoras y comportamientos adecuados para que vayan aprendiendo a pensar, a controlarse, a reflexionar. A visulizar su posible comportamiento en situaciones que se les puedan plantear por ejemplo.
Lo más característico de la adolescencia es la poda selectiva de ramificaciones que no se utilizan, y el reforzamiento de algunos circuitos y sinapsis ya establecidos, que se usan con frecuencia, resultando mucho más eficaces. En ello ayuda el recubrimiento de los axones con esas bandas de mielina.
Y la creación de nuevos circuitos para asentar unas funciones superiores, como el pensamiento analítico, el control de impulsos, las funciones ejecutivas..., la comprensión y empatía. Y dependiendo de las cualidades y gustos personales, de la afectividad y emociones, que guían el aprendizaje, de los intereses y motivaciones… En definitiva, según la libertad y características de cada persona.
Una gran ventaja de esta etapa es que poseen gran plasticidad sináptica, que es lo que posibilita todo tipo de aprendizaje. Y hay que aprovecharla. Nunca tendrán esa capacidad tan grande, aunque siempre se pueden aprender cosas nuevas con ilusión renovada y entusiasmo. Te lo cuento en ese post.
Todos esos circuitos límbicos y corticales, junto con su experiencia, su capacidad analítica y de decisión, memoria biográfica, emociones, intervienen en la formación de su identidad personal.
Cuando está en la cuna, con los tiempos de sueño, comidas, higiene, paseos…, y cuando va creciendo, con horarios, rutinas diarias, encargos, tareas..., a base de ejecutar unas acciones, se forman múltiples ramificaciones en las neuronas, creando sinapsis entre ellas a una gran velocidad... Y éstas se ven reforzadas con los estímulos adecuados, según sus ritmos naturales, y con sus propios movimientos motores, con las percepciones sensoriales, la capacidad de comunicarse y el lenguaje, y con la relación con los demás..., especialmente guiada por el cariño y la afectividad.
1) Primeros años
El periodo más importante en relación con las sinapsis neuronales es desde el nacimiento a los primeros 3 años. Y luego hasta los 7-8 años. Es un periodo de “explosión” o de formación de innumerables sinapsis.
Más tarde, también se forman más sinapsis, dependiendo de lo que el niño ve, experimenta, percibe, hace, y aprende, especialmente en su familia y entorno. Luego también en el colegio.
Es el momento de desarrollar unas habilidades innatas, en esos periodos críticos, como la percepción sensorial, la deambulación, el habla, y otras más culturales, como buenos hábitos, gracias a vivir en familia unos valores humanos nobles, como el orden, la empatía, el cariño, la alegría, la sinceridad, el esfuerzo, la responsabilidad..., el pensar en los demás. Algo tan específico de las personas.
Es el momento de desarrollar unas habilidades innatas, en esos periodos críticos, como la percepción sensorial, la deambulación, el habla, y otras más culturales, como buenos hábitos, gracias a vivir en familia unos valores humanos nobles, como el orden, la empatía, el cariño, la alegría, la sinceridad, el esfuerzo, la responsabilidad..., el pensar en los demás. Algo tan específico de las personas.
En estos primeros años es vital dejarle desarrollar esa capacidad de la curiosidad y la admiración por la vida, y un ambiente de familia sereno y rico en afectividad, con estímulos adecuados, aunque no en exceso... No querer adelantar etapas, pues su cerebro no estará preparado para ello.
Hace falta respetar sus ritmos naturales de maduración y crecimiento, esas ventanas o periodos más sensibles en los que se aprende algo de forma natural, porque el cerebro está preparado... Apoyarnos en el cariño, en la belleza de la familia, de las personas, en la amistad..., en la naturaleza.
Por eso es importante en edades tempranas cuidar el uso de pantallas..., porque los tiempos atenciones del niño son muy lentos, y su cerebro debe desarrollarse desde su interior, no al revés. En la tecnología suele haber un exceso movimiento, de sonido y luces, que desconcierta a los pequeños, atrapando su atención y anulando su capacidad de pensar y conocer desde su interior y poder interactuar con las personas descubriendo afectos y emociones. El cerebro emocional en los niños es muy relevante, captan todo inmerso en afecto.
Por eso es importante en edades tempranas cuidar el uso de pantallas..., porque los tiempos atenciones del niño son muy lentos, y su cerebro debe desarrollarse desde su interior, no al revés. En la tecnología suele haber un exceso movimiento, de sonido y luces, que desconcierta a los pequeños, atrapando su atención y anulando su capacidad de pensar y conocer desde su interior y poder interactuar con las personas descubriendo afectos y emociones. El cerebro emocional en los niños es muy relevante, captan todo inmerso en afecto.
También es fundamental que vaya aprendiendo a ser autónomo cuanto antes, adquiriendo habilidades y destrezas, teniendo en cuenta sus intereses, dejándole elegir, tomar pequeñas decisiones, y relacionándose con los demás.
"El primer instinto del niño es actuar por sí solo, sin ayuda de
adie y su primer acto de independencia es defenderse de los
que intentan ayudarlo", dice la doctora M. Montessori.
que intentan ayudarlo", dice la doctora M. Montessori.
2) Etapa infantil
Se van formando nuevas sinapsis, y se refuerzan las que más se usan. La edad de oro para el aprendizaje sucede antes de los 6-8 años. Lo que más le gusta a un niño es moverse libremente, ver, tocar, sentir. Cuantas más oportunidades de movimiento, vivencias y conocimiento experiencial tenga, mejor. Cuantos más sentidos emplee, mejor conocerá el mundo que le rodea y mejor desarrollará sus capacidades, gracias a la fase sensitiva y motora de la maduración cerebral.
Algo necesario e imprescindible es el juego. Mediante él puede ensayar cosas, ver lo que funciona, aprender y percibir sensaciones, ver cómo se mueven los objetos, cuánto pesan, cómo trepar y moverse... Dirigir su aprendizaje en cosas que le gustan más, en sus fortalezas, que es lo más específico suyo, y lo que le motiva a seguir aprendiendo otras cosa nuevas. También actitudes y aptitudes..., no solo conocimientos.
Además del ejercicio físico, y las salidas a la naturaleza, la música también favorece el buen desarrollo de las distintas zonas cerebrales.
Dejo un pensamiento de Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurología, muy motivador.
Más tarde, gracias a la adquisición del lenguaje, hasta los 4-6 años, puede relacionarse mejor con los demás y conocer el ambiente que le rodea.
Porque captamos la realidad por los sentidos, pero cada uno la percibe de una forma, según su afectividad, cuya base anatómica es el sistema límbico y sus conexiones. Éste recibe la información desde vías aferentes de los sentidos externos, o internos, y procesa esa información. También conecta con otras áreas sensoriales, de asociación, premotoras y motoras de la corteza, para dar una respuesta, bien de aprendizaje o motora.
Se van formando nuevas sinapsis, y se refuerzan las que más se usan. La edad de oro para el aprendizaje sucede antes de los 6-8 años. Lo que más le gusta a un niño es moverse libremente, ver, tocar, sentir. Cuantas más oportunidades de movimiento, vivencias y conocimiento experiencial tenga, mejor. Cuantos más sentidos emplee, mejor conocerá el mundo que le rodea y mejor desarrollará sus capacidades, gracias a la fase sensitiva y motora de la maduración cerebral.
Algo necesario e imprescindible es el juego. Mediante él puede ensayar cosas, ver lo que funciona, aprender y percibir sensaciones, ver cómo se mueven los objetos, cuánto pesan, cómo trepar y moverse... Dirigir su aprendizaje en cosas que le gustan más, en sus fortalezas, que es lo más específico suyo, y lo que le motiva a seguir aprendiendo otras cosa nuevas. También actitudes y aptitudes..., no solo conocimientos.
Además del ejercicio físico, y las salidas a la naturaleza, la música también favorece el buen desarrollo de las distintas zonas cerebrales.
Dejo un pensamiento de Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurología, muy motivador.
Más tarde, gracias a la adquisición del lenguaje, hasta los 4-6 años, puede relacionarse mejor con los demás y conocer el ambiente que le rodea.
Porque captamos la realidad por los sentidos, pero cada uno la percibe de una forma, según su afectividad, cuya base anatómica es el sistema límbico y sus conexiones. Éste recibe la información desde vías aferentes de los sentidos externos, o internos, y procesa esa información. También conecta con otras áreas sensoriales, de asociación, premotoras y motoras de la corteza, para dar una respuesta, bien de aprendizaje o motora.
*Un inciso: procesamiento de percepciones, base del conocimiento
En esto consiste la afectividad de cada persona: la forma específica de ser afectado por los acontecimientos. Por eso, los sentimientos y emociones son muy importantes: nos personifican, nos hacen singulares y también más humanos.
De ahí, se forman conexiones sinápicas con zonas superiores corticales más específicas, como motoras y premotoras, sensitivas, propioceptivas, de asociación, de pensamiento... etc. Esto permite procesar la información para elaborar respuestas personales adaptadas a cada circunstancia.
Posteriormente se produce una poda selectiva y un remodelado de la estructura cerebral, con una reorganización de circuitos y redes neuronales. Puesto en marcha por el súbito ascenso de las hormonas sexuales en sangre, por estímulo de la adenohipófisis. Todo este proceso estimula la maduración cerebral, que es muy prolongada, y comprende hasta los 25-30 años.
Es típica de esta edad la gran variabilidad afectiva y emocional. Eso significa que el sistema límbico, y en concreto la amígdala, están en pleno desarrollo y muy activos. Los adolescentes son muy impresionables, y ven las emociones con gran fuerza y con miles de matices. Y tienen que aprender a estabilizarse cuando vaya madurando la corteza prefrontal. Para ello es bueno hablar con ellos, sobre todo escucharles, comprenderles, estimular y fomentar conductas exploradoras y comportamientos adecuados para que vayan aprendiendo a pensar, a controlarse, a reflexionar. A visulizar su posible comportamiento en situaciones que se les puedan plantear por ejemplo.
Lo más característico de la adolescencia es la poda selectiva de ramificaciones que no se utilizan, y el reforzamiento de algunos circuitos y sinapsis ya establecidos, que se usan con frecuencia, resultando mucho más eficaces. En ello ayuda el recubrimiento de los axones con esas bandas de mielina.
Y la creación de nuevos circuitos para asentar unas funciones superiores, como el pensamiento analítico, el control de impulsos, las funciones ejecutivas..., la comprensión y empatía. Y dependiendo de las cualidades y gustos personales, de la afectividad y emociones, que guían el aprendizaje, de los intereses y motivaciones… En definitiva, según la libertad y características de cada persona.
Una gran ventaja de esta etapa es que poseen gran plasticidad sináptica, que es lo que posibilita todo tipo de aprendizaje. Y hay que aprovecharla. Nunca tendrán esa capacidad tan grande, aunque siempre se pueden aprender cosas nuevas con ilusión renovada y entusiasmo. Te lo cuento en ese post.
Todos esos circuitos límbicos y corticales, junto con su experiencia, su capacidad analítica y de decisión, memoria biográfica, emociones, intervienen en la formación de su identidad personal.
4) Marudez
El mayor desarrollo y maduración neuronal se realiza en estas etapas, acabando con el cortex prefrontal, y las funciones específicas que hemos comentado, que en el adolescente todavía están sin madurar.
Dejo una infografía sobre las distintas zonas, a grandes rasgos, con sus respectivas funciones. Teniendo en cuenta que la maduración sucede como en una onda, desde zonas posteriores a anteriores, y desde abajo hacia arriba..., acabando en la corteza prefrontal.
Madurar es forjar una buena personalidad. En la infancia hay mucha afectividad, todo está sumergido en cariño, pero, según van creciendo los hijos hay que potenciar el propio pensamiento, sin olvidar nunca el corazón. Desarrollar la razón y la voluntad, que nos distinguen como personas, para hacer lo de veras razonable y correcto. Y luego en esta etapa adolescente integrar cabeza y corazón, pensamiento y emociones. Que sea el pensamiento quien guíe al corazón y a las emociones, y sea un referente en el actuar de cada uno.
El mayor desarrollo y maduración neuronal se realiza en estas etapas, acabando con el cortex prefrontal, y las funciones específicas que hemos comentado, que en el adolescente todavía están sin madurar.
Dejo una infografía sobre las distintas zonas, a grandes rasgos, con sus respectivas funciones. Teniendo en cuenta que la maduración sucede como en una onda, desde zonas posteriores a anteriores, y desde abajo hacia arriba..., acabando en la corteza prefrontal.
Sin embargo, además de las cualidades y fortalezas de cada uno,
todos necesitamos madurar:
Pensar con claridad,
armonizar cabeza con corazón,
y aprender a querer a los demás.
Espero que te haya gustado, y puedes compartir con amigos. Gracias.
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* Proceso de desarrollo cerebral o "neurodesarrollo" II
* "Fisiología" cerebral en el aprendizaje III
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Mª José Calvo
Optimistas Educando y Amando
@Mariajoseopt
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/03/desarrollo-y-maduracion-cerebral.html
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