CONSTRUYENDO SU PERSONALIDAD IV: ADOLESCENTES Y AFECTIVIDAD
Hemos visto que tener un hijo adolescente es como convivir con una persona un poco explosiva e inconstante, pero noble, que busca coherencia y referentes a su alrededor.
Es bueno pensar: ¿qué le está sucediendo en su interior?, ¿por qué esos cambios tan drásticos y ese comportamiento...?
Les estamos formando desde que son pequeños a base de intentar poner buenos cimientos... Descubrimos sus cualidades singulares y ayudamos a que las desarrolle, le ayudamos a aprender mil cosas, pero llega un momento en que destruye todo eso para volver a reconstruirlo a su manera, desde su interior, a su modo y estilo personal, con sus talentos. Quiere ser "dueño de sí", artífice de su vida: intenta ser él mismo, ella misma..., busca su voz interior, su intimidad. Y en esa reconstrucción emplea ideas y modos que va viendo e interiorizando. Dejo enlace abajo.
Y la afectividad cobra un lugar preferente. La persona está diseñada con un corazón para amar: lo más humano, que coincide con los anhelos de lo más íntimo del ser... La afectividad es muy importante: es un complemento a nuestras facultades, como son la razón y la voluntad libre, y un refuerzo de nuestras capacidades. Ayuda a desarrollar mejor esa libertad de amar con un disfrute mayor. Sentimientos y emociones que construyen la amistad y el amor.
Pensar en los demás, y poder ayudarles, aunque a veces suponga interés concreto y esfuerzo, nos hace mejores personas. Además hace sentir la dicha de hacer lo correcto. Pero, en esta etapa de la adolescencia, la base anatómica de la afectividad no está del todo funcionante, sino que se encuentra en pleno cambio y reajuste. Y algunas zonas cerebrales están por construir.
Lo típico de esta edad, debido a esos grandes cambios cerebrales, es la exaltación de
sentimientos, y sobre todo la inestabilidad afectiva y emocional. No perciben ni controlan bien sus sentimientos y estados de ánimo, no saben cómo sentirse en ocasiones, y tienen muchos altibajos emocionales.
El sistema límbico, estrato anatómico fundamental de la afectividad y las emociones, está hiperfuncionante por la elevación de hormonas en sangre. Tienen gusto por emociones fuertes, por probarlo todo, por el riesgo… porque valoran mucho la recompensa emocional que les produce con liberación de dopamina y otros neurotransmisores en esas situaciones. En cambio, muchas veces no saben esperar recompensas con objetivos a más largo plazo, o comprender a los demás y mostrar empatía, y tienen que ir aprendiendo.
Parte de su cerebro no ha madurado: en concreto la corteza prefrontal, que es lo último en hacerlo debido a su complejidad. Sede del pensamiento abstracto y analítico, el control de impulsos y la voluntad, la toma de decisiones, la empatía… Dejo abajo enlace sobre maduración cerebral y afectividad en estas edades.
Por tanto, son todo emociones vividas al momento, y al máximo, sin un control que racionalice y modere bien sus experiencias y vivencias. Lo mismo están efusivos como se hunden en el más profundo abismo por algo aparentemente insignificante… Dan primacía a las emociones sobre lo racional: las ven excitantes y con mucho colorido. Y les gusta la recompensa que les producen.
Su cerebro está aprendiendo a manejarse, pero el control y el pensamiento no están apenas operativos. Tienen que ir aprendiendo a manejarse, controlando y modulando emociones, aplazando recompensas...
Por eso dan prioridad a los estímulos e impulsos, al “me apetece” y a lo instintivo, sobre lo lógico y razonable… Y debemos conocerles para ayudarles, desde un segundo plano, a fomentar sus cualidades, a que reflexionen antes de..., a tomar decisiones, a pensar en los demás, etc.
El comportamiento adolescente, e incluso el de algunas personas poco maduras, está guiado sobre todo por emociones, y en muchas ocasiones es poco racional. No son capaces de integrar pensamiento y afectividad; cabeza y corazón. No ponderan antes las cosas, y pueden caer en un emotivismo exagerado. Y todos los "ismos" despersonalizan. Cuando solo se tienen como referencia los sentimientos, que son necesarios, pero no el pensamiento y las razones, se va instaurando un relativismo que confunde, por no tener referentes estables que guíen e iluminen la vida, incluso por perder contacto con la realidad objetiva.
Ellos tampoco comprenden muchas veces los sentimientos de los demás, ni muestran empatía... Y esto se agrava con las pantallas que despersonalizan las relaciones auténticamente personales: "cara a cara". Deben aprender todas estas habilidades para forjar su personalidad. Ayudémosles.
Por tanto, ir dando progresivamente libertad, la que puedan manejar en cada momento, para que aprendan a pilotar su vida y ser responsables. Y por otra parte, no podemos dejarles solos frente a situaciones que les desborden, aunque a ellos les gusten las situaciones de riesgo al límite, o crean ser ya “maduros”.
La libertad debe ir “de la mano” de la responsabilidad: que aprendan con muchas oportunidades a ser cada vez más responsables. Tienen que ir entrenándose en pensar y reflexionar, en controlar y controlarse, en tomar la iniciativa.
Necesitan que les ayudemos a aprovechar sus enormes posibilidades para construirse y mejorar como personas. A descubrir su gran capacidad de aprender, sus cualidades singulares, y la energía que hay en su interior que lucha por salir… Haciendo énfasis en sus fortalezas y talentos, en lo bueno que tienen, y en el esfuerzo que ponen por ser mejores, por ayudar a los demás. Y no tanto en lo que hacen mal, pues están todavía aprendiendo, o simplemente nos "choca" de su conducta.
Podemos aprovechar para plantearnos las preguntas que ellos se plantean, así podremos dar, más que discursos, vida hecha realidad. Modelos que atraen. Referentes vivos de cómo relacionarse, cómo tratar a los demás, cómo cuidar a los amigos... Darles luz y calidez de corazón, y así puedan confiar y abrirse cuando lo necesiten. Y relaciones de amistad sanas. Dejo una cita de C.S. Lewis:
Por lo tanto, fijarse en lo bueno es la mejor forma de que lo fomenten y lo pongan al servicio de los demás. ¡Que se preocupen de ayudar! Primero en casa, en la propia familia, y también a los amigos, compañeros, o voluntariados y personas que lo necesiten. Eso le entusiasma y se crecen.
Para ir madurando necesitan silencio interior para reflexionar y conocerse. Y tienen que aprender a entrenar la voluntad, a retrasar gratificaciones, a adquirir autodominio...
Por eso, en el día a día, entrenarse en pequeñas cosas, hábitos y virtudes que veremos, muy relacionadas con la afectividad, que dan facilidad para obrar en esa dirección..., y además disfrutando.
Y aprender a pasar las emociones, tan fluctuantes, por el filtro de la inteligencia. Así poder modularlas: fomentarlas o controlarlas, según lo que proceda en ese momento, y ponerlas al servicio de una meta valiosa y noble, como apuntara Cajal. Por ejemplo, encaminándose a la amistad y el amor.
1* La amistad
Merece especial mención la amistad, algo que necesitan para desarrollarse plenamente como personas, y donde pueden ejercer hábitos y virtudes que les ayudan a madurar, a pensar en los demás. Algo que necesitarán para aprender a querer a la persona elegida cuando llegue su momento.
Más adelante podrán integrar amor y sexualidad, pues en las primeras etapas están disociados por su inmadurez cerebral.
Una cita de Ramón y Cajal animante: "La jovialidad de los amigos constituye el mejor antídoto contra los desengaños del mundo. Invirtiendo el viejo refrán, debiéramos decir: «quien bien te quiera te hará reír»". ¡Siempre en positivo, con optimismo!
Con palabras de Tolstoy:
"De igual modo que una vela enciende a otra, así llegan a brillar miles de ellas;
así enciende un corazón a otro, y se iluminan miles de corazones."
2* Cabeza y corazón: inteligencia emocional
Por lo tanto, aprovechar las ocasiones cotidianas para entrenarse en pequeñas cosas... Dejo unas habilidades, cualidades y virtudes muy relacionadas con la afectividad y el corazón para ir desarrollando y haciéndolas vida en familia desde bien pequeños.
Por ejemplo la comprensión y la empatía, el saber mirar a los ojos y ponerse en su lugar..., la generosidad para prestar una ayuda aunque no se pida, el perdón, que sana heridas, la perseverancia en metas valiosas, en atender a las personas y a los amigos, la resiliencia para no abatirse con las dificultades. El trabajo en equipo y las tareas y encargos donde se pone el corazón. La gratitud, tan necesaria para hacer buen ambiente... Y muchas otras posibilidades que pienses en tus circunstancias.
Y más adelante la integridad y el buen liderazgo, que suponen armonía personal y autodominio para llevar el timón de la propia vida y poder ayudar a los demás.
Esta madurez la van consiguiendo mediante una lucha personal. Pero ¡ellos son los protagonistas!
Con voluntad entrenada en pequeñas cosas cotidianas, y todo nuestro cariño y apoyo como padres…, pero desde un segundo plano. Con escucha atenta y comprensión desde el corazón, con coherencia y empatía. Y algunas veces, con nuestro consejo conciso y concreto, y siempre nuestro referente.
Si hay dificultades, con dejar pasar el tiempo no se arreglan las cosas: hay que ser proactivos y hacer que “las cosas sucedan”..., como señala S. Covey, encauzando acontecimientos y vivencias desde pequeños, planificando, vislumbrando metas valiosas que les llenen y les ayuden, animando con optimismo de óptimos, confiando siempre en ellos.
Y saber que, cuanto menos lo merezca, ¡más nos necesitará para remontar...!
Si nos paramos a pensar, muchos aportes en la mejora del mundo los han realizado personas jóvenes, con energía vital, que saben saltar del "mí-mismo" hacia los demás y usan su inteligencia y sus capacidades y talentos en esa línea... desinteresadamente, en servicio de todos. Valorarlo, verles capaces, ¡confiar!
3* Madurar y prepararse para el amor
Por otra parte, todos tenemos que aprender a usar la cabeza y armonizarla con el corazón para poder querer.
Enamorarse es fácil, sin embargo, para querer de veras a alguien y mantener fresco ese cariño hace falta reflexionar, ver si hay temas importantes que unen a las dos personas, además de los sentimientos... Así pensar si la voluntad debe tomar las riendas e ir construyendo esa amistad o relación, o no merece la pena por no ser la persona adecuada en ese caso, o por motivos diversos. Pensar con la cabeza bien "fría" si es la persona conveniente para un proyecto vital entusiasmante.
En caso afirmativo, ese periodo de tiempo de relación para conocerse no es un juego ni un pasatiempo. Está en juego la felicidad y la grandeza de cada persona. Y a las persona no se las "prueba" como si se tratara de un menú...
Es necesario profundizar esa amistad, descentrase un poco del yo-me-mi-conmigo, para pensar más en el tú de la otra persona, en sus cualidades y talentos, en su bien, es decir, en su mejor personalidad.
Implica autodominio y madurez personal. Los amores no sobreviven con personalidades inmaduras. Y esa relación se basa más en la generosidad y la empatía, que en la propia satisfacción del "yo" y el narcisismo, tan de boga con las pantallas...
Y la sexualidad, tan desenfocada en ocasiones, forma parte de la afectividad de cada persona, y hay que encuadrarla en su marco específico: un amor auténtico, para siempre, que resista el paso del tiempo, de los problemas y vicisitudes de la vida.
Como expresa Chesterton, el sexo puede ser usado con seriedad para construir algo, o con frivolidad para echarlo todo a perder...
La sexualidad es algo tan grande y maravilloso que no merece menos que estar protegida por el amor. El sexo, la unión íntima, es una especial capacidad de la persona, diseñada para unir, para hacer crecer el amor recíproco, y crear vida. No un juego caprichoso. Po eso, si se usa mal, despersonaliza, cosifica y daña. Y deja un vacío interior... Y está en juego la felicidad y el corazón de cada persona.
Por lo tanto, educar el corazón es educar la afectividad para aprender a amar. Descubrir el sentido del amor y de la sexualidad en su contexto específico: un amor auténtico, genuino, llamado a crecer y vivir por siempre. No mientras me apetezca, ni mucho menos para el fin de semana...
Resumiendo, la afectividad ayuda a amar.
Amar a una persona es ayudarle a desarrollar todo lo bueno que posee,
procurar su bien, su mejor personalidad.
Consiste más en dar que en recibir,
y tiene mucho que ver con un corazón grande.
La madurez afectiva se traduce en capacidad de amar.
Espero que te haya sido útil, y que lo compartas si te ha gustado... ¡¡Gracias!!
Mª José Calvo
optimistas educando
@Mariajoseopt
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Dejo enlaces relacionados:
* Alegría-y-buen-humor, con ideas de C. S. Lewis
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2023/04/adolescentes-y-afectividad-construyendo.html