DISFRUTAR “EN CLAVE” FAMILIAR
La familia es lo más grande que podamos imaginar. La grandeza de la persona requiere la grandeza de la familia... Donde se nos quiere de forma incondicional, y donde podemos aprender a querer a los demás, en ese ambiente tan entrañable y acogedor.
No es un agrupación sin más de personas de diferentes edades, emparentadas entre sí, sino "una estructura social muy peculiar y específicamente humana", como señala Elisabet Lukas, continuadora de Viktor Frankl, que resulta insustituible.
El lugar donde se construye cada persona.
Y es bueno pensar cómo cuidar el amor en pareja, porque, en realidad es el motor de la familia. De él depende que nosotros, y nuestros hijos, estemos contentos y seamos felices. Hay que aprender a priorizar tareas..., y alimentar el amor es una de ellas. Algo que siempre compensa.
Descansar implica cambiar de actividad para desconectar y renovarnos tanto física, como interiormente, cargar baterías, pero sin descuidar nuestro cariño y nuestra familia.
Tener en cuenta que, la calidad del amor mutuo es fundamental a la hora de crear un ambiente de familia, optimista y alegre, donde cada persona es lo importante, y es fácil luchar por dar lo mejor de cada uno. Y es el amor auténtico el que estrecha las relaciones familiares y nos da su energía para bregar, y calor para el corazón.
Es el lugar por excelencia de la persona, de su afectividad y creatividad, porque nace del amor. En ella es donde cobra sentido cada persona y su realización como tal. Y surge de su “generador”, que es el amor de los esposos, que se va desbordando eficaz hacia los hijos. Y se concreta en muchas cosas: por ejemplo, en hacer que la persona querida sea lo más importante, porque la llevamos en el corazón, priorizando la relación.
De esta forma, sacar tiempo para conectar, para comprender y querer. Y compartir sentimientos, que es lo que más nos enriquece la vida. Necesitamos un partícipe secreto de nuestra vida, que nos escuche, que nos mire, que nos aconseje y anime… que esté siempre a nuestro lado. Y el otro es ese amigo incondicional con quien queremos compartir la vida, porque le queremos infinito.
Por eso, en la convivencia nos “descubrimos” como personas, y “descubrimos” a los demás en sus mejores actuaciones. Nos quedamos con lo mejor de cada uno, que es el modo de conocerlos de veras. Porque, lo más “mediocre” sale solo con dejarse llevar, pero, en lo más “valioso” hay que poner pensamiento, intención, ilusión, y deja nuestra huella.
Es preciso observar los detalles, el esfuerzo, las cualidades especiales con las que nos alegran la vida, para hacerlas notar, que las desarrollen al servicio de los demás. Y perdonar lo que sea preciso: hay que liberar esos rencores, odios, culpas, prejuicios… Como dijo Walt Disney, “la vida es demasiado corta como para no perdonar”. Es necesario poner el énfasis en lo bueno, y pasar por alto pequeños defectos que la rutina puede agrandar, sobre todo en pareja.
Algunas ideas para concretar en “planes de acción”:
Alimentar ese amor, a base de pequeños gestos, amabilidad, simpatía, empatía…, para querer con toda el alma, con todo el corazón, “apostándolo” todo, y dándolo todo, por amor. Aprender a compartir ideas, emociones y sentimientos, creencias y espiritualidad, que muchas veces es lo que da más sentido a la vida.
Porque, como dice Mercedes Salisach, "la verdad del amor es que no siempre se siente, sino que se practica". Los sentimientos no acompañan siempre, pero hay que poner voluntad de querer, gestos y detalles concretos, que estimulen sentimientos positivos de admiración y cariño mutuos, y demuestren el cariño...
Además, el sentirse querido, es lo que permite madurar y dar lo mejor de cada uno. Por eso, aprender a plasmar el cariño, para que el otro se sienta de veras querido, y así estimular lo mejor de él.
Por otra parte, el que alguien haya prometido compartir un proyecto vital, ha de animar para luchar por el mejor “yo”, para poder regalárselo.
También ha de estimular en generosidad y agradecimiento, en empatía, en ilusión, en asombro y admiración, para pasar por alto esos pequeños roces de la vida cotidiana. Tener una meta alta en el horizonte, pensando más en el ser querido, y en su bien. Es decir, que logre su plenitud como persona singular que es. Así dejar una huella profunda en los que nos rodean.
2) Cuidar la familia
*Cultivar la amistad con cada hijo, conocerlo, ver en qué es bueno, cuales son sus puntos fuerte, qué cualidades tiene y podemos estimular. Pensar qué le gusta, cuáles son sus intereses, compartir hobbies, música, hablar de lo importante, a la luz del cariño.
*Para que la convivencia sea grata, hace falta la participación de todos, cada cual según su edad. Debemos dar encargos y oportunidades de colaborar. Así aprenden a pensar en los demás, a ayudarles, a darse, y de esa forma “construirse” como personas.
* Además, después de estar todo el curso trabajando objetivos y valores concretos con los hijos, no dejarnos seducir por la horizontal, especialmente con adolescentes. Seguir luchando por adquirir algunos valores y virtudes humanas nobles, que creamos importantes, incluso que piensen ellos algunas…
* Por ejemplo, es bueno tener un horario, un plan de lecturas que les ayuden a pensar, que disfruten y que los formen, algo de deporte…, y algún campamento de confianza, con un ideario en nuestra línea, o, que tomen más contacto con la naturaleza, mediante salidas al monte, excursiones, caminatas, senderismo... etc.
*Otro punto es fomentar la capacidad de escucha, de comprensión y empatía. Enseñarles a escuchar, con nuestro ejemplo, para que se sientan atendidos, valorados, comprendidos, y así aprendan a hacerlo con los demás.
Por eso es tan importante educar las emociones desde pequeños, enseñar a dominar los impulsos, a tener autocontrol, hacerles fuertes ante las contrariedades... Así como pensar por cuenta propia, antes de actuar. Y todo sumergido en cariño “del bueno”, porque es el artífice de su valoración, de su realización, de su autoestima y, en definitiva, el que les enseñará a querer en la vida…
Se trata de atender a las relaciones humanas en familia, para hacer de estos días de descanso una oportunidad de conectar, de demostrar ese cariño con obras, y, de descubrir la dicha de estar juntos. Para esto, hay que aprender a desconectar de “ruidos” y pantallas, de lo accesorio…, que muchas veces no nos deja pensar con claridad, ser creativos, saber admirar y agradecer, mostrar el cariño, y disfrutar de la vida.
En cuanto a la tecnología, pensando en los niños, es necesario cuidar su desarrollo y tener unas normas claras respecto a su uso, favoreciendo las relaciones personales y los juegos en la naturaleza, fuente de conocimiento y belleza. Por eso, cuanto más tarde mejor.
Visitar un castillo y aprender su historia, su arte..., los pueblos que lo habitaban y sus inquietudes y anhelos puede ser interesante. Te dejo el Castillo de Javier...
También explorar un velero, o un barco pesquero, aprender el lenguaje de la mar, valorar a las personas que trabajan en ese ámbito... tan difícil a veces, para agradecerlo.
Siempre manteniendo un tono positivo, de lucha por dar lo mejor de cada uno pensando en los demás. Como una gran mujer señaló: “No permitas que nadie se aleje de ti sin una sonrisa”.
Dejo enlaces relacionados:
*"Crear ambiente de hogar" I
*¿Conciliar, o integrar?: "si-quieres-¡puedes!", y además logras sinergia
Mª José Calvo
@Mariajoseopt
@Mariajoseopt
Optimistas Educando y Amando
Espero que te haya sido útil, y gracias por comentar y compartir.
https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/07/disfrutar-en-clave-familiar.html
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