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martes, 4 de febrero de 2014

IV. MARCO PSICOLÓGICO

                                                   

                          DESARROLLO INFANTIL (0-6 años)


                                   IV) MARCO 
PSICOLÓGICO


         Comenzamos con una cita genial de G. K. Chesterton: "Los sabios no han alcanzado a ver la gravedad que habita en los ojos de un bebé. Es la gravedad de asombro ante el Universo". 
"En cada niño, todas las cosas del mundo son hechas de nuevo, y el Universo se pone de nuevo a prueba." 





      Está en nuestras manos ayudarles en su buen desarrollo, permitirles llegar a ser las personas singulares que son... Descubrir toda su potencialidad, extraer y desarrollar sus riquezas ocultas y talentos, mediante nuestro cariño. Educar es hacer crecer, permitir su crecimiento, reafirmar la belleza oculta: "educcere".  Siempre desde su maravilloso interior.


        Decía la doctora Montessori: "La palabra educación no debe ser entendida en el sentido de enseñar, sino de asistir al desarrollo psicológico del niño". Mirar al niño...




          Educar bien tiene su ciencia, pero también es un arte, y algunos trucos. Hace falta, además de cariño, usar la creatividad, en ese trabajo tan singular y artístico, del que dependen muchas cosas. En especial la felicidad de toda la familia. Podemos desgranar unos "tips" que pueden servir a la hora de vivirlo en el día a día...


           Hemos tratado 
el marco familiar, que engloba todos los aspectos. También el marco antropológico, referido a la persona como tal, con toda su grandeza, y esos cuatro hábitos básicos: el orden, las comidas saludables, el sueño, la higiene... que debemos organizar bien. Trataremos el marco pedagógico, con la formación del niño. Ahora vamos con unos "tips" desde el punto de vista psicológico.





Es un poquito largo, y lo divido en tres apartados:

I) 10 "Tips" necesarios
II) Algunas actitudes de fondo
III) Formas de demostrar el cariño




            
I) 10 "TIPS" PARA CONCRETAR


         
1.- Dedicando tiempo. No sólo tiempo de calidad, sino tiempo real. Los niños necesitan que sus padres estén con ellos, que les presten atención. Que las dediquen parte de su “importante” tiempo, porque los consideran importantes. También para mostrarles su cariño, para enseñarles todo: a comportarse, a tratar a los demás, a jugar, a hablar, a comprender lo que está bien o mal… Y es necesario enseñarles manualidades, encargos, habilidades… etc. desde bien pequeños. Tienen que notar y sentir que estamos con ellos: ¡que les queremos!



            
2.- Con calma, sin estresarse: respetando los ritmos de los niños, sin prisas. Pensar que es el trabajo más importante que tenemos. Más adelante se irán de casa, y querremos haber puesto más cariño y empeño en ayudarles, en quererles de veras y en disfrutar con ellos. En potenciar todo lo bueno que tienen, sus cualidades y puntos fuertes. Y así, lograr un ambiente de hogar, cálido y comprensivo, con ternura y delicadeza, confiado…, donde cada uno puede crecer como persona, gracias a esa libertad.





             
3.- Demostrando que se les quiere. Cuando son muy pequeños hay que mostrarles afecto, sonreírles, mirarles, acogerles para que se puedan desarrollar adecuadamente. ¡Es importantísimo!

          
La figura de apego, además de proporcionarle las necesidades básicas cubiertas, es imprescindible, y base de la afectividad. Más adelante, es preciso demostrar de mil formas que les queremos, que nos interesamos por ellos, que buscamos tiempo para estar juntos y disfrutar. Sin hacer niños blandiblug, por darles todo tipo de caprichos, o, solucionarles los problemas...







              
Con exigencia comprensiva, usando nuestra autoridad, que es un servicio para ayudarles en su crecimiento personal. De manera que, puedan ser autónomos cuanto antes, y libres, para hacer lo correcto. Así, aprenderán a querer a los demás, y como consecuencia, serán mucho más felices.



              
4.- De forma positiva y optimista. También de óptimos. Descubrir sus cualidades y talentos, sin remarcar todo el día lo que hicieron mal… Ponernos unas “gafas especiales” si hiciera falta, para ver lo bueno que tienen, y hacen, y hacérselo notar. Y alegrarnos por ello, fomentarlo, animarles con cada cosa que consiguen, o con cada intento, sonreírles para motivarles...




             
Necesitan cariño, y el reconocimiento de sus logros, para crecer, en un ambiente de confianza. Pero, con esfuerzo por parte de ellos. Y es bueno hacer un refuerzo positivo, antes de hacer una pequeña corrección, para que le estimule a hacerlo bien, y que el resultado sea positivo.





           
5.- Haciendo educación preventiva. Enseñándoles lo correcto antes de que vean lo que no es apropiado. La idea que le enseñamos primero es la que ocupará su "sitio" en el cerebro, y no será fácil "desterrarla" para que ocupe su lugar otra distinta. Para eso, debemos formar con criterio verdadero su conciencia. Tener unos principios universales, que no pasan de moda, que nos orienten en la vida a modo de "estrella polar". Que los vean por nuestro comportamiento... Formar la conciencia tiene mucho que ver con educar su libertad. Te lo cuento en "desarrollar la libertad". Ellos deben hacer propios los criterios de actuación: saber lo que es bueno en sí, o malo. Y luego querer hacer lo bueno..., precisamente porque es bueno.

           
De esta forma, cuando vayan creciendo, y vean cosas mal hechas, poco correctas, recordarán lo importante de los principios y valores, de hacer las cosas bien, de ser personas honestas, coherentes, íntegras, alegres, trabajadoras, sinceras, empáticas y amistosas, leales... etc. Y esa experiencia les puede ayudar infinito.







              
6.- Explicando y razonando todo, dándoles motivos adaptados a su edad. Necesitan que les razonemos las cosas para aprender, para entenderlo, para poder hablar y relacionarse. De esa forma, aprender a pensar y actuar por cuenta propia. Las veces que haga falta, con paciencia, sin perder los “estribos”, sin pensar que son unos "pesados" porque nos interrumpen, mirando a los ojos, con afabilidad y cariño.



              
7.- Uno por uno, ¡personalmente!, sin compararles con nada ni nadie. Tener en cuenta que cada persona es única, singular, ¡irrepetible! Hay que pensar cómo es cada niño, qué necesita, qué le gusta, qué cualidades específicas tiene, si es niño o niña, para pensar entre los dos qué metas u objetivos debemos plantearnos con él/ella, en qué hay que exigirle, cómo hay que motivarle... etc. Y luego incluso hacer un proyecto personal con planes de acción concretos. 


Y, como señala J. Guitton, Goethe, y tantos otros,
el tratarles un poco mejor de lo que son en ese momento, 
 les ayuda a mejorar.




              
8.- Enseñándoles a ser educados, agradecidos, con buenos modales, desde pequeños. Que aprendan a pensar en los demás. Esto está muy relacionado con los sentimientos. Atender al campo afectivo y espiritual. No todo es empírico, medible y tangible: las nuevas sensaciones que descubren desde muy pequeños tienen gran fuerza y dan un sentido más profundo y trascendente a la vida. 









               
9.- Sin etiquetar cuando han hecho una fechoría, o por su forma de ser… El que un día se pusiera perdido, no lo convierte en un niño “sucio”. Además, muchas veces necesitan ensuciarse, para ver, tocar, aprender…  O,  porque no le deje un juguete a su hermanito, no quiere decir que sea un “egoísta”. El que haya dicho una mentira no lo convierte en un niño “mentiroso”… etc. Pero, enseñándoles a pedir perdón cuando haga falta, y a hacer bien lo que no salió como debiera.




             
Hay que saber descubrir todo lo bueno de cada uno, motivando, y seduciendo con la belleza de vivir unos valores, que den coherencia y una buena personalidad. Si le ponemos una etiqueta, la hace suya, y le será muy difícil remontar... ¡Siempre en positivo...!




               
10.- Sin amenazas, ni alarmas de castigos, cuando perdemos la paciencia. Porque, a la larga, se dan cuenta de que no es verdad: que no existe la bruja, o el cuarto oscuro…, y se pierde confianza. Siempre con la verdad por delante. No merece la pena engañarles: es mejor explicar las razones. Los gritos denotan impotencia, falta de argumentos, y además, no ayudan. Y, con los castigos suele suceder algo parecido; además refuerzan lo negativo. Hay que cambiar el chip. Solo se aprende lo que da alegría o tiene recompensa intrínseca. El mal ambiente solo da tristeza e impotencia. 

            
A veces, hay que reprender... Pero, pensarlo bien antes, y en privado, haciendo notar lo que no está bien. Mostrando que le queremos, para que desarrolle lo mejor de él, de ella, pero exigiendo lo necesario. Incluso es necesario a veces hacerles "sufrir" para que luchen por mejorar. Y con ello, los padres también "sufrimos", quizá más que ellos... pero les ayudará.


              
Sin ridiculizar, o humillar, cuando no sabemos qué hacer, o tenemos “prisa”… Debemos tratarles con mucho respeto y cariño, porque son ¡personas!, y, además, somos su modelo. Ellos harán lo mismo, nos imitarán aunque no queramos.

       
Como señala en esa obra tan entrañable de Louisa May Alcott: "Mujercitas": "Si pegas o castigas a un niño, la lección que aprende es a pegar y a humillar..."


               
En esta etapa de la vida necesitan tener éxito en sus intentos, ver el lado amable de las cosas. Se está formando su personalidad, y su autoestima depende en parte de ello. Es importante que reflejemos lo mejor de él o ella, porque no lo cuestionan. Por eso, alabar lo bueno con cierta frecuencia, pero corregir en privado. Y, es mucho más importante tratarles de veras con cariño, porque aumenta su autoestima, al sentirse entrañablemente queridos. 








 
II) ALGUNAS ACTITUDES 

            
*Con confianza, viendo primero lo bueno y positivo. Mejor motivar que castigar: por cada corrección que hagamos, varias veces reforzar sus logros.

          
*Tomarles siempre en serio. Respetarles, saber escucharles, intentar comprenderles, mostrar empatía y cariño. Para ellos todo lo que nos cuentan ¡¡es importante!!

         
*Pedir perdón y dar las gracias. Enseñarles a hacerlo, con cualquier pequeña cosa, fomentar los buenos modales y el tono humano, ¡dar ejemplo!
                                         


            
             
*Explicarles las cosas, porque entienden mucho más de lo que pensamos. La conversación familiar es un enriquecimiento lingüístico que recibe, y tenemos que hablarles correctamente para que aprendan a hacerlo. Además el lenguaje estimula el desarrollo cerebraly las sinapsis neuronales, lo mismo que la lectura, la imaginación y el pensamiento...


             
*Los abuelos, además de abuelos, son una fuente de gran cariño y estabilidad; también de estimulación, de escucha, de sosiego y calma, de aprendizaje y cultura familiar.


                 
*Fomentar las relaciones entre niños pequeños, aunque parezca que no se hacen mucho caso... Una persona enriquece mucho más que el mejor de los juguetes, y muchísimo más que una pantalla... ¡Cuidar su uso! Te lo cuento en otra entrada: "desarrollo cerebral y pantallas". Estamos creados para las relaciones personales.



             
*Aprovechar para estimular la fortaleza y valentía en cualquier situación: en los paseos, a la hora de comer de todo…, ante las frecuentes caídas, en el parque, etc. Que se atrevan a hacer las cosas. Que el miedo se puede vencer.


            
*Siempre es mejor resaltar los aspectos positivos de toda relación, crear un ambiente de hogar optimista y alegre, con espíritu de ayuda y colaboración entre todos, donde es más fácil luchar por dar lo mejor de cada uno, pensando en los demás.




Enseñarles a hacer pronto las paces y perdonar, a controlar el carácter y los enfados, a pensar en los demás, a tener en cuenta los sentimientos y mostrar empatía. 

Una cita de María Montessori:"La empatía es el puente más noble entre las almas. Cuando el niño aprende a comprender el dolor, la alegría o la necesidad del otro, despierta en él la verdadera humanidad. No se trata sólo de enseñar a compartir, sino de guiar el corazón hacia la sensibilidad, la compasión y el respeto. En cada acto de empatía, en niño construye un mundo más justo y pacífico, porque aprende que el otro también forma parte de sí mismo." 







           
*PEQUEÑOS PROBLEMILLAS

           
Si surge un problema de celos en nuestros hijos, hay que intentar que no se agrave, para que lo olvide. Algunas ideas: 

1) Nunca comparar a los hijos, y no recordarlo todo el día..., ni siquiera cuando vienen los amigos, porque lo oyen todo: no están sordos.

2) Demostrarle el cariño de forma más clara, y aumentar su autoestima en algo que el otro no pueda hacer, reflejando todo lo positivo y bueno que haga. Y aceptar a cada hijo como si fuera el único, y el mejor. Es la forma de estimularle a serlo.

3) Explicándoles que todos somos importantes y muy queridos en la familia. Además, formamos equipo, y todos nos ayudamos a ser mejores. La generosidad es lo propio de cada persona.

4) Darle encargos “importantes” que le gusten, para que se sienta más valorado, mayor, más responsable de ayudar al otro.

5) Mediante algún regalo o detalle de atención de parte del hermano pequeño...

6) Implicándole en el aseo o en la comida de su hermanito..., dejándole que le cante una nana, o que le cuide... Y mil ideas que se te pueden ocurrir.


       
Los celos son una consecuencia natural de ese “sentido de la propiedad” que los niños tienen sobre el amor, la atención y la dedicación de los padres hacia ellos. Si el nuevo hermano es presentado con hechos prácticos como un rival que le "quita" a su madre, tendrá envidiejas... Por eso hace falta tener "mano izquierda" con ellos... y estar más atentos a esas pequeñas cosas...

                 
Puede aparecer celos, del mayor hacia el pequeño, cuando se llevan bastante tiempo, o, del pequeño hacia el mayor, si se llevan poco tiempo.

                
Cuando sucede esto, hay que hacerle ver que él/ella es importante para todos, y tiene que ayudar a su hermano para que crezca y se desarrolle, y poder jugar juntos..., por ejemplo.

               
Así, de pronto descubre que puede ayudar a sus padres para sacar adelante a su familia. También con pequeños encargos, que pueden ser cuidar o enseñar a su hermanito algo que le guste, o que disfrute en ello. Así adquieren muchas habilidades y, se van haciendo más autónomos, responsables, empáticos, serviciales y generosos... 




                  
Todo se supera con mucha paciencia, cariño, naturalidad, y trato personalizado con cada uno. 




                 
A veces, pueden surgir rabietas o timideces. Es importante dejar claro que está mal tirarse por el suelo, berrear o chillar. Explicárselo las veces que haga falta, pero no ceder.  Podemos esperar a que se calme, y hablar con él en un lugar tranquilo, enseñarle a poner palabras a lo que le ha pasado, y hacerle ver que puede que algo no le guste, pero no debe expresarlo así. Que las cosas se dicen, pero no se berrea. Ayudarles a controlar emociones, a encajar una frustración, y a pensar en los demás... es fundamental para lograr una buena personalidad.

                
Enseñarles a calmarse de mil modos. Habrá niños más primarios o reactivos que les cueste controlarse, y tengamos que apoyarles más; y otros más secundarios, que se controlen mejor y no nos necesiten tanto. Hay que ver cómo es cada uno para ver qué necesita de nosotros.


                
Y respecto a la timidez, es necesario saber aportarles seguridad con nuestro cariño, mediante el comentario positivo de su comportamiento. Alabar lo que hacen bien, saber animar o estimular lo mejor que hay en él/ella…, sin obligarles, con mucho cariño, y un ¡tú puedes!


           





      III) DEMOSTRAR EL CARIÑO


De mil maneras: diciéndoles muchas veces que los queremos, que son muy importantes para nosotros. ¡También el padre…! Darles apretujones, besos…, sonreírles, acariciarles.

Alegrarse por su mirada, por cada cosa bien hecha, por su intención, por el esfuerzo, por cada logro. Cada hijo tiene sus cualidades especiales: saber descubrirlas y fomentarlas...
           
Teniendo pequeñas conversaciones con él/ella. Cuando ya entienden un poco más, les gusta hablar y contar sus cosas. Escucharles…, mirar a los ojos, sonreír con calma.




          
Ser amable, expresarle confianza en algo que le hemos encomendado. Confiar siempre en ellos es fuente de libertad, y así lograr lo mejor de cada uno.

Enseñarles a pensar en los demás: a preguntar cómo están... Aquí es importante el ejemplo que les demos.




         
Pensar que estamos colocando las bases para su futura personalidad… Cuando sea mayor, sabrá querer en la medida en que hemos sido capaces de quererle y enseñarle a querer. Y "nadie da lo que no tiene..." Vamos marcando "la senda" por donde podrán caminar. Somos su referente.




          
Resumiendo, con cada nuevo nacimiento, el amor de los padres no se reparte, sino que se acrecienta. También es preciso tener más detalles con los que se sienten “destronados”, hacerse más generoso con todos, que el cariño se haga más patente y lo noten. A los padres se les agranda el corazón con cada hijo que llega a la familia. Es ¡el mayor regalo imaginable! 

       
La persona es lo más excepcional que existe en el planeta. Nunca la conoceremos del todo, y siempre nos podrá sorprender con su alta dignidad y belleza. A veces, educar a los hijos requiere esfuerzo, pero compensa con creces. Además, las alegrías se multiplican exponencialmente, y se disfruta mucho con ellos. 







Espero que te haya gustado, y lo puedes compartir con amigos. ¡Gracias!



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                                                                                 Mª José Calvo
                                                                   optimistaseducando.blogspot.com
                                                                                @Mariajoseopt



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