El corazón es importante: es el centro y raíz de la persona. Su núcleo más íntimo. El soporte de la personalidad, expresa Ortega. Venimos con unas preferencias y anhelos del corazón de bondad y belleza. Y cada uno "vale" lo que vale su corazón, pues en él se ponderan las cosas, da armonía a las diversas facetas de la personalidad, y uno "pesa" lo que ama.
Un gran pensador, que ha dejado un inmenso legado, J.H. Newman, daba mucha relevancia a la imaginación y al corazón, y acuñó: "el corazón habla al corazón”. Hay que saber escuchar, comprender, empatizar y conectar con las personas. Mucho más en familia, primera y principal “escuela” emocional.
Y la importancia de la imaginación: un medio para el conocimiento de la realidad. Newman decía que la imaginación es capaz de alzar la realidad, de levantarla: la "real-iza" para poder contemplarla. También es una capacidad imprescindible para comprender realidades inmateriales, lo que no vemos, tocamos, pero atisbamos...
La imaginación conecta con la afectividad y el corazón. Los afectos están en nuestra vida, impregnan la realidad, y hablan al corazón. Y éste es el nexo de unión con la imaginación. Apunta este autor: "al corazón se llega habitualmente, no a través de la razón, sino de la imaginación". Por eso, si queremos llegar al corazón de una persona, usar la imaginación, pensar cómo se encuentra, qué anhelos tiene..., cómo atenderle y ayudarle.
Un pensamiento del gran Charles Dickens, que supo transformar una sociedad masificada y poco comprensiva en algo mucho mejor... : "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el que lo conoce las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico".
Qué importante conocer y tener en cuenta todos estos aspectos de lo más íntimo del ser, de forma armónica, y hacerlos vibrar. Con cada uno, "a su estilo". Adivinar el lenguaje que más le "llega".
Es más, Pascal nos advierte que el corazón tiene sus razones que la razón no entiende... Es otro mundo valioso, genuinamente humano, por explorar, preservar y cultivar.
Cultivarlo es aprender a valorarlo y ponerlo en lo que de veras vale la pena, con afectos tiernos y nobles que nos engrandecen y mejoran. Porque, esta potencia humana anhela infinito y belleza, que es el esplendor de lo verdadero, de lo bueno; lo que nos atrae e ilumina la vida entera. Y hacia donde miramos...
La sabiduría innata del corazón nos ayuda a pensar en los otros, a ser mejores, con mayor plenitud personal, y como consecuencia más felices.
"La amabilidad es el lenguaje que el sordo puede oír, y el ciego puede ver", apunta Mark Twain.

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