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viernes, 11 de diciembre de 2015

DAR LUZ Y CALOR, REGALAR AMOR



                                       DAR “LUZ Y CALOR",  REGALAR AMOR

                                   
             
Dios creó al hombre, y pensó: “No es bueno que el hombre esté solo”; por eso hizo a la mujer. Ambos a su imagen y semejanza. De aquí que ambos tengan la misma dignidad, y ambos participan de la belleza y de la armonía por igual. Diseñados para amar. Muy en especial a la persona que se elige y con la que uno se compromete a querer por el resto de sus días...

           
El amor en pareja es un encuentro entre dos personas, él y ella, que llega hasta el fondo del ser de cada uno... Y en esta unión se da la compenetración de las dos, para formar una “nueva unidad” en el amor. Un proyecto común.



Iguales en dignidad, pero diferentes y complementarios entre sí, no solo físicamente, también psíquicamente. Y recíprocos. Somos seres recíprocos: estamos diseñados para el otro: la mujer para el varón, y el varón para la mujer. Y en ello encuentra cada uno su mayor plenitud y es auténticamente feliz.

            
Somos diferentes, por eso nos atraemos y nos enamoramos. Vemos en el otro unas cualidades especiales que le hacen diferente, singular, ¡único en el mundo!

               
Pero, nos complementamos: cada uno ve el mundo desde un punto de vista diferente, y así se comprende mejor cada cosa. En la diferencia está la riqueza, y se hace patente la belleza y el esplendor del universo. Las diferencias nos singularizan, y si se ponen al servicio del amor se logra sinergia.
 
Porque “él” ve todo de forma más global; “ella” se fija más en los detalles. A él le gustan las ideas en general; a ella los hechos concretos en que se encarnan. Por eso está en los detalles cotidianos...

               

Y también somos distintos en los gustos, en la forma de relacionarnos con los demás, en la forma de dirigir la familia... Pero, cada uno enriquece al otro, y le aporta algo de que carece. En la unión está la riqueza, y se va logrando una sinergia creciente.

            
Por ejemplo, es propio de la mujer el acoger al otro. Es como “una casa” donde los demás van a descansar, a encontrar cariño, calor de hogar, delicadeza, a recargar energías. En cambio, es más propio de él el salir de sí, acudir al encuentro de ella.

        
Esas diferencias son las que nos atraen y enriquecen, y nos complementan. Por eso es bueno valorarlas, y ponerlas al servicio del otro, hacer equipo, y lograr una unidad de dos en un solo corazón. Que de eso se trata: de mostrar el cariño a la persona querida. ¡Regalar amor!


            
El amor recíproco es ese “generador” que da su energía a toda la familia, en cualquier circunstancia. Y la otra persona es una “presencia iluminadora”, en el sentido de que solo ella nos saca de nuestro “yo" y nos ilumina la existencia. Y el mundo entero cobra nuevo colorido, se torna entusiasmante.


           
Porque, no estamos creados para la soledad, sino para los demás. Y la otra persona hace de “imán”, nos atrae y ayuda a salir de nosotros mismos. Es como “un farol” encendido que nos da su luz y su calor, con el que tiene más sentido la vida.


En estas fechas navideñas, una película muy apropiada y entrañable para ver en familia puede ser "Qué bello es vivir", de Frank Capra, producida por Liberty Films. Es un canto a la vida, al amor, a las personas y a la familia..., con la ilusión de vivir con los seres queridos.









          
Pensar cómo vivir la Navidad, poniendo el corazón, atendiendo a los que tenemos cerca en familia, y que no nos pase como de resbalón sin que nos cale su mensaje entrañable lleno de amor y esperanza. 

Repensar su auténtico significado antes de que las prisas y los regalos nos llenen el tiempo. Sorprendernos del misterio de que todo un Dios se haga tan pequeño: un Niño recién nacido, uno de nosotros, en una familia, para no acostumbrarnos, para no darlo por supuesto y poder saborearlo y contemplarlo en el Belén.  
               



También usar la imaginación para acercarnos al Portal, acompañar a los pastores, llevarle un regalo, cantarle villancicos, y prepararle un lugar calentito en el corazón. Escuchar a María y José..., aprender de ellos.

        
Los niños lo viven todo sumergido en cariño del bueno, que no significa que los "ahoguemos" en regalos, sino que aprendan a pensar en los demás, en la propia familia, en los que tienen menos posibilidades o pasan por dificultades y sufrimiento.



            
También pensar qué detalles tener en pareja, para alimentar el amor, y que el otro se sienta de veras querido, querida. Olvidar algún rencor, perdonar un malentendido... etc., también en familia.


           
Por eso, estas Navidades mirar al Belén para dar luz y calor a los que nos rodean. “¡Regalar amor!” ¿Cómo? "Copiando" a la Familia de Nazaret... Agradeciendo esas cualidades del otro y esos detalles, ese esfuerzo, y siendo generosos en regalar cariño y atenciones, gestos y delicadezas…, para que todos en la familia se sientan muy queridos. 








                                                                              Mª José Calvo
                                                                       optimistas educando y amando



Y un artículo publicado en la revista Hacer Familia..., que te recomiendo😍












URL:
https://optimistaseducando.blogspot.com/2015/12/luz-y-calor-regalar-amor.html

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