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viernes, 14 de octubre de 2016

EL DERECHO DE LOS HIJOS...



                                              EL DERECHO DE LOS HIJOS


El amor en pareja es como una "hoguera" que da su calor y su luz a todos en la familia. El secreto de esta fuente está en los padres, cuando se quieren el uno al otro de veras con un amor inteligente, con voluntad de querer, y con afectos tiernos, traducidos en obras y detalles de atención y cariño. Así, ese amor se derrama eficaz hacia los hijos.






Escribe Ugo Borghello: “Al traer un hijo al mundo, se contrae el deber de hacerlo feliz. Y, ¿qué necesita para ser feliz? Ver que sus padres se quieren.”



Querer a los hijos significa intentar que sean felices, y lo que más necesitan es ver unión y cariño entre sus padres. Es lo que les da seguridad y confianza para construirse como personas y para vivir con optimismo. Sentirse inmersos en ese ambiente de amor, lo cual influye en su buen desarrollo y autoestima.





         
Entonces, podemos vislumbrar cuál es el principal "derecho" de nuestros hijostener un hogar atractivo donde los padres se amen de veras, dando lo mejor de cada uno al otro, y esperando lo mejor del otro, sin exigirlo. Teniendo en cuenta la gratuidad del amor, y creando el clima apropiado para que la otra persona se sienta querida, valorada y admirada. El resto vendrá solo... De esta forma crecer juntos como personas, madurarsin pretender que el otro sea a nuestro modo, o perfecto...


Porque lo que realmente necesitan es nuestra unidad y cariño para formar parte y alimentarse de él. Y nuestro tratar con infinito cariño al ser querido..., incluso pedir perdón si fallamos y lo ven... 

Marcará una huella en su alma, y se desarrollarán bien. Y aprenderán a querer de la mejor forma, porque somos su modeloAsí se encaminarán hacia su plenitud personal, y como consecuencia serán más felices. Nosotros también, a pesar del esfuerzo que supone, pero se hace muy gustoso por quienes amamos. Vale la pena ayudarles en esa tarea de ser ¡personas!, con todo lo que implica, y de aprender a amar: lo propio de las personas.






Para esto, hay que pasar por alto incomprensiones y fallos, diferencias, faltas de carácter, limitaciones, anhelos no comprendidos, defectos de la otra persona, que antes incluso hacían gracia, pero con el paso del tiempo puede que no soportemos. 

Pensar que solo el amor une, y solo el amor sana heridas. Lo que no une ¡no es amor...! Puede ser el "yo" más egótico, o el orgullo, el mayor enemigo de la relación.


            




Por tanto, el único y principal derecho de los hijos es al cariño nuestro, al tiempo para ellos, a nuestro interés y dedicación, a nuestra atención, al ánimo y al consejo oportuno… Porque, a veces nos olvidamos de hacer familia, de  vivir con ellos, y de que sean felices jugando, sorprendiéndose de las cosas que van descubriendo, y aprendiendo por ellas, compartiendo ratos entrañables de tertulia, cantando y soñando, abriendo nuestro corazón según su edad, y especialmente sintiéndose queridos. Necesitan vernos con ellos.


Vamos quemando etapas fundamentales en su desarrollo, porque queremos una maduración “expres", que lleva su tiempo. Incluso no dejamos que esa maduración y aprendizaje se realice desde su interior... Los ritmos de los niños requieren calma, son muy pausados. Respetar su inocencia e impresionabilidad... Y cada uno madura a su propio ritmo. Te lo cuento en el post: Un poco de neuroeducación.






A veces intentamos suplir esa falta de atención y de cariño con regalos desmedidos, ropa de marca a nuestro gusto, un sinfín de clases y actividades, caprichos innecesarios... O, cuando son mayores, una paga excesiva, o salidas nocturnas porque “todos lo hacen”, para que nos dejen tranquilos. 

Es preciso atenderles el tiempo necesario, sumergido en auténtico cariño, para que se sientan de veras queridos. Hay que disfrutar con ellos, y mostrarles con nuestra vida cómo ser luchadores, generosos y empáticos, a tener un corazón grande donde quepan todos. Y enseñarles lo importante en el cariño del hogar... No podemos dejar que se empapen de pantallas..., que producen un efecto devastador en sus cerebros sin formar. Y ahora mucho más, pueden encontrar fácilmente cosas inconvenientes incluso en edades muy tempranas, algo que cuidar y hablar según cada niño.










* Centrarse y priorizar el amor en pareja

              
Por todo ello es preciso centrarse en alimentar el amor recíproco. Un amor que está llamado a mejorar y perdurar, si lo cuidamos, si lo mimamos y trabajamos. Y de este modo pueda crecer y desarrollarse, y dar su energía. Por eso es necesario fomentar la amistad entre los dos, pasar tiempo juntos, disfrutar de la compañía del otro, y aprender a conversar, para que sea un intercambio de pensamientos, sentimientos y cariño. 

La amistad es la que custodia la pasión a lo largo del tiempo, y hace pervivir ese cariño. Merece la pena invertir gestos y detalles, tiempo, esfuerzo, y sobre todo ilusión en ello cada día. 





Alimentar el amor con detalles y delicadezas, y con grandes troncos en los inviernos fríos… 



Si queremos hacer felices a nuestros hijos, lo único que realmente necesitan es nuestra unidad y nuestro cariño para formar parte de él y que se derrame eficaz sobre ellos. Es la riqueza y la belleza de la familia.







              Dejo el artículo publicado en la revista "Hacer Familia"...





              





                                                                                 Mª José Calvo
                                                                    optimistas educando y amando
                                                                                 @Mariajoseopt


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