AFRONTAR LA VIDA CON OPTIMISMO,
GRACIAS A LA FAMILIA
El optimismo es una visión luminosa de la vida. Una forma de afrontar la realidad, y de enfocar las cosas, que siempre ayuda. También es un tipo de personalidad, aunque se puede trabajar y desarrollar ese hábito y esa actitud. Siempre hay motivos por los que agradecer y sonreír.
Aunque, no se trata de ser ingenuos y esperar pacientemente que todo ocurra de forma positiva, sino poner algo de nuestra parte para que eso suceda. Poner una mirada de cariño. Tomar el control de la vida, centrarnos en las posibilidades, y no tanto en los problemas, pues abren oportunidades. Aceptar la vida con su misterio.
Una persona optimista es la que confía en sus posibilidades, pide la ayuda que precisa, y también confía en los demás. De esta forma, en cualquier circunstancia distingue primero lo bueno, luego lo mejorable, y solo después, las dificultades que se interponen. Piensa en clave positiva. Una mirada de cariño descubre mil detalles por los que elevar la mirada, alegrarse, y sonreír.
Por eso es capaz de aprovechar lo positivo, lo que se puede mejorar, y afrontar el resto sin desanimarse, con ilusión y esfuerzo, con lucha y perseverancia. Y siempre con una actitud alegre y deportiva. Entrenarse cada día en descubrir las maravillas que nos salen al encuentro, que, sin esa mirada asombrada, se nos escapan del horizonte.
Señala Chesterton: "El optimista mira a los ojos, el pesimista a los pies." Porque, el optimista ve oportunidades en cada calamidad, y el pesimista calamidades en cada oportunidad...
La palabra optimismo procede del latín: “optimum”, y significa “lo mejor” en el sentido de excelente. Así podemos ser optimistas en el cariño a nuestro esposo, esposa, en las relaciones familiares, en la educación de nuestros hijos…, en la amistad... etc.
Es como ponerse un “filtro” en la mirada que permite ver la belleza de lo bueno, y descubrir lo mejorable para optimizarlo, y que también sea bello.
Es preciso mirar hasta con unas “gafas tintadas” para ver esas cualidades singulares de cada uno, sus puntos fuertes, y no tanto lo que hacen mal… Así hacérselo notar, agradecerlo, y apoyarse en ello a la hora de hacer un esfuerzo por cultivar unos valores o hábitos que queremos desarrollar. Es mucho más eficaz ser "buscadores de talentos", que "cazadores de defectos"... Además, el tratarles un poquito mejor de lo que son en ese momento, anima a luchar por ello.
El optimismo nace de la confianza que recibimos en la familia, por la aceptación incondicional que nos brindan. Aquí se nos acepta y se nos quiere sin más, por lo que somos. Nos profesan un amor incondicional. Es decir, no depende de cómo somos, o lo que hacemos, ni de lo que tenemos, o “valemos” en la sociedad. Simplemente se nos quiere tal como somos, por quienes somos. Personas, con toda su grandeza, por el genuino hecho de ser personas: únicas, singulares, valiosas en sí mismas.
El ambiente donde puede desarrollarse el optimismo de una forma natural es en familia. Es el lugar donde la libertad y el amor florecen... Se podría decir que la misión de la familia es custodiar el amor: permite que surja, lo cuida, lo mima y hace crecer, lo fomenta y desarrolla, y acoge así a cada persona como una "joya" preciosa.
Esta aceptación incondicional de cada uno es lo que da seguridad ante la vida, a cualquier edad, y ayuda a crecer como personas, a madurar. Porque, la persona se "hace" y se "re-hace" en la familia, gracias al amor incondicional. Y ese amor es lo que da fuerza y sentido a la vida da cada uno.
El "sí quiero" de la Boda se perpetúa en el tiempo, dando seguridad y confianza a todos. Capacita para querer a la otra persona con "más altura", y permite que el amor se desarrolle, crezca, y logre su mejor textura: un amor auténtico, de calidad.

Y éste es el clima que precisa cada persona para crecer, para apuntar alto y dar lo mejor de sí, para ser optimista en cualquier situación. Movilizar energías, poniendo el corazón, apuntando a una meta valiosa.
Además, confiar es creer que hay en el interior de cada ser humano mucho bueno y bello que lucha por salir. Y es permitirlo, ¡darle la oportunidad! Especialmente en familia.
El optimismo conlleva agradecimiento ante la vida, por ser algo singular, irrepetible, precioso. Y ante los detalles de atención de los seres queridos... El agradecimiento es la memoria del corazón. Hay que cuidarlo.
En cuanto a las dificultades, aprender a superarlas con esfuerzo, con ánimo e ilusión, con lucha personal, para convertir lo “imposible” en asequible..., aunque tardemos un poco más.
Por tanto es importante crear ambiente de hogar, conseguir ese “microclima" donde crecen las personas al calor del cariño. Y saber abrir el propio corazón para conectar con ellos.
El amor hace descubrir los aspectos irrepetibles y específicos, las cualidades que adornan a cada persona, que sólo el que le quiere bien sabe descubrir. Y, el sentirse muy querido en familia, y en pareja, es la “varita mágica” que estimula lo mejor de cada uno. Permite ser optimista, y hace que florezca la esperanza. Una sonrisa o una mirada luminosa contagian alegría a quien la recibe, y le anima a transmitirla.
La consecuencia de ser optimistas es que aporta una personalidad atrayente, que rezuma paz y belleza interior, y confiere un estilo personal luminoso y esperanzador. Siempre hay algo positivo por descubrir, incluso en una situación dura. Y la esperanza es la cualidad del “montañero” que sabe que va a llegar a la cumbre..., aunque cueste esfuerzo.
Y nos torna alegres, puesto que la alegría y la paz interior es la resultante de una lucha esforzada por dar lo mejor de cada uno. No dar las batallas por perdidas: si lo intentamos, estaremos alegres. Sonreír es un bálsamo para las relaciones personales, tanto en familia como con amigos, compañeros...
También esponja el alma, ensancha el corazón, da energía para ser audaces y crear ambiente en cualquier ámbito y circunstancia. Permite disfrutar de la vida, y ayuda a acometer los "sueños" de cada uno, con los propios talentos, en sinergia con los del ser querido... De esa forma, hacer que las cosas "sucedan": ¡el futuro está en nuestras manos!
Por eso, ¡siempre alegres!, para alegrar la vida a los que Dios nos ha confiado. Primero, a nuestro esposo, esposa. Además, el preocuparse de los demás agranda el corazón y es fuente de auténtica felicidad. Esa "puerta" que se abre hacia fuera.
Me despido con una idea de Tolkien en El Señor de los Anillos...
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Mª José Calvo
optimistas educando y amando
@Mariajoseopt
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