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jueves, 30 de noviembre de 2017

ADOLESCENTES: TIPS PARA EDUCAR EL CORAZÓN

   
               

                                                          ADOLESCENTES

                     ENSEÑARLES A QUERER, EDUCAR EL CORAZÓN


        
 
Este tema lo escribo como complemento a la educación de la voluntad y de la afectividad de los hijos, sin olvidar el pensamiento y la razón. Con vistas a la adolescencia,  crucial en la educación y formación de cada persona. 

Como vimos, se trata de enseñarles a "manejar el timón" de su vida desde más pequeños, y luego ir "soltando amarras" para que aprendan a usar su libertad en metas que merezcan la pena, y que les hagan crecer como personas... Abajo pongo enlaces.

           
Nuestros hijos, en esta etapa del desarrollo, están predispuestos para querer a los demás. Podemos aprovechar este periodo especial para ayudarles en este sentido, sobre todo en la propia familia, y con amigos.







        
Se trata de educar el corazón, de "forjarlo" al calor del cariño, para que piensen en los demás, para que se enfoquen en metas valiosas e ideales nobles, que es lo que les dará más sentido a la vida. También forjar hábitos operativos buenos en esa dirección, que se transformen en virtudes, porque ellos quieren, con libertad personal. Las virtudes tienen mucho que ver con la afectividad, pues se siente la dicha de hacer lo correcto, y de ayudar a los otros...

   
Para aprender a querer, hay que contar con todas las facultades personales, en especial con la voluntad libre. Amar no siempre es igual a sentir, pero sí es querer querer, con libertad interior.





       
Por eso, la inteligencia, para pensar hacia qué meta nos dirigimos, y porque no se ama lo que no se conoce. La voluntad libre, porque hace falta querer, y son necesarios hábitos y virtudes que den autonomía en el obrar. Y, la afectividad, porque amar es una experiencia que rebasa las anteriores: hay que sentirlo, tiene que emocionar, hay que disfrutar. Y poner en juego otras capacidades, como la comprensión, la generosidad.

     
Además, los sentimientos nos pueden impulsar con mucha fuerza, si sabemos canalizarlos, estimulando los que nos ayuden en esa línea, y cortando los que no lo hacen, o nos empeoran como personas. De ahí la necesidad de la empatía y las neuronas espejo.





       
Para lograr todo esto, es necesario que se sientan muy queridos, no por darles caprichos, sino porque noten realmente nuestro cariño incondicional. Y muchas veces hay que decir "no", aunque nos duela, para guiarles en su navegar. Ser faros que iluminan senderos y rutas, y den calor al corazón.


       
La confianza y el cariño son la base del buen desarrollo de cada persona, así se forja su mejor personalidad. Y su seguridad y autoestima depende especialmente de la estabilidad familiar, y del cariño recíproco de los padres entre sí. ¡Qué lo noten!


De este modo, lograr una grata convivencia, tener en cuenta a los demás, compartir ideas, sentimientos, ilusión, trabajo en equipo…, detalles concretos. Y se puede llegar al fondo del alma de las personas queridas. Comprender estados afectivos y emocionales, más o menos oportunos, y ponerse a su disposición en lo que puedan necesitar. 





                                     EDUCAR EL CORAZÓN

         
Escribe Charles Dickens: "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico". 

        


El corazón es el centro y raíz de la persona. Por tanto, educar el corazón tiene la ventaja de lograr la mejora personal desde su núcleo más íntimo personal. 

         
Si hemos logrado en etapas anteriores confianza y diálogo con ellos, podremos tener conversaciones confidentes, dialogar de tú a tú abriendo el propio corazón, contado sentimientos, ilusiones y preocupaciones. Creando un clima de confianza y libertad, donde se sientan importantes y queridos.

         
También seducir con la belleza de los valores hechos vida. Es preciso cuidar las relaciones personales..., no sólo lo que les decimos, sino también las formas, que se sientan de veras acogidos, comprendidos, valiosos.


       
Hacerles ver que, la felicidad consiste más en pensar en los demás, que en uno mismo. En hacer lo que debemos en cada momento, sabiendo disfrutar de ello. Aunque a veces exija un sacrificio "gustoso" por quienes queremos. Las metas valiosas requieren lucha y esfuerzo, pero se disfruta de ellas. Es como la subida a una cima... 

Dice V. Frankl que la felicidad es como una mariposa: si la persigues, huye.







   10 “TIPS” PARA APRENDER A QUERER Y AYUDARLES A MADURAR






Es el momento de interiorizar y reafirmar hábitos y virtudes que les ayuden a conformar una buena personalidad. Los padres debemos ejercer un buen liderazgo, orientar y guiar a los hijos en su autonomía y crecimiento. Para ello son muy necesarias unas normas claras que marquen el camino, darles referentes e ir encauzando sus crecientes energías. De esta forma tienen la seguridad que precisan, autonomía y libertad para probar sus “alas”… 




1- Necesitan que les mostremos de mil modos cariño y confianza, que les abracemos, que valoremos sus sentimientos y emociones… Es el momento de construir lazos afectivos en familia, con sobremesas, actividades, excursiones, tertulias, meriendas, amigos… etc.






2- Son muy importantes los momentos de intimidad con cada hijo. Mirarles a los ojos, hablar y conectar, leer lo que llevan en el interior, sembrar confianza y abrir canales de comunicación, que puedan contarnos cuando quieran su mundo interior. Acogerles con cariño, ¡tiempo para ellos!







3- Sensibilidad ante la belleza, finura de espíritu para captar los detalles de cariño, lo bueno y valioso de las personas. Aprender a ser agradecidos, pues todo es un don, un regalo gratuito: desde la vida, la naturaleza, las personas, los servicios materiales o de otro nivel… Cultivar la imaginación y la creatividad desde el corazón: su lugar propio.



4- Enseñarles a escuchar, intentar comprender y disculpar, sonreír aunque cueste, mostrar empatía con los hermanos, amigos, abuelos… 



5- En estas edades darles más autonomía… y libertad. Potenciarla: dejarles hacer todo lo que puedan. Desarrollar cualidades y fortalezas, tareas y encargos responsabilidades. Así ayudan a sacar adelante la familia: ¡su! familia. Tener en cuenta los afectos a la hora de centrarse en lo que hay que hacer, pensando en metas altas y nobles, como apuntara Cajal, acordes con los anhelos del corazón.






6- Exigir sin “quebrar”: exigencia comprensiva. Que se entrenen con la ayuda del estudio, del trabajo, de la colaboración en casa con las tareas. Que aprendan a poner un detalle de cariño en ellas hacia esas personas. Ir dando más libertad, a cada uno dependiendo de su madurez y posibilidades, así como responsabilidades que les ayuden a crecer. 


Dejarles que decidan en muchas cosas: gustos, ayudas en casa, aficiones, hobbis, con amigos… De esta forma adquieren confianza en sí mismos, se define su personalidad, y se hacen más responsables.        




7- Entrenar la voluntad con buenos hábitos y virtudes. En estas edades el deporte, las salidas al campo, subir al monte... Así aprenden muchas virtudes como la fortaleza, la generosidad, la amistad… También les ayuda a adquirir autodominio personal y a cuidar a los demás.







8- Ayudarles a pensar antes de…, incluso a imaginar cómo resolver una posible situación que les desborda, a no ser impulsivos, a retrasar una gratificación inmediata por un largo plazo, como se hizo en el famoso “test de la golosina”.


Reflexionar sobre los motivos por los que hacer las cosas siempre es conveniente. Hay motivos y motivaciones de distintos niveles: extrínsecos o del "tener", intrínsecos o del "ser"..., y más trascendentes. Éstos son más altos, y por eso dan más fuerza y sentido a la vida. Irles aclarando estos temas… Ayudarles a elevar motivos: no sólo por una recompensa material, sino por ser mejores personas, o por los demás, algo que nos trasciende y cobra relieve.


Así se van entrenando, también en autocontrol emocional, algo muy importante y necesario…





9- El poder de la alegría y el optimismo, de la ilusión y el entusiasmo, que estimulan nuevas sinapsis, incluso ese estado de “flow” del que te he hablado muchas veces. Con actitud positiva se vive mejor, se expande alma…, y el cerebro funciona y aprende mejor, a cualquier edad.








10- Amabilidad. Utilizar las palabras: por favor, gracias, perdón, para una sana y confortante convivencia. Los buenos modales... Todo ello activa el cerebro de forma pro-activa, en concreto una zona cerebral de la toma decisiones de la corteza prefrontal. Pedir con delicadeza abre las puertas… Dar las gracias es la “memoria” del corazón. Y el perdón para sanar cualquier fallo, cualquier herida o dolor. Aprender a perdonar, o pedir perdón, cuando uno se equivoca o molesta a los demás, aunque no fuera esa la intención, como suele suceder. Perdonar es amar, no una debilidad, sino fuerza creadora.






11- Explicarles el sentido del dolor, y el poder del amor para confortar y que no nos destruya. La vida conlleva sufrimiento, y el amor dulcifica cualquier dolor. Esto lo mostramos los padres con la propia vida. No ocultarles los problemas: hacerles partícipes de ellos en la medida en que puedan comprender. No tener miedo a que sufran por las circunstancias y dificultades del camino. Si no, no podrán madurar y tomar las riendas de su vida. Esto nos cuesta más a las madres, pues tendemos a sobreproteger; por eso la figura del padre ayuda en este aspecto, como en tantos otros. Valorarlos más y pedirles su ayuda, distinta a la nuestra, pero complementaria.


Y la compasión que suscita el sufrimiento es algo bueno, puesto que es una forma de conectar con los otros y ayudar en lo posible. Como escribió Ana Frank, siempre se puede dar algo, aunque sólo sea bondad… Que nada de lo humano nos sea ajeno.



                                                      



12- Por tanto, espíritu de ayuda: ayudar a los demás en estas edades por motivos afectivos, poniendo el corazón. Es la forma de entrenarse en ello. Lo cual facilita enormemente las cosas, pues va a lo esencial: con palabras de A. de Saint-Exupéry: "He aquí mi secreto: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”.










            Por eso, darles muchas oportunidades de servicio
 en familia, con amigos,
poniendo cariño en cada encuentro, en cada conversación, en cada trabajo...
 
Que aprendan a ponerse en el lugar del otro y empaticen.










             Por otra parte, educar el corazón es educar su afectividad
 para que aprendan a amar. 
También transmitir el sentido de la sexualidad en su marco específico:
 un amor auténtico para siempre.
 Si se saca del contexto despersonaliza y pasa factura... 


Amar a una persona es ayudarle a desarrollar toda la maravilla que alberga,
 buscando su bien: su mejor personalidad.
 Es dar, más que recibir. 
Y tiene mucho que ver con la generosidad y la alegría.


                                                        ***


         Y siempre, tratarles un poquito mejor de lo que son en ese momento 
para ¡¡ayudarles a mejorar...!!

Con cabeza y corazón.

"Escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón"





        
Espero que te haya gustado, y puedes comentar y compartir con amigos. ¡Muchas gracias!








  
Dejo algún enlace relacionado, por si quieres ampliar:
                                                                       Mª José Calvo
                                                          optimistaseducando.blogspot.com
                                                                      @Mariajoseopt    
    


URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/10/preadolescentes-vi-ensenar-querer.html 

lunes, 20 de noviembre de 2017

PREADOLESCENTES: TIPS PARA ENSEÑAR A QUERER

       


                           ¡EDUCAR EL CORAZÓN!, ENSEÑARLES A QUERER





                   
                  
1) ETAPA INFANTIL, Y PREPARANDO LA ADOLESCENCIA
                                           
          
Los hijos, en estas etapas del desarrollo, entre los 6 y los 12 años, están predispuestos para aprender a querer a los demás. Podemos aprovechar ese periodo más sensible en ellos para ayudarles en este cometido, sobre todo en la propia familia, y con los amigos. Quizá sea de lo más importante que debemos hacer en este planeta..., y lo que nos hará más felices. Y, cuando son adolescentes, es necesario que tengan un corazón capaz de amar, de comprender, de conmoverse.

        
Se trata de educar el corazón, de "forjarlo" al calor del cariño, para que piensen en los demás. Que se enfoquen en metas que merezcan la pena, y así puedan amar. Es lo que dará más sentido a su vida. Los afectos son importantes, nos ayudan a querer mejor, pero es preciso pasarlos por el filtro del pensamiento...




       
También conquistar hábitos operativos buenos en esa dirección, que se transformen en virtudes, con libertad personal. Porque, para aprender a querer, hay que poner en "marcha" todas las facultades: también la voluntad libre, que es la que decide querer y toma las riendas de los sentimientos. Hace de guía de la personalidad, contando con el pensamiento.






      
Es necesario poner inteligencia, porque no se ama lo que no se conoce, y para dirigir todo el mundo afectivo. Y voluntad libre, porque son necesarios hábitos y virtudes que den autonomía en el obrar en esa dirección. Y afectividad, porque amar es una experiencia que rebasa las anteriores: hay que sentirlo, nos tiene que emocionar, hay que disfrutar. Hay que querer con el corazón.

    
Además, los sentimientos nos pueden impulsar con mucha fuerza, sabiendo manejarlos en la dirección adecuada. Estimulando los que ayuden a querer mejor, y cortando los que no merecen la pena, o nos dañan como personas. De ahí la importancia de la empatía con los demás, y la inteligencia emocional, con lo que se logra sinergia entre las distintas facultades.



        
Para todo ello es necesario que los hijos se sientan muy queridos, no por darles caprichos o todo lo que pidan, sino porque noten realmente nuestro afecto y cariño incondicional. Especialmente el cariño recíproco de los padres, origen y fuente de su vida, y su buen desarrollo. La confianza y el cariño son la base del ambiente familiar.




          
Su seguridad emocional depende de la estabilidad familiar, y del cariño mutuo de los padres, además del que cada uno de ellos manifiesta hacia cada hijo. Ese modelo y referente es lo que ven y tienden a imitar. Y les da seguridad y sana autoestima.




            
Y siempre, el tratarles un poco mejor de lo que son en ese momento, ¡¡les ayuda a mejorar...!! Ya lo apuntaban muchos pensadores, entre ellos J. Guitton, Goethe...


Trata a una persona como es, y seguirá siendo así.

Trátala como puede y debe ser, 
y se convertirá en lo que puede y debe ser.









                                  
2) EDUCAR EL CORAZÓN

          
Un pensamiento de Charles Dickens: "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico". 






        
El corazón es el centro y raíz de la persona. Por eso, educar el corazón tiene la ventaja de lograr la mejora personal desde su núcleo más íntimo: ¡en cuanto persona! No sólo en algunas facetas concretas, sino en todas ellas, aportando armonía personal.



         
Es la edad propicia para las conversaciones en confidencia, para mirar a los ojos y dialogar de tú a tú, abriendo el propio corazón, contado sentimientos y anhelos, y creando un clima de confianza. 

También usando la imaginación para plasmar en nuestra vida unos valores, personificados, que iluminen y seduzcan con su belleza y coherencia. Que se los mostremos y "acerquemos" a nuestros hijos, porque ellos nos están mirando todo el día... Usar la creatividad para ello.

       
Porque, el campo propio de la imaginación es el del corazón: los valores, el bien, la alegría y el optimismo, las relaciones personales y el cariño a los demás. (Si quieres ampliar, ve al post sobre "la imaginación").


      
Educar el corazón tiene mucho que ver con la felicidad, que consiste más bien en pensar en los demás y en ayudar, aunque a veces exija un sacrificio "gustoso" por quienes queremos. También en hacer lo que hay que hacer en cada momento, sabiendo disfrutar. Como señala un gran pensador, el profesor Tomás Melendo, "la felicidad es directamente proporcional a la capacidad de amar de una persona, expresada en obras". Por tanto, consecuencia de una vida lograda, con sentido, contando con los demás.









         
                            
 
                      10 “TIPS” PARA EDUCAR EL CORAZÓN



1- Aprender a comprender, a disculpar, a tener en cuenta los motivos y sentimientos ajenos… 
El valor de la empatía en las relaciones personales, aprender a sonreír.
 Además, los hijos siempre se fijan en los padres: su modelo y referente.
 Que sepamos escucharles y comprenderles, aunque a veces haga falta corregir. Siempre en privado, y si basta con una mirada, o un gesto, 
no hace falta insistir ni "remachar"... 




2- Sensibilidad ante la belleza, finura de espíritu para captar los detalles de cariño, lo bueno y valioso de las personas. 
Aprender a ser generosos y agradecidos por todo. 
Cultivar la imaginación de forma inteligente, 
poniendo el corazón, 
cuidando las relaciones familiares.



3- Fortaleza y voluntad entrenada. 
En estas edades el deporte, las salidas al campo, subir al monte...,
 son nuestros aliados, y una escuela de virtudes.
 Además, ayudan a tener autodominio personal y a pensar más en los demás.
 En el equipo. También a valorar la comprensión y la empatía,
 y la alegría de ayudar.







4- "Exigencia comprensiva" a la hora de entrenarles.
 Con la ayuda del estudio, del trabajo, de la colaboración en casa
con los encargos y tareas.
 Que aprendan a poner un detalle de cariño en ellos hacia esas personas,
 porque los detalles son el “pulso” del amor:
 donde se nota si se quiere de veras.  




5- Forjar el carácter: 
trabajo y deporte con buena cara y sin quejarse.
 Lograr hábitos y virtudes que les ayuden en la vida,
 que les den autodominio personal, y les tornen mejores personas.
 Aprender a enfocarse en los demás y olvidarse un poco del propio "yo"...
 
Y la inteligencia emocional, como ya señalara Pascal, puede ayudar.
 Las dificultades también son retos a afrontar, y los hacen más fuertes. 





6- Muy necesario un momento de intimidad con cada uno
 desde bien pequeños,
  mirarles a los ojos, conectar, leer lo que llevan en el interior,
 dar confianza y que puedan contarnos su mundo.
 Acogerles con cariño, ¡con tiempo! para ellos.






7- Aprender a perdonar, o pedir perdón, 
cuando nos equivocamos o molestamos a los demás. 
Incluso cuando los otros se sienten heridos...,
 aunque no haya sido con esa intención. 
Es preciso ser muy delicados en esto.

 Adelantarnos en dar cariño para hacer buen ambiente.
 Y perdonarlo todo, lo antes posible. 
Sólo el cariño cura las heridas.






8- Ir a las raíces: ¿por qué motivos hacer las cosas…?
 Hay motivos y motivaciones de distintos niveles:
 extrínsecas o del "tener", intrínsecas o del "ser"..., y más trascendentes.
 Y éstos últimos son los que aportan mayor sentido en la vida.
 También nos ayudan a pensar y tener criterio de actuación,
dando mayor libertad.





9- El sentido del dolor, y el poder del amor para sanarlo 
y que no nos destruya.
 La vida conlleva sufrimiento. Llenar de sentido el dolor, poniendo amor. 
La compasión que suscita es algo bueno,
 y es una forma de conectar con los demás con respeto y empatía,
 para ayudarles en lo que esté en nuestras manos.

 Como escribe Ana Frank, aunque sólo puedas dar bondad,
 ¡ya es mucho! 
Que nada humano nos sea ajeno.





10- Espíritu de ayuda: 
ayudar a los demás por motivos afectivos
 poniendo el corazón. 

Es una forma de entrenarse en ello:
 contar con el corazón facilita enormemente las cosas,
 pues va a lo importante. 


Nos recuerda A. de Saint-Exupéry:
 "He aquí mi secreto: sólo con el corazón se puede ver bien;
 lo esencial es invisible a los ojos”.
 







 Es preciso darles 
muchas oportunidades de servicio en la familia, 
entrenar su voluntad
aprovechando esta etapa afectiva, 

poniendo cariño en cada detalle, 
en cada encuentro, en cada conversación, en cada trabajo...

 
Muy en especial preparando la adolescencia.





Dejo unos "tips" que pueden ayudar a pensar:







            Enseñar a amar, y educar su afectividad, 
          también es transmitir el sentido de la sexualidad en su marco específico:
 un amor auténtico, incondicional, para siempre. 

          Si se saca de él, despersonaliza y pasa factura... 
Por eso es vital darles formación para el amor, 
con un buen enfoque antropológico,
cuanto antes.
Lo dejamos para otra entrada.





   Amar a una persona es 
ayudarle a desarrollar todo su potencial, 
sus cualidades y fortalezas, 
buscando su bien, su mejor personalidad,
aquello a lo que está llamada a ser. 

Consiste más en dar que en recibir, 
y tiene mucho que ver con la generosidad y la empatía

Es lo que, al fin y al cabo, nos hace más felices.

           

   

        
Espero que te haya gustado, puedes comentar y compartir con amigos. ¡Gracias!


Dejo algún enlace relacionado, por si quieres ampliar:



                                                                            








                                                                       Mª José Calvo
                                                          optimistaseducando.blogspot.com
                                                                      @Mariajoseopt    
    

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