DESARROLLO CEREBRAL, NEUROBIOLOGÍA Y EDUCACIÓN II
Seguimos con el tema de la neurobiología enfocada a la educación. Ahora vamos con el desarrollo cerebral, y su gran plasticidad, que hemos tratado en parte en diversos post. Dejo abajo enlaces.
El cerebro es un órgano de extraordinaria complejidad, que capta la información y la procesa e integra en distintas áreas. Sin embargo, no está "acabado" al nacimiento, ni mucho menos, sino que tarda muchos años en "formarse" y madurar. Y siempre está en constante cambio y reestructuración, adaptándose al entorno, a las relaciones personales, vitales en el desarrollo personal, a nuestra actividad personal, al pensamiento y afectos que tiñen la realidad..., y rehaciéndose. Es decir, es muy plástico, y cada uno modela su propio cerebro, único, como ya señalara el gran científico Santiago Ramón y Cajal.
Su estructuración se realiza desde la gestación, y es consecuencia de la multiplicación de neuronas y la formación de ramificaciones y sinapsis entre ellas, especialmente en el primer año de vida. También de células gliales: un tipo de células estructurales, con más funciones. Los genes determinan el patrón y funcionamiento básico de circuitos cerebrales, pero, están influenciados por el ambiente. Es la llamada regulación genética, que influye en su expresión. En cada persona se pueden expresar de forma distinta.
Ese ambiente de cariño y aceptación, de relaciones auténticamente humanas, permite a cada persona sentirse querida, con experiencias emocionales, sensoriales, perceptivas, de mirada interior, exploratorias, de equilibrio, propiocepción... etc., que van conformando su cerebro.
La curiosidad del niño, la ilusión por conocer, hacen que le entusiasme todo. La admiración y la emoción que el mundo despierta en ellos es, como dijera Aristóteles, la “chispa” que enciende la atención y la mantiene viva. Sus ganas de explorar y experimentar alimentan ese entusiasmo… Entonces su cerebro va secretando sustancias neuroplásticas que lo nutren y modelan.
Además los niños vienen a este planeta con ansias de desarrollar su talento, su creatividad, algo ya inscrito en los genes, como la comunicación y la cooperación, que refiere Carl Woese, un microbiólogo que estudiaba este tema. Los genes son capaces de ayudarnos a ser originales y creativos, a establecer lazos... Es el modo de actuar de la naturaleza humana.
Asimismo, en todo ello influyen las hormonas, sobre todo en el periodo embrionario, y luego en la adolescencia, en la que se produce una elevación muy considerable en sangre, por estímulo de la adenohipófisis. Así, ayudan en esa maduración cerebral.
Ya desde el embarazo aparecen cambios según el entorno, la relación con la madre, con el padre, el sonido de la voz…, el ambiente de familia, las miradas cálidas, la atención e interés de las personas, y el cariño. También por la impresión que causan las distintas situaciones y relaciones personales. Más tarde, por las propias acciones, que dejan su impronta y van moldeando el cerebro de cada uno, gracias a esa plasticidad neuronal y sináptica tan grande que posee.
Dicha neuroplasticidad es mayor en las primeras etapas de la vida. Consiste, como hemos mencionado, en la formación de neurogénesis, y de conexiones sinápticas entre esas neuronas. Luego va disminuyendo, y presenta otro pico en la adolescencia. En ese momento se precisa una reestructuración cerebral grande para aprender a controlar respuestas instintivas y emocionales, y sobre todo, fundamentar unas capacidades superiores, como el propio pensamiento, analítico y crítico, el autocontrol personal, con esa regulación emocional, la empatía, el juicio, la toma de decisiones... etc.
Todo esto requiere la maduración de la corteza prefrontal, que se inicia desde edades tempranas, pero, tarda en completarse muchos años. De ahí la importancia de la educación desde bien pequeños. Y es lo último en madurar, y rodearse de vainas de mielina, por la complejidad que requiere, y por la relación y control sobre otras áreas y redes neuronales, que se van consolidando antes.
Por eso necesitan espacios de silencio, de estar con ellos mismos, de reflexionar... etc. Cuidar su cerebro para su buena formación como personas.
Esta plasticidad es la forma de desarrollarse el cerebro, a la par que la persona va creciendo y madurando. Ambos aspectos van estrechamente unidos. Y precisa de sustancias neuroplásticas, como los neurotransmisores, de los cuales cada uno tiene una función más específica, aunque depende de las redes donde actúan. A grandes rasgos, permiten la conexión neuronal y la transmisión de información de unas neuronas a otras, mediante impulsos químicos y despolarización de membranas. Así se conectan áreas sensitivas y propioceptivas con motoras y emocionales, y éstas con las zonas de pensamiento... etc.
Hay factores que potencian esa plasticidad, como la curiosidad, tan propia de los niños, que hay que aprender a fomentar y mantener a lo largo de la vida. También el trabajo intelectual profundo tiene ese poder. Es decir, la capacidad de estudio, de pensar por cuenta propia, el mantener la atención y concentrarse en una tarea..., el pensamiento crítico y analítico. Todo ello permite disfrutar, alcanzar ese estado de "flow" en el que se está inmerso y entusiasmado en una actividad, y por tanto se aprende. Y se traduce en estimulación de sustancias transmisoras, nuevas sinapsis y cambios neurológicos. Es decir, un aprendizaje emocionante y creativo.
Algo que suelen dificultar o entorpecer las pantallas, sobre todo en edades tempranas. Como señala Nicholas Carr, y muchos otros, erosionan el pensamiento profundo.
Tanto la curiosidad como el estudio profundo estimulan la neurogénesis y la formación de nuevas sinapsis, y remodelan redes neuronales, originando cambios cerebrales profundos, con el consiguiente aprendizaje y desarrollo. Así, se despliega una armonía dinámica cerebral, porque, el cerebro está en constante cambio y modelación. Gracias a lo cual, siempre se puede aprender algo nuevo, incluso a edades avanzadas, si se pone ilusión y entusiasmo en ello. Es el estado de "flujo" que permite disfrutar aprendiendo. Se está tan inmerso en ello, que parece que el tiempo no existiera. Es la gran capacidad que tenemos las personas de aprender cosas nuevas, durante toda la vida. Hasta el último segundo podemos soñar y vivir entusiasmados.
Continuará... con ideas sobre cómo aprenden los niños.
Después de todas estas nociones a modo de pinceladas, dejo enlaces a otros post, muy relacionados con la neuro-educación, vistos desde otro punto de vista, pero que, como decía, confluyen en la persona: ¡el niño!, ¡cada hijo!, ¡cada persona!, única y singular, con toda su grandeza, sus cualidades y talentos, su "ser para los demás".
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