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lunes, 22 de junio de 2020

LIDERAZGO PERSONAL II

 
                           LIDERAZGO PERSONAL II


Seguimos con el liderazgo personal. ¡Qué importante es cultivar la personalidad de cada uno...! Cada persona es única y singular. ¡Singularísima! Descubrir cualidades y talentos específicos, y la belleza de los valores humanos, hechos vida. Un auténtico liderazgo. 

Como vimos, es importante tener buen gusto por lo bello. Es decir, reforzar las acciones nobles de cada persona. 


Se precisa pensar, fomentar fortalezas, adquirir hábitos y virtudes que den mayor libertad, y nos ayuden a ser más y mejores personas. No es algo trivial, ni que se consiga a la primera; requiere lucha, pero ¡merece la pena!




Dejo un índice con los puntos que hemos visto, y los que abordamos en este post.


1) PERSONALIDAD
2) CARACTERÍSTICAS Y TIPOS DE LIDERAZGO

3) LIDERARSE UNO MISMO 
4) UNA ESTRELLA POLAR 
5) ILUMINAR




3) LIDERARSE UNO MISMO

Liderar es desarrollar el propio carácter, conocerse, potenciar todo lo bueno de cada uno, fomentar cualidades, entrenarse en pequeñas cosas... Poniendo cabeza y corazón. Es decir, ser más libres para enfocarse en algo de veras valioso.


Un buen líder motiva y arrastra con su mirada, con su ejemplo, con su vida coherente. Está atento a lo importante, especialmente a las personas. Y sabe tomar las decisiones adecuadas en cada caso. 




*Poner en juego todas las facultades personales



a) Usar la cabeza y el pensamiento, percibir lo singular de cada uno, sus talentos, y fomentarlos. La razón ilumina el sendero. Luchar por mejorar, por desplegar cada uno su potencialidad innata y su vocación y misión, que estarán relacionadas con esos talentos, y hacia los demás.
Con coherencia entre lo que se piensa, se dice, se hace... Que el actuar sea consonante con el ser. Así seducir con la vida misma y el buen hacer.

b) Además de cabeza, se necesita voluntad libre: autodominio personal para enfocarse en metas que merezcan la pena. No depender de apetencias y gratificaciones inmediatas, respuestas y emociones..., poniendo razón, esa luz que nos ilumina. Y no quiere decir anular los sentimientos, sino aprovechar su fuerza en la dirección adecuada. Disfrutar de lo bueno y noble, de lo correcto.

Este autocontrol se logra con entrenamiento y lucha. La voluntad es un motor potente en nuestras actuaciones, que aporta una fuerza extra, si luchamos día a día en algunos objetivos.

También mediante pequeños hábitos y habilidades, que se transformen en virtudes personales. Las cuales seducen por su belleza. Virtud es un término que procede del latín, "virtus", que significa fuerza. Nos ayudan en nuestro actuar a hacer lo correcto. Nos mejoran como personas, y van formando una buena personalidad, capaz de apostar por retos encomiables.


c) Contando con los sentimientos que nos encaminen hacia donde queremos ir. Con autocontrol personal. Así, disfrutar con los afectos que nos ayuden a crecer como personas, y, cortar los que nos hacen peores, o destruyen las relaciones con quienes queremos. Algo que nos facilita la empatía y la inteligencia emocional. Educando la afectividad y el corazón, que son un motor cálido de nuestras acciones. Aprender a ponerlo en lo que merece la pena. Integrando cabeza y corazón, logrando armonía, pensando en los demás. 



Una idea a modo de “flash" que podemos repetir, en especial con los hijos: “En tu interior pensarás lo que el corazón te dice”.




En el obrar humano todas las facultades actúan conjuntas, pero, como señalara Karol Wojtyla, la voluntad es la que lleva las "riendas", iluminada con la razón. Contando con el corazón.       


Y hay que cuidar que no haya atrofias e hipertrofias de unas u otras, que alteran la personalidad y el modo de actuar. Por ejemplo el voluntarismo, tan frío y sin empatía, o, el sentimentalismo, tan frecuente, en el que las emociones toman el control sin una razón que oriente. Nos llevan a merced de los vientos, sin un puerto al que llegar. Estas hipertrofias deforman la personalidad, e impiden pilotar adecuadamente la propia vida. Incluso pueden producir trastornos de personalidad.




4) UNA ESTRELLA POLAR: UN LIDERAZGO ÉTICO Y VIRTUOSO

Aquí enlazamos con ideas de otro post: la "estrella polar" de nuestra vida. Todo lo bueno es bello. Ahí está la excelencia y el optimismo en el obrar humano: en lo más noble. Ya lo apuntaba Platón. Lo que se apoya en valores y motivos del tercer nivel: trascendentes, los que tienen en cuenta a los demás. 

No dejarse imbuir en falsos oropeles, éxito a toda costa, egoísmos, poder... Todo eso se desvanece pronto, no es sólido. Tener en cuenta la relación tan estrecha entre lo bueno y lo bello, entre ética y estética, que señalaban los clásicos. 

Apuntar a esa "estrella polar" que nos guía en el firmamento: la belleza, la bondad, la verdad. Orientarnos e iluminarnos con ella. Los
 tres valores están interconectados, se imbrican entre sí. El modo más directo es a través de la belleza. Descubrir la belleza de lo bueno, de la bondad... Vivir en la belleza. Si se está a gusto, la bondad habla por sí misma. Y nos descubre lo verdadero... Dejo enlace abajo.





* Por eso, el buen liderazgo es noble. Es decir,  un liderazgo ético. Apuntar a lo bueno, a lo mejor, a lo excelente. Como señalara Ludwing van Beethoven: "No conozco mayor signo de superioridad que la bondad." Pensar en los demás. Sin esta clave, todo liderazgo se puede convertir en capricho personal, incluso en manipulación. 

En esta línea, otra idea de Joubert: “La bondad consiste en estimar a la gente más de lo que se merece”. Si les tratamos un poquito mejor de como son en ese momento, les animamos a luchar por lograrlo. Y es precisamente ese ser mejor lo que hace al buen líder.



Asimismo, un liderazgo virtuoso, puesto que los buenos hábitos y virtudes son como los "ladrillos" que van conformando la personalidad de cada uno, y facilitan el obrar en esa línea. Además disfrutando de esas acciones. Y esa personalidad es lo que atrae, seduce, anima y da fuerza a los demás.



Las virtudes nos permiten pasar de la teoría a la práctica, del valor al hábito, del querer ser al ser efectivamente. Algo que nunca se logra en plenitud, y siempre tendremos que luchar por mejorar. Pero, nos dan mayor libertad para apostar por retos y metas importantes. Transformar la propia vida y la de los demás: mejorarla, teniendo en cuenta las aspiraciones más nobles de la persona. La grandeza de cada persona se manifiesta cuando es capaz de ayudar, de querer a los demás.



Algunas virtudes 

La más básica y fundamental es la humildad. La sencillez de mostrase cada uno como es, que se traduce y se corresponde con la realidad objetiva. Con la verdad sobre esa persona. Como ya señala Aristóteles, conocer es captar la realidad... Humildad para conocerse y conocer, para recibir un feedback... etc. Sin la verdad nada se puede construir: todo cae por falta de fundamento. Y es lo que permite los pequeños actos de servicio hacia las personas que queremos, amigos... etc.



* Luego, otras muchas, y muy relacionadas entre sí, como la comprensión y la amabilidad, la empatía, el esfuerzo por mejorar, el optimismo, vital para apuntar a lo mejor, el perdón, tan necesario en las relaciones personales, la alegría, tan importante en la convivencia diaria, la confianza, base de todo lo demás, la resiliencia, especialmente en estos tiempos, el respeto y el servicio... etc.



* Y la mejor, la de más calado y categoría, la caridad, que no es otra cosa que el cariño a los demás, el ayudarles en lo que necesiten. La que cualifica a una persona como noble y buena. En especial la amistad y el amor, en los que se quiere el bien para el otro, los otros, como también apuntara Aristóteles.





5) ILUMINAR... 

Liderarse uno mismo, y seducir con una vida plena y atrayente. ¡Coherente!, que deje luminosidad y poso, y buen hacer. 

Cada persona lleva interior una luz capaz de iluminar un universo entero. Por eso, 

¡sé luz, sonríe, comprende, anima, acompaña, ilumina con tu cariño! 
 
                           No te canses de brillar para los otros.
                                    ¡Haz operativa tu misión!





Por eso, ante una dificultad o crisis podemos pensar y trabajar en lo que realmente podemos influir: enfocarse en ello, sin dejar espacio a la ansiedad por lo que no podemos cambiar. Esto se puede representar mediante dos círculos concéntricos. El más pequeño, en el que podemos actuar, y, el que le rodea, más grande, en el que nada podemos hacer. Y necesitamos pensamiento y sabiduría para ver la diferencia. Y luego centrarnos en lo que realmente podemos.




Lo trata S. Covey, uno de mis autores favoritos, en "Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas", que recomiendo. Se trata de tener una meta clara en la mente, y enfocarse en el círculo de influencia de cada uno. Y no tanto en el de preocupación, en el que nada podemos hacer, que nos agobia y resta fuerzas, o nos hace enfermar. Genera estres, que a la larga se traduce en alteraciones somáticas. Es mejor centrarse en las posibilidades. Así se puede solucionar algo, anima, y motiva a luchar.

Al hacerlo de este modo, poniendo cabeza, incluso se puede ampliar esa zona de influencia mediante un buen liderazgo personal. Con autoconocimiento de nuestras cualidades y capacidades, con proactividad, enfocando a esa meta, apuntando a la misión personal.

Además, creando confianza en las personas que tenemos cerca. Y ayudándoles a conocerse y a trabajar sus talentos, enfocados en ayudar a los demás. Lo cual nos hace sentir mejor a todos.

La persona es tan grande que puede "olvidarse" un poco de sí misma, y "enfocarse" en los demás. Y ahí encuentra su más plena realización y por tanto la felicidad. Parafraseando a S. Kierkegaard, "la felicidad es una puerta que se abre hacia fuera"..., hacia los demás.



Resumiendo, madurez personal, que se traduce en actuar de acuerdo a la razón, afinando la capacidad de amar. Con cabeza y corazón, con autocontrol personal, con libertad responsable. Pasando del "vivir para mí, al vivir para ti"..., como señala J. B. Torelló. Lo cual nos hace más libres. 

Y todo esto se hace operativo mediante un proyecto personal, de pareja, de familia... etc., apoyado con "planes de acción" que nos ayuden a concretarlo en el día a día. El ejemplo arrastra y motiva, mucho más que cualquier otra cosa... En familia, con amigos, en el trabajo... Y en concreto nuestros hijos nos están mirando todo el día, y ¡nos copiarán!
 
Porque, el que lucha está alegre, porque no da las batallas por perdidas. ¡Siempre hay algo que se puede hacer!






Acabo con un pensamiento de Tolstói: "El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace".



                                                                     Mª José Calvo
                                                                  optimistas educando
                                                                     @Mariajoseopt




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