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jueves, 8 de octubre de 2020

¿VALE LA PENA CASARSE?




                                      ¿VALE LA PENA CASARSE?



Este post lo escribo a raíz de una conferencia en la Universidad de Puebla, UPAEP, México, del doctor Tomás Melendo, filósofo y experto en temas familiares, dirigida a jóvenes, y no tan jóvenes, sobre el amor, la sexualidad, el sentido de la vida, y lo esencial de comprometerse a querer a la persona que nos enamora. Decirle "¡sí quiero!", con toda el alma.

Escribo algunas pinceladas que salen en el vídeo que adjunto abajo, y otras en esa línea, de otros artículos y post relacionados con el tema...


Una pareja que está pensando si casarse, o probar a ver qué tal resulta la convivencia en común, le puede ayudar a clarificar ideas y ponderar cuestiones importantes. Y a todos nos puede animar a mejorar la "textura" de nuestro amor.



1- ¿Qué es lo importante...?

Porque, se suele pensar que lo importante es el amor que se tienen. ¡Y es verdad! Es lo más importante... Sin embargo, ese amor, además de cuidarlo y custodiarlo, de hacerlo crecer, hay que protegerlo: necesita de un "sí" inicial, con un compromiso que le dé seguridad para poder desarrollarse. El sí es un acto libre de la voluntad, que capacita a esas dos personas para quererse más, y sobre todo, mejor, cada día



El amor es algo vivo, que, si no intento que crezca y se desarrolle, acaba languideciendo y marchitando. Hay que trabajarlo con cuidado y esmero. Empeñarse en hacerlo crecer, con gestos y detalles cotidianos que lo alimenten, en un ambiente protegido. Así, poder querer con todas las fuerzas a esa persona.


Enamorase es ver toda la grandeza de que es capaz el ser humano, como condensada en esa persona tan singular que nos atrae con su belleza. Y es descubrir todas sus cualidades y puntos luminosos, por esa mirada de cariño que la envuelve. 


El amor no es ciego, como a veces se dice, sino al contrario: percibe todo lo bueno de esa persona, y lo que puede llegar a desarrollar, si le ayudamos con la fuerza del cariño. Eso es quererle de veras.


Ese acto por el cual la pareja, o los novios, se comprometen y entregan toda su capacidad de amar, les sitúa a otro nivel, y les da fuerza para aprender a quererse de una forma muy distinta: mejor, con más hondura y calado.


A veces se tiene miedo al compromiso, pero este acto no anula la libertad, sino que la hace operativa. Son "ataduras" que liberan. El para qué de la libertad es poder amar: es el medio que posibilita amar. La libertad debe fructificar en amor: es donde adquiere su mayor despliegue. Si no, no sirve de mucho. Y, como señala el doctor Melendo, "los lazos de la libertad son más fuertes que los de la sangre". Uno dice "sí" con todo el ser a la otra persona. Sin condiciones ni condicionamientos limitantes que angosten el amor. Poder quererle de veras cada día de la vida. 





2- El "sí quiero"

La entrega de cada persona, en ese acto único y primordial del "sí quiero" de la Boda, genera una capacidad de amar mejor. En él, cada uno recoge su pasado y lo entrega, lo comparte con la otra persona, y también presenta sus actos futuros, y toda su capacidad de amar, como mujer, o como varón, y lo regala a la otra persona. Por eso, uno se casa para querer al otro, y no al revés, aunque también... Es el comienzo de "la gran aventura" de la vida, en la que cada uno da confianza y apoyo al otro, con la fuerza de su cariño. Le ayuda a crecer como persona, e intenta ponerle fácil el que pueda a su vez amar.

Ese día es el punto de partida de esa andanza: amar más y mejor al otro, disfrutando juntos de la vida. Así, mejorar cada uno como persona, pensando en el ser querido. Cualquier esfuerzo es nada cuando se está enamorado, y, si se hace por amor, todo compensa. Y ¡compensa de veras...!


Esto es debido a que el sí de la Boda genera y estimula la virtud de amar al otro por ese acto supremo de amor, condensado en ese momento, y por la entrega de por vida. Ésta es la diferencia radical.  


Y, la virtud no es algo rancio y anticuado, sino fuerza y capacidad de querer. Cuando interviene el amor todo se eleva y mejora: se estimulan muchas virtudes relacionadas, que son pequeñas especificaciones de él. Se va formando un "círculo virtuoso" entre el amor y las distintas virtudes..., pues ambos se realimentan entre sí. Por eso se dice que el amor es la forma de todas las virtudes. Todas necesitan hacerse por amor; si no, no son tales. Simplemente por repetir una acción no se desarrolla esa virtud, sino cuando se hace cada vez con más amor. De esta forma, las virtudes nos van capacitando para amar mejor.




El acto de entrega inicial, que se concreta en la Boda, es un gran generador de virtud, que hace crecer el amor. Nos transforma y capacita para amar. Con él se tiene mucho ya ganado: no se parte de cero, sino de un acto de amor supremo que aporta energía para seguir bregando cada día. Luego, se van sumando los pequeños actos de amor cotidianos, las virtudes conquistadas a golpe de libertad, que diría Ortega, que van alimentando y avivando ese "fuego" del amor.





3- La persona: diseñada para amar

Somos "seres de aportaciones", como dijera el profesor Oliveros F. Otero. Estamos diseñados para dar, en especial cariño: para querer a los demás. 

Lo que hace crecer a una persona es el amor: que sea capaz de amar a los que tiene cerca. Y en ello cada uno se trasciende a sí mismo, y, sorprendentemente, encuentra su plenitud y su mejor personalidad.


Querer es cambiar la perspectiva del yo al "tú" de la persona querida; pasar del vivir para mí, tan egótico a veces, al vivir para ti, como señala J. B. Torelló. Olvidarse un poco del propio yo, que surge una y otra vez, y poner en el centro del corazón al ser querido. 

También acogerle en sus iniciativas, facilitarle el que ame, ya que solo será feliz si es capaz de amar a su vez. Acogerle es algo profundo y activo. No es no hacer nada, sino salir a su encuentro para que se pueda dar... Aquí la empatía es importante, ese intentar comprender y ver los estados de su alma, aceptarlo y valorarlo. ¡Admirarlo!




Y ser conscientes de que, lo que no se hace por amor, no sirve, no construye, o incluso puede hacer daño. Puesto que, el amor es una realidad tan grande y tan rica, que se expande al compartirlo. Y en él solo se "tiene" lo que se da... Solo el amor une, crea un vínculo entre los dos; si no une, no es buen amor.



4- Desde pequeños

Por eso es tan importante aprender a querer desde muy pequeños. Ayudar a los hijos a pensar en los demás. Guiar sus grandes energías cuando van creciendo, para que ayuden, tanto en familia como a sus amigos. Muy en especial los adolescentes... Así, a la vez que van madurando, aprenden a tener voluntad y autodominio, a pilotar su vida, y sobre todo a querer a los demás. 

Querer implica señorío para ser dueño de sí, y de esa forma poder entregarse y querer a otra persona cuando sea el momento. Madurez es autodominio: de los impulsos, del carácter, de emociones... Es la forma de "poseerse", para darse y poder amar. 







5- Entonces, ¿estar dispuesto...? 

Ya se ve que, ¡merece la pena casarse...!, solo que con la condición de estar dispuesto a darlo todo, a luchar por querer a esa persona cada día un poquito mejor. Empeñarse con ilusión en hacerlo vida.

La ilusión y el enamoramiento nos ayudan, y nunca debemos permitir que se vayan marchitando con el pasar de los días. Además, el que lucha por dar lo mejor de sí siempre está alegre, porque no da las batallas por perdidas. 


Tenemos un "arma" poderosa que es la voluntad libre: siempre podemos querer-querer a esa persona tan valiosa, que nos ilumina el mundo entero, con la que hacemos un proyecto de vida en común. Uno se convierte en su proyecto vital, y el otro, la otra, en el propio. Como señala el doctor A. Polaino, casarse es como una "autoexpropiación" de uno mismo en favor del otro. Se trata de "llenar" el corazón con esa persona, querer su bien, y ayudarle a lograr lo mejor de ella. 





Es apostarlo todo, quemar las naves. Partir a la aventura de nuestras vidas, que eso es el amor, con esa persona que nos deslumbra y enamora. Por eso, si cada uno se empeña en querer al otro, en hacerle feliz, todo irá bien, aunque no falten dificultades y problemas en el camino. Con la mutua ayuda todo mejora, porque se logra sinergia, y el amor lo multiplica.

Si uno no se propone ir amando más y mejor, se acaba amando menos y peor, y luego se dice que se ha acabado el amor. Por eso, la única condición es empeñarse en enamorar cada día a esa persona tan querida: que se sienta de veras única, especial, amada por sí misma.






6- Y, ¿cómo se concreta todo esto...?


* Siendo ama-ble, en la forma más propia de la expresión. Es decir, dejarse querer, ser agradables de amar, ponérselo fácil a la otra persona. 
  
Y se manifiesta de mil maneras. Por ejemplo, poniéndose atractivo para que el otro disfrute, reflejando la belleza personal por esas cualidades singulares y virtudes que se lucha por adquirir... Es la forma de hacer más estimulante y grata la convivencia, y de mantener viva la sensualidad y el cariño. Cuidando los sentidos, que alimentan los afectos y el amor.

Otra forma, relacionada más con el carácter, que hemos mencionado, se traduce en cuidar la delicadeza en el trato, las formas, la sonrisa, la atención, las contestaciones..., que también construyen esa amabilidad personal.

Cada uno tiene la tarea de estimular el cariño del otro, suscitar su amor...


* Buscando pequeñas cosas que unen, y haciéndolas operativas. 




* Enfocándose en la otra persona, en quererla, en ayudarle a lograr su mejor versión. Admirando y partiendo de sus características, cualidades y fortalezas, y valorando su empeño en querer.

La clave para construir la relación, y ser feliz, es darle prioridad al tú

Porque, la felicidad es algo un tanto paradójico a simple vista, pues no se logra persiguiéndola, ni pensando en el propio yo, sino que es proporcional a lo que uno es capaz de darse y amar. 



      

* Con tiempo y cariño: "querer-querer". Cuidar el tiempo juntos para disfrutar de su compañía. Cada día es importante un rato para conversar, conectar, comunicar... y "estar" simplemente. Usar la creatividad y concretar.

Y siempre se puede pensar cada día algún gesto o detalle de atención hacia la otra persona que demuestre ese cariño, que vaya construyendo y consolidando el amor. Para ello, pensarlo, y hacer que las cosas importantes sucedan, como señala S. Covey: primero "las piedras grandes".



* Contando con la afectividad en la dirección de acrecentar en el amor, aprendiendo a ser romántico, no teniendo miedo de mostrar ternura y afectos tiernos, como señalara D. von Hildebrand, ni a demostrar los sentimientos más finos e íntimos. El corazón se alimenta de los sentimientos y hacen crecer el amor. Experimentar la dicha de hacer feliz al otro, ¡saborearlo! 



Como dice Jose Pedro Manglano, el amor es como el pan: tiene que ser del día, el de ayer se ha quedado duro...



Pues sí, ¡¡vale la pena casarse...!!
  




      
Dejo el video tan interesante de la intervención del profesor en la Universidad UPAEP, con muchas ideas que te pueden ayudar, tanto si estás en las primeras etapas del amor, como si ya celebras "unos cuantos" aniversarios...




Espero que te haya gustado, y que compartas con tu familia y amigos. ¡¡Muchas gracias!!



Pongo algunos enlaces de post relacionados con el tema:



*  Sinergia  









                   
                                                                                                                                                                     
                                                                            Mª José Calvo
                                           Optimistas Educando y Amando 
                                           optimistaseducando.blogspot.com
                                                        @mariajoseopt     




URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2020/10/vale-la-pena-casarse.html

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