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miércoles, 4 de octubre de 2017

PREADOLESCENTES: TIPS PARA ENSEÑAR A QUERER

       


                           ENSEÑARLES A QUERER, ¡EDUCAR EL CORAZÓN!





                   
                  
ETAPA INFANTIL: PREPARANDO LA ADOLESCENCIA
                                           
          Los hijos, en estas etapas del desarrollo, entre los 6 y los 12 años, están predispuestos para aprender a querer a los demás. Podemos aprovechar ese periodo más sensible en ellos para ayudarles en este cometido, sobre todo en la propia familia, y con los amigos. Quizá sea de lo más importante que debemos hacer en este planeta..., y lo que nos hará más felices. Y, cuando son adolescentes, es necesario que tengan un corazón capaz de amar, de comprender, de conmoverse.

        Se trata de educar el corazón, de "forjarlo" al calor del cariño, para que piensen en los demás. Que se enfoquen en metas que merezcan la pena, y así puedan amar. Es lo que dará más sentido a su vida. Los afectos son importantes, nos ayudan a querer mejor, pero es preciso pasarlos por el filtro del pensamiento...




       También forjar hábitos operativos buenos en esa dirección, que se transformen en virtudes. Porque, para aprender a querer, hay que contar con todas las facultades personales: también con la voluntad libre, que es la que decide querer y toma las riendas de los sentimientos. Hace de guía de la personalidad.






       Por eso, poner inteligencia, porque no se ama lo que no se conoce, y para dirigir todo el mundo afectivo. Voluntad libre, porque son necesarios hábitos y virtudes que den autonomía en el obrar, en esa dirección. Y, afectividad, porque amar es una experiencia que rebasa las anteriores: hay que sentirlo, nos tiene que emocionar, hay que disfrutar. Hay que poner el corazón.

    Además, los sentimientos nos pueden impulsar con mucha fuerza, sabiendo controlarlos en la dirección adecuada. Estimulando los que nos ayuden a querer mejor, y, cortando los que no merecen la pena o nos dañan como personas. De ahí la importancia de la empatía y la inteligencia emocional, con lo que se logra sinergia.



        Para todo ello es necesario que los hijos se sientan muy queridos, no por darles caprichos, sino porque noten realmente nuestro afecto y cariño incondicional. Especialmente el cariño recíproco de los padres, origen y fuente de su buen desarrollo. La confianza y el cariño son la base.




          Su seguridad emocional depende de la estabilidad familiar, y del cariño mutuo de los padres, además del que cada uno de ellos manifiesta hacia cada hijo. Ese modelo y referente es lo que ven y tienden a imitar.




            Y siempre, el tratarles un poco mejor de lo que son en ese momento, ¡¡les ayuda a mejorar...!! Ya lo decía Goethe: 

"Trata a un hombre como es, y seguirá siendo así"

"Trata a un hombre como puede y debe ser, 
y se convertirá en lo que puede y debe ser” 









                                  
EDUCAR EL CORAZÓN


          Un pensamiento de Charles Dickens: "El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico". 






        El corazón es el centro y raíz de la persona. Por eso, educar el corazón tiene la ventaja de lograr la mejora personal desde su núcleo más íntimo: ¡en cuanto persona! No solo en algunas facetas concretas, sino en todas ellas.



         Es la edad propicia para las conversaciones en confidencia, para mirar a los ojos y dialogar de tú a tú, abriendo el propio corazón, contado nuestros sentimientos y anhelos, y creando un clima de confianza. También usando la imaginación para plasmar en nuestra vida unos valores, personificados, que seduzcan con su belleza y coherencia. Que se los mostremos y "acerquemos" a nuestros hijos, porque ellos nos están mirando todo el día... Usar la creatividad para ello.


       Porque, el campo propio de la imaginación es el de los valores, el del bien, el de la alegría y el optimismo, el de las relaciones personales y el cariño a los demás. (Si quieres ampliar, ve al post sobre "la imaginación").



      Educar el corazón tiene mucho que ver con la felicidad, que consiste más bien en pensar en los demás y en ayudarles. Aunque a veces exija un sacrificio "gustoso" por quienes queremos. También en hacer lo que se debe en cada momento, sabiendo disfrutar de ello. Como señala Melendo, "la felicidad es directamente proporcional a la capacidad de amar de una persona". Por tanto, consecuencia de una vida entregada a los demás.









          
                            
 10 “TIPS” PARA EDUCAR EL CORAZÓN

  • 1- Aprender a comprender, a disculpar, a tener en cuenta los motivos y sentimientos ajenos… El valor de la empatía en las relaciones personales, aprender a sonreír. Además, los hijos siempre se fijan en los padres: su modelo y referente. Que sepamos escucharles y comprenderles, aunque, si hace falta corregir, también lo hagamos. Siempre en privado, y si basta con una mirada, o un gesto, no hace falta insistir todo el día... 




  • 2- Sensibilidad ante la belleza, finura de espíritu para captar los detalles de cariño, lo bueno y valioso de las personas. Aprender a ser generosos y agradecidos por todo. Cultivar la imaginación de forma inteligente, poniendo el corazón, para las relaciones familiares.


  • 3- Fortaleza y voluntad entrenada. En estas edades el deporte, las salidas al campo, subir al monte..., son nuestros aliados, y una escuela de virtudes. Además, ayuda a tener autodominio personal y a pensar más en los demás que en uno mismo. En el equipo. También a valorar la comprensión y la empatía, y la alegría de ayudar.





  • 4- "Exigencia comprensiva" a la hora de entrenarles. Con la ayuda del estudio, del trabajo, de la colaboración en casa con los encargos y tareas. Que aprendan a poner un detalle de cariño en ellos hacia esas personas, porque los detalles son el “pulso” del amor: donde se nota si se quiere de veras.  




  • 5- Formar el carácter: trabajo y deporte con buena cara y sin quejarse. Lograr hábitos y virtudes que les ayuden en la vida, que les den autodominio personal, y que les tornen mejores personas. Aprender a enfocarse en los demás y olvidarse un poco del propio "yo"... Y la inteligencia emocional, como ya señalara Pascal, nos puede ayudar. Las dificultades también son retos a afrontar, y nos hacen más fuertes. 




  • 6- Muy necesario un momento de intimidad con cada uno, desde bien pequeños, para mirarles a los ojos, para conectar, para leer lo que llevan en el interior, para dar confianza y que puedan contarnos su mundo interior. Acogerles con cariño, ¡y tiempo! con ellos.



  • 7- Aprender a perdonar, o pedir perdón, cuando nos equivocamos o molestamos a los demás. Incluso cuando los otros se sienten heridos..., aunque no haya sido con esa intención. Es preciso ser muy delicados en esto. Adelantarnos en dar cariño para hacer buen ambiente. Y perdonarlo todo, lo antes posible. Solo el cariño cura las heridas.

  • 8- Ir a las raíces: ¿por qué motivos hacer las cosas…? Hay motivos y motivaciones de distintos niveles: extrínsecas o del "tener", intrínsecas o del "ser"..., y más trascendentes. Y éstos últimos son los que aportan mayor sentido en la vida. También nos ayudan a pensar y tener criterio de actuación, aportando mayor libertad.

  • 9- El sentido del dolor, y el poder del amor para sanarlo y que no nos destruya. La vida conlleva sufrimiento. Llenar de sentido el dolor, poniendo amor. La compasión que suscita es algo bueno, y es una forma de conectar con los demás, con respeto y empatía, para ayudarles en lo que esté en nuestras manos. Como señala Ana Frank, aunque solo puedas dar bondad, ¡ya es mucho! Que nada humano nos sea ajeno.


  • 10- Espíritu de ayuda: ayudar a los demás por motivos afectivos, poniendo el corazón. Es una forma de entrenarles en ello. Cuando sean mayores, también necesitarán otros motivos para ayudar. Pero, el poner el corazón facilita enormemente las cosas, pues va a lo importante. Como nos recuerda Saint-Exupéry, "solo se ve bien con los ojos del corazón".






 Es preciso darles
 
muchas oportunidades de servicio en la familia, 
aprovechando esta etapa afectiva, 
poniendo cariño en cada detalle, 
en cada conversación, en cada trabajo...
 
Y muy en especial preparando la adolescencia.








             Enseñar a amar, y educar su afectividad, 
también es explicar el sentido de la sexualidad en su marco específico:
 un amor auténtico para siempre. 

Si lo sacamos del contexto despersonaliza y pasa factura... 
Por eso es vital darles un buen enfoque antropológico.
Lo dejamos para otra entrada.





             Amar a una persona es ayudarle a desarrollar todo su potencial, 
sus cualidades singulares y fortalezas, buscando su bien: 
su mejor personalidad. 

Consiste más en dar que en recibir, 
y tiene mucho que ver con la generosidad y la empatía

Es lo que, al fin y al cabo, nos hace más felices.

           

   

        
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Dejo algún enlace relacionado, por si quieres ampliar:



                                                                            



                                                                       Mª José Calvo
                                                          optimistaseducando.blogspot.com
                                                                      @Mariajoseopt    
    

https://optimistaseducando.blogspot.com/2017/10/preadolescentes-vi-ensenar-querer.html 

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