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martes, 13 de septiembre de 2016

3 CLAVES PARA AFRONTAR UN NUEVO CURSO...


        

                               "3 CLAVES" PARA AFRONTAR UN NUEVO CURSO


        Comenzamos el curso con la batería bien recargada para un nuevo año. Cuesta, pero en realidad nuestro trabajo ordinario es lo que da estabilidad y cohesión a la vida. Lo que hace que podamos levantarnos y comenzar de nuevo, con ilusión, sobre todo pensando en nuestra familia. 


      Aunque tengamos siempre el mismo horario, siempre podemos hacer las cosas “nuevas” cada día, sabiendo descubrir lo bueno y positivo de las situaciones, dejándonos sorprender por tantos detalles cada día, desde la brisa en el rostro, a la cara simpática de nuestros hijos, al detalle de nuestro esposo/a..., a la generosidad y empatía de los demás.


        
         Porque, en la familia es donde aprendemos a querer, y necesitamos la experiencia de ser amados sin condiciones. Este es un reto que podemos afrontar este nuevo curso, pensando en los que más queremos.

        Para ello, debemos esforzarnos en amar más y mejor, empezando por la propia pareja, y siguiendo con nuestros hijos.







          También es un buen momento para repensar nuestro proyecto familiar y el proyecto educativo de cada uno de nuestros hijos.







       Por eso, desde el punto de vista familiar, podemos ver cuáles son nuestros puntos fuertes, en qué somos buenos, y nuestras posibilidades. También qué limitaciones o debilidades tenemos como familia, para intentar mejorar y conseguir el máximo de nuestras posibilidades.


         Y, en lo referente a los hijos, ver entre los dos cómo podemos hacer un proyecto para ellos, para cada uno, sabiendo que es nuestra principal empresa… Tenemos el derecho y la responsabilidad de formarlos como mejor creamos y sepamos. Que aprendan lo importante de la vida. Es la forma de transmitirles esos valores imprescindibles, hechos vida, para que con ellos hagan de su vida algo grande. 

        Por ejemplo, la amistad y la generosidad, el esfuerzo, la empatía y el trabajo en equipo… Para eso hay que pensar, recabar la mejor información, aprender, hablarlo los dos, y concretar, para ir plasmándolo en hechos en el día a día.









        Y es preciso aprender a resolver los problemas por elevación. 



Tratarles un poco mejor de lo que son en ese momento, 
para conseguir que se esfuercen
 y luchen por dar lo mejor de ellos.


       Sin etiquetas, ni comparaciones, ni querer “comprar” su cariño con regalos materiales, porque sería degradarlos, y se harían materialistas, superficiales. De ese modo, no sabrán apreciar otros valores que no se compran ni se venden, y de veras dan más sentido a la vida... 







       A veces, ante una pequeña falta, basta con un gesto de disconformidad para que se dé cuenta que no está bien. No hace falta enfadarse, ni gritarle, ni castigarle por todo, pero sí animarle a que haga bien lo que hizo mal. Y cuanto más difícil sea, con una sonrisa mayor y un “¡tú puedes!, ¡ánimo!”







                  TRES CLAVES PARA REFLEXIONAR






           1. Ver primero lo bueno y positivo de cada uno, y las fortalezas de la familia: lo que hacemos bien, y en lo que somos especiales…, para apoyarnos en ello a la hora de luchar en algo concreto que queramos mejorar.




          2. Orientarnos por principios que no pasen de moda. Enfocarnos en unos valores universales que den solidez a nuestra conducta. Y así incorporarlos a nuestra vida con hábitos operativos buenos, que se transformen en virtudes, y vayan conformando una personalidad sana y fuerte. 


         Esto implica tener un ideal de vida, con una jerarquía de valores. Se puede ampliar en este enlace: "Las raíces de la educación y la brújula".




          3. Repensar algunas cosas, hacernos buenas preguntas, ir a las raíces de las cosas, a los porqués, para no actuar sin más, de forma precipitada, por impulsos, o por lo que se lleva en el ambiente, sin pensar previamente. 






         a) Por ejemplo, respecto a la familia, preguntarnos qué tipo de familia queremos tener, para qué educamos a los hijos, qué queremos conseguir... Si intentamos formar personas libres que sepan querer, y ¿cómo lo podemos hacer?...

          También si damos seguridad y confianza nuestros hijos, si notan nuestro cariño, si nos queremos con detalles concretos..., ¿qué valores tenemos?, ¿cuales podemos mejorar?, ¿cómo es nuestra convivencia?, ¿cómo son nuestras conversaciones?, si actuamos en equipo los dos, ¿qué ambiente de familia se respira?, si sabemos pedir perdón… Porque ¡lo copiarán!




         b) Respecto a los hijos, ver cómo son, qué forma tienen de aprender según su temperamento o forma de ser… Pensar qué queremos desarrollar, cómo les vamos a motivar y animar, a hacer que se involucren en todo según su edad… Y plantearnos algunas cuestiones: ¿cómo hacemos para que participen en la vida familiar?, ¿les permitimos ser autónomos en lo que puedan?, ¿les solucionamos sus “problemas”?, o les damos recursos para que tomen la iniciativa y aprendan por sí mismos… etc.




        Para todo esto es necesario que dediquemos un espacio de tiempo para hablar en pareja, incluso con papel y bolígrafo, para anotar lo que vemos de cada uno. Pueden ser: las características de esa edad, los puntos fuertes de cada uno, sus debilidades… 


        Es bueno hacer tormenta de ideas, y así cada uno aporta su visión, y nos complementamos para trabajar en equipo y lograr sinergia. Porque, a veces, lo que puede ver uno, no lo ve el otro, y viceversa. O, las soluciones que se le ocurren a uno, y no al otro… Por eso, ver todas las posibilidades, y quedarnos con las mejores. Y luego, poder llevarlo a la acción, usando la imaginación y la creatividad, poniendo el corazón en esa tarea tan singular y reconfortante que se nos ha regalado...


        También es necesario que pensemos qué modelo presentamos nuestros hijos, tanto en la conducta, como en el cariño que nos tenemos en pareja… Si somos verdaderos líderes, si comprendemos a los demás, si les ayudamos, y qué cosas debemos rectificar para mejorar... Esto te lo contaba en la entrada sobre "Los pilares de la educación". Porque, cada niño que viene a este planeta está gritando “sed como queréis que yo sea..., para que vea cómo lo puedo hacer".


      Asimismo, está muy relacionado un post sobre "La dirección de la familia", para actuar con una meta en la mente, y hacer partícipes a los hijos de ello





        También "el secreto de la educación”, porque, a veces pensamos miles de planes para los hijos, pero no nos percatamos de la importancia de que perciban cómo nos queremos los padres, cómo hacemos que el otro sea lo más importante en cada momento, los gestos y detalles de amabilidad y delicadeza… Y el perdón para sanar heridas. Será el modelo que les presentamos, el que tratarán de imitar. 

      

     Y necesitan de nuestro cariño y confianza para desarrollarse bien y desplegar toda su potencialidad. El sentirse queridos es como la "varita mágica" que permite sacar a la luz mejor personalidad de cada uno, en un ambiente de alegría y libertad responsable…






     Y finalmente, concretar en planes de acción, con cada hijo, o en familia (también otro post con ideas para realizarlos). Para ello, debemos plantear un objetivo a realizar, un punto de lucha, pensando en el logro de alguna habilidad, hábito, cualidad, virtud…, o detalles con los demás, como la empatía, valorar sentimientos, hacer equipo… que nos ayudan a todos. Y de este modo, podemos "crear ambiente de hogar" donde se está a gusto, porque cada uno lucha por su mejor "versión" y por alegrar la vida a los que tiene cerca.

  
                          







         Esto es enseñarles a afrontar la vida, a luchar, y a querer a los demás..., (principal asignatura de la vida). Y también es contribuir a un mundo más "humano".


       El cariño en familia hay que “cultivarlo” como un buen jardinero… Si no se riega, se poda, se abona, puede acabar por secarse y marchitar. Cuidar el tiempo de estar juntos. Mantener la ilusión fresca… Conversar sobre lo importante, sobre lo que tenemos en la cabeza y en el corazón.

    Porque, el amor es más una convicción de querer y un compromiso, que un sentimiento. Cuando acompañe, genial: aprovechamos su fuerza para hacerlo crecer, y disfrutamos. Si no, hay que poner voluntad libre de querer, y tener pequeños detalles de cariño para que re-surja y se re-avive ese sentimiento… 










        Una frase del genial Chesterton: "El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina, ni un comercio, ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia."







       Por eso, es vital que en nuestra familia todos sientan, y sintamos, ese amor incondicional que nos permite valorarnos, ser acogidos, y nos hace madurar como personas. Para luego, poder darlo a los que nos rodean..., hacerlo extenso a otros ámbitos. Humanizar el mundo. Y esto, cada día de nuestra vida.


       Así pondremos los cimientos para lograr una familia sana y alegre, ¡optimista!, feliz, que valore lo importante y sepa querer, a pesar de las inevitables dificultades y contratiempos de la vida.



Espero que te haya gustado, y que lo compartas con amigos. ¡¡Muchas gracias!!



Dejo enlaces:



                                                                         Mª José Calvo
                                                             optimistas educando y amando
                                                                         @Mariajoseopt 






URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2016/09/afrontar-un-nuevo-curso.html


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