6 "PUNTOS CLAVE" CON ADOLESCENTES
Hemos visto en otras entradas las características y etapas de la adolescencia, la maduración cerebral, y 10 “tips" que pueden servir para ayudar a nuestros hijos. Ahora unas orientaciones que sirvan de guía en este momento que se puede hacer difícil si no sabemos manejar bien, comprendiendo los porqués de este crecimiento, y viendo primero lo positivo que tiene: cambiando el “chip” si uno no está acostumbrado.
Está claro que en cualquier relación personal es de gran importancia la comunicación. Y en esta etapa es fundamental haberla trabajado desde pequeños, porque si no es mucho más complicado, aunque siempre es posible.
Para comunicar hace falta al menos dos personas. Si uno no quiere es imposible conectar. Además, hablar no es someter al otro a un interrogatorio, ni tampoco soltar un discurso… Primero es necesario escuchar, sobre todo con el corazón. Y si es una escucha empática, tanto mejor: es uno de los 7 hábitos de Stephen Covey. Ver más allá de lo que dicen, o no saben expresar, y esas conductas que pretenden llamar la atención, porque reclaman cariño… Como dice un amigo, “para un adolescente, más de tres palabras pueden ser excesivas…”
Algunas ideas a modo de “inventario”:
- Aunque parezca que tu hijo no te mira…, hay que seguir sonriendo.
- Confiar en ellos, no criticar, no hablar mal. La confianza da paso a la empatía y a la sinceridad, muy necesaria para conectar.
- Enseñarles a pensar, también con el arte de las buenas preguntas, y ponerles en situación de coherencia, especialmente con nuestro ejemplo.
- En las comidas o tertulias, pensar qué tema tratar. No es el momento de sermones, correcciones, o tareas pendientes, sino de conversar, contar anécdotas, escuchar, y pasarlo bien juntos.
- Comunicación empática: ver más allá de las palabras, teniendo en cuenta los sentimientos, ilusiones, anhelos... También contarles cómo nos sentimos, nuestras preocupaciones, abrirles el corazón. Son mayores de lo que pensamos, y les gusta que los tengamos en cuenta, que contemos con ellos.
- Quererles de forma incondicional, a pesar de que en alguna circunstancia hayan fallado o no estén a la altura, como nos pasa a todos. No se chantajea con el cariño. Además, el tratarles un poquito mejor de lo que son en ese momento les ayuda a mejorar. Ya lo decía Goethe, Guitton.. etc.
- Animar, motivar, estimular..., y luego dar confianza y libertad para que vayan aprendiendo a ser responsables.
- Aumentar su autoestima haciéndole notar lo bueno que tiene, sus cualidades y puntos fuerte. Incluso elogiar algo que haya hecho bien. Nunca corregir en público, y si con un simple gesto o mirada es suficiente, no hace falta “rallarles”… Poner el énfasis en lo bueno y positivo, con optimismo.
- Enseñarles a controlarse, con su inteligencia, a entrenar su voluntad, o retrasar gratificaciones. No depender de estímulos inmediatos tan frecuentes, especialmente con las pantallas. Por ejemplo, intentar controlar los cambios de humor, o los imprevistos. Todos tenemos preocupaciones y momentos difíciles, y hay que sobreponerse.
- Con exigencia compresiva. Hablar con ellos de objetivos concretos y retos que se pueden ir recordando a los días… Incluso que se los planteen ellos mismos y piensen en qué quieren mejorar.
- Ayudarles a luchar por adquirir hábitos saludables, no sólo para el cuerpo, sino también para el pensamiento, para el espíritu. Por ejemplo ser buenos amigos, sociables y empáticos, deportistas, resilientes, generosos, más íntegros y coherentes, ayudar a los demás o cooperar en voluntariados…
- Y luchar contra lo que no está bien, los hace peores personas, los despersonaliza, o los “cosifica”. Encauzar su rebeldía en una dirección que valga la pena.
- Disculparnos cuando fallamos, porque lo ven todo, y no siempre con buenos ojos… También para que aprendan a hacerlo. Darles oportunidades de rectificar, porque todos nos equivocamos, y repetidas veces. Los padres ayudamos a forjar su personalidad más de lo que creemos. ¡¡Nada se pierde!! Que seamos su referente.
- Su cerebro empieza a desarrollarse y madurar, a conquistar capacidades superiores del ser humano, y su afectividad sufre cambios bruscos por la reestructuración cerebral. Pasan de la exaltación a la depresión en un momento..., sin pensarlo mucho, y sin casi poder controlarlo. A veces, ante respuestas un poco impertinentes es bueno quedarse en silencio, y más tarde, dejar caer una buena pregunta para hacerles pensar.
- Buscar personas de su edad que les puedan ayudar, o clubes juveniles que vivan unos principios y valores importantes, para que puedan disfrutar y desarrollarse bien en un ambiente formativo y de amistad que no vaya en contra de los valores familiares.
- Conocer a cada hijo, ver qué carácter o temperamento tiene para ayudarle mejor. Por ejemplo, los de carácter sensible sufren mucho en esta etapa, porque todo les influye, y si no lo hablan y se lo guardan en su interior, lo pasan peor. A los que son más tranquilos hay que estimularles en plantearse retos… etc. Y a cada uno según sus cualidades y fortalezas, apoyándose en ellas, animarle a ponerse metas y objetivos concretos y luchar en ello para construir sus sueños…
Por otro lado, como decía, su cerebro no ha terminado de madurar, pues se está reestructurando, con lo que el pensamiento analítico y crítico, y el poder de decisión, no están totalmente operativos. Tampoco el autocontrol y autodominio personal, o el juicio y valoración de las acciones... Necesitan nuestra ayuda, aunque en un segundo plano, para enseñarles a pilotar su vida.
La adolescencia es un proceso de maduración de la persona,
que descubre su identidad, su pensamiento, quién es,
sus cualidades y singularidad,
y así ir modelando su personalidad ¡única!
Por eso tienen que aprender a reflexionar antes de actuar, o de dejarse llevar del impulso, y poner el filtro de la inteligencia a los sentimientos y emociones, para tener autodominio y señorío de sí mismos, y por tanto autogobierno personal. Te lo cuento en ese post.
Resumiendo y concretando...
“6 PUNTOS CLAVE en la adolescencia”
1.- Confiar y dar oportunidades de ser responsable. Delegar trabajos y cuestiones que puedan realizar es como decirles: “confío en ti, en que serás capaz de afrontar ese reto y lo lograrás…” Si falla, se intenta de nuevo… Quizá es una oportunidad de mejorar. Ayudarles a pensar y a decidir, a planificar…, ¡a priorizar lo realmente importante!
4.- Como decía aquel profesor, mostrar “exigencia comprensiva”: enseñarles a luchar. Exigir lo correcto, no pasar un mal comportamiento en algo realmente importante. Claro que, para eso debemos pensar qué es muy importante en la familia… Que se planteen metas. Cuando rectifiquen, saber perdonarles sin recordar todo el día el asunto. Para eso deben pedir perdón y, según las circunstancias, compensar lo que hayan hecho mal con alguna tarea añadida que favorezca ese comportamiento, y que ayude a los demás en casa.
5.- Un frente unido: “dos en uno”. Para todo esto debemos hablar antes los dos, y poner unas normas claras al respecto que señalen e iluminen un camino. Que sean pocas y claras, pero fundamentales. Por ejemplo, el trato a los padres, la hora de llegada a casa, su comportamiento con amigos…, o lo inadecuado de ciertas movidas… Porque, si un día “pasamos” unas cosas, y otro no, perdemos autoridad, y creen que es algo arbitrario que depende de la opinión del padre, o de la madre, o del momento en que nos pillen…
Y en todo lo demás dar mucha libertad para que se puedan desarrollar y "construir" como las personas singulares que son. Hay que decir algunos “noes”, pero muchos “síes”…, aunque no nos resulten cómodos. Explicarles que la libertad, un gran don, conlleva responsabilidad.
6.- Por último, no dejarles solos con la tecnología. Guiarles en el mundo digital. Hace falta compartir ratos, hablar, "perder" el tiempo y “fuchiquear” con ellos, ayudarles… Teniendo unas normas claras que les señalen el camino: pocas, pero claras. Y viviendo los valores. Por ejemplo la prudencia, la moderación, la responsabilidad, la empatía y el autocontrol, la integridad, la fortaleza, la proactividad, para generar contenidos que aporten, no sólo consumir, etc.
Y saber “desconectar” para conectar de veras con las personas cercanas…
Fomentar tareas en "modo concentración” sin estar conectados a pantallas, y enseñarles a centrarse. Por ejemplo mediante la lectura con calma y el estudio, que además potencia la imaginación y creatividad... Entrenar la voluntad, saber esperar..., pensar en un largo plazo, ponerse retos que animen... y cuidar las relaciones personales y la amistad. Esto lo explico en: pantallas y dependencia, adolescentes y pantallas, o, pantallas y modo concentración.
Aquí dejo un corte de una película estupenda, sobre la educación de adolescentes, cómo estimular lo mejor de cada uno, los principios, la coherencia, y dejar una huella en los demás: "El club de los emperadores" dirigida por Michael Hoffman, de las productoras Beacon Pictures, LivePlanet, Fine Line Features.
Un profesor apasionado de Historia Antigua, el profesor Hundert, les transmite claves e ideas del mundo Clásico y su legado para la humanidad.
Os la recomiendo.
(https://youtu.be/fowOx86MN5c)
Espero que te haya gustado alguna idea para llevar a la acción, y ¡gracias por difundir!
Dejo enlaces relacionados:
Dejo enlaces relacionados:
* Adolescentes: soltar-amarrras (características generales)
* "Etapas de la adolescencia"
* 10 tips-para-ayudar-tu-hijo-adolescente
Mª José Calvo
optimistaseducando.blogspot.com
@Mariajoseopt
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https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/06/6-claves-con-adolescentes.html
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