Optimistas Educando y Amando, con Mª José Calvo: enero 2016

domingo, 3 de enero de 2016

AÑO NUEVO, ¡VIDA NUEVA...!

EN EL AMOR, AÑO NUEVO: ¡VIDA NUEVA…!

Empezamos con una cita del genial G. K. Chesterton: “El objetivo de tener un Año Nuevo no es que tengamos un nuevo año, es que tengamos un alma nueva...”

Entonces nos podemos preguntar: ¿qué es importante y primordial en nuestra vida?, ¿cómo se puede hacer el amor "nuevo"?, ¿cómo se puede amar con un amor de calidad que perdure a pesar de la dificultades y tormentas del camino...?

Porque, el amor se basa en un “encuentro” entre dos personas, para formar una nueva unidad, un equipo de dos, por amor. Es una llamada a algo muy grande: grandioso. Y la forma de lograr lo mejor de cada uno.

Suele comenzar con el “enamoramiento”, que capta nuestra atención en forma de belleza, y nos sorprende al ver esa dimensión inesperada del otro. Estar enamorado es algo que nos viene dado, un regalo impresionante que nadie puede decir que lo ha merecido, que nos da energía para luchar y mejorar en primera persona.

Ese deslumbramiento inicial permite que vislumbremos la meta a la que podemos llegar. Nos ayuda a salir de nosotros mismos para tender un “puente” hacia el “tú”, y formar un “nosotros”. Además, el amor torna el corazón más cálido y comprensivo, más empático. Ayuda a enfocarse en el ser querido, que de eso se trata...

Entonces, ¿cómo construir el amor? Y, ¿crece solo con dejarnos llevar de los sentimientos...?

En este planeta todo lo valioso hay que cultivarlo, y hay que poner esfuerzo en ello. Si no, puede debilitarse, secarse y desaparecer… Por eso hay que poner empeño en hacer que el amor de cada día se parezca a ese destello que nos deslumbró. Es decir, encaminase a lo que el amor está llamado a ser, si lo cultivamos.

Porque, para que el amor no se debilite y achique, podemos alimentarlo cada día con pequeños gestos y detalles de atención, delicadezas, que con el tiempo se transforman en hábitos y virtudes. El amor estimula y ayuda a crecer, y a mejorar; y esos hábitos conseguidos alimentan al amor. Es un "círculo virtuoso". Y pueden ser hábitos de amabilidad, de generosidad y entrega, de servicio y de empatía y agradecimiento…

Recurriendo a una metáfora, el amor es como un “fuego” que hay que avivar con pequeñeces continuas todos los días, y “grandes troncos” en los inviernos fríos; pero la hojarasca, los gestos y detalles, es lo que mejor “prende”.

Hay que evitar que el fuego disminuya, o que se apague: hay que estar pendiente para que nos dé su luz y su calor en todas las circunstancias de la vida. Además, las exteriorizaciones sensibles del amor, esos gestos cariñosos, hacen que aumenten los sentimientos positivos hacia el otro, y hay que esmerarse en “avivarlos” cada día.

Algunos “gestos” que podemos trabajar:

Confiar, sonreír, admirar,
ser delicados, tener detalles que le gustan…

Hacer una llamada a lo mejor de él, de ella, motivándole, para que lo desarrolle. ¡Queriéndole!

Valorar y aceptar al otro tal como es, sin esperar a que sea perfecto. Eso es quererle de forma incondicional, aunque a veces no logre lo que se propone… Todos podemos fallar y necesitamos sentirnos queridos para poder remontar.

Entonces, para renovar nuestro amor, para hacerlo “nuevo” cada día, es preciso descubrir lo mejor del otro, para agradecerlo y estimularle a que lo desarrolle, con todo nuestro cariño. Y no dejar de demostrarle que le queremos, con sentimientos favorables o no…, en cualquier circunstancia.

Porque, el cariño y la confianza son como el "horno" donde se prepara la mejor personalidad de cada uno. Hay que esperar lo mejor de los demás, y conocerles en sus mejores actuaciones. Es una forma de estimularlo y ayudarles a lograr su mejor personalidad. Apuntar alto, para engrandecer el corazón y movilizar energías.

Dejo una cita preciosa de Antoine de Saint-Exupéry, dirigida a su "rosa"...: