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viernes, 31 de octubre de 2014

PREADOLESCENTES II: LA INTELIGENCIA, ESE "TIMÓN"

       


                  PREADOLESCENTES: "ENSEÑARLES  A  MANEJAR  EL TIMON" II

                     
                                            LA  INTELIGENCIA


              
Ya hemos visto las características generales de estas edades. Ahora vamos a centrarnos en tres aspectos esenciales: la inteligencia, la afectividad, y la voluntad. Y es necesario hacerlo de forma armónica, para que unos se apoyen en otros, y no haya atrofias e hipertrofias de uno u otro aspecto. Al desarrollarlos bien, se logra una personalidad con belleza interior, capaz de acometer retos y de pensar en los demás. Esto está recogido en el primer post: "enseñar a manejar el timón I".







                 
Vamos con el primero, el pensamiento. A la hora de la educación de la inteligencia, y desarrollar todo su potencial, con un pensamiento lógico primero, y luego analítico y crítico. De ese modo hacer un uso inteligente de la misma.




La inteligencia es una facultad de la persona que le facilita la capacidad de pensar por cuenta propia. Podemos decir que el pensamiento es la capacidad y ejercicio de la inteligencia. Muy relacionada con el lenguaje y el habla. Pero para sacar el máximo partido, basarse en criterios de verdad y belleza, que iluminen y hagan crecer esa capacidad.  



         
La verdad ilumina el entendimiento, porque es la adecuación del pensamiento a la realidad objetiva de las cosas. La razón busca la verdad. Por eso, la inteligencia y el pensamiento tienden a captar la verdad: es decir, la realidad de las cosas. Debemos fomentar la capacidad de descubrir lo auténtico y real, y que sepamos apreciarlo... La inteligencia ayuda a captar la realidad desde las distintas perspectivas. Sin el contacto con la realidad uno pierde el rumbo, y va a la deriva: se confunde con espejismos que desorientan. 


                
Cultivar la inteligencia significa aprender a distinguir lo importante de lo accesorio... También capacidad de análisis y síntesis. Hay que enseñar a pensar a los hijos desde bien pequeños, a tener espíritu critico y a defender y argumentar las propias ideas y creencias.



             
Nuestros hijos verán si nos esforzamos en vivir de acuerdo a lo que pensamos, y a lo que decimos. Es decir, si intentamos ser coherentes en nuestras actuaciones. Porque somos sus referentes y nos imitarán: todo esfuerzo merece la pena. Vamos abriendo un sendero por donde podrán caminar.


             
Además, los criterios claros, acordes con la realidad, con la verdad de las cosas, permiten ir formando su conciencia. También con nuestro ejemplo, enseñándoles lo que está bien o mal desde bien pequeños, dándoles razones para que lo puedan entender e interiorizar, y enseñándoles a pensar por cuenta propia.

          
Es la forma de que tengan criterio y espíritu crítico a la hora de tamizar la ingente información que les llega, y a la hora de actuar con coherencia en base a unos valores y principios que den sentido a la vida.




             
En este sentido, es importante enseñarles a conocerse: decirles sus cualidades y puntos fuertes, en lo que destacan, y no estar todo el día “remachando” lo que hacen mal… Pensar en positivo, cambiar el chip. Ser buscadores de talentos, más que "cazadores de defectos"...





             
En estas edades, el pensamiento va cambiando. Desde los 6 años, que es más lógico, hasta los 10-12 en que se hace más abstracto. Así, va siendo capaz de relacionar ideas sencillas, aunque llegar a una definición general le resulta todavía difícil. Más tarde, en la adolescencia, con la maduración de la corteza frontal, se desarrolla el pensamiento más analítico.





            
En estas etapas previas, tienen un pensamiento intuitivo muy apoyado en imágenes. De ahí que sea bueno cultivar la imaginación desde pequeños, y hacer un uso inteligente de la misma. Usar la creatividad tan propia y específica de la persona, en muchos ámbitos. Les encanta lo relacionado con el conocimiento y el desarrollo intelectual, y se incrementa su afán de exploración, la necesidad de preguntar y cuestionar todo. 

            
Por otra parte, esa curiosidad y admiración por las cosas, son un motor muy potente en el desarrollo  y el aprendizaje. Dejémosles...




      
Observan las cosas, analizan, relacionan, clasifican, y recaban mucha información: es la base del proceso de investigación. Podemos aprovecharlo para animarles a sacarle partido, en función de su formación, de sus intereses, y de lo que van a estudiar en el colegio, para que vean primero lo práctico y experiencial, y luego, con todos los datos percibidos, lo puedan entender y comprender mejor. 




             
Y fomentar el uso de la memoria y aprendizaje, que ayudan a tener una base estructurada donde ir asentando nuevos contenidos, y es la edad ideal para desarrollarla, que alimente el propio pensamiento. La memoria no es un almacén polvoriento de datos, sino algo vivo en continuo cambio, muy relacionada con la afectividad y la imaginación. Todos los recuerdos está teñidos de afectos, y muchas veces nos mueven a la acción.


           
También se desarrolla su creatividad, basada en la imaginación, pero penetrada por la inteligencia. Se puede fomentar mediante manualidades, construcciones, plastilina, papiroflexia…, dibujos, lecturas, aprendiendo a escribir, enseñando a pensar por cuenta propia, a cambiar el final de una historia, o de una película..., a resolver cuestiones... etc. También con el arte de las buenas preguntas.



              
Podemos animarles a desarrollar algún hobby relacionado con la investigación, con lo que les guste más, o sobre materias del colegio. En concreto, hacer colecciones les encanta: de hojas de árboles, con sus nombres específicos, de minerales, de fósiles, de sellos de distintos países, de mariposas…


              

* ¿Cómo hacer para estimular la inteligencia de nuestros hijos...? 


Dejo 6 "tips":

             
1- Por ejemplo permitiendo su curiosidad y admiración, su capacidad de asombrarse de las cosas, de la vida. El sobreprotegerles y darles muchos caprichos anula esa capacidad, y quita la ilusión. Debemos recuperar la ilusión por las cosas pequeñas, por la naturaleza, por la belleza de la vida, de las personas, por los detalles de cariño, por una sonrisa o un gesto amable, por la brisa en el rostro, por un amanecer... 

             
También tener curiosidad por investigar. Saber que todo se puede razonar, nos lleva a experimentar. Y es la base sobre la que se asienta la ciencia.

            
Eso les ayuda a tener iniciativa e interés por el estudio. La curiosidad es como un motor interno para el aprendizaje, las “vitaminas” para aprender… E ir canalizando el caudal de intereses y lagunas de conocimiento, para ir aprendiendo con ilusión, porque la curiosidad abre la mente a la atención, y es como mejor se asimilan las cosas: porque interesan y se disfruta con ello. Las emociones influyen en el aprendizaje, estimulan el pensamiento y abren las puertas de la atención. Lo que entusiasma se queda grabado, y parece que no cuesta esfuerzo aprender.






                  
2- Otra forma de  estimular el pensamiento es a través de buenas lecturas. Hace falta que sean acordes a su edad, que alimenten su inteligencia y también su corazón: que aporten belleza y valores que nos interesen desarrollar, o que tratemos de vivir en nuestra familia, para ejemplificarlos y que sean más atrayentes. Que nos vean leer cosas interesantes, comentar lecturas y novelas, disfrutar juntos leyendo, o viendo buenas películas, repletas de valores humanos, también adecuadas a estas edades, que podemos comentar.




                 
3- El diálogo es otra forma de estimular el pensamiento. Incorporarlos a la tertulia de los padres cuando son un poco mayores. Se sienten valorados, queridos, “importantes”, y aprenden un montón de lo que decimos, a veces sin intención directa, pero les queda registrado. Verán cómo pasamos de comentar las anécdotas del día, a las ideas de fondo, y de éstas a los detalles en que se concretan... No quedarse en la superficie, sino ver los motivos de fondo de las actuaciones, y también manejar ideas o conceptos. Es la base del pensamiento crítico.





                
4- En estas edades es bueno ir encauzando acontecimientos. No esperar a que pase la vida, sino pensar qué hacer con cada uno de nuestros hijos: qué objetivos podemos tener, qué necesita más, qué le gusta y se le da bien, qué cualidades tiene, para desarrollar su personalidad y forjar su carácter, en base al temperamento heredado. Descubrir sus fortalezas ¡para desarrollarlas!

              
Con calma, con tiempo para que se conozca, para que piense y reflexione, y vaya interiorizando ideas, valores..., o lo que va viendo y experimentando, y aprendiendo. También mediante la relación con sus hermanos y amigos: ¡que juegue con ellos!, sin querer adelantar etapas. Necesitan "islas de silencio" para construirse como personas.


             
Y siempre estar disponibles, con una sonrisa, escuchando, atisbando más allá de sus palabras, animándoles cuando lo precisen, celebrando lo bueno y positivo, conociendo a los amigos…, para que se sientan valorados y queridos.



              
5- Enseñarles a tomar decisiones desde pequeños, gracias a la libertad de cada uno. Primero en cosas sin mucha trascendencia para que vayan aprendiendo, y luego en otras de mayor envergadura. Asumiendo las consecuencias de sus acciones, sabiendo que la libertad conlleva responsabilidad.




                
6- A la hora de formarles, pensar qué queremos lograr, qué meta u objetivos podemos plantear… Porque tenemos mucha información a mano, pero hay que distinguir entre informar y formar. La información de por sí no es tan relevante; en cambio la formación requiere conocimiento, y luego conocer a la persona para ver qué necesita, cuáles son sus puntos fuertes, o débiles, cómo se la puede ayudar, mostrando empatía, captando sentimientos... Y luego concretar y hacerlo vida, por ejemplo mediante planes de acción.

            
Alguien dijo que la formación es como “el cuello de una botella”: no se le puede meter todo de una vez, y sin pensar. Hay que saber, tener buen manejo y buen arte para dosificar, ver lo que le conviene, poco a poco…, porque si no, se puede "atascar".

              
Con las personas pasa un poco lo mismo: hay que cuidarlo. Por eso se ve tanto exceso de información, "infoxicación", y es difícil realmente discriminar lo importante y relevante de lo que no lo es, lo claro y bueno, lo veraz, de lo que no lo es. Por tanto, aprender a repensar las cosas y concretar ideas. Ser buenos referentes.


            
Es necesario ayudarles a pensar por cuenta propia, a ser críticos con lo que cae en sus manos, con lo que oyen, con lo que puedan ver en internet… Enseñarles a manejarse, no sólo intentar controlar, o “controlarles” como niños pequeños, sino que ellos sean capaces de hacerlo, en la medida de sus posibilidades, y según su edad y maduración cerebral.







                  
TÉCNICAS DE ESTUDIO

              
Respecto a aprender a estudiar, podemos seguirles de cerca y hablar con el tutor de nuestros hijos, aunque no haya problemas, para que nos oriente en cada caso. Es preciso que aprovechen bien las clases porque es la base del estudio. Y luego en casa hay que apoyarles y animarles en lo que necesiten, sabiendo estimular su curiosidad y la investigación...


           
Una anécdota...

     
Conocí a un Director Escolar con gran integridad personal, que supo ejercer muy bien su liderazgo y buen hacer en su colegio. 

           
Siempre estuvo atento a lo importante, a base de trabajar mucho y bien, cuidando los detallesPor ejemplo considerando a cada persona, a cada profesor, a cada niño, a cada familia…, rezando al iniciar la clases, repartiendo botellines de leche todos los días, poniendo mensajes cortos con metas claras a realizar en el horario de clase, en el recreo, en el comedor…, para ayudar en la enorme tarea de formar en valores hechos vida a esos niños. Con un servicio constante y callado a todos. 

      
También, cuando eran algo mayores, enseñándoles a estudiar bien. Elaboró un folleto con algunas ideas y técnicas de estudio, con sentido del humor, que no han perdido actualidad. 

            
Os transmito algunas, porque me parecen de vital importancia. Se titula: “Vamos a estudiar bien”, porque no todas las formas de estudiar son buenas… Con constancia y perseverancia.





                
1-Ideas claras: el porqué y el paraqué de estudiar cada uno. Aquí podemos hablar con nuestros hijos, para hacérselo atractivo, para que piensen qué les gusta, para dejarles tomar iniciativas.

                
2-Dónde: para poder concentrarse, atentos a desconectar pantallas y distracciones… Elegir lugar adecuado, con luz, cómodo..., mejor si es siempre el mismo.

                
3-Cuándo: programa el tiempo, y organizarse. Es una capacidad cognitiva que es preciso aprender. Crear un hábito de estudio, a hora fija, mejor.

            
4-Cómo: ejercitar todas las facultades. Cuantas más actividades, mejor: lectura rápida, subrayar, analizar, tomar notas, hacer esquemas, sintetizar, mapas mentales, resolver, calcular, recitar, preguntarse, responder…

                
5-¡Esfuérzate, persevera, acaba bien tu trabajo hasta el final!

           
6-Método: hay muchos, y cada uno debe descubrir la forma que mejor le vaya, pero destaco uno por su sencillez y eficacia: es de Luis Illueca Valero, profesor de psicología de Madrid. Se llama L2 SER.



Significa      L- Lectura rápida para tener una idea general.
                  L- Lectura detenida por párrafos. Analizar el contenido.
                  S- Subrayar lo importante.
                  E- Esquema o guión, sintetizando lo esencial.
           R- Repetirlo para aprenderlo, potenciando la memoria, usando el esquema.


Aprendido un tema, se pasa al siguiente, y luego repaso global. 
Por la sencillez, habrá que adaptarlo a las distintas edades, y a los distintos tipos de materias o asignaturas.


                                                       ***

         
Hasta aquí la anécdota. Algo importante es enseñarles a conocerse, a emplear todas sus capacidades y habilidades mentales, a hacer buenas preguntas, a buscar respuestas, a reflexionar, a relacionar temas e información, a ser críticos con lo que oyen o leen...  Y por ejemplo, saber acotar en búsquedas para no perder el tiempo. Por eso los buenos libros siempre serán imprescindibles. Es preciso tener una pequeña biblioteca en casa, bien seleccionada, que les ayude en esta tarea, además de libros buenos de su edad.


           
Algo esencial es enseñarles a concentrarse en una tarea, a no estar pendientes de mil cosas  a la vez, a emplear el mínimo tiempo, pero intenso. Y animarles a hacerlo ellos solos: ¡ellos son los protagonistas! Creando ambiente de cooperación y ayuda: que compitan con ellos mismos, que den lo mejor de sí, sin comparaciones con otras personas. 







             
Ayudarles a organizarse bien, a hacer un planning con el tiempo que van a dedicar a cada actividad: al estudio o a cada asignatura, usando una agenda, para que puedan dejar espacio para hacer sus encargos, adquirir habilidades, atender y ayudar a los demás, y ¡cómo no! divertirse y jugar… con los hermanos, con los amigos. 


             
Dejo unas habilidades que se pueden trabajar, para que aprendan a conocerse, a ver en qué son buenos, y a desarrollarlas en conjunto.






             
Y cuando lleguen las notas, levantar la mirada del papel, mirarles a los ojos, y ver primero al hijo o hija, lo que se ha esforzado, y no sólo los números reflejados… Las notas son orientativas, pero nunca son un fracaso. Siempre se puede recomenzar, o poner los medios oportunos. Y cada uno es un mundo que no podemos encasillar en un papel...


            
Y si son muy buenas, ¡no hace falta premiarlas a toda costa! La simple satisfacción de aprender, de configurar su aprendizaje, de disfrutar, de alegrar a la familia, debe ser el premio. El saber conlleva una motivación intrínseca, mayor que cualquier premio material. Así se acostumbran a luchar, a esforzarse, a tomarlo como retos, se entrenan, y adquieren confianza en sí mismos.



           
También se pueden hacer "planes de acción" para motivarles o ayudarles en algún punto concreto: hacer un planning…, aprender a organizarse, esquematizar, imaginar algo relacionado que les ayude, investigar algo, o conseguir cualquier objetivo como buenos hábitos que les ayuden a ser mejores, y que puedan ayudar a los demás. Siempre en positivo, con nuestro apoyo y todo el cariño.



           
Y el fin de semana ¡hay que hacerlo atractivo! Poner alguna sorpresa, hacer planes distintos, excursiones, salidas al campo, a la montaña, senderismo, potenciar la creatividad, la iniciativa... Y que lo organicen ellos según sus cualidades o gustos… y los de toda la familia, para disfrutar juntos, para pensar en los demás, para cuidar las relaciones familiares. 









            
Con sentido del humor, con mirada amable, y es el que nos da la proporción de las cosas. 

            
Y siempre marcando el camino por donde nos seguirán: dejando una huella indeleble, intentando ser buenos modelos. ¡Que seamos líderes de nuestros hijos! Que nos admiren porque personificamos unos valores que no pasan de moda, porque están basados en principios. Lo aprenden todo de los padres, porque les queremos. No hace falta ser perfectos, pero sí que nos vean luchar por mejorar, con espíritu deportivo. Y que nos queramos de veras, porque del amor recíproco se alimentan y es imprescindible para su buen desarrollo como personas.




       
Espero que les haya sido útil, y puedes compartir.



Dejo algunos enlaces relacionados: 


* educar la voluntad y la afectividad en estas edades preadolescentes




* ideas sobre libros y películas por edades



                                                                                   Mª José Calvo
                                                                       optimistas educando y amando
                                                                                  @Mariajoseopt




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