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viernes, 26 de septiembre de 2014

PREADOLESCENTES: enseñarles a "manejar el timón..." I

                         
                               
                        
                            ENSEÑARLES  A  MANEJAR  "EL  TIMÓN"  


      
Hoy vamos a ver cómo ayudar a los hijos, que ya tienen una edad que parece que quieren ser mayores, pero todavía son nuestros “queridos niños”, para que puedan desarrollar sus potencialidades. Esas cualidades y capacidades, únicas y singulares, y conquistar su mejor personalidad. También para que tengan autonomía y crezcan interiormente como personas. Así, poder enfocarse en metas valiosas, poniendo el corazón, y acometer los retos que se propongan.


    
Para ello es vital que aprendan a pensar por cuenta propia, a tomar decisiones, a usar su libertad. También es preciso entrenar la voluntad con pequeñas cosas día a día. De este modo podrán ser más libres, luchar por objetivos importantes, y en último término querer a los demás. Primero en familia, luego a los amigos... Y es lo que les hará más felices en la vida. Tenemos un reto apasionante.
             






      
También es una forma de preparar el camino de esa etapa llamada adolescencia..., en la que despierta su intimidad, se replantean todo, se cuestionan sus valores y se van construyendo a sí mismos.

            
Quieren ser únicos, singulares, especiales, sin imitaciones, auténticos, como desea cualquier ser humano. Tomar el "timón" de  su vida, manejarse, superar metas..., desplegar las velas con un rumbo en la mente. Y debemos orientarles, guiarles, darles luz y calor.




        
A veces quieren más libertad, pero la confunden con independencia. No saben que necesita la maduración en responsabilidad: son como las dos caras de la misma moneda. "Una gran libertad conlleva una gran responsabilidad."





* Para concretar, 10 "TIPS"


1) En ese ayudarles a crecer, para poner buenos cimientos debemos basarnos en criterios claros de verdad, belleza, bondad. Construir sobre falsedades no se sustenta. Se pierde la objetividad, el norte, y vamos a la deriva. Y, como empiezan a ser más críticos, hay que tener especial cuidado de dar buen ejemplo, ser íntegros y coherentes, tratar de vivir lo que les pedimos, llamar a las cosas por su nombre, hacer lo correcto. Porque nos miran, y nos observan todo el día: somos sus modelos y referente, cansados o no, preocupados o no... ¡Merece la pena el esfuerzo por ser mejores!




2) Esta es una etapa clave para enseñarles a querer. Es decir, a poner el corazón en lo que de veras vale la pena, a forjarlo al calor del cariño. El periodo más sensible, en el que están preparados para ello, y lo aprenden fácilmente, comprende de los 6 años a los 12 aproximadamente. Es el momento idóneo: cuando lo podemos conseguir con el mínimo esfuerzo, porque les atrae y disfrutan con ello. Están listos para interiorizarlo. 






        
En estas edades son muy sensibles y tienen un gran corazón: son como arcilla blanda en nuestras manos. Es preciso ser delicados, y enseñarles a cuidar el corazón, ponerlo en lo que es de veras valioso. Así aprenderán a querer a los demás. Por eso debemos facilitar un ambiente familiar que les ayude a pensar en los demás, por cariño. A tener detalles y atenciones con todos. Descentrarles de ellos mismos, preguntarles siempre por los otros... Es preciso que vayan comprendiendo el significado del amor, que es lo más difícil que tenemos que hacer en este planeta. Y lo verán en cómo se tratan sus padres entre sí, y en cómo tratan a los demás.  


3) Con confianza plena en ellos: en sus posibilidades, en sus actuaciones…, incluso en esa faceta que más les cuesta. Confiando en que se esforzará y lo hará bien. Si no, no pasa nada: deben ir aprendiendo a usar su libertad, y le ayudamos a volver a intentarlo, animándole con una sonrisa y un "tú puedes". Los fracasos brindan nuevas oportunidades de superarse y de aprender. Hay que aprovecharlos también.



4) Es la forma de ir dando libertad, de ir soltando amarras..., para que puedan aprender pilotar su nave y navegar. Sin libertad no pueden aprender a ser responsables. Tampoco a tomar decisiones. Pero, ser libre no es hacer lo que "apetece", sino más bien tener autodominio sobre uno mismo, para enfocarse en metas valiosas. Incluso a más largo plazo. Poner un rumbo que de veras merezca la pena.







5) Disfrutando de la vida, pero haciendo lo que deben en cada momento: su trabajo, su estudio, sus encargos, sus juegos al aire libre…, preocuparse de los demás, tener amigos. Y todo con ilusión y buena cara aunque cueste. Que no sean caprichosos, porque muchas veces tenemos los padres la culpa. El capricho, además de matar la ilusión, los debilita, y achica su voluntad y su corazón; los transforma en niños-blandiblug, que se los llevará el viento de la primera dificultad. Sin tener que dar premios a todas horas, porque les enseñamos que “el bien conlleva el premio”


Disfrutar de las cosas bien hechas. Acostumbrarles a que acaben bien su trabajo, que no lo dejen a la mitad, o que lo hagan mal por las prisas o el me petece… Que sea una "obra de arte". Si no, se devalúa ese trabajo y se convierte en una "chapuza"... Valorar ese gesto o detalle de acabarlo bien que lo mejora, y nos mejora como personas.






Y cuando algo sale mal no hace falta castigar a toda costa... sino un gesto de disconformidad, de decepción, una mirada, y que hagan bien lo que hicieron mal. Con firmeza por nuestra parte, pero con una sonrisa y comprensión para animarles. Conjugando firmeza y dulzura.






6) Para todo esto se necesita esfuerzo, porque todo lo valioso requiere empeño, aunque pongamos afectividad, que facilita y suaviza las cosas. De esta forma se educa su voluntad, los hacemos fuertes y resilientes, luchadores, con corazón y sentido del deber.


Para entrenarles podemos aprovechar las dificultades que surjan en el día a día, pues son ocasión de maduración y de mejora. También por medio de los encargos y tareas del hogarde algún trabajillo remunerado quizá, del deporte. 



7) Por eso es bueno organizar encargos, desde bien pequeños, para que vayan adquiriendo habilidades, destrezas, autonomía, voluntad, y algunas responsabilidades, según cada edad. Así aprenden a usar su libertad, y van siendo más responsables... pensando en los demás.


Los encargos pueden ser sobre muchas cosas: la ropa, libros, el tiempo de estudio…, y otros con los hermanos, o amigos, para que se preocupen de los demás, para que los cuiden y ayuden. También tareas de la casa, para hacer la vida agradable a todos. De esta forma, los hacemos más generosos y luchadores. ¡Empáticos! Y aprenden a poner cariño en cada encargo, pensando en esas personas. 



8) Es el momento de educar el carácter, de tener autodominio y aprender luchar en positivo para construir "el edificio" de su personalidad. Te lo cuento en el post "los pilares de la educación". Con buenos hábitos, de colaboración, de fortaleza y generosidad, de empatía y servicio..., que se convierten en virtudes, entorno a los 7 años, al realizarlos con libertad, porque quieren, poniendo cariño: haciéndolo por amor. Y siempre, con confianza, que da "alas", ¡disfrutando de ello!


Las virtudes son refuerzos de nuestras capacidades, que nos ayudan a obrar bien. Nos dan más libertad. Además, cuando hacemos algo bien, sentimos una dicha que nos anima a seguir en esa línea..., porque implica a los sentimientos y la afectividad.
         
Un lema que podemos tener en un lugar visible es “¡buena cara y no quejarse!”…





9) Exigiendo en lo importante: tener unos puntos o normas claras, esenciales, para guiarles, que vayan guiando su comportamiento, y en el resto de cosas dar más libertad. De esta forma, se sentirán libres y aprenderán a actuar y ser más responsables de su vida.

A la hora de guiarles, da mejor resultado sustituir el “mandar" de etapas anteriores, por sugerir. Con delicadeza, como si fueran mayores de lo que son. Para que vayan actuando con criterio, pensando cada cosa, comprendiendo, y creciendo en autodominio y libertad en las pequeñas cosas de cada día... 



10) Que disfruten de la alegría de dar, de  ser generosos, de escuchar, que se pongan en el lugar de los demás, que los comprendan. Los abuelos, los amigos... Y descubrirles el valor de la empatía y de la amistad. Para ello deben ver que nos preocupamos de las personas, que somos buenos amigos de los amigos. Así aprenderán a serlo también, y serán felices haciendo felices a los demás…



El quid "mágico" que pone en marcha 
 la mejora personal 
   es el sentirse de veras queridos


              
Para conseguir todo ello es preciso que se sientan queridos, no solo que los queramos, sino que lo palpen, que lo noten. Que tengamos detalles concretos con ellos, que cuidemos no solo los mensajes, sino la forma de darlos, el tono y el ambiente: con delicadeza y cariño. Que sientan nuestro amor incondicional aunque no se porten como debieran en ocasiones... Claro que no les dejaremos pasar un mal comportamiento, pero a veces basta con un gesto de desaprobación, o una mirada... No hace falta enfadarse o castigar por todo.


                  
Pero ellos son los protagonistas: son los que llevarán el timón de su vida. Nosotros les ayudamos, les entrenamos, les damos criterios claros que les ayuden a pensar… pero en un segundo plano. Al calor del cariño y de la confianza, podemos trabajar con ellos para conseguir su mejor personalidad. Con nuestro ejemplo y coherencia, y nuestro comportamiento…, vamos marcando un camino por donde podrán navegar. 







*Algunas actitudes 

            
¡Qué importante el momento de mirarles a los ojos!, y en un instante ver si están bien, si necesitan algo, si están contentos, o tristes, si tienen un problema… Ver más allá de las palabras. Para dedicarles tiempo, para hablar, o para tomarnos un refresco o una merienda con ellos. Es la hora de hacernos más amigos de nuestros hijos, si no lo somos todavía, ¡sin dejar de ser padres! Es fundamental sobre todo para etapas posteriores.


                  
Dando respuesta siempre a sus inquietudes. Sin dar largas al asunto, sin perezas, abordando los problemas. Y para ello hay que compartir lo que les gusta, aficiones, colecciones, hobbies, ir al monte de excursión… Es la edad ideal para conversar con intimidad, uno a uno, sobre muchos temas. Sus pensamientos, sus sueños, sus amigos y el colegio, la familia, lo que les gustaría ser de mayores…, lo que hacen fabulosamente, lo que más les atrae, sus cualidades y fortalezas, sus ilusiones... ¡Conocerse!


            
También de los motivos que les impulsan a actuar. Y de paso les hablamos de móviles y de valores. Que las motivaciones se enriquecen si están basadas en valores que no pasan de moda; y no tanto, si sólo nos mueve algo material o una gratificación inmediata. Y les enseñamos a pensar, a tener criterio, a procurar lecturas que alimenten y estimulen el pensamiento, o que nos sirvan de relax, pero siempre que nos aporten algo, que no nos hagan daño…


                   
Además, en la vida es bueno saber encauzar acontecimientos. No esperar a que sucedan las cosas, sino planearlas. Buscarles un ambiente donde puedan crecer y desarrollarse. Conectar con gente de confianza, interesante, acordes con nuestros valores. Y enseñarles a tener retos y algunos objetivos en mente, hacer que sucedan las cosas importantes: aprender a ser proactivos. De ahí la importancia de las buenas amistades… 







            
Hay familias que tienen la costumbre de dedicar un tiempo después de comer, o de cenar, a hablar de temas variados. Los padres organizan una tertulia con los hijos un poco mayores. También se puede hacer en las comidas, aprovechando ese ambiente distendido.

           
Estos ratos sirven para conocernos, para contar algo agradable, para ver cómo están los demás, para descansar… Nuestros hijos, con 7 u 8 años, les encantará que les consideremos “mayores” y les dejemos entrar un rato en nuestra tertulia. 

          
Significa considerarlos más importantes, darles un privilegio. Aprenderán mucho de lo que hablemos en ella, y del ambiente de familia, del cariño de hogar, de la alegría y optimismo de los padres, de cómo afrontamos las dificultades, de la confianza y del cariño entre todos.




*Formar su personalidad

           
Para ayudarles a desarrollarse y madurar, debemos atender a todas sus facultades y potencias. 

          
La inteligencia, con el pensamiento, para pensar con claridad y ver hacia dónde se quieren dirigir... La voluntad libre, entrenada en pequeñas cosas, visualizando meas valiosas que sean capaces de acometer en su vida. Y la afectividad, que es la que modula las experiencias, sobre todo en estas edades tan esenciales... Que aprendan a disfrutar haciendo lo correcto, sin olvidar la relación con los demás, la empatía, el corazón, saber ayudar... etc. Hay que sacar a la luz, mediante nuestro cariño, todas sus virtualidades y talentos, todo lo bueno y bello que poseen, sus cualidades singulares, únicas...






         
Es necesario desarrollar todas esas facultades en armonía, que no haya deformaciones en su personalidad. Y armonía es buscar la unidad en la diversidad: que su formación se oriente al bien de la persona en cuanto persona. Así conseguiremos una personalidad armónica, rica y atrayente, con belleza interior, que sabe pensar en los demás. Dejo abajo enlace con la formación de la personalidad y sus facultades.





             
En próximas entradas trataremos el desarrollo de cada una de ellas, integradas en su personalidad. Educar la inteligencia..., también la voluntad, que es la que hace como de guía de la personalidad, y la afectividad, que completa y modula experiencias. Siempre teniendo en cuenta esa relación vital entre cabeza y corazón, que ya apuntaban los clásicos griegos.






            
A modo de resumen, dejo esta info:






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Dejo algunos enlaces relacionados con el tema: 






Educar-en-y-para-la-libertad 
(una aventura en el castillo)





                                                   




                                                                           Mª José Calvo
                                                              optimistaseducando.blogspot.com
                                                                           @Mariajoseopt 




URL del post:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2014/09/ensenandoles-manejar-el-timon.html


viernes, 19 de septiembre de 2014

¡PILOTAR LA PROPIA NAVE...!

                                                

                                                            "¡SOY CAPITÁN...!"


           
Cuando era niña, había una canción infantil que me gustaba en especial. “Soy Capitán”… Pasábamos los recreos jugando y cantando: “Soy Capitán, Soy Capitán, de un barco ingles, de un barco ingles…” Y te sentías de veras Capitán de tu barco, manejando el timón, con la brisa en la cara, sorteando las olas, bregando en alta mar, poniendo el rumbo hacia un puerto seguro, con esa libertad que se nos ha regalado…




                                 

      
En la vida ocurre algo parecido: somos el Capitán de nuestro barco. Queremos notar la libertad en nuestras acciones, explorar, poner rumbo a un puerto atrayente, disfrutar de la vida…

           



Para ello es importante saber cuál es nuestra misión en este planeta, qué rumbo tomar, como orientarnos. Localizar una estrella polar que nos ilumine. A veces, necesitamos hacer un alto en el camino para pensar y repensar. Necesitamos “islas de siencio”, para ver cuál es la verdad sobre mi, lo que estoy llamado a ser, mi mejor personalidad. Reflexionar sobre el modo que tengo de pensar, de ver las cosas, de actuar..., y cómo mejorarlo, qué cualidades singulares tengo, qué talentos, y cómo desarrollarlos y utilizarlos bien, ¡sacándoles partido!




            
Y esa verdad concreta sobre uno mismo es lo que nos hará más libres, lo que hace que disfrutemos del viento mientras navegamos hacia ese puerto que se nos ha confiado. Porque, cada uno hemos venido a este planeta con una misión, y con unas cualidades específicas que hemos de desarrollar, que las necesitamos para esa misión.

         
De esta forma, hacer la vida agradable a los que nos rodean, para mejorar el mundo mientras estemos aquí. Aprender a querer a nuestra familia, y enseñar a querer a nuestros hijos… Porque eso, al fin y al cabo, es lo que les hará más felices. Y a nosotros también.





            
Y, teniendo clara nuestra meta en la mente, podemos navegar, incluso contra corriente cuando haga falta, y no perdernos, no acabar a la deriva, alcanzar un puerto seguro. 



        
El conocimiento de nuestra misión nos da fuerza y energía para acometer la vida, con las iniciativas que soñamos y queremos, y superar los vientos del camino. 

            
Con integridad personal y fortaleza, entrenando a nuestros hijos, porque si no, serán un poco blandiblug... Darles muchas oportunidades de superarse, de pensar en los demás, y llevarlo a la acción. Si los acostumbramos a todo tipo de comodidades, si resolvemos sus problemas, si les damos todo hecho y pensado, si no les enseñamos a decidir por ellos mismos, y ser más autónomos, con pensamiento propio, ¡se los llevará la primera marejada!


            
Esa libertad la experimentamos al orientar nuestra vida hacia una meta valiosa. Al comprometernos con nuestro ideal, con nuestra verdad, con nuestra misión. Cuando se va perfilando nuestro cometido, y nos da seguridad, ilusión y fuerza para seguir bregando.


           
La vida es una aventura maravillosa. Hay que tener esperanza en llegar a puerto, y ganar “la ultima batalla”, como les sucede a Bilbo y Frodo en la preciosa obra de J. R. Tolkien



          
Con entrenamiento en la lucha, con optimismo y esperanza. Aprendiendo a amar a los demás, y sin miedo a sufrir por lo que podamos amar. Sabiendo descubrir las pequeñas “maravillas cotidianas”, la amistad, el amor a los que tenemos cerca, la delicadeza, los ideales nobles… Sorprendiéndonos de la belleza del mundo, en especial de las personas. 



           
Viendo las cosas con asombro, con una mirada “nueva”, como si fuéramos niños que lo descubren todo. Calando con hondura. Admirando los misterios que nos salen al encuentro: cada persona es uno de ellos, el amor es otro, la belleza de naturaleza..., también en la persona. Sonriendo, pues la sonrisa nace del corazón.


            
El único peligro que tenemos es salirnos de nuestro camino, de nuestra ruta, de nuestra verdad, de lo que estamos llamados a ser, de nuestra misión, e intentar recorrer el sendero de otros. Y ese sendero puede ser muy bonito, o muy creativo, o muy espontáneo, pero ¡no es el nuestro! Renunciar a la nuestra originalidad, a ser nosotros mismos, y confundirnos con los otros, enmascararnos..., masificarnos, igualarnos. 


O, dejarnos llevar por brillos y falsos oropeles, por luces que aparentan y atraen, pero que se desvanecen pronto: lo cómodo, lo que no requiere esfuerzo… Dejarse llevar es más fácil, pero se pierde el rumbo: ¡se acaba a la deriva!




            
Además, siempre tenemos un remanso de paz en nuestro hogar. El lugar al que deseamos volver una y otra vez, a respirar el oxígeno de la libertad. Donde se nos quiere, donde no existen leyes, donde se confía, y donde prima el amor a los demás. Ahí tenemos la libertad de ser nosotros mismos, podemos hacer lo que nos parezca oportuno, o incluso comer en el mismo suelo, ¡como de "pic-nic"…! 





           
Escribió Chesterton: “Dios no nos puso los colores en un lienzo, sino en una paleta”…, para elegir nuestras ideas, para ser originales y creativos, para configurar nuestra vida a nuestra manera, para ser libres, queriendo a los demás... Y responsables, porque la responsabilidad es la maduración de esa libertad. El mejor para qué de la libertad es poder amar: ahí se despliega su potencial.



             
Pero, en nuestro barco, necesitamos una luz que nos ilumine cuando oscurezca o no se vea claro. Es la luz de la conciencia. Un espacio íntimo personal donde nos descubrimos, y vemos lo que está bien o mal. Lo más secreto y sagrado de cada persona. Donde nadie puede penetrar, si no queremos. Estamos a solas con nuestros pensamientos y sentimientos; nadie nos puede obligar a nada. ¡Ahí somos realmente libres...!

          
Es como un conectar con la Verdad, la Bondad, el Amor, que rezuman Belleza. Incluso podemos conectar con Dios, que está en nuestros corazones. Por eso debemos formarnos, alimentarnos con la luz de la verdad, con la bondad, que son manifestaciones de una misma realidad. Ese “norte”, esa "estrella polar" que tratamos en otro post, que nos sirve de brújula cuando estamos navegando en alta mar. Un referente a la hora de actuar o decidir en alguna encrucijada, que nos ayude a hacer bien el bien que queremos hacer...





            
Así pues, somos “El Capitán" de nuestro navío, con una misión clara en la mente, con un rumbo hacia un puerto que tenemos que ir descubriendo. Con la ayuda de esa estrella... Al encaminarnos notamos seguridad y energía para luchar y apuntar a la meta esperada. Nuestro proyecto vital, nuestro proyecto familiar con las personas que más queremos. Y se va perfilando con pequeños planes de acción continuados en el tiempo. 

         





Además tenemos esa "luz" que siempre estará ahí, cuando las otras luces fallan, como dice la Dama Galadriel a Frodo en esa otra maravillosa obra legendaria de J. R. Tolkien: “El Señor de los Anillos”... Un despliegue de belleza que nace desde las palabras y lo que significan..., y las historias que transmiten con su sabiduría arcana que pasa de generación en generación. Y su aplicabilidad personal a nuestra vida, como refiere el propio Tolkien. Son como un faro que ilumina nuestro mundo poniendo esperanza.

Dejo un corte de la película de Peter Jackson, de la productora New Line Cinema.







      
Haremos una travesía por alta mar, conquistando sueños, superando dificultades, con espíritu de lucha, comenzando y recomenzando siempre que haga falta, con optimismo y esperanza. Con la esperanza del final feliz de los “cuentos de hadas” que dice Chesterton, que son tan reales. 


           
Y, con la “música del amor”, como una fiesta sin fin. Poniendo cariño en cada detalle, en cada conversación, en cada encargo, en el trabajo, con cada persona, con los amigos, en nuestra familia..., y ¡muy en especial, con nuestro esposo, esposa! Así llegar a nuestra meta, ¡ganar nuestro premio!





                                                                                  Mª José Calvo
                                                                    optimistas educando y amando
                                                                                  @Mariajoseopt



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                                                                               Mª José Calvo
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                                                                               @Mariajoseopt



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