TIEMPO DE CRECER PARA ADENTRO
Os dejo esta reflexión tan poética, desde el corazón, de un amigo de la familia, para estos días que vivimos con incertidumbre, pero sabiendo que si nos quedamos en casa, se cortará en gran manera la propagación del virus. Y, a la vez, pidiendo ayuda de lo Alto, gran anclaje también en momentos difíciles. Poner todos los medios posibles, en los dos planos fundamentales: humano y trascendente.
Además nos da más relieve y colorido, y sentido a la vida, como dijera Viktor Frankl, abalado con su difícil experiencia. La familia y el componente espiritual son terapéuticos de por sí: nos lo transmitió con su maravillosa logoterapia, en la que, la grandeza de la persona lo es todo. Te lo contaré en otro post.
Sin más os la dejo aquí:
Sin más os la dejo aquí:
Y caigo en la cuenta de que, también esto,
me lo enseñaste Tú viviendo, obediente al Padre,
durante treinta años en la casa de Nazaret esperando la gran misión.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y en la carpintería de José, tu custodio y el mío, aprendo a trabajar, a obedecer,
para lijar las asperezas de mi vida y preparar una obra de arte para Ti.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y sé que no estoy solo porque María, como cada madre, está ahí detrás haciendo las tareas de casa y preparando la comida para nosotros, todos familia de Dios.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y responsablemente lo hago por mi bien, por la salud de mi ciudad, de mis seres queridos, y por el bien de mi hermano, el que Tú has puesto a mi lado pidiéndome que vele por él en el jardín de la vida.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y, en el silencio de Nazaret, trato de orar, de leer, de estudiar, de meditar, y ser útil con pequeños trabajos para hacer más bella y acogedora nuestra casa.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y por la mañana Te doy gracias por el nuevo día que me concedes, tratando de no estropearlo, de acogerlo con asombro como un regalo y una sorpresa de Pascua.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y a mediodía recibiré de nuevo el saludo del Ángel, me haré siervo por amor, en comunión Contigo que te hiciste carne para habitar en medio de nosotros; y, cansado por el viaje, Te encontraré sediento junto al pozo de Jacob, y ávido de amor sobre la Cruz.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y si al atardecer me atenaza un poco de melancolía, te invocaré como los discípulos de Emaús: Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y en la noche, en comunión orante con tantos enfermos y personas solas, esperaré la aurora para volver a cantar tu misericordia y decir a todos que, en las tempestades, Tú eres mi refugio.
¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y no me siento solo ni abandonado, porque Tú me dijiste: Yo estoy con vosotros todos los días.
Para acabar, una frase del gran Chesterton...
Espero que te haya gustado, y puedes compartir con todos tus amigos. ¡¡Juntos podremos!! Estamos "en el mismo barco..." ¡Muchas gracias!
Dejo algunos enlaces relacionados:
-Dirección y liderazgo en la familia
-¿Conciliar?: "¡si-quieres-puedes!", y logras sinergia
Mª José Calvo
optimistas educando y amando
@Mariajoseopt
URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2020/03/tiempo-de-crecer-para-dentro.html
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