CUANDO VUELAN "LOS CUCHILLOS"
Hoy tenemos de nuevo un autor invitado: Javier Vidal-Quadras, con un post simpático de sobre pensamientos y atribuciones en pareja. Enlazo abajo a su blog.
"Una de mis extravagancias consiste en intentar encestar los objetos más variados en sus recipientes… o en cualquier lugar que pueda acogerlos. Me gusta lanzar los lápices al cubilete, el cepillo de dientes a su vaso y los papeles a la papelera. En nuestra familia, cuando utilizamos servilletas de papel, no es raro que al terminar la comida se entable una competición: a ver quién consigue encestar su servilleta arrugada en forma de pelota en el vaso más lejano de la mesa, juego que a mi mujer no le acaba de convencer del todo.
He de decir que he adquirido bastante destreza (en tirar, que no en encestar). Una vez, tiré un cuchillo a la cesta del lavaplatos desde la imprudente distancia de un metro y medio y, claro, fallé, el cuchillo dio a una copa de borgoña y se hizo añicos. ¡Quién será el burro que pone una copa de vino al lado de la cesta de los cubiertos!, pensé.
Y, con esta expresión, incurrí en el último pensamiento automático que quiero comentar: las atribuciones negativas, porque, entre nosotros, lo lógico hubiera sido pensar quién es el idiota que lanza cuchillos a la cesta del lavaplatos a metro y medio de distancia.
Dicen que las atribuciones son un buen termómetro del estado de salud de un matrimonio. Los matrimonios que están en buena forma suelen imputarse acciones e intenciones positivas del tipo: “¡qué rato más agradable!”, “¡qué cariñoso es!”, “no me extraña que se olvide, ¡con la cantidad de cosas que tiene en la cabeza!”, “es comprensible que llegue tarde, ¡seguro que le han preguntado mil cosas los niños antes de salir!”
Mientras que los matrimonios que van de capa caída tienden a atribuirse recíprocamente lo malo: “¡bueno, por fin ha encontrado tiempo para pensar en mí y estar un ratito conmigo!”, “¡vaya, hoy está cariñoso, seguro que algo quiere!”, “¡ya se ha vuelto a olvidar, mis cosas no le importan nada!, ¡ya está, otra vez llegamos tarde, con lo que sabe que me molesta!”
Esta tendencia es muy peligrosa, es como una carcoma que va minando la relación. Uno no se da cuenta y, a fuerza de arrojar sospechas y acusaciones sobre su pareja, acaba por distorsionar la imagen que tiene de ella.
Con el tiempo, lo malo se agranda y lo bueno se achica. Hay que estar atento y darse cuenta de que también casi todo lo bueno que nos sucede es gracias a él o a ella: nuestros hijos, el hogar, la familia, la seguridad, la compañía, la pasión… Y es muy triste ver matrimonios que aprovechan cualquier ocasión para lanzarse indirectas.
Otra solución es que te dejen el nieto de dos meses un día entero. Entonces ya tienes a quien hacer responsable de todo lo que te pasa…, eso si no tienes la tentación de intentar encestarlo en su cochecito desde dos metros de distancia cuando no para de llorar. El mío, gracias a Dios, se está portando muy bien. ¡Que no sufran sus padres!"
Javier Vidal-Quadras Trías de Bes
Muchas gracias Javier por estos pensamientos que nos pueden ayudar a demostrar el cariño, y apuntar a lo mejor del otro, como diría Goethe, o, ir destruyendo poco a poco el amor mutuo... De ahí la necesidad de pararse a pensar y dar una pincelada positiva y amable, optimista, para ver las cualidades del otro y disculpar pequeñas cosas que nos contrarían, sin "echar" la culpa a nadie. Si no, la paz desaparece, y uno acaba convirtiéndose en un "cascarrabias".
Por eso, poner cabeza y buscar lo que une. Pensar cada día unos gestos para demostrar ese amor. Siendo amables, cordiales, empáticos, saber disculpar... hablar en positivo. Nada de ironías, ¡que destrozan la convivencia! Así, volverán a resurgir sentimientos positivos.
Se trata de cambiar el foco del yo hacia el tú del otro, aunque requiera sacrificio, que se torna gustoso por quien se ama... Y hace buen ambiente, donde lo prioritario es querer a esa persona: que se sienta de veras querida.
Siempre contando la admiración y el agradecimiento, y con el perdón: el amor no puede sobrevivir sin él. Es el "broche" que integra todo y une. Por eso, "no dejes que se ponga el sol sin haber pedido perdón", aunque parezca que uno tiene razón, que nunca se tiene del todo... Un beso, un guiño, una mirada... Te lo cuento en otro post.
Dejo algunos enlaces relacionados con el tema:
@mariajoseopt
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