LA FAMILIA, LAS FAMILIAS, LA SAGRADA FAMILIA...
Estamos inmersos en la Navidad. Contemplamos el Belén y aprendemos muchas cosas de la Sagrada Familia... A no quejarnos por cualquier dificultad, a pensar en los demás, a valorar lo importante, a ser humildes, y no caprichosos... Ahí nadie se reserva nada, todo es para todos. Cada uno se vuelca con los demás, se preocupa de alegrarles. Es la familia donde se conjuga más el tú, y el vosotros, que el yo.
María con su "sí" nos trajo al mismo Dios hecho Niño. Y José, el esposo y gran custodio de María y Jesús, siempre velando por ellos..., concediéndoles todo el protagonismo. Dios cuenta con él, le hace colaborador de sus planes. Y se conmueve ante el misterio... Recibe al Niño en sus brazos y antes en su corazón. José, entrañable José, el de la sonrisa permanente.
Aquí no encontramos discursos sobre la familia, sino un acontecimiento que vale más que muchas palabras: Dios quiso hacerse uno de nosotros, por amor, nacer y crecer en una familia humana. De este modo consagró la familia como camino de su encuentro con la humanidad. La familia, cada familia, cobró un nuevo valor y belleza, que ya poseía, pero se engrandeció y reverberó nuevos brillos y trascendencia.
En la infancia de Jesús, transcurrida en Nazaret, permaneció con sus padres, en familia, sintiéndose muy querido y queriéndoles con miles de delicadezas cotidianas. Así puso de relieve el valor tan importante de la familia en la formación, educación y desarrollo de cada persona que viene a este mundo, que necesita sentirse muy querida, y querer a los demás. El lugar del amor incondicional, del "gratis total" sin esperar nada a cambio, ni recompensas calculadas.
Por tanto, la misión de la familia es acoger y acompañar a cada uno de sus componentes, rodearle de amor para que pueda crecer como persona. No sólo cuando es pequeño y está más necesitado de más cuidados, sino también cuanto mayor es su plenitud como persona. Entonces necesita más, si cabe, amar a los demás para crecer. Facilitar a cada cual que a su vez pueda amar y darse.
También importante a la hora de ayudar a descubrir esa misión única y concreta que Dios ha preparado para cada persona, al pensar su "nombre"... Que estará relacionada con los demás, porque la persona se trasciende a sí misma. Nunca encuentra el sentido en ella misma.
María y José formaron a Jesús en lo humano, ante todo con su ejemplo y cariño, con su vida en familia. Ahí aprendió todo. En sus padres conoció toda la belleza del amor a Dios y de pensar en los demás. Los detalles de cariño y atención a las personas queridas, la belleza del trabajo cotidiano hecho por amor, al servicio de los demás..., los detalles con las personas, el mostrar comprensión y ayuda real en las mil necesidades... etc.
Podemos pedir, y luchar, para que nuestra familia sea como una réplica del hogar de Nazaret. Siempre con agradecimiento por tanto recibido, en especial cada persona, cada hijo, por todo lo bueno que hacemos y somos, por el amor que regalamos, por los amigos... Y los fallos siempre podemos sanarlos con el poder restaurador del perdón.
Es muy consolador saber que tenemos a la Sagrada Familia como protectora de nuestras propias familias. Sólo tenemos que pedírselo. Además, son el modelo más perfecto que podemos tratar de imitar en nuestra vida, un referente claro en nuestra vida que nos ilumina.
¡Qué trato tan amable y delicado, tan cariñoso y respetuoso, tan comprensivo y empático habría entre José y María! Con tanta ternura... ¿Cómo sería el amor de Jesús hacia sus padres?, ¿cómo les miraría...?, ¿cómo les querría...? ¿Qué sorpresas les haría...? ¡Qué ambiente reinaría en ese hogar, tan reconfortante!: lleno de paz y de alegría.
En la vida escondida de Nazaret estaba una vida cotidiana sin aparente importancia, sin brillos ni éxitos renombrados: una vida de trabajo, vida en familia, trato con Dios, detalles continuos hacia esas personas... Pero todo resaltado por el cariño, que da brillos inusitados a cualquier quehacer aparentemente intrascendente. Aportando trascendencia a toda la realidad. También por la "categoría" de esas personas tan singulares, una de ellas el mismo Dios hecho un Niño tan "indefenso" por amor infinito hacia nosotros.
Pasar un rato junto a ellos, como los ángeles, los pastores y los Magos, sería como tocar el cielo en la tierra. De ese modo hacer sitio en nuestros corazones para albergarles con todo el cariño agradecido de que seamos capaces. Contemplar maravillados tanta belleza para nosotros.
Podemos poner imaginación y creatividad, meternos en el Belén como un pastorcillo más, como el corderito del cuento de Bartolo, como la pastora que le lleva un poco de requesón, y acompañarles en algunos momentos. Así aprender de ellos miles de cosas.
Podemos poner imaginación y creatividad, meternos en el Belén como un pastorcillo más, como el corderito del cuento de Bartolo, como la pastora que le lleva un poco de requesón, y acompañarles en algunos momentos. Así aprender de ellos miles de cosas.
Es vital aprender a usar las palabras "mágicas": por favor, gracias, perdón, y hacer de la convivencia y de la propia familia algo entrañable, con las cualidades y fortalezas características de cada una.
Nos podemos mirar en la Sagrada Familia,
e ir construyendo cada uno la suya.
Es la gran oportunidad que se nos da para hacer algo grande de nuestra vida,
que nos aporte un sentido profundo a nuestras acciones
y un disfrute con las personas que más queremos.😉👍🏾😍🌏🌟🌠
Y, como dice un amigo: "en mi familia, y desde mi familia",
instaurar "la civilización del amor" 🎨😉✌️
que señalara el gran Juan Pablo II
Dejo enlaces navideños, por si quieres leer:
* El auténtico significado de la Navidad...
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* "Días de familia" con ideas de libros y películas...
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Mª José Calvo
optimistas educando
@Mariajoseopt
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2019/12/la-familia-la-sagrada-familia.html
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