EL SUFRIMIENTO... ¡Y EL AMOR!
En esta época del año, y en esta situación que vivimos, podemos aprovechar para repensar algunas cosas, y explicar a los hijos la relación tan profunda y misteriosa que existe entre el amor y el sufrimiento.
Es importante enseñarles el valor del amor, especialmente en familia. Es preciso que aprendan a querer a los demás, al calor del cariño del hogar. Lo que les hará felices de veras. Y lo captarán fundamentalmente a través de nuestro comportamiento, en cómo nos tratamos los padres. En nuestros detalles de agradar los demás, sobre todo a los más cercanos, de mostrar agradecimiento y ternura, de preocuparnos por sus cosas, sus intereses e ilusiones…, en la forma de mirar al esposo/a, en hacer que él/ella sea lo primero, lo más importante. En mostrar el cariño en mil detalles cotidianos.
También a asumir el dolor, que siempre llega, con un imprevisto, unas dificultades, una enfermedad..., un accidente, una muerte prematura... etc. Sabiendo llevarlo con esperanza, porque nuestro modo de aceptarlo y sobrellevarlo, haciendo acopio de fuerza y valor, incluso de optimismo, es lo que les quedará a los hijos. Anclarnos en algo de veras trascendente, que da relieve a los sucesos, esperanza y sentido en los momentos difíciles. Ya lo decía Viktor Frankl con su dura experiencia, pero llena de dignidad y trascendencia... porque tenía las miras en los demás.
Muchas veces, intentamos evitar que sufran, y les damos una vida cómoda, “entre algodones”. Pero, las dificultades, los fracasos, el dolor..., suelen ser catalizadores de la maduración personal, de abrirse a los demás, porque brindan oportunidades de luchar contracorriente, donde no las habría de otra forma.
Entonces nos podemos preguntar: ¿es bueno evitar en sufrimiento a nuestros hijos? ¿O es mejor formar niños fuertes, dándoles recursos ante las contrariedades, y enseñándoles a manejarse en las tempestades…, a tener en cuenta la comprensión y la empatía con los demás?
Si no se habitúan a luchar en pequeñas cosas, cuando surja un problema no sabrán manejarse... A nosotros nos pasa lo mismo. Entonces, ¿cómo entrenar su voluntad y su fortaleza, cómo educarles en la resiliencia para que no se quiebren al menor contratiempo?
Parece que los árboles que crecen contra el viento tienen las raíces más profundas. ¿Nos sucede esto a las personas?
Cuando surgen situaciones difíciles es donde se ve la consistencia real de las personas. Si son fuertes, si sus raíces son profundas, o por el contrario si son débiles y se las lleva el viento…
Esto puede suceder cuando formamos niños blanditos por darles todo fácil, por evitarles todo tipo de dificultades y “reveses” de la vida, porque de esa forma les quitamos la oportunidad de afrontar cada reto, de luchar por lo que quieren, de acometer proyectos e ilusiones…, de ¡ser personas!
La escritora inglesa Virginia Wolf, nos señala algo sobre el dolor. “La enfermedad es como remover la tierra donde está plantado un árbol: quedan al descubierto las raíces, y se ve lo profundas y fuertes que son.”
Se ve lo que de verdad somos, lo que de verdad nos importa en la vida, lo que llevamos en el corazón. Porque ya no se intenta aparentar, y uno se muestra tal cual es, sin máscaras ni protección, sin intentar aparentar lo que no es.
La vida conlleva sufrimiento. El amor requiere sacrificios, renuncias, ausencias, pensar en los demás, crecer como personas, disculpar, comprender…, y una buena dosis de generosidad. Unido al amor, suele estar el dolor.
Con una metáfora tecnológica se puede hacer más gráfico. Para que un avión despegue necesita que el viento esté en contra, para que soporte su peso, y tener estabilidad e impulsarse. Aunque tenga un motor, o varios, ese viento en contra es un factor muy importante.
A las personas nos pasa algo parecido, salvando la distancia infinitamente infinita... Si todo es fácil y tranquilo, si no hay dificultades y problemas, si no se precisa lucha ni esfuerzo por acometer retos y elevarse del nivel más bajo, no se puede mejorar y volar alto. Las dificultades nos entrenan y ayudan a luchar por metas valiosas y nobles.
Cuando el sufrimiento está asumido e integrado en el amor, representa un apoyo para la superación personal y ayuda a madurar. El dolor nos hace más humildes, aceptamos nuestras posibilidades y nos abrimos a la realidad, y a los demás. Entonces nos afectan más las personas con dificultades. Ganamos en comprensión y empatía. Pero es el amor el que mitiga el dolor, porque le da su fuerza y sentido, y nos ayuda a remontar.
Lo que pasa es que, cuanto más amamos somos más vulnerables y nos exponemos a sufrir más por amor... Pero siempre compensa. Esto sucede en familia, y en la propia pareja.
Son las dos caras del amor. No se puede amar verdaderamente sin sufrir, y por otra parte, el dolor y el sufrimiento que nos sale al encuentro son la “piedra de toque del amor”. Cuando se demuestra si queremos o no a alguien, porque le apoyamos de forma incondicional. No solo cuando todo va bien y es fácil hacerlo, sino cuando requiere más esfuerzo y sacrificio gustoso por esa persona. Esto es importante tenerlo en cuenta en la relación en pareja, para no desanimarse ante las dificultades o pequeñas crisis de crecimiento... El amor saca savia nueva de las dificultades del camino, si se permanece unidos.
Por eso, es bueno enseñar pronto a nuestros hijos las “dos caras” del amor, porque lo aprenderán sobre todo al ver cómo nos manejamos en esas circunstancias. Nos están mirando todo el día, y aprenderán a manejarse con nuestros referentes. En especial por el amor recíproco. Vamos marcando “la senda” por donde ellos caminarán, según nuestros valores, basados en principios, y nuestras prioridades. Tenemos que desbrozar un sendero seguro que nos lleve a la cima, y no a un acantilado… Y nos seguirán...
Como señalara el profesor Oliveros F. Otero, formar a una persona es “educar con amor, para el amor, sin miedo a lo que pueda sufrir si sabe amar de veras.”
Dejo un dibujo de un artista, Antonio Gervas, @dibupills, que además transmite una gran enseñanza llena de humanidad. El corazón humano está diseñado para amar y conmoverse... y ¡querer de veras a los demás!
En estos días de descanso de Semana Santa podemos reflexionar un poco acerca de este tema, para interiorizar algunos valores como pueden ser el amor y el dolor, la fortaleza y resiliencia, y los valores trascendentes... El dolor no siempre es igual a algo negativo, aunque suele ir disfrazado... Hay que descubrir lo bueno que nos puede aportar para no desanimarse. Te lo cuento en el post "el valor del sufrimiento".
* También con el cine...
Una película preciosa, para niños, especial para el tema que nos ocupa, que es “El hombre que hacía milagros”, de la productora Naomi Jones, con Icon Production, y dirigida por Mel Gibson. Es la mayor historia de amor: la de Jesús de Nazaret, narrada desde la perspectiva de una niña: Tamar. Tiene una música alegre, una animación muy conseguida, y una dirección espectacular. ¡Merece la pena, incluso para adultos! para meterse en ambiente.
Y para adolescentes, se puede ver, pensar, reflexionar y comentar, “La Pasión de Cristo” de Icon Production, dirigida por Mel Gibson, con James Caviezel como actor principal. Hay escenas muy buenas, pero muy duras. Por ejemplo las caídas de Jesús bajo el peso de la cruz... Se cae, pero se vuelve a levantar: a veces con ayuda, pero ¡siempre se levanta! aunque esté "roto" de dolor.
Podemos aprender de Él muchas cosas. Fortaleza, generosidad, amor infinito... Todos tenemos muchas capacidades que podemos potenciar, como la capacidad para levantarnos ante las dificultades. Pero necesitamos un entrenamiento en pequeñas cosas..., y apoyarnos en lo trascendente, que da mayor motivación y fuerza, y un sentido profundo a la vida.
*Quo vadis?
*Son of God
*El príncipe de Egipto
*José el de los sueños
*Pablo, apóstol de Cristo
*De Dioses y hombres
Espero que te haya sido interesante el post, y lo puedes compartir.
Dejo enlaces relacionados con el tema:
* ¿Cómo enfocar-bien-el-dolor? con ideas de C. S. Lewis
* ¿Que-hacer-con-el-sufrimiento...?
Mª José Calvo.
optimistas educando y amando
@Mariajoseopt
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