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miércoles, 26 de junio de 2024

LA ALEGRÍA DEL AMOR


  
                                      LA ALEGRÍA DEL AMOR I



Cuidar la alegría del amor. Todos tenemos anhelos de eternidad, de querer y de sentirnos queridos.

El "para siempre" del "sí quiero" va acorde con los anhelos del corazón. Nadie quiere un amor para una temporada... Por eso hay que proteger y cuidar ese amor, y hacerlo crecer día a día. Contamos con la fuerza del momento inicial de la aventura, que se va actualizando cada día, y fortalece ese amor. Es como una fuente originaria que revitaliza constantemente dicho amor a lo largo de las diversas "peripecias" de la vida. Pero amar no es fácil, ni "sale" siempre solo, hay que aprender a amar más y mejor...





Dejo unos puntos a modo de índice, que desarrollaremos en varias entradas:


1* Amar es entusiasmante
2* Desplazar el "centro de atención" hacia el otro
3* Mirar a los ojos...
4* Diferencias: ¿choque o sinergia...?
5* Construir el amor, "ganar-ganar"
6* Mi amor es "mi camino"

7* Sentimientos y corazón, sexualidad... etc.



1* Amar es entusiasmante

El amor es como una "hoguera" que da su luz y su calor en todos los momentos de la vida. Y ese amor es capaz de abrirnos los ojos para ver la maravilla que es la otra persona... Algo que nos deslumbró con el enamoramiento.




Ya lo decía Alice von Hildebrand: el amor no es ciego, sino muy clarividente.

Una cita preciosa, de su libro "Cartas a una recién casada", de Palabra: 

"A los que aman se les concede el privilegio especial de ver con una increíble intensidad la belleza del que aman, mientras que otros ven simplemente sus actos exteriores, y de modo particular sus errores."

Otra idea suya: El verdadero amor hace a uno humilde. De repente, nuestra debilidad, miseria e imperfección aparecen ante nuestra mente, pero sin ningún efecto depresivo. Con el deseo de desvelárselos al ser amado y pedir su ayuda para superarlos.  





El amor surge con ese enamoramiento, pero se consolida en el camino de la amistad. Ser el uno para el otro el mejor amigo. Un amigo incondicional. Cuidarse, estar pendiente del otro, también con gestos y delicadezas, con ternura manifiesta. La ternura es propia del amor, es amar con delicadezas de enamorado cada día...

Es en la amistad donde se enraíza un amor duradero. De esta forma, al otro se le quiere por quien es, con todas sus cualidades, aunque tenga limitaciones y defectos, como todos tenemos. Se le acoge con todo ello..., pero, poniendo el énfasis en todo lo bueno y positivo, que siempre será mayor.



Amar no es una posesión egoísta de la otra persona, sino que se busca su bien, como decía Aristóteles, en cuanto otro. Se le quiere por sí misma, por ser persona, especial, única. Además, amar nos ilumina y alegra la vida entera.


Pero sólo el buen amor permite ver lo mejor de la otra persona: su belleza interior, sus cualidades y talentos singulares, aquello en lo que es especial. Así "dibujar" y tener presente la mejor imagen del ser querido.


                                        


Conmoverse ante las pequeñas cosas y detalles cotidianos... Contemplar su belleza más allá de lo que me "interesa" o de mis necesidades y gustos personales. Descubrir sus "tesoros escondidos"...

El ser querido es alguien a quien cuidar, respetar, y además querer, pues es una persona: lo mas valioso que podemos encontrar en este planeta. Creada para amar y ser amada. Ninguna otra realidad está a tanta "altura"...






2* Desplazar "el centro de atención" hacia el otro

A veces "tira" fuerte, y hacia abajo, la horizontal, o el propio "yo" en su forma más egótica, y sólo se ven dificultades: el esfuerzo, la pérdida de algunas posibilidades como viajar, caprichos, compras... 

Sin embargo lo propio del amor es la dicha y el gozo de querer. Hay que saber "mirar" con hondura, descubrir la belleza que refulge. La persona está así diseñada: es feliz con las relaciones personales, en la amistad, y mucho más en el amor. Cuando piensa y se ocupa de los demás, en especial del ser querido.





La vida es una mezcla de alegría y dolor. Siempre. Conlleva alegrías y satisfacciones, pero también cosas a superar. La convivencia en pareja es una combinación de gozos y esfuerzos, de descanso y molestias, de satisfacción y afecto, de ilusiones y problemas a resolver..., que nos animan a luchar por lo que queremos. Ayudan a sacar lo mejor de uno mismo. Y siempre, con el auxilio de quien sabemos que nos quiere. 

Por tanto, es necesario poner el "foco" en el otro. La libertad para amar a la persona querida. Ahí alcanza su mayor despliegue, y fructifica en amor "del bueno".





Respecto al espíritu de lucha, dice el genial G.K. Chesterton: 

"Lo que mantiene la vida romántica y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes limitaciones vulgares, que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no nos gustan, o que no esperamos". Necesitamos ese pequeño estímulo para salir de la propia comodidad, ponernos en camino, y llegar a ser lo que estamos "llamados a ser" cada uno.


Y Gustave Thibon, en esta línea, apunta: "no conozco un matrimonio feliz sin sacrificio mutuo"... La felicidad es consecuencia de la conquista de una plenitud personal, debida a saber amar... No algo que "perseguir". Es más, cuando la persigues "se escapa"..., como una mariposa, dice el gran Viktor Frankl.






3* Mirar a los ojos

De ahí la necesidad de tener un tiempo para "contemplarse" y saberse juntos; para compartir y hablar, para mirarse detenidamente a los ojos y descansar en la mirada del otro, para escuchar y para contar lo que uno lleva en la cabeza y el corazón: anhelos y sueños... Para abrazarse. Sentirse unidos desde el corazón.

Hablar es muy importante, todos lo necesitamos, pero quizá más es escuchar lo que la otra persona quiere decir, que a veces incluso no es muy consciente, pero si encuentra el ambiente adecuado podrá abrirse y sentirse acogida, valorada, querida en definitiva.

Escuchar no es algo pasivo, escuchar es amar... También con el corazón. No lo olvidemos. Y a veces cuesta más que hablar...



Escuchar sus opiniones, distintas lógicamente, no cerrarse a ellas, o imponer las propias, sino dialogar. Poner delicadeza, dejar tiempo para pensar entre unas ideas y otras... "Tejer" una conversación, intercambiar pensamientos e intimidades. Es bueno que cada uno aporte ideas, metas, sentimientos, imaginación y retos, ilusiones..., además de cariño.

Conquistar cada día un diálogo amoroso que una y revitalice la relación, pues el amor es algo "vivo" que construir, cuidar, alimentar, y hacer crecer, con imaginación, sorpresas, sentimientos, detalles que concreten y alimenten ese amor. Y lo hacen consolidar en cariño estable que pervive "más allá de los círculos de este mundo", como dice J.R.R. Tolkien en la despedida de Aragorn, el Rey Elessar, de su amada esposa Arwen.





Y aprender a interpretar el corazón del otro, ver si hay emociones que deben salir al exterior, si necesita calma, un paseo juntos, o descanso y silencio..., especialmente en ellos. Ellas prefieren y necesitan hablar, contar, descomplicarse.

El amor es exigente: un trabajo de artesanía, pero su belleza reside en esas exigencias, que apuntan a lo alto de cada uno, a su mejor versión, a sus anhelos más genuinos... Es la esencia del amor.




Asimismo es importante cuidar las "interferencias", que dañan la convivencia, la comunicación entre los dos, en concreto las pantallas..., que se inmiscuyen en la intimidad familiar sin apenas darnos cuenta. Están diseñadas para enganchar. Y con frecuencia "encarcelan" el pensamiento y la atención, las energías y la creatividad en el ámbito principal y más importante de la vida: la familia.

Saber priorizar lo esencial en cada momento, como apunta Stephen Covey en "los 7 hábitos de las familias altamente efectivas". Valorar las relaciones personales. El tiempo que tenemos es limitado... Pongamos primero lo importante: los seres queridos. ¡Párate y piensa! Las cosas menos relevantes se irán acoplando.





4* Diferencias: ¿choque o sinergia...?

Por otro lado, algo obvio es que somos muy diferentes. De eso se trata. Y por eso nos enamoramos. Uno varón, otra mujer; con eso ya es bastante para ser muy distintos... Sin embargo, cada uno está diseñado para el otro. La mujer para el varón, y el varón para la mujer. No sólo físicamente... Y en su unión y armonía compartida cada uno encuentra su plenitud como persona, y por tanto la felicidad.

Y es más, cada persona es singular, con sus cualidades únicas, con sus "puntos fuertes" y habilidades, que el buen amor percibe y ayuda a desarrollar.

En esta línea, dice don Miguel de Unamuno: "No te creas más, ni menos, ni "igual" que ningún otro, que no somos los hombres cantidades. Cada cual es único e irrepetible. En serlo a conciencia pon todo tu empeño".





Vale la pena dedicar nuestro tiempo a ayudar a crecer a la persona que amamos, con la fuerza del cariño.

Y en las diferencias, que de entrada pueden costar, o chocar, hay que ver mayores posibilidades. Valorarlas, y agradecerlas. Hasta sirven para aprender los modos y formas de la otra persona y lograr una sinergia enriquecedora. Muchas veces esas diferencias entusiasman en el noviazgo, pero, con el paso del tiempo pueden molestar si no se está atento al otro... para hacer que se conviertan en fortalezas de ambos.


También hacia los hijos, que siempre nos miran atentos... y necesitan esa unión de los dos en el amor, pues con ese cariño recíproco, origen de su vida, crecen y se desarrollan de la mejor forma. Además de tener un buen referente y modelo que les guiará siempre.



Sin embargo, diferencias no son limitaciones, ni defectos, aunque éstos también nos incomoden.

Los defectos son algo que hace daño a quien lo tiene, y/o a quienes están cerca, pues ambos aspectos están muy relacionados. Es bueno ser conscientes de ellos: nos hacen más sencillos, pero, es mejor centrarse en las cualidades de cada uno, que es lo más específico de esa persona, y lo que le permitirá crecer y apuntar a lo mejor de ella, con optimismo de óptimos. Lograr su "mejor versión", pensando en el ser querido. Como apunta el profesor Tomás Melendo, "amar es facilitar el amor".


Además, centrarse en lo positivo es lo más eficaz, reconfortante, y esperanzador. Me gusta decir: ser buscadores de "tesoros escondidos", no "cazadores de defectos": en pareja, con los hijos, amigos, con uno mismo...


Escribe una experta en humanismo, y buena pedagoga, Jutta Burggraf, sobre los defectos: "Hay quien pasa la vida luchando contra sus defectos. Pero si encendiera fuego en su corazón los carbonizaría sin esfuerzo". Quizá a veces se enfoca mal el asunto...






5* Construir el amor, "ganar-ganar"

La familia es el lugar privilegiado, único, "diseñado" para acoger y hacer crecer el cariño recíproco. Aquí se piensa en los demás de forma natural. Y no tanto en uno mismo: en las propias apetencias, dificultades, caprichos, o zona de confort.

Es preciso que todos se sientan acogidos, felices, valorados y muy queridos. Y eso a su vez reconforta, pues tenemos un cerebro empático que se "motiva" con las buenas relaciones personales, especialmente en este ambiente tan rico de familia. Secreta las sustancias neuroplásticas que remodelan el sustrato cerebral, y aportan nuevas y maravillosas posibilidades. Te lo cuento en otros post.


En la lógica del amor, de nuevo con palabras de S. Covey, "si tú ganas, yo gano": es un ganar-ganar los dos. No se trata de ganar desde el yo, de "vencer" al otro, sino de cooperar, de hacer equipo y salir ambos ganando. De esta forma se fomenta la unidad en el amor, y el otro se siente tenido en cuenta, valorado, admirado, y querido. Como señalan unos amigos, "uno más uno es igual a uno", una nueva unidad de dos.

En esta línea, otro de los hábitos de Covey, fundamental: "primero comprender, para luego ser comprendido"... Y el perdón, que sana heridas. Algo de veras necesario para construir la relación, porque todos podemos fallar, y muchas veces, y necesitamos buena dosis de cariño para remontar.


Cuando uno se centra en el propio yo, no deja crecer ese amor, y se va empequeñeciendo. Se "encierra" en sí, "en su torre de marfil" que escribe el poeta Rubén Darío... Y eso precisamente es lo contrario de amar. Es vital centrarse en el tú de la persona querida. Si no, los "baobabs" que dice el Principito, y las "malas hierbas" van creciendo en el jardín del corazón, invadiendo todo y agostando lo valioso y frágil.


El egocentrismo incapacita para amar... Madurar es aprender a amar, es "salir del vivir para mí, y alcanzar un vivir para ti", como expresara el gran psiquiatra J.B. Torelló.






6* Mi amor es mi camino

El amor nos lleva por el camino del crecimiento personal, pensando en el otro: en alegrarle y quererle, y de ese modo pueda ser feliz. Se trata de ayudarle a desplegar sus cualidades y talentos; permitir que a su vez pueda amar...

Es un camino que lleva el nombre de la persona querida, con la que subimos a la meta, a la cima, a lo alto, atraídos por la belleza del panorama y guiados por la "estrella polar" de la que te hablo en otros artículos.


Por tanto, mi amor es "mi llamada", y el camino a la propia plenitud, precisamente apuntando al tú del otro... Conecta con lo que estoy "llamado a ser". Y es lo que da sentido a la vida. Un sendero empedrado con gestos y detalles de amor hacia el ser querido, que hay que pensar y concretar, y disfrutar juntos. Atesorar tiempo de quererse, sin prisas ni tareas. ES lo que quedará y dejará su "poso".







* Dejo para otra entrada los sentimientos y el corazón, y cómo aprovecharlos para hacer crecer ese amor, junto con la maravilla de la sexualidad: el lenguaje específico del amor, en ese "marco" genuino, natural, auténtico y especial.




Espero que te haya gustado, y ¡gracias por compartir con los que más quieres!


                                                        Mª José Calvo
                                          Optimistas Educando y Amando
                                     
                                                        @mariajoseopt     




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