LOS "PILARES" DEL AMOR... II
Hablamos mucho del amor, pero, ¿cuál es el fundamento de un amor auténtico?, ¿cuáles son los "pilares" en los que se sustenta para que pueda perdurar y crecer en el tiempo?...
Siguiendo el pensamiento de Gustave Thibon, vamos a seguir con "los 4 pilares" del amor. Así poder cuidarlos en el día a día, para enraizarlo en algo hondo y fiable que aporte estabilidad, y sentido a la vida. Custodiar ese amor como la joya preciosa que es.
Thibon señala: "La unión de los esposos para que sea sana y fecunda debe reposar sobre cuatro cosas: pasión, amistad, sacrificio y oración". Todos íntimamente relacionados.
Hemos visto la pasión y la amistad, (dejo enlace abajo), y vamos con el sacrificio gustoso por el otro...
1- PASIÓN
3- SACRIFICIO
Lo más propio del amor es la entrega y donación de la persona al ser querido. A veces sale sola, cuando los sentimientos empujan con fuerza, y otras cuesta más. Pero, ser conscientes de la gratuidad y la generosidad, de la empatía, y saber acogerle, son fundamentales.
Es necesario desplazar el centro de interés desde el yo hacia el tú del otro, como tantas veces comentamos. Además, cada persona necesita sentirse acogida para poder darse. Si no, es muy difícil. Conquistar una reciprocidad en el dar y recibir, que da vida al amor.
Muchas veces la alegría tiene sus raíces en forma de sacrificio gustoso por quien se ama. No es algo contradictorio. Nos sentimos dichosos cuando hacemos algo por la otra persona, cuando la amamos de veras. Tener gestos y detalles de cariño, delicadeza y servicio es propio de los que aman. Y no "cuesta" mucho, precisamente porque el cariño vence dificultades y perezas... Se hace con gusto.
Sin embargo, el “divorcio express” tan de moda, ha hecho que esos valores imprescindibles de la entrega y la generosidad, del sacrificio, hayan caído en picado. A cambio surge la comodidad del propio yo, mirando sólo lo que agrada a uno; el cálculo egoísta del “me apetece”.
Así avanza el individualismo, que despersonaliza y nos aleja de los demás. En el amor, hay que "olvidarse" de uno mismo para querer de veras a la otra persona. Es decir, ponerle en el centro del propio corazón. Esto exige sacrificio en ocasiones, pero se vuelve "agradable", y siempre compensa: alimenta ese amor y nos hace más dichosos. El corazón es feliz cuando ama.
Nos recuerda Gustave Thibon, y tantos otros, que la primera condición de la felicidad es no buscarla... Estar dispuesto a renunciar a algo por la otra persona. El amor precisa cambiar la perspectiva hacia el tú del otro, buscando su bien, como ya apuntara Aristóteles. Ayudarle a lograr su plenitud, su mejor personalidad, que estará relacionada con su capacidad de amar.
Para ello primero es necesario aceptarle tal cual es, dejarle ser a fondo quien es, con su modo de ser, y albergarle en el centro del corazón. "Abrazarle" con la fuerza del cariño que todo lo puede.
En muchas ocasiones, es preciso olvidar los propios gustos para atender a la persona querida. Ofrecerle algo que le gusta, le hace ilusión, o necesita. Saber sus anhelos más íntimos, lo que le entusiasma, y su forma de sentirse querido, querida... Su lenguaje del amor favorito. Esto te lo cuento en el post "comunicar el amor". De ese modo los gestos y expresiones del amor le llegarán mejor: en su "idioma".
Cuando se pone cariño parece que no cuesta tanto, porque el hacerle feliz nos llena el alma. Ese sacrificio se torna gustoso. Los enamorados piensan en el ser querido, y no tanto en ellos mismos.
Es necesario liberarse de las “ataduras” sutiles del propio yo,
para que ese amor pueda madurar y crecer.
Señala este autor: "No se puede prestar peor servicio a los hombres que invitarles a ser felices, y no enseñarles al mismo tiempo que no hay auténtica felicidad sin algo de victoria sobre sí mismo y sin sacrificio".
De ahí la importancia de una voluntad entrenada en el día a día, para tener mayor autodominio y libertad para poder querer efectivamente.
Tener voluntad es saber controlar los impulsos, los estados afectivos, aplazar gratificaciones instantáneas, y plantearse objetivos valiosos a medio-largo plazo, e intentar conquistarlos.
***
Por otro lado, el amor se nutre de lo cotidiano, de gestos y atenciones y servicios, pero también de los pequeños deberes y dificultades de la vida. Todo alimenta al amor.
Cuando los dolores y sinsabores de la vida se llevan en equipo, unen más y el amor sale fortalecido. De ese modo, no alteran la fuerza del amor. La vida no es de color rosa, y lo aparentemente duro y doloroso también puede alimentar el amor. Lo aquilata. Lo depura de falsos oropeles. Apunta a su esencia. Y une más a esas dos personas.
Vamos con otro de los pilares: lo espiritual y trascendente.
4- ESPIRITUALIDAD
Compartir una vida espiritual sana es un fuerte anclaje. Y un fantástico remedio sanador en cualquier circunstancia, especialmente en momentos más difíciles o críticos. Es algo que realmente une y va estrechando la relación. Además, aporta una motivación más honda, más importante y sólida, y fuerza adicional ante las dificultades y sufrimientos de la vida.
Porque, la relación se alimenta de lo más material y tangible, pero, también se alimenta de lo espiritual, que está a un nivel superior. Es lo que siempre perdura a pesar del tiempo y de los contratiempos… Incluso se puede crecer en ello, uniendo más y más a esas personas. Con esta luz, fuente de vitalidad, y el paso del tiempo, esa unión de los dos en una "nueva unidad" se hace más real. El amor madura, se pule y se renueva, y cobra "poso", como el buen vino en barrica de roble.
Porque, la relación se alimenta de lo más material y tangible, pero, también se alimenta de lo espiritual, que está a un nivel superior. Es lo que siempre perdura a pesar del tiempo y de los contratiempos… Incluso se puede crecer en ello, uniendo más y más a esas personas. Con esta luz, fuente de vitalidad, y el paso del tiempo, esa unión de los dos en una "nueva unidad" se hace más real. El amor madura, se pule y se renueva, y cobra "poso", como el buen vino en barrica de roble.
Se trata de descubrir algo que va más allá de lo que "vemos" y "tocamos", o de lo que sentimos. Contar con lo trascendente, que se percibe por la razón y la afectividad, por la estética que decían los clásicos. Descubrir asombrados la belleza de esas realidades tan sorprendentes, que aportan motivos altos y profundos, y nos dan fuerza e ilusión en nuestro actuar cotidiano.
Nos dice Thibon de una forma un tanto poética, "el ruido nos llama sin cesar a la superficie de nosotros mismos y, a causa de la repetición indefinida de ese movimiento centrífugo, nos priva de la sintonía con esos ritmos profundos que hacen de nuestra existencia lago parecido a un cántico."
Necesitamos silencio e introspección, estar a solas con nosotros mismos en nuestra propia morada. “Salvar el silencio interior, y todas las voces secretas que no se pueden oír más que en el silencio: la voz de la conciencia, la voz de la sabiduría, y, en el centro mas íntimo la voz de Dios."
La persona es un tanto limitada en la superficie, pero infinita en su profundidad. Está llamada a pervivir más allá del tiempo. Tiene anhelos de belleza, de eternidad… Y el amor está implicado en todo ello. Más bien es lo único que vale la pena. Poner una chispa de amor en las situaciones cotidianas de la vida.
Este componente espiritual ayuda a comprender y dar un sentido y propósito más profundo a la vida, como dijera el doctor Viktor Frankl. Y es hallar la trascendencia de nuestras pequeñas acciones, ver la realidad con más relieve y hondura…, como en tres dimensiones. Incluso en circunstancias desoladoras, o de gran sufrimiento, como le sucedió a esta gran persona. Todo lo que hacemos tiene "ecos de eternidad"...
Siguiendo con Thibon, él hace notar que, el verdadero centro del hombre es su sed de libertad hacia el infinito. Este plano no se encuentra con una visión chata, materialista y miope de la vida...
Siguiendo con Thibon, él hace notar que, el verdadero centro del hombre es su sed de libertad hacia el infinito. Este plano no se encuentra con una visión chata, materialista y miope de la vida...
Sin embargo, a veces es difícil conjugar temas concretos con otros más elevados, como la espiritualidad. Por eso, ante un conflicto entre lo más material y sensible, y lo espiritual, siempre apostar por el amor, que es lo que unifica ambas realidades, y el “todo” del hombre.
Lo que une la vida más prosaica y cotidiana con la esencia del amor: ese ideal que luchamos por hacerlo real día a día. Lo que estamos llamados a ser. Y donde se ancla ese “germen” de eternidad al que todos aspiramos, que además nos vivifica.
Para acabar, con paciencia y voluntad entrenada, con empeño en querer, aunque a veces cueste, o cueste infinito, incluso duela, "al final siempre vence el amor, y sale purificado y aquilatado de falsos oropeles. Madura y se hace más hondo y desprendido, de mayor calidad. Una fidelidad viva...
Porque, como sugiere Thibon, y muchos otros autores, "el secreto de la perfección esta en hacer las cosas más pequeñas con el amor mas grande". Estamos en este planeta para aprender a amar, y llevarlo a la acción. Y de ello depende nuestra felicidad, y la de toda la familia. Lo cual redundará en círculos concéntricos llevando el "buen olor y buen ambiente" por donde pasemos.
Si cada uno, cada pareja, cada familia, hace ambiente en la sociedad, será un motor de cambio potente. Porque, recordando a Juan Pablo II, "toda la gran red de las relaciones humanas nace y se regenera continuamente, a partir de la relación con la cual un hombre y una mujer se reconocen hechos el uno para el otro, y deciden unir sus existencias en un único proyecto." Algo de veras entusiasmante y trascendente. Tenemos grandes cosas por hacer... y dependen de nosotros, de nuestro empeño por querer a los que debemos querer.
Dejo algunos enlaces relacionados:
Mª José Calvo
Optimistas Educando y Amando
optimistaseducando.blogspot.com
@mariajoseopt
@mariajoseopt
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2020/11/los-pilares-del-amor-ii.html